“Vosotros sois el Cuerpo de Cristo” MONICIÓN DE ENTRADA En este tercer domingo del tiempo ordinario se nos invita a “HACERNOS CUERPO CON ÉL”… ¿qué puede significar esto?. La segunda lectura nos da la clave: Todos somos Cuerpo de Cristo, cada uno de nosotros miembros de la Iglesia, le pertenecemos como una unidad, porque habitamos en Él y somos en Él. Y cuando un miembro del Cuerpo sufre, los otros también lo hacen… ¿cómo no dejarnos afectar por tantos miembros del Cuerpo de Cristo que sufren en todo nuestro mundo? ¿Acaso podemos pasar por la vida sin dejarnos afectar por la realidad que nos rodea? El Evangelio nos invita a poner los ojos fijos en Jesús para mirar la realidad con profundidad y descubrir los signos del Reino en medio del dolor de nuestro mundo… LITURGIA DE LA PALABRA Primera Lectura: Ne 8, 2-4a. 5-6. 8-10 “La alegría de Yahvéh es vuestra fortaleza” Salmo: 18, 8-15 R/. Los preceptos de Yahvéh son rectos, alegría interior que ilumina los ojos” Segunda Lectura: 1Co 12, 12-30 “Vosotros sois el cuerpo de Cristo”. Aleluya Evangelio según San Lucas 1, 1-4; 4, 14-21 “Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, he decidido yo también, después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido. Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu y su fama se extendió por toda la religión. Iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos. Vino a Nazará, donde se había criado, entró, según su costumbre, en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías, desenrolló el volumen y halló el pasaje donde estaba escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”. Enrolló el volumen, lo devolvió al ministro y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en Él. Comenzó, pues, a decirles: “Esta Escritura que acabáis de oír se ha cumplido hoy”. Palabra del Señor. ORACIÓN – REFLEXIÓN SEMANAL Os proponemos tres claves o puntos para la oración: 1. Con Cristo se inaugura la nueva ley, la Palabra de Dios se hace carne y sangre, Cuerpo encarnado en la realidad de nuestro mundo. -¿dónde encuentras a Dios en tu vida? -¿Qué puede más en ti, la ley, las normas, o la misericordia y ternura de Dios que supera toda ley? 2. Dicen que “somos lo que comemos”, por lo tanto, si comemos Cuerpo de Cristo, debemos ser Cuerpo de Cristo… Piensa en tu cuerpo… -¿te siente Cuerpo de Cristo?... -¿Sufres con los que sufren? -Quizás no tengas mucho que ofrecer a Dios, pero, ¿has pensado alguna vez que “Él te ha formado un Cuerpo” para que tu vida sea toda ella un espacio dónde Él pueda habitar? 3. En Jesús se cumple el Antiguo Testamento. La realidad a partir de la Encarnación se encuentra humanizada y divinizada… es Dios mismo el que habita entre nosotros y podemos descubrirle en los “signos del Reino”: que los ciegos ven, los cojos andan, los oprimidos son liberados… -¿dónde están los signos del Reino en tu vida? -Déjate invitar por Dios a fijar tu mirada en Jesús y dejar que transforme tu vida. ¿CÓMO VOY HACERLO? Cada mañana: al despertar repite en tu corazón: “Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos”… y hazte consciente de la presencia de Dios que habita tu vida, que pasa sencillamente por ella - y pide al Señor “Envíame tu Espíritu, que ilumine mi corazón para comprender y descubrir que Tú habitas en mí y en la realidad que me rodea, que hoy me llamas fijar mi mirada en Ti y a dejar que te hagas cuerpo y sangre en mí” En la eucaristía: Pon atención al momento de la Consagración. Siente cómo Dios te consagra cada día en la Eucaristía, cómo Él bendice tu cuerpo, convirtiéndolo en su Cuerpo y Sangre. Cada anochecer: me siento junto a Él, al Padre y al Espíritu, y como una amigo habla con otro amigo recordamos juntos todo lo vivido, cada persona y acontecimiento y lo deposito en Él para que lo proteja y bendiga: “Trinidad, en tus manos pongo este día, lo que hice, hablé, amé y serví… dónde te encontré y dónde solo encontré vacío…en quién percibí tu amor y en quién solo me encontré conmigo mismo…”Le doy gracias por los signos del Reino que he encontrado, y le pido perdón por las veces en que no he sido capaz de descubrir su presencia amorosa en la realidad” RINCÓN DE LA ORACIÓN SUBURBIA En el centro de mi vida en el núcleo capital de mi vida hay una fuente luminosa un surtidor que alza convicciones de colores y es lindo contemplarlas y seguirlas en el centro de mi vida en el núcleo capital de mi vida hay un dolor que palmo a palmo va ganando su tiempo y es útil aprender su huella firme en el centro de mi vida en el núcleo capital de mi vida la muerte queda lejos la calma tiene olor a lluvia la lluvia tiene olor a tierra esto me lo contaron porque yo nunca estoy en el centro de mi vida Mario Benedetti