i88 m u y célebre V a n - S w i e t e n , cuya respetable autoridad puede servir de impedimento en las juiciosas tentativas que exíje de nuestra profesión el bien de la humanidad. " H e visto muchas v e c e s , continúa el ciwtado T h o m s o n , que un solo v o m i t i v o administrado » e n ese tiempo ha cortado enteramente el curso de la " e n f e r m e d a d : que si repitió el insulto venia á que* » d a r la materia que lo causaba en tan pequeña can-' « t i d a d , y tan dividida por el segundo v o m i t i v o , que »apenas se hacia sensible el p a r o x i s m o : que finalmen« t e los enfermos tratados por este m é t o d o , y pues»tos después al uso del febrífugo para concluir la cuf> ración ó precaver la recaida, necesitaban tomar cuan« d o mas la tercera , cuarta parte, y á veces menos de « l a cantidad de Q u i n a , que por lo común se gasta « e n los otros enfermos, según la práctica ordinaria E n vista de los monumentos alegados seria superfluo ir ¿ entresacando de los fastos de la medicina otros innumerables que comprueban en todos los siglos y naciones haber sido práctica la mas común entre empíricos y dogmáticos la de cortar el paroxismo de las calenturas intermitentes al tiempo mas oportuno de su invasión. S i con este fin se ha procurado esplorar, y confirmar con una dilatada serie de esperiencias la eficacia de tantos remedios y métodos ¿qué motivo racional habrá para dejarlo de intentar con la Quina? Se pueden ciertamente contar á millares las felices curaciones por la práctica p r i m i t i v a , y no seria m u y difícil numerar á millones los infaustos sucesos de la práctica dominante, circunstanciados con la mayor imparcialidad ,por los profesores mas acreditados, á pesar de su adhesión al mismo partido. A h o r a , p u e s , si prevaleció por tanto tiempo la desgracia de habérseles ocultado las verdaderas y principales causas de tantos y e r •i »4 0>¿ A *}> .««o-: ypuoá'mibK Ib M ¡ f # al Ú .'.w&~els*?3 (*) Allí mismo, pág. 5 1 2 . (*)