Alganos puntos interesantes del tratamiento del liidrocele.

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MADRID 1.° DE JULIO DE
AÑO V,
DIRECTOR
ciOS£ de
El&BIZSGlJl
Alganos puntos interesantes
del tratamiento del liidrocele.
Los hidrooeles pueden presentarse, solos ó
acompañados de una hernia m á s ó menos voluminosa.. H a y una tercera categoría d e casos,
e n los que si bien la hernia no s e h a desarrollado, está en vías de formación, digámoslo así,
y el cirujano debe estar prevenido si ha de evit a r - á tiempo su producción.
E s relativamente frecuente que la coexistencia de una hernia y u n hidrocel© dependa de
un defecto en la obliteración del conducto peritóneovaginal; en este caso ambas afecciones
pueden considerarse como congénitas, a u n q u e
hayan permanecido latentes á veces durante
mucho tiempo.
Si recordamos las diversas formas como se
puede obturar el conducto peritóneovaginal, vemos que pueden reducirse á las siguientes:
1.*
La obliteración radica en la extremidad
superior del conducto. E l hidrocele que se forme será funículo-testicular. No habrá hernia,
pero se podrá formar m á s tarde, sobre todo si
el conducto está cerrado al nivel del orificio
inguinal profundo, y, por el contrario, permanece permeable el estrechamiento existente, á
nivel de la aponeurosis del oblicuo m a y o r .
. 2." E l conducto se obtura por sus extremidades superior ó inferior, formándose en consecuencia dos cavidades, una á nivel del cordón espermátiooi y otra del testículo, pudiendo
coexistir entonces el quiste d e l cordón y e l hidrocele ; yo he visto varios casos.
3.^
E l conducto se cierra por su extremo
inferior, permaneciendo permeable por la superior. H a y en este caso hidrocele y hernia.
, 4.* E l cierre del conducto peritóneovaginal
no se verifica en ninguna parte de su t r a y e c t o ;
la cavidad vaginal comunica con la peritonea
al través del conducto inguinal; el epiplón ó
el intestino se llegan á poner en contacto con
el testículo, y el líquido.derramado en la serosa vaginal puede hacerse refluir á la cavidad
peritoneal. H a y , pues, hernia é hidrocele.
E n resumen, todas cuantas veces el conducto peritóneovaginal permanece abierto por su
extremidad superior habrá hernia ; tales son los
casos 3." y 4 . ° ; pero en los demás, ésta puede
desarrollarse cuando ya-se ha operado el hidrocele, después de transcurrir u n lapso d e tiempo, á veces m u y corto desde la intervención.
Yo he visto esto en varios enfermos, pero
sobre todo en dos, que, operados de hidrocele
voluminoso, uno en el lado derecho y otro en
1915
Se publica el 1, 10 y 20 de cada mes.
el izquierdo, padecieron después hernia, y tuvieron que, ser de ella operados: uno, dos, y
otro, cuatro meses después.
E l modo de producción de estas hernias es
el siguiente: el hidrocele (y lo mismo el quiste funicular), al aum.entar de volumen, se pueden introducir lentamente en el conducto inguinal, distendiendo y relajando sus paredes,
ensanchando el orificio superficial y dejando
así una nienor resistencia en este punto, bastando entonces el menor esfuerzo, un catarro, etc., para provocar la aparición de la hernia, sobre todo después de la operación del hidrocele, el que hasta entonces había servido
allí como de tapón.
E l cirujano tiene interés en conocer á tiempo si hay solamente hidrocele, si éste va acompañado de hernia ó si hay probabilidades de
que después de operado el hidrocele se forme
una hernia, por las diferentes indicaciones quirúrgicas á que dan lugar estas distintas circunstancias.
, No siempre es fácil distinguir los casos en
que no hay m á s qu© hidrocele de aquellos en
los qu© hernia é hidrocele coexisten.
Si éste es pequeño, nada m á s fácil que dislocarlo hacia abajo, limitar el cordón espermátieo' entre el índice y el pulgar y hacer toser
al, enfermo, con lo que la hernia a u m e n t a d e
volumen de un modo más ó menos considerable y se pueden apreciar los caracteres á ellas
asignados.
Pero cuando el hidrocele es voluminoso, este
detall© de exploración no es ya tan fácil; yo
m e he valido en algimos casos del siguiente
procedimiento, y en todos ellos con el mejor resultado:
H a g o acostar al enfermo en decúbito supino
y relajar bien las paredes del abdomen, coloco
el dedo índice á nivel del orificio superficial
del conducto inguinal como si se tratase d© obturarlo é inclino después la mesa hasta .colocarla e n posición d e Prendelenburg; si h a y hernia
es frecuente sentir resbalar bajo el dedo las
asas intestinales, si al mismo tiempo s© hacen
movimientos de taxis, produciendo ei gorgoteo
característico; qíieda entonces libre el orificio
inguinal, pudiendo apreciarse sus dimensiones-,
resistencia, etc.
Sin levantar el dedo, vuelvo otra vea la
mesa á l a posición horizontal y pongo luego
de pie al enfermo, le hago toser y hacer esfuerzos y siento el choque de los intestinos cont r a el dedo explorador.
Sin embargo, no siempre pasan las cosas con
esta claridad; sucede en ocasiones que al buscar el o. inguinal, se encuentra ocupado, y no
se perciben los movimientos descritos de las
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GERENTE
asas intestinales; si entonces nos valemos de
la m a n o libre y hacemos presiones suaves en
el escroto, sentiremos que el líquido derramado en la vaginal rechaza el dedo colocado en
el aniUo) inguinal, percibiendo claramente la
fluctuación y hasta en ocasiones cómo ésta se
propaga por el conducto inguinal, sin qu© á pesar d© todo disminuya sensiblemente de volum e n el hidrocele. E n este caso el o. inguinal
y tal vez el rüismo conducto están ocupados
por el hidrocele y es m u y probable que no haya
hernia.
Todavía u n tercer caso puede p r e s e n t a r s e :
Al practicar la exploración n o sentimos n i asas
intestinales ni fluctuación á nivel de la región
inguinal; es posible que deprimiendo bien la
pared lleguemos á encontrar ocupado el orificio
por una masa que es m á s voluminosa que el
cordón espermático d©l lado o p u e s t o ; h a y ,
pues, sospechas m u y fundadas de la existencia
de una hernia coincidiendo con el hidrocele.
E n casos dudosos, en los que haya u n gran
interés en precisar el diagnóstico, nada nos impide hacer u n a pimción capilar, vaciar todo ó
parte del hidrocele y de este modo con gran
facilidad distinguiremos si hay ó n o hernia concomitante.
Son, pues, tres los casos que pueden presentársenos en el m o m e n t o d e la intervenóión: '
1.° H a y solamente hidrocele.
2.° H a y hidrocele y hernia.
3.° H a y hidrocele, no hay hernia^ el anillo
inguinal está ensanchado.
Nuestra conducta es fácil de resolver.
Si hay hidrocele sólo, la eversión d© la vaginal es hoy procedimiento de elección, si h a j
hernia esta operación debe ir precedida ó seguida de la cura r a d i c a l ; pero si el hidrocele
h a forzado el anillo inguinal, a u n cuando la
hernia no se haya producido todavía, creo que
debe aprovecharse el m o m e n t o de la operación
para cerrar el orificio inguinal y reconstituir las
paredes del conducto, comportándonos, en sum a , como si hubiese ya heinia.
Y a n t e s de terminar quiero hacer notar una
variante del procedimiento habitual en la operación del hidrocele que sigo sistemáticamente
y que, á mi modo de ver, facilita de u n modo
considerable la disección de la túnica vaginal.
Ordinariamente se incinden á lo largo del escroto todas las capas situadas por fuera de la
vaginal, se abre después ésta, vaciando el líquido en ella contenido y se diseca después dicha
túnica aislándola de los tejidos próximos.
E l procedimiento que yo sigo e s : incisión
hasta la túnica vaginal, disección de la misma
sin abrirla y gin vaciar, pOr consiguiente, el liquido, y cuando ya le he aislado conveniente-
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