EL PEYOTE COMO MEDICINA TRADICIONAL Introducción El objetivo de este librillo es dar una visión general y sintética de la situación actual del peyote en México y el mundo, como medicina y planta sagrada; sus orígenes míticos y culturales, su trasfondo espiritual, científico, medicinal, y la situación legal y ecológica que lo envuelve en estos días. Cuenta una antigua leyenda que "Tatewari", el Abuelo Fuego, condujo a los dioses ancestrales en la primera búsqueda ritual del peyote. Tatewari apareció cuando los dioses ancestrales se hallaban en un templo wirrárica (Huichol), sentados en círculo, quejándose de distintos males. Preguntaron entonces al Gran Dios Fuego cuál era la causa de sus padecimientos. Éste les respondió que sufrían porque no habían ido a cazar el "venado divino", hikuri o peyote a Wirikuta (localidad situada al noroeste del territorio Wirrárica, (entre San Luis Potosí y Zacatecas) y por eso habían sido privados de la "carne divina". Los dioses ancestrales, en asamblea, decidieron tomar sus arcos y flechas y seguir a Tatewari para "encontrar sus vidas" en la tierra del "venado divino" o "amo de la especie de los venados" Los dioses ancestrales, en ayunas y en continencia sexual, después de confesarse para volverse espíritu, llegaron a Wirikuta y encontraron, bajo arbustos apenas visibles sobre el suelo, las cabezas verdes del peyote (que pasan inadvertidas para ojos inexpertos). Atribuyeron su origen a huellas de pata de venado. Lo llamaron "venado divino" o "amo de los venados". Buscaban un venado de 5 puntas (peyote con 5 costillas), lo que corresponde, según ellos, a los 4 puntos cardinales y el zenit. Hundieron en el hikuri sus flechas ceremoniales con adornos, alrededor del "hermano mayor". Muchos sollozaban, todos rezaban en voz alta. Dividieron el peyote entre todos los participantes. Con el cargamento de peyote regresaron caminando a sus pueblos. Es así como muchos de los pueblos indígenas mexicanos han sostenido una relación estrecha con el peyote, donde éste ocupa un lugar trascendental en sus vidas y constituye la Medicina principal que sustenta el equilibrio de la salud de sus pueblos. La inspiración que reciben con esta planta lo podemos ver representado hasta hoy, en las innumerables y hermosas obras artísticas que realiza el pueblo Wirrarica (Huicholes) con cuentas de chaquira y estambres, donde en muchas de ellas representan al híkuri como a un gran sol. Un sol que esperan siga brillando para sus futuras generaciones. Biología, etnografía e historia del peyote El peyote es un pequeño cactus conocido científicamente como Lophophora williamsii, que contiene más de cincuenta alcaloides aislados hasta ahora (Hofman & Schultes, 1979/1992), siendo la mezcalina el componente psicoactivo más estudiado por la farmacología moderna. Es endémico del desierto mexicano y se estima que su uso ceremonial data de varios miles de años. La evidencia mas antigua del uso del peyote data de 5700 años, por indígenas americanos habitantes de lo que ahora es el Estado de Texas, en la cueva de Shumla (Bruhn & al., 2002). En México, todo vestigio de su influencia cultural y científica quedo prácticamente extinto por más de quinientos años de persecución y castigo. Las crónicas de la conquista y la temprana colonia atestiguan el uso común tanto del peyote como de otras plantas psicoactivas en ceremonias y ritos de los habitantes del México Antiguo. El uso ritual del peyote entre los indígenas centro y norteamericanos fue considerado un pecado por la Iglesia Católica, que prohibió su consumo en 1620 a través de un Edicto de Fe publicado en todos los territorios españoles de la época. La persecución del peyote era extrema y en ciertos manuales de la Inquisición se incluía esta planta entre las preguntas imprescindibles sobre los pecados abominables para la confesión de los conversos (Stewart, 1993). La Iglesia Católica no se hubiera molestado de publicar dicho decreto si el consumo de peyote fuera aislado y sólo por algunos cuantos grupos étnicos localizados. La impresionante campaña que emprendió la Iglesia Católica para erradicar el consumo del peyote es indicativa de que el uso de este cactus era prevalente en todo México. El Archivo General de la Nación de México cita noventa juicios de la Inquisición por posesión de peyote en 45 localidades documentadas en territorio Español a lo largo de un periodo de 265 años. En México, estos sitios incluyen lugares como Tehuacan, Tepoztlán, Huejotzingo, Zacualpan, Taxco, Puebla, Atlixco, Cuautla y Chalco, entre otros, aun cuando estos lugares no forman parte de los territorios que hoy se documentan como zonas de consumo tradicional. Tres citas llaman la atención porque corresponden a lugares remotos: Antequera en el Caribe, Nuevo México en EUA y Manila, en las Filipinas. El extenso alcance que tenía este pequeño cactus en los tiempos de la Colonia es evidencia de la prevalencia del consumo del Peyote por su influencia en los usos y costumbres de diversas etnias mexicanas de la época, algunas que hoy día han perdido prácticamente por completo su tradición peyotera, como por ejemplo el pueblo Otomí y entre otros. ¿El Peyote: medicina tradicional mexicana o droga lúdica? La cosmovisión indígena tanto en América del Sur como del Norte ha definido a las plantas medicinales psicoactivas como sagradas, reconociéndolas y venerándolas por su espíritu maestro. Han sido empleadas como herramientas para acceder a la fuente del conocimiento y se les atribuye el más alto grado de Maestras por las enseñanzas implícitas en el trance de comunión con el espíritu de la planta. Diversas plantas denominadas psicotrópicas (como la Ayahuasca, el Yopo, el San Pedro, el Peyote, Daturas y Hongos), que hoy día están en listas que prohíben su posesión para consumo, han sido pilares fundamentales de los sistemas médicos y religiosos de diversas culturas indígenas desde el Amazonas y los Andes, hasta las selvas de México y planicies de Norteamérica. El uso del peyote en la actualidad Hoy, en Estados Unidos como en México, está prohibido el consumo del peyote, ya que la mezcalina está catalogada junto con la cocaína o heroína como una droga con un alto potencial de abuso, cuyo uso es inseguro y que carece de valor terapéutico aceptado. Estos criterios de clasificación del peyote son claramente etnocéntricos desde la perspectiva de la medicina indígena y debatibles desde una perspectiva científica. Sin embargo, a pesar de las estrictas restricciones legales, se ha autorizado el uso del peyote en México a ciertas poblaciones indígenas que han empleado este cactus psicoactivo de manera tradicional: Wirrarikas, (Huicholes), Raramuris (Tarahuamaras), (Nayeri) Coras y Tepehuanes. En los EEUU, a su vez, indígenas asociados a la Iglesia Nativa Americana (INA) pueden usarlo ceremonialmente en sus reservaciones. En las ceremonias de la INA el peyote es utilizado como sacramento religioso en ceremonias de velación de un fuego, por lo general en un tipi alrededor de un altar con una media luna, a lo largo de toda la noche (Anderson, 1980). Se estima que por lo menos existen 300,000 miembros activos de la Iglesia Nativa Americana en los Estados Unidos; sin embargo, su número aumenta considerablemente al incluir a la población internacional no indígena que participa en ceremonias de peyote dentro del modelo del altar de la media luna utilizado por la Iglesia Nativa Americana en diversos países del mundo. Existen asociaciones culturales y religiosas en España, Alemania, Francia, Ecuador, Perú, Brasil, Uruguay, Chile, y Colombia, entre otros, que sostienen que el peyote es una medicina ancestral que debe ser reconocida como un sacramento de libre culto dentro de las formas ceremoniales. Cada año, más de dos millones de peyotes son distribuidos legalmente dentro de los Estados Unidos y Canadá para uso religioso, dato que pone en duda la creencia generalmente aceptada de que el peyote es “una droga peligrosa e impredecible para el consumo humano”. Utilizado en el contexto de la Iglesia Nativa Americana, los efectos adversos del peyote son prácticamente nulos. En un estudio que evaluó la seguridad del uso del peyote entre los indígenas Dine (Navajo) se calculó que la probabilidad de una reacción adversa al consumo del peyote es de uno a 70,000 (Bergman, 1971). El hecho de que el peyote está culturalmente integrado y validado por el grupo social es determinante en proveer un contexto psicológico de mayor seguridad, debido a que los participantes no se perciben cometiendo un acto ilegal o sancionado por el grupo social como inmoral. Los efectos del peyote en la salud mental A pesar de la limitada investigación, existen algunos estudios científicos que apuntan a la seguridad toxicologíca del uso ceremonial del peyote y que sus efectos pueden contribuir al bienestar psicoemocional de quienes lo consumen regularmente. Un estudio reciente de buen diseño metodológico, evaluó el impacto del peyote en la salud mental de miembros de la Iglesia Nativa Americana y concluyó que la ingesta periódica de peyote no conduce a ningún impedimento psicológico o cognitivo sino que, por el contrario, contribuye positivamente al bienestar psicológico de los sujetos que lo consumen en este contexto (Halpern & al, 2005). Los participantes en este estudio fueron miembros activos de la Iglesia Nativa Americana que han ingerido el peyote entre 150 a 500 veces. El consumo total de peyote a lo largo de la vida de los sujetos no se asoció de manera negativa a indicadores de funcionamiento neuropsicológico. Los resultados de las pruebas psicométricas del grupo experimental (consumidores regulares de peyote en contexto de la INA) fueron inclusive mejores que los del grupo control en diversas pruebas de funcionamiento neuropsicológico, sin presentar déficit en ninguna escala del inventario de salud mental (RMHI), pudiendo concluir así que el uso del peyote no conlleva secuelas psicológicas o cognitivas en este contexto estructurado. El peyote en el tratamiento del alcoholismo y la drogadicción El peyote es considerado por muchas tribus nativo-americanas como una de las medicinas más fuertes y poderosas con un amplio espectro de aplicaciones incluyendo el tratamiento del alcoholismo y la drogadicción (Anderson, 1996). La efectividad del peyote en propiciar la recuperación exitosa del alcoholismo ha sido reportada por numerosos etnógrafos de la Iglesia Nativa Americana. En un extenso estudio de campo realizado en la población indígena Diné (Navajo), Calabrese reporta: “ para muchos, la Iglesia Nativa Americana es el pilar que sustenta su recuperación del alcoholismo, drogadicción y de otras condiciones de orden psicológico y conductual” (Calabrese, 2007). El psiquiatra Karl Menninger llegó a una, conclusión similar: “ El peyote no representa daño alguno para esta gente, por lo contrario, les inspira, es benéfico, confortante y parece ser espiritualmente nutritivo … ha sido un mejor antídoto contra el alcohol que cualquier otro remedio ofrecido por los misionarios, el hombre blanco, la Asociación Médica Americana y los Servicios de Salud Pública” (Menninger, 1971). En efecto, la participación indígena en servicios de atención a la salud publica regionales se incrementó de 20% a 80% cuando las juntas de Alcohólicos Anónimos fueron reemplazadas por ceremonias de la INA como alternativa terapéutica (Stubben, 1997). Así mismo, las ceremonias de peyote han demostrado jugar un papel crucial en el tratamiento y la planificación de estrategias de post tratamiento para problemas adictivos (Calabrese, 2007). Cabe resaltar el hecho de que el gobierno federal de los EEUU le ha otorgado al peyote la categoría oficial de alternativa terapéutica, con su propio código de servicios al cliente, en los manuales gubernamentales de los Servicios de Salud Indígena (IHS) para el tratamiento de la drogadicción y alcoholismo. La eficacia terapéutica de las ceremonias de peyote observada en indígenas norteamericanos en el tratamiento del alcoholismo parece residir en una combinación de diversos elementos; por un lado, se han propuesto acciones farmacológicas, que presentan propiedades que disminuyen el apetito por el alcohol (anti craving). Esto se puede explicar en parte por que se han encontrado isoquinolinas como metabolitos del peyote. Algunos estudios neurofarmacológicos implican a las isoquiloninas por sus preferencias a receptores dopamínicos y endorfínicos como efectivas en disminuir el apetito por el alcohol y los opiacios (BlumFuttermann & Pascarosa, 1977). Por otro lado, existe una compleja dinámica psicosocial en torno a las ceremonias que puede transformar la conciencia de sus participantes (inclusive sin haber ingerido peyote). En una ceremonia de peyote la persona se encuentra entretejida en una narrativa de auto transformación y renacimiento. El peyote altera los procesos de sugestionabilidad, atención, y autoconciencia, de tal manera que facilita aperturas que pueden conducir a cambios en la vida cotidiana. La estructura cuidadosamente calibrada de la ceremonia, hace a la mente más sugestionable para recibir mensajes curativos e induce un estado espiritual de auto-reflexión que permite una reestructuración cognitiva y emocional. No existen investigaciones clínicas controladas sobre los efectos terapéuticos del peyote, sin embargo, sí hay numerosos estudios de caso que han documentado sus aparentes efectos positivos. Las experiencias curativas reportadas por consumidores de peyote incluyen: elaboradas visiones interpretadas como enseñanzas de orden superior, mensajes divinos o advertencias, realizaciones importantes sobre uno mismo, catarsis emocionales, experiencias de transcendentales acompañadas por un deseo de transformar comportamientos de desadaptación. Muchas personas reportan también haber vivenciado experiencias de muerte, renacimiento y autorreflexión profunda que han sido fundamentales para lograr cambios de patrones disfuncionales (Calabrese, 2007). Un periodo de “traslape” o de permanencia duradera del efecto, casi imperceptible, descrita como una sensación prolongada de bienestar generalizado, se observa frecuentemente y es reportado por varios grupos indígenas. Este bienestar prolongado puede durar de 7 a 10 días y está marcado por un aumento en la “sensación de apertura y una gran disposición hacia la comunicación” (Albaugh & Anderson, 1974). Este efecto del peyote debe ser mejor estudiado en el contexto de la salud mental y programas de mantenimiento de abstinencia. El peyote parece inducir cambios positivos duraderos, particularmente en aquellas personas que participan en varias ceremonias consecutivas, con intervalos apropiados entre cada ceremonia, factor que también debe de ser tomado en cuenta en el diseño de un tratamiento. Aplicaciones del peyote como medicina herbolaria Como parte de la amplia farmacopea herbolaria de los pueblos indígenas, el peyote parece tener múltiples aplicaciones y sus propiedades curativas son consideradas efectivas para los más diversos casos clínicos. Por ejemplo, la pomada de peyote aplicada como ungüento puede ser utilizada para aliviar quemaduras, reumatismo, insolación e inflamación muscular o trauma por golpe. Las compresas de peyote son también aplicadas en el caso de mordeduras de insectos ponzoñosos o de víbora. El peyote parece estimular el sistema inmunológico y tener efectos anti-tumorales (Franco- Molina & al., 2003). También puede ser utilizado como antiséptico y se le reconocen efectos antibacteriales y antiparasitarios (Anderson, 1996; Raetsch, 1987). El peyote es recetado por médicos indígenas tradicionales para curar enfermedades como tuberculosis, cáncer, artritis, sífilis, etc. Se recomienda también para fortalecer el corazón y como tónico cardiovascular. Para aquellos pueblos indígenas que utilizan al peyote en un contexto ceremonial y lo definen como sacramento divino, este cactus lo cura todo. Diversas etnias entienden al peyote como un tipo de panacea, una medicina sagrada que es todapoderosa y puede ser utilizada para curar cualquier enfermedad. Todas estas atribuciones que se le reconocen al peyote como planta medicinal no han sido comprobadas científicamente debido a las restricciones legales. Sin embargo, tampoco se puede determinar que el peyote no tiene estas cualidades curativas, precisamente, porque eso tampoco se ha comprobado científicamente. Más aún, sí existen suficientes datos etnográficos, psicológicos, sociales y de la medicina indígena institucionalizada que sostienen empíricamente el estatus del peyote como una legítima medicina herbolaria. . Falta mucha investigación para seguir conociendo los efectos terapéuticos de esta planta y su potencial como agente curativo y preventivo de enfermedades físicas y mentales. Consideraciones en la aplicación del peyote como medicina psicosocial En un contexto ceremonial, el peyote ha demostrado ser una medicina efectiva para diversos padecimientos psicoemocionales, como por ejemplo: depresión, ansiedad, trauma y diferentes condiciones de crisis existencial o momentos críticos de vida que requieran de apoyo y dirección. Sin embargo, como se ha mencionado, los efectos terapéuticos de las ceremonias de peyote no se pueden explicar exclusivamente por la acción farmacológica del cactus y es por eso que sus efectos en un contexto hospitalario no podrían ser replicados y serían diferentes. El contexto estructurado de las ceremonias, las intervenciones del facilitador, la dinámica social, los símbolos y las metáforas del ritual son elementos inseparables que coadyuvan conjuntamente a generar la experiencia subjetiva en aquellos que participan en las ceremonias de peyote indígenas. Esta interrelación simbiótica entre planta y ceremonia no puede ser discretamente separada. La efectividad del peyote como medicina psicosocial depende de la ceremonia misma y del manejo instruido de todos los elementos del ritual por facilitadores capacitados. Esto representa un reto metodológico para los sistemas de salud pública, ya que es imperativa la colaboración entre médicos, terapeutas y hombres o mujeres del camino de la medicina ancestral. Falta mucha investigación para seguir conociendo los efectos terapéuticos de esta planta y su potencial como agente curativo y preventivo de enfermedades mentales. La medicina tradicional indígena puede ofrecer nuevos conocimientos a la medicina occidental moderna para encontrar alternativas terapéuticas tanto para poblaciones indígenas como no indígenas. En un mundo plural y democrático todos los ciudadanos tienen derecho a la salud y deben poder elegir el tratamiento de su elección. Las medicinas complementarias pueden, así como el conocimiento ancestral, ofrecer un mayor número de opciones de cuidado y tratamiento. Esto es particularmente relevante en el campo del tratamiento de las adicciones. El reto está en empatar dos paradigmas parametricamente diferentes con aparentes polaridades conceptuales. Lo que para la medicina indígena representa una medicina prestigiada, para la medicina occidental alópata es una droga lúdica sin valor terapéutico. Esta notoria discrepancia radica, por un lado, en la actitud culturalmente adoptada hacia los estados modificados de conciencia y hacia la definición que el grupo social adopta y proyecta a sus objetos de consumo. Las sociedades industriales no valoran la transformación de la conciencia como un valor positivo o adaptativo, sino que la entienden sólo desde una óptica lúdica, como el alcohol y las drogas narcóticas. En cambio, las sociedades indígenas han recurrido frecuentemente a la transformación de la conciencia para cumplir con diversas funciones al servicio del colectivo o sus miembros, y ha sido un valor frecuentemente institucionalizado. Así mismo, la sociedad occidental ha definido al peyote como una droga recreativa con escaso valor terapéutico y extremadamente nocivo para la salud, mientras que para decenas de diversas tribus indígenas en todo el continente, este cactus es definido como una planta sagrada y como medicina prodigiosa. La definición adoptada por las autoridades internacionales y difundida al público en general merece ser cuestionada, validando el conocimiento de la medicina tradicional indígena y tomando en cuenta los efectos terapéuticos documentados en múltiples estudios de campo. Aspectos Jurídicos de Peyote La Convención Única en materia de psicotrópicos entró en pleno vigor de ley internacional el 16 de Agosto de 1976 y ha sido el modelo de clasificación adoptado por la mayoría de países en la comunidad internacional, siendo determinante en las políticas adoptadas por México. El artículo 245 de la Ley General de Salud clasifica al peyote por contener la mezcalina. El ejercicio de esta clasificación incluye en nuestro país la aplicación del Código Penal con penas de hasta 10 o más años de prisión, por ser su posesión considerada un delito contra la salud. Debe de llamar la atención cómo estas plantas, que forman parte de los sistemas médicos indígenas y que son reconocidas como medicinas por ser consideradas promotoras de la salud y bienestar, pueden, a la vez, representar un grave riesgo a la salud y carecer de valor terapéutico para el sistema nacional de salud. Debido a que el peyote forma parte de los usos y costumbres de los Wirrarika (Huicholes), los Raramuri (Tarahumara) y los Nayeri (Cora), las autoridades del Ejecutivo Mexicano han en efecto contemplado ciertas garantías individuales para estos grupos indígenas, exentándoles cargos de delito por consumir y portar este cactus. Sin embargo, por solamente mencionar algunos casos, apenas en el 2009, un Marakame Huichol fue detenido durante una semana por portar siete cabezas de peyote, logrando salir libre después de haberle informado al juez sobre los derechos indígenas aplicables, pero claramente; no obstante, ni el Ministerio Público, ni la Policía estaban actualizados en esta excepción a la Ley, y el Marakame y sus acompañantes fueron privados de la libertad por supuesta comisión de delito. Mas recientemente, y publicado en la el periódico La Jornada del 28 de febrero de 2010, se dio la injustificada interrupción de una peregrinación Wirrarika en pleno rezo por agentes de la policía estatal, agrediendo de esta forma una costumbre milenaria. Hasta ahora, el Legislativo no se ha ocupado de revisar la clasificación actual del peyote como droga psicotrópica, sin valor terapéutico a la luz de la medicina tradicional indígena y bajo los principios de libertad religiosa y de conciencia. La evidencia antropológica y arqueológica que señala a estas plantas como sagradas para los pueblos indígenas es vasta en la literatura etnográfica y apunta a sus atributos terapéuticos y sacramentales. Las leyes en nuestro país deben de considerar la complexa relación que tiene una población de un México tan socialmente dinámico ante los legados culturales de los pueblos originales. El peyote, por ser endémicamente mexicano, merece su propia norma, bajo una ley específicamente diseñada para un México del siglo XXI, sin contraponer los intereses políticos internacionales o poner en riesgo la salud pública. Plan de manejo sustentable de la reserva ecológica de Wirikuta desde la perspectiva de la medicina tradicional Debido a una serie de desafortunadas circunstancias sociales en torno al desierto de Wirikuta, la depredación y desgaste de la biota medicinal continúan debido a que no existe un plan de manejo para el peyote, planta considerada actualmente como en peligro de extinción. Este plan debería de contemplar el consumo que generacionalmente ha conllevado y que probablemente siga en incremento por la demanda generada tras siglos de permanencia en un área bien delimitada en San Luis Potosí. El proyecto de la reserva sagrada de Wirikuta podría también contemplar la inclusión de proyectos en sitio, que permiten a las comunidades indígenas que peregrinan al desierto, así como a las comunidades rurales que allí habitan, una explotación sustentable de la biota endémica, particularmente el fomentar la investigación sobre las potenciales propiedades terapéuticas de las plantas del desierto. Ya se han realizado reuniones inter -regionales con representantes indígenas de los pueblos Wirrarika para establecer la ruta sagrada de peregrinación y su tránsito ininterrumpido. Sin embargo, estos acuerdos distan mucho de ser operativos debido a la complejidad del tema. Epílogo Terminamos este estudio dejando con ustedes un rezo, un pensamiento vivo de un indígena wirrarica, para quien el cactus sagrado “hikuri” o “peyote”, forma parte esencial de su sistema de vida. "Hay quienes tenemos alguna enfermedad física, del alma o del corazón o simplemente no hemos podido encontrar nuestra vida. En este desierto viviente y mágico, confín del mundo, el Venado Azul se nos revelará para encontrar nuestra vida, él nos enseñará, él será nuestra medicina. Una maximización del espíritu nos conducirá hasta el punto de la transformación temporal en transición a la exaltación espiritual, para encontrar las fuerzas del equilibrio. Esa capacidad inefable para aventurarnos sin temor en el angosto puente a través del gran abismo que separa el mundo ordinario del mundo del más allá. Para lograr éstas fuerzas del equilibrio debemos vencer nuestros miedos, quitar los malos pensamientos de nuestros corazones y unirlos. Los peregrinos debemos de estar limpios de todo mal de sentimiento, debemos de regresar al periodo de la vida en que éramos inocentes, antes de que fuéramos adultos, mundanos, ya que a ésta tierra madre venimos a nacer. El pasar de este mundo al más allá podremos hacerlo, porque al recibir el Venado Azul, dejaremos de ser ordinarios, seremos transformados. Pero hay que recordar que es solamente temporal porque somos solamente hombres y mujeres y no dioses" Albaugh, B. J. & Anderson, P. O. (1974). Peyote in the treatment of alcoholism among Native Americans. American Journal of Psychiatry, 131(11), 1247-1250. Anderson, E. F. (1980). Peyote-the Divine Cactus. Tucson: University of Arizona Press. Bergman, R. L. (1971). Navajo peyote use: Its apparent safety. American Journal of Psychiatry, 128(6), 695-699. Blum, K., Futtermann, S. & Pascarosa, P. (1977). Peyote, a potential ethnopharmacologic agent for alcoholism and other drug dependencies: Possible biochemical rationale. Clinical Toxicology, 11(4), S.459. Bruhn, J. G. & al., e. (2002). Mescaline use for 5700 years. The Lancet, 359, 1866. Calabrese, J. D. (2007). The therapeutic use of peyote in the native american church (Vol. 2). Westport: Praeger. Franco- Molina, M. & al., e. (2003). In vitro immunopotentating properties and tumor cell toxicity induced by Lophophora Williamsii (Peyote) cactus mathanolic extract. Phythother Res, 17, 1076-1081. Halpern, J. & al, e. (2005). Psychological and Cognitive Effects of Long-term Peyote Use Among Native Americans. Biological Psychiatry, 4. Hofman, A. & Schultes, R. E. (1979/1992). Plants of the gods. Rochester, Vermont: Healing Arts Press. Menninger, K. (1971). Comment. American Journal of Psychiatry, 128, 699. Stewart, H. (1993). Peyote religion: A history. Oklahoma: University Press. Stubben, J. (1997). Culturally Competent Substance Abuse Prevention Research Among Rural Native American Communities. NIDA research Monographs, 168, 459483. doi:http://www.drugabuse.gov/pdf/Monographs/Monog raph168/Download168.html