721 ^ LA URSS LA FE SIGUE VIVA Jcan Bourdarias "¿Quieren ir al oficio ortodoxo?" —preguntó asombrado el joven intérprete del INT0UR1ST. a pesar de que la petición la hacíamos un grupo en que había cuatro sacerdotes católicos, urm religiosa y un pastor luterano. En efecto, la costumbre de los turistas —raZJ que los soviéticos soportan pero no aprecian— es sólo pasar por las Iglesias. NoiOtroü teníamos otras preocupaciones. Por eso, uno de loa mejores elogios que se nos pudo hacer en el curso de esas largas estadías en los santuarios de Moscú O Kiev fue: "¡Se ve claramente que Uds. no son turistas!" De hecho, nunca la Unión Soviética había visto desfilar tantos visitantes americanos, canadienses, alemanes, italianos o japoneses —con su cámara fotográfica en banderola— alrededor de sus iglesia de brillantes cúpulas o de sus innumerables museos magníficamente restaurador. I'cro, aunque la operación "recuperación de divisas extranjeras" marche bien, prácticamente no hay comunicación entre esos visitantes y el pueblo ruso. El obstáculo de la lengua bastaría para explicar esa incomunicabilidad, l'ero hay otros qus no son accidentales sino intencionales: así, los grupos de visitas ron estrechamente llevados de la mano por los guíasinterpretes que se interponen cada vez que se puede establecer un diálogo con quien sea. oficio puede comprometer definitivamente una carrera, l'cm los hombres de más de cuarenta no escasean y vienen con esposa e hijos. El espectáculo de los oficios —a la vez llenos de fervor y csponl;ti!eid,.id— no da en nada la impresión de una supervivencia, sino la de un acto de fe personal y colectivo, aunque se exprese en una lengua sagrada —el csiavón— que no facilita su comprensión. S¡ se completan estas impresiones —coincidentes con las de oüos observadores atentos— con la cifra de 30 a 40 millones de cristianos para el conjunto de la Unión Soviética, uno puede deducir que lo que se ve en estas admirables liturgias no es la quilla de un barco desamparado a punto tic hundirse sino tal vez la parte visible de un iceberg cuya verdadera dimensión es todavía un secreto del mar. Las mujeres han salvado a la Iglesia Resulta difícil explicarse la misoginia con que se trata a k¡s mujeres en la.s Iglesias en general —y en la nuestra en particular— cuando se comprueba que en Iglesias llenas Hite aislamiento pesa sobre el conjunto de los sovi¿;icos. pero más aún sobre los creyentes. Se sabe que e.to.-. últimos r.o pueden tener ninguna reunión fuera ik- los OÍKÍO>. qu; toda enseñanza religiosa está prohibida y qtii lángu.iu actividad catsqu-tica puede hacerse uno e:i y por la f.imilta. Agregúese ;i e-itn el hecho de que numero os barrios carecen de todo lugar de culto; que prdetic; mente cu hay vehículos pjrsonalcs; que las iglesias abiertas al cului están a menudo en barrios de difL'il ccccso; que los creyentes están sometidos a una vigilancia que no necesita ser incesante pnra ser sentida como t a l . . . Y se comprenderá qu; no e-s fácil en verdad .i cristiano en lu Unión Soviética. Sin embargo, esos cristianos exi .ton. Llenan lus iglesias los domingos y los días de fiesta. Las lleran h ist.i hacerlas desbordar a la calle. Aunque en la semina • amio eti Occidente— fóio se ven hombres y mu¡:rcs de ebria edud (¡as mujeres oran o se dedican a cuidar el santinrio), en el oficio dominical se abre ampli nit-nte el ubanico de l",s generaciones. Los únicos grandes atuer.tcs son los hombres do quince a treinta año;, edad en que. por lo demás, la asistencia a un solo Periodista. Informador religioso del tlhrio '\<- Finara" il< r ¡ iTI presen'c reportaje, aparecido en d n" 414 ik- Inrurmatlün^ CaihulIquH Intcrn»! Ion *lci (I-1 Noviembre 19721. a fruto de un viaje a la L'RSS, donde fue a inves.lis.ir acerca de \s vluli religiosa. üc Cultura Llena los domingos y i¡ia<; de fies/a 722 el caso du la Unión Soviética '.on ellas las que H.m salvado al cristianismo de- un desastre irreparable. Cincuenta y tinco años de ateísmo oficial, de burla-) tflimagin¿ib!c> y de persecuciones no han impedido u estas mujeres ruias transmitir l.i fe en el corazón de ese santuario que es la familia. No les han impedido enseñar a sus hijos a salmodiar el Credo <¡UÍ la multitud repite en las iglesias ortodoxas, ni ser los testigos de la iglesia d.i silencio ante I03 extranjeros qu¿ no limitan su curktsiil^d a las obras maestras del "Hermiiage" o d^ la es que s.ibe más -obre la evolución dd pensamiento en el mundo que millones de soviéticos de los que ha sido ciiidíklo'iinicni^ aislada. Pero el signo qm/as nías reconfortante para un cristiano es el espectáculo que dan esos soviéticos a la salida del oficio dominical. No se necesita hablar en r LI--CJ para ver lo qu; deslumhra los ojos: eso-, fieles son ¡íubics, humildes, gente sencilla, hombres y mujeres de pueblo, Es lo que se puede constatar en Kiev como en I.jnii ?,..do. (.11 Moscú como en Vladimir, La Iluena Nue- g.iltn;. va e i i j en buenas manos. 1. L'Liakov, Un clero desconocido No es fácil hacerse una opinión sobre el clero ruso Aiguru- han querido deducir ü¿- la famosa carta de ( Mire-in i Jj Suiyeniísin al Patriarca Pimcnos. que el clero de la Unión Soviética desde los Obispos para abajo - c •[. b.¡ en manos del poder. Esto me parece un.i audaz extrapolación. ¿Quién desde acá puede permitirse desconfiar de personas que están al otro lado de la cortina de hr.ro, par la sola razón de que no h.m sido enviad is . un a los campos de concentración? Soiycnitsin tiene derecho a hablar, porque vive dentro ucl i ¡ na. Peto se debe notar que ; I t-u discute ;il conju no del clero ortodoxo ti cual debe contar —como UXIOÍ los cleros de! mimj.> con sacerdotes apegados .! o i m v oíros mi"! renovadores, coa r.dmiotstredores > con profetas, con "funcionarios" i en el mii"; estrecho sentido de li palabra) y con santos. Los que nosotros hemos encontrado, con tos c¿ue b-moí pn.i:.lii habhr o que simplemente hemos podido ver en lu-, largos oficios de la cuaresma L!C la Asunción, eran en general hombres jóvenes, «pirentenentc muy sanos, que tío daban en absoluto la impresión de BSUI representando un papel. En Moscú el Ohispn Crisóslomo que nos recibió largamente, nos describió con muchos detalles las dupas <IL- la formación sacerdotal en la que están actualmente cerca de mil jóvenes en la tJR.SS. F.l nos mostró cómo se teni¡i en cuenta en esi formaL'iótt tos cambios eclesiales que les responsables siguen puso a pavo gracias a las tibias de lodo [ipi> que reviben desde Roma y de lodu el Occidente. A la reunión asistían cuatro soviéticos, dos de eilos intérpretes oficíales. ! ; s difícil decir quién vigilaba a quien en ese cuarteto. Ateos vienen a la fe Sin embargo, ese ¡ovin obispo nL• temió ¡tfirntai que aunque los fieles eran en \A\ mayoría conservadores. en la actualidad hay nuevo-, cristianos que vienen del mundo de l.i incredulidad: "No es raro —precisó— vei a hijos de familias ateas, sin tradición cristiana, venir a la fe'". Esta declaración corroboraba para nosotros informaciones precisas obtenidas de diversas fuentes, P:\r.i nueslros interpretes, en cambio, parece que fue una revelación. Las conversaciones que después tuvimos con ellas —se trataba de dos mujeres jóvenes - nos mostraron lu. inverosímil ignorancia de esas personas criadas en un mundo cerrado, JI abrigo de toda "contaminación". 1.a paradoja de esta Iglesia condenada a callarse