Portas, heredad de Paraíso: Origen y nacimiento del Albariño (por Máximo Sar) Muchas han sido las atribuciones que se le han querido dar al origen del albariño. En la medida que nos corresponde por haber heredado tal legado pretendemos contrastar con datos fundamentados su nacimiento a principios del S. XII en la colina de PARAÍSO, sobre el río Umia, término de Portas. Lo que guardan los libros de historia, bajo llave en el Archivo General de Simancas, es puesto también de manifiesto por las tesis del célebre Alvaro Cunqueiro y del historiador caldense Hipólito de Saa Bravo, al documentar la titularidad de la “heredad de Paradisus” como el dominio para cultivos concedidos por Orden Real a favor de la Orden Benedictina que moraba en el Mosteiro de Armenteira. El escritor Máximo Sar así lo recoge en un artículo del 2 de enero de 2.007: (…) Durante un tiempo se atribuyó la implantación de la cepa “albariña” en Galicia a los cluniacenses, organización benedictina nacida en Borgoña (siglo X) cuyas reglas propugnaban que la labor fundamental del monje era la celebración coral del culto, de forma que su acto más solemne se centraba en la misa conventual. Realmente no se preocupaban demasiado del cultivo de la tierra para lo que se valían de siervos, asalariados y conversos. Por otro lado los prioratos de esta orden eran cinco y solo uno en la provincia de Pontevedra (Budiño-Porriño). Poco avanzado el s. XII la estrella de Cluny decae en la Península. Más posibilidades hallamos en que fueran los del Císter los que trajeran tan extraordinaria cepa a nuestra tierra. Así lo creía Álvaro Cunqueiro, escritor de amplísima cultura, quien llega a afirmar que “Podemos relacionar el “albariño” con el Monasterio de Armenteira, fundado en terrenos propios por un hombre aburrido de las vanidades mundanas, allá por 1150 y que se llamaba Don Ero, el mismo que, según la leyenda, se pasó dos años en éxtasis oyendo el canto de un pajarillo” Del 30 de abril de 1165 se conoce una escritura de donación, otorgada por el Rey Fernando II de León al Monasterio de Armenteira en la cual, el monarca concede a los monjes y al abad Don Ero la heredad llamada “Paradisus” en la citada villa de Santa María de Portas. Entonces volvemos los ojos al historiador caldense Hipólito de Sa Bravo, quien en su “Historia de Caldas de Reis” y en el capítulo dedicado a Portas dice textualmente: “relacionada con esta feligresía, en la que tuvo heredades el Monasterio de Armenteira hay una donación -a la que acabamos de referirnos- en la que el Rey concede a los monjes y abad del Monasterio el “Paradisus” a orillas del río Umia. Conocemos dicho lugar -prosigue D. Hipólito- en donde aquellos tuvieron una pequeña granja, que en el año 1347 aforaron a unos vecinos de Lantaño, cediéndoles también los derechos de pesca que los monjes tenían sobre las aguas del río Umia que pasaba por los límites de la granja del Monasterio” De los otros cenobios gallegos cistercienses, unos 17 en total, resulta que el de Armenteira fue el único erigido en lo que modernamente se considera una importante zona de la denominación “Rías Baixas”, siendo posible aventurar que el primer “albariño” procediese de la granja citada, que es un privilegiado rincón natural con un microclima y un terreno aptos para cultivar la vid, según me dicen personas fiables que conocen bien el paraje. En resumen podemos decir, mientras no se aleguen mejores razones y con alto grado de probabilidades de que sea verdad, que el primer “albariño” procede del mismísimo Paraíso, origen que hasta parece lógico tratándose del mejor blanco de Europa.”