Niños enojones, intolerantes y con mal humor Laura Inteligencia Emocional, Vive más plenamente Septiembre 2012 Si tienes en casa un pequeño que se enoja por todo, es intolerante a la frustración y tiene un humor poco agradable, sin duda debes seguir estos tips. Lo más probable es que tu pequeño se sienta falto de límites, inseguro o con sentimientos confusos. El enojo es una de las emociones que más desequilibrios causan en el cuerpo cuando este se repite muy a menudo y es intenso. El enojo pone tenso al organismo, el corazón se acelera, la sangre circula más aprisa, los nervios se desgastan, la bilis se activa y acumula provocando que el hígado se deteriore, entre otras cosas. Sin embargo, el enojo no es algo que sea “malo”, decir “No te enojes” a un niño no resuelve nada, a muchos de los adultos de ahora se les enseñó que el enojo era algo que estaba mal y que debíamos de evitar porque no era bueno hacer corajes, era una emoción que había que controlar y hasta negar u o ahogar quizá, nunca se nos enseñó que era realmente y qué hacer con esta emoción que nos prende de repente. Por lo tanto, los padres muchas veces no sabemos qué hacer exactamente con el enojo, si controlarlo y frústralo o ahorcar al de enfrente. Y cómo no sabemos a ciencia cierta hasta donde es prudente expresarlo o no, entonces nos cuesta enseñarlo los hijos o más pequeños, los cuales también a menudo se confunde y se rebelan ante lo que se debe hacer con el enojo. Pero por suerte podemos aprender de nuestros enojos y podemos guiar a los niños de una forma positiva cuando se enfadan o se rebelan e incluso cuando son violentos. Y mientras, nosotros los adultos podemos aprender de esto. ¿Cómo entender y guiar el enojo en los niños? Los niños se enojan cuando siente frustración por algo que no les sale o cuando sus expectativas no se cumplen o cuando algo no les complace. Al igual que los adultos, los niños buscan como salirse con la suya y obtener lo que quieren, y el enojo a veces resulta un buen recurso para lograrlo. Un primer paso para ayudarles en esto es considerar que el enojo no está ni bien ni mal, es solo una expresión de frustración cuando las expectativas no se cumplen. Así que debemos evitar decir “No te enojes” “No grites” “No le pegues”. Lo mejor es hacerle al niño consciencia de lo que está sintiendo. Para esto, debemos indicarle, cuando no esté enojado, que el enojo es una emoción que podemos sentir, pero que cuando la sintamos debemos desahogarla en un lugar donde no afecte a terceros ni a nosotros mismos. Lo más conveniente es comprarle un muñeco de peluche o una almohada especial para que el sepa que ahí puede pegar o descargar su enojo cuando lo sienta. De esta forma le estamos enseñando que el enojo es la responsabilidad de uno, y que realmente las personas no tienen la culpa de nuestros enfados, que nosotros debemos de resolverlo y luego entonces, conciliar afuera. Lo segundo es no dejarnos intimidar por las pataletas, berrinches o enojos de los niños. Si ellos sienten que intimidan, entonces habrán ganado su batalla. Un niño siente que intimida a sus padres o a la autoridad cuando esta cede ante sus caprichos o se siente enojada también. Un niño sabe que el problema lo tiene el padre cuando este está enojado. Si un papa se enoja, grita y pega, entonces ha perdido el control y está enseñando justamente al niño a que los demás son responsables de lo que sentimos. El enojo, realmente, es una debilidad, y el niño es bueno para entender esto. Así que el papa debe mostrarse firme, nunca duro, solo firme. La firmeza consiste en tener en mente lo que se va a hacer, y así proceder con el niño aunque el pequeño este en caos. El padre debe mostrar que él tiene el control de la situación. Se debe evitar hablar cuando el niño este enfadado, se le puede explicar que se hablar con el cuando este más calmado. No se debe pegar o gritar al niño cuando el está enfadado, si acaso se le debe decir con calma y con voz tranquila lo que el papa piensa o considera. SI el niño se enoja más, entonces no se debe contestar más hasta que esté más tranquilo. Los niños que son muy enojones por lo general carecen de límites claros. Por eso, hay que enseñarles limites a los niños, dormirlos a una hora, tener horarios de comida, evitar recompensarles por calificaciones o cuando se “porten bien”, pues esto solo los vicia. Otra forma de ayudarles es cultivar la empatía con ellos. Cuando se porten violentos con algún hermano, amigo, etc., debe conducírseles a su recamara a que liberen la ira, y luego de que pase, hacerles ver con preguntas la consecuencia de sus acciones, sin que se juzguen como malas o buenas. Por ejemplo, es bueno decirles “¿Qué crees que sintió tu hermanito cuando le pegaste? ¿Cómo crees que se sienta tu mamá cuando le gritas así?”, etc. Con esto, los niños se concientizan y aprenden de lo que hacen. El deporte es otra clave para que ellos pueda aprender a descargar y dirigir su energía. Si un niño está constantemente encerrado viendo el televisor o tiene una vida muy sedentaria, estará más predispuesto a enfadarse. El karate, el baloncesto y los deportes en equipo son estupendos para que los pequeños apre4ndan una convivencia saludable con los demás y a entenderse emocionalmente. Debemos tener presente que la violencia es una forma en que se ponen límites con radicalidad. Si un niño es violento, es porque no sabe cómo poner límites. Por eso, se le debe enseñar a poner límites partiendo del recurso de la comunicación. Para esto, es necesario que el niño se sienta seguro, pues si no se siente seguro, entonces intentara proteger lo suyo con más intensidad. Para que un niño se sienta seguro, hay que fomentarle bases desde pequeño. Es importante, por lo mismo, la convivencia temprana con otros niños, el juego, el prestar cosas y compartir lo que tiene, son actitudes que se aprenden fácilmente desde pequeño. La comunicación siempre ayuda a los niños a sentirse más seguros. Es importante hablar de lo que a nosotros nos enfada y luego hacerle ver al niño la forma en la que lo solucionamos, llevándolo y jugando con preguntas y respuestas hasta encontrar una solución amigable y exitosa con los demás. Y por último, se debe vigilar la dieta del niño. ES importante que uno haga consciencia de el papel básico que resulta ser la dieta en las cuestiones emocionales. Un niño mal nutrido o con un alto consumo de azúcar blanca o productos chatarra, será más propenso a enfadarse. Si un niño no come con calidad y equilibrio, a sus horas y en cantidades suficientes, se alterara su sistema nervioso. Por eso, debe cuidarse una dieta de calidad, sobre todo, se debe evitar los dulces y los productos chatarra o golosinas excesivas, que además de ser pésimas para la salud, provocan malestar emocional en los niños. Las mejores golosinas para los niños son las frutas, las barritas de cereales, las ensaladas de vegetales, etc. Estas golosinas además de nutritivas ayudan al sistema nervioso a estar equilibrado, además de que no deterioran los dientes. Se deben evitar los cereales de caja que venden en supermercados y los embutidos o fríos dar jugos frescos de frutas y suficiente agua al día, mínimo 6 vasos de agua pura cada día.