ARISTAS SOBRE LA INOPONIBILIDAD DE LA PERSONALIDAD SOCIETARIA (Y LA RESPONSABILIDAD DE ADMINISTRADORES SOCIETARIOS) por Francisco Junyent Bas y Efraín Hugo Richard Sumario: I. La persona jurídica. I. 1. La técnica de la personalización. I. 2. La desestimación de la personalidad. I. 3. La legislación argentina. I. 4. Los fundamentos de la desestimación. II. La inoponibilidad de la personalidad. II. 1. El art. 54 in fine de la ley 19.550. II. 2. La figura jurídica en examen. II.3. Las consecuencias jurídicas típicas. II .4. El alcance societario de la desestimación. El precedente “Pardini” II. 5. Inoponibilidad por actividad extrasocietaria. El precedente “Laffont III. Una visión antagónica de la responsabilidad de administradores y socios. III. 1. Un debate aún inconcluso. III. 2. La compleja trama del derecho judicial. III.2.a. Antecedentes jurisprudenciales. III. 2. b. Las observaciones de Lorenzetti en “Deverede”. IV. Una interpretación integradora. IV. 1. La sociedad como empleadora. V. El sistema de responsabilidad. V. 1. La situación de los administradores. V. 1.a. La atribución de los daños. V. 1. b. El conocimiento de la “precariedad laboral”. V. 2. La pauta del buen hombre de negocios. V. 2. a. Las acciones societarias. V. 2. b. La acción individual. VI. La perspectiva laboralista.VI. 1. El fallo “Duquelsy” y la responsabilidad de los administradores.VI. 2. La “clandestinidad laboral” y las obligaciones del administrador. VII. El conflicto desde el universo laboral. El precedente “Delgadillo Linares”. VII. 1. Los presupuestos de la responsabilidad. VII. 2. La reiteración de la hipótesis laboral y un presupuesto laboral. VII. 2. a. Los presupuestos de la responsabilidad. VII. 2. b. El reproche subjetivo: el cartabón del art. 59 de la L.S. VII. 2. c. El daño como presupuesto de la condena. VII. 2. d. La relación de causalidad. VII. 2. e. Imputación y responsabilidad. VIII. Reflexiones sobre los criterios de atribución de la responsabilidad. VIII. 1. La interpretación a la luz de visiones opuestas. VIII. 2. Responsabilidad de administradores, socios y controlantes a la luz del art. 54 de la L.S. I. La persona jurídica. I. 1. La técnica de la personalización. La doctrina enseña que la “personalidad jurídica” constituye “un medio técnico de simplificación de relaciones” a la cual el derecho le atribuye capacidad y cierta impermeabilidad patrimonial para limitar la responsabilidad de sus integrantes, mediante la creación de un centro de imputación diferenciado, arts. 1, 2, 56 y 58 de la ley 19.550 y 30, 33, 39 y 43 del Código Civil. Esta técnica de la personalidad jurídica diferenciada y de la limitación de la responsabilidad constituyen la causa final contractual o de actuación que consiste normalmente1 en la ordenación a la titularidad de una hacienda mercantil por parte del empresario. De esta forma, el negocio jurídico plurilateral, reglado en los arts. 1 y 2 de la ley 19.550, da nacimiento a una persona jurídica distinta que se sustenta en la organización de una empresa y que, según la tipología legal, limita la responsabilidad de los socios. En el derecho anglosajón, como así también en la legislación europea, sólo tienen personalidad aquellas sociedades que limitan totalmente la responsabilidad de los socios que constituyen un patrimonio diferenciado autogestante, de lo que resulta que la personificación no es una cuestión ontológica sino metodológica. Conforme a ello la cuestión que desarrollanos no se limitaría a la técnica de personificación sino a toda técnica de generación de centros imputativos, como el de la patrimonialización en la ordenación del fideicomiso. Por otra parte, las personas jurídicas, cualquiera sea la naturaleza jurídica que se les asigne, responden en su estructura y manifestación de voluntad a lo que se ha denominado el organicismo societario. 1 Salvo excepcionalmente en el supuesto del art. 31 LS. 2 La teoría orgánica, como la representación necesaria, implica que la persona jurídica se construye a través de órganos con diversa competencia que la administran, la gobiernan y la fiscalizan expresando su voluntad tanto interna como externa. I. 2. La desestimación de la personalidad. Ahora bien, cuando este medio técnico es utilizado abusivamente surge lo que se ha denominado desestimación de la personalidad o teoría del “disregard of legal entity” del derecho angloamericano, aún cuando el actual art. 54 ter de la L.S. no es un reflejo exacto de los precedentes americanos, sino una modalización propia y característica del derecho patrio. La primera obra en el derecho nacional que se conoce sobre la desestimación de la personalidad jurídica es la Héctor Masnatta denominada “El abuso del derecho a través de la persona colectiva”, publicada en 19672. En este trabajo el autor puntualizaba que el derecho nacional admite la procedencia de la teoría de la penetración en la forma de la persona colectiva y los tribunales descorren el velo de la personalidad para cohibir sus abusos. La teoría de la desestimación tiene su correlato en el derecho norteamericano con lo que se denominó el “disregard of legal entity”, construcción jurisprudencial que significaba dejar de lado la personalidad jurídica de la corporations, únicas sociedades con división patrimonial y limitación de responsabilidad. En una palabra, en el derecho norteamericano no se admite la existencia de persona jurídica con los atributos que se les debe reconocer a éstas en orden a la impermeabilidad patrimonial si fue creada, o posteriormente utilizada para un fin ilícito o no querido por la ley. De este modo, cuando se constata el fraude a la ley se desestima la personalidad, o sea, la división patrimonial entre el ente y los socios, o mejor aún su limitación de responsabilidad. I. 3. La legislación argentina. En el derecho patrio los supuestos de desestimación fueron anteriores a la fecha de redacción del actual art. 54, párrafo tercero, de la Ley de Sociedades y se fundaron alrededor del art. 2 de la ley 19.550 que reconoce el medio técnico para realizar el fin lícito propuesto por los socios. Dos fallos señeros en la materia fueron las causas Swift3 y Parke Davis4 que luego fueron seguidos por los mas diversos tribunales del país. En el caso “Swift” en fallo del 8/11/71 el magistrado interviniente, Dr. Salvador María Lozada, rechazó el concordato preventivo presentado por la concursada, Compañía Swift de La Plata, a la que declaró en quiebra, extendiéndole la falencia a otras sociedades del mismo grupo económico por entender que existía subordinación de la voluntad y abuso de la personalidad, pues todas las empresas respondían a una voluntad común, o sea generando extensión de responsabilidad. Este criterio fue confirmado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación 5 en septiembre de 1973 afirmando el Alto Tribunal que “El régimen de la personalidad no puede utilizarse en contra de los intereses superiores de la sociedad ni de los derechos de los terceros”. El caso “Parke Davis”, también resuelto por la Corte Suprema de Justicia de la 6 Nación , se pronunció con motivo de que la sociedad había pretendido deducir de su balance positivo las acreditaciones por concepto de regalías efectuadas a favor de la casa matriz, titular del 99,99 % de su capital accionario. En la oportunidad se sostuvo que existía una total subordinación entre ambas 2 Ediciones Orbir, 1967. L.L. 146-601. 4 L.L. 151-353. 5 C.S.J., 4/9/73, sentencia suscripta por los Dres. Miguel Angel Bercaitez, Agustín Díaz Viale, Manuel Arauz Catex y Ernesto Corvalán Nanclares. 6 E.D. 43-271. 3 2 3 sociedades y si bien ello no suprimía la personalidad jurídica de la sociedad dependiente, tampoco anula su propia capacidad tributaria. Se trataba en este caso de un problema de “imputación”. I. 4. Los fundamentos de la desestimación. Los supuestos de desestimación se fundaron en los principios de la simulación ilícita, y el abuso del derecho en tanto y en cuanto al estar viciada la causa final del negocio societario debía “descorrerse el velo de la personalidad” dando primacía a la realidad subyacente detrás de la personalidad societaria. De esta manera, el art. 54 ter de la L.S. recoge los criterios jurisprudenciales relativos al fraude a la ley, al abuso del derecho y a la afectación de los derechos de terceros en una fórmula particular que permite predicar la inoponibilidad de la sociedad, realizando una co-imputación del ente social y de los socios o controlantes que hicieron posible la actuación abusiva. En una palabra, la teoría de la desestimación de la personalidad jurídica recoge las soluciones aplicables al vicio en la causa del negocio jurídico propia de los negocios simulados e ilícitos, art. 959 del Código Civil, abuso del derecho art. 1071 y fraude, art. 971, de manera tal que tiene su fundamento en un vicio del negocio jurídico que lo invalida. Dicho de otro modo, cuando en el negocio jurídico societario o asociativo, está viciada la causa, ya se trate de un negocio simulado ilícito, un negocio fraudulento, o de un negocio abusivo, la normativa permite descorrer el velo de la personalidad y, por ende, no se aplica la división patrimonial entre personas jurídicas y sus miembros, es decir, cae el principio de irresponsabilidad de estos, art. 39 del Código Civil y 58 de la ley 19.550. II. La inoponibilidad de la personalidad. II. 1. El art. 54 in fine de la ley 19.550. El texto legal establece que “La actuación de la sociedad que encubra la consecución de fines extrasocietarios, constituya un mero recurso para violar la ley, el orden público o la buena fe o para frustrar derechos de terceros, se imputará directamente a los socios o a los controlantes que la hicieron posible, quienes responderán solidaria e ilimitadamente por los perjuicios causados”. Los presupuestos del art. 54 que hacen referencia a la actuación de la sociedad son tres: a) Que encubra la consecución de fines extrasocietarios. b) Que constituya un mero recurso para violar la ley, el orden público o la buena fe. c) O para frustrar derechos de terceros. La descripción del fenómeno que origina las sanciones no se ha limitado al acto de constitución de la sociedad, ni se remonta al origen del ente para tornar aplicable la norma, sino que, la expresión “actuación” debe entenderse también como comprensiva de cualquier acto emanado de los órganos de la sociedad en los cuales se exprese su voluntad y que tenga como víctimas a los terceros ajenos a la sociedad o a algunos de sus integrantes, cuyos derechos puedan ser violados a través de las conductas consumadas por el ilegítimo empleo de las formas societarias7. El título del artículo “inoponibilidad de la personalidad jurídica” –que no integra la norma pero induce su interpretación-, corresponde a la visión anglosajona y continental de la personalidad jurídica, que también se advierte en las diversas nomenclaturas con las que se afronta la cuestión. La norma refiere a “imputación” o “responsabilidad”, en forma alguna – 7 Ricardo Nissen, Curso de Derecho Societario, Ad-Hoc, 1998, pág. 129. 3 4 como lo remarcamos- afecta la personalidad de los entes controlados o controlantes, ni siquiera en supuestos de extensión de la quiebra. II. 2. La figura jurídica en examen. La aplicación del art. 54 ter de la ley societaria, que supone (implica) la (desestimación) inoponibilidad de la personalidad, requiere que la actuación de la sociedad sea un mero recurso para violar la ley, o sea, que la conducta antijurídica produzca una desviación abusiva de la finalidad del ente social. Tal como explica la doctrina8 el meollo de la cuestión para verificar si la persona jurídica es utilizada en forma fraudulenta o no, está en la “causa final del negocio societario”, es decir, en la base económica jurídica que dicho negocio debiera atender. En una palabra, el vicio de la causa del negocio societario, sea en su constitución o durante su actuación, es el fundamento del art. 54 ter en cuanto permite la desestimación de la personalidad en caso que se encubra la consecución de fines extrasocietarios, constituya un mero recurso para violar la ley, el orden público o la buena fe o para frustrar derechos de terceros.De lo dicho se sigue que la norma aludida distingue tres supuestos referidos a la actuación societaria y que permiten desestimar la personalidad, o sea, la división patrimonial entre el ente y los socios y administradores que produjeron la conducta impropia: a) el encubrimiento de fines extrasocietarios; b) su utilización como mero recurso para violar la ley, el orden público o la buena fe y; c) que constituye un mero recurso para violar derechos de terceros. La inoponibilidad de la personalidad tiene repercusión en el derecho societario pero también incide en otras ramas del derecho con el fiscal, laboral y concursal, por tratarse de derecho de daños.9 La aplicabilidad del art. 54 ter de la ley 19.550 requiere –en temas de responsabilidad como señala Lorenzetti en el caso Daverede-, como presupuesto indispensable que la sociedad “manipulada” por el empleador sea insolvente, ya que, sino no habría razón para aplicar el remedio, pues no se produciría una utilización abusiva de la misma, salvo supuestos de imputación. En efecto la insolvencia de la sociedad no sería necesaria en supuestos de inoponibilidad inversa: controlante insolvente, o de imputación del negocio para burlar derechos de terceros o los otros supuestos previstos por la norma10. Sólo entonces se dan los argumentos requeridos para que prescindiendo de la forma jurídica empleada se responsabilice al socio y/o controlante en la medida en que ha instrumentado el negocio societario para evadir sus responsabilidades. II.3. Las consecuencias jurídicas típicas. Las conductas antijurídicas descriptas en la normativa en estudio producen como efectos jurídicos particulares los siguientes: a) Imputación directa de dichos actos a los socios y/o controlantes que la hicieron posible, es decir, que aunque el texto legal no lo diga expresamente, están 8 Zannoni, Eduardo, El Fraude a la Legítima hereditaria en las sociedades, en el libro “Las Sociedades Comerciales y la Transmisión Hereditaria”, Ediciones Ad Hoc, pág. 38. 9 Otaegui, Concentración Societaria, Abaco, 1984, pag. 482 10 P. ej. Inmueble de propiedad del controlante comercializado conforme boleto por la sociedad controlada, que habiendo vendido algún lote o mínima parte al advertir la inconveniencia de ese destino incumple la promesa a un tercero y para eludir la sentencia genera la rescisión de la operación entre controlante y controlada. La teoría de la imputación permitirá que el tercero obtenga la escrituración y no una indemnización. Sobre la imputación diferenciada, constitutiva, aditiva en sentido estricto, negativa puede verse RICHARD-MUIÑO Derecho Societario 2ª Ed. Actualizada y ampliada, Ed. Astrea, Buenos Aires 2007, tomo II pág. 125. La legislación uruguaya, posterior a la de nuestro país, elimina la expresión “directa” respecto a la imputación y contempla la imputación ascendente, al decir de Otaegui. 4 5 incluidos los administradores sociales, sean o no socios, que hayan incurrido también en dicha conducta, mediante su actividad dirigencial. Lo dicho implica que dichos socios o controlantes quedan obligados personalmente por las obligaciones de la sociedad, pero ello no implica que se anule la personalidad societaria o que deba disolverse la sociedad. La inoponibilidad del art. 54 no implica la nulidad de la sociedad, como los supuestos de los arts. 18, 19 y 20, sino simplemente su inoponibilidad (más de la estipulación del contrato constitutivo que la personalidad de la sociedad), tratándose de casos de imputación “aditiva” entre los sujetos de derecho y los socios y/o controlantes que llevaron a cabo la conducta sancionable, siendo opinable la mención “directa” –como hemos señalado en nota- que podría presuponer la desimputación de la sociedad abusada.. b) Que dichas personas responden solidaria e ilimitadamente por los perjuicios causados. Existe discordia sobre el alcance del resarcimiento y así Otaegui entiende que la norma abarca la responsabilidad por el pasivo de la sociedad y no solamente los perjuicios causados. En este sentido el autor citado señala que el art. 54 impone responsabilidad por las obligaciones sociales y por los perjuicios causados en una solución concordante con el art. 19 de la ley 19.550. Afirma que de lo contrario se exigiría acreditar la existencia de un daño y la relación de causalidad con el hecho antijurídico y el referido daño, todo lo cual implicaría una verdadera dificultad para la misión de la acción. A esto, habría que añadir que la acreditación del perjuicio también requeriría, en ciertos casos, justificar la impotencia patrimonial de la sociedad para cumplir los compromisos emergentes de su actuación. Por el contrario, si se acepta que el art. 54, tercer párrafo, abarca la responsabilidad por el pasivo de la sociedad, quien invoque la norma deberá probar su crédito contra la sociedad y su insolvencia (o la incapacidad de pago o de incumplimiento de la obligación por la sociedad, según el caso), pero no tendrá que acreditar ineludiblemente un daño y una relación de causalidad y ello posibilita un mayor campo de aplicación de la regla. II .4. El alcance societario de la desestimación. El precedente “Pardini”11. En esta inteligencia, el derecho judicial ha explicado que para que sea aplicable el art. 54 Ley 19550 deben existir pruebas concluyentes respecto de las situaciones excepcionales que dicho artículo contempla a fin de prescindir de la personalidad jurídica 12 para evitar causar un daño para el derecho, la certidumbre y la seguridad de las relaciones jurídicas. De lo contrario, la jurisprudencia entiende que dicha configuración típica resulta imprescindible para no ocasionar un daño mayor que el que eventualmente puede derivarse del mal uso que de la sociedad puede hacerse 13. Este criterio restrictivo ha sido cuestionado tanto en doctrina como en jurisprudencia, pues se afirma que la norma está enderezada a tutelar el buen uso de la persona societaria y que, si bien los presupuestos del art. 54 ter de la L.S. deben respetar el principio de legalidad, ello sólo impone un correcto criterio de interpretación legal. En igual sentido se ha dicho que, si bien la distinta personalidad de la sociedad y sus miembros (arts. 39. Cód. Civil y 2 L.S.C.) permite que la actuación del ente comprometa su responsabilidad y no la de los sujetos que con sus actos configuran su actividad, no parece 11 CNCOM - SALA C - 15/08/2006 "Pardini, Fabian c/Compañia Fredel s/ordinario" CNCOM SALA C, 10/V/1995 en "Ferrari Vasco c/ Arlinton S.A."; Cám. Com., Sala A, 22/II/1991, en "Apalategui, Alberto c/ Sucesión D'Angelo, Roberto s/ ord. s/ inc. de liquidación societaria"; ídem. Sala E, 4/VII/2002, en "Beade de Bargalló Cirio, María Matilde c/ Banco General de Negocios S.A. y otros s/ medida precautoria" 13 cfr. este Tribunal, Sala A, en "Lezica Automotores S.A. c/ Gales S.A. s/ med. Caut.", del 24.04.02. 12 5 6 ilógico que se demande a los socios individualmente cuando se ha producido una "confusión" por ellos mismos generada14. En la causa “Pardini” se destacó la relevancia de la contabilidad social, puntualizándose que ésta es imprescindible para la adecuada información del quehacer empresario y que, en el caso, se acreditaron una serie de elementos de juicio que ponen de manifiesto una actuación promiscua de los dos únicos accionistas de la sociedad demandada que en los hechos borraron la diferenciación entre el sujeto ideal y los socios. En este sentido, el Tribunal destacó como dato de particular relevancia las irregularidades en la contabilidad de la sociedad demandada apuntadas por el perito contador quien advirtió enmiendas, raspaduras y tachaduras en sus registros contables. Así, la Cámara Comercial advirtió que la sociedad no llevaba libro diario ni inventario, que había facturas que no fueron registradas en los libros, y que de los balances de los ejercicios del 31/XII/1991 al 31/XII/1994 resultaba que la demandada no tenía bienes registrables, ni títulos valores, ni participaciones societarias, entre otras falencias apuntadas. En suma, el Tribunal de Grado, a la luz del art. 54 ter de la L.S., entendió que las deficiencias apuntadas constituyeron prueba en los términos del art. 63. segundo párrafo, del Código de Comercio, que acreditaban conjuntamente con los informes de los Registros de la Propiedad Inmueble, la ausencia de bienes registrables. En el análisis puntual, el Tribunal señaló que, en el particular caso del actor el peritaje contable refleja un exceso de la demandada en la facturación de las tomografías efectuadas, a lo que se añade que el cobrador domiciliario de las cuotas no aparecía como dependiente de la sociedad y, con posterioridad, se trasladó de hecho el cobro de las cuotas a la oficina de la demandada hasta desembocar en obstáculos en la percepción de dichas cuotas con el velado propósito de dificultar el ejercicio de los derechos del actor en punto a la prestación de los servicios médicos. En síntesis, frente a este cuadro fáctico, la Cámara Nacional de Comercio entendió que era dable admitir la extensión de la condena a los socios administradores de la demandada, en los términos del art. 54, segundo párrafo, de la ley de sociedades, atento la ambigüedad existente en el diferenciación entre el sujeto ideal y los socios, con un particular sentido de la solidaridad que –en el caso- conlleva igualarlo a un socio colectivo, o sea con el beneficio de excusión.. Basó su criterio en aspectos que son relevantes doctrinariamente y que si bien hemos ya subrayado reiteramos: “Al respecto, suele decirse que la teoría de la penetración de la personalidad consiste en la superación o el corrimiento de la forma jurídica para imputar las consecuencias del obrar de la sociedad (rectius: de los órganos societarios) no sólo a ésta, sino a sus socios o a quienes conformaron o impusieron la voluntad del ente para esos fines distintos (art. 54 in fine Ley Nº 19.550; Halperín y Otaegui, “Sociedades Anónimas”, Ed. Depalma, 2da, edición Bs. As. 1975 p. 142, pto. 57 y p. 145, pto. 59). En este esquema, la sociedad sigue existiendo, más allá de la imputación de responsabilidad que la norma establece en relación con sus socios o controlantes cuando la actuación de ella hubiera sido llevada a cabo, entre otros supuestos, para violar la ley, el orden público, la buena fe o los derechos de terceros, procedimiento que se admite con miras a alcanzar la justicia material del caso concreto (en este sentido, Cám. Nac. Civ., Sala B, 06-03-01, en “M., A. E. c/Cometal S.P.A. s/Tercería de Dominio por Gemmo Argentina S.A.”, LL 2001-1-446)”. II. 5. Inoponibilidad por actividad extrasocietaria. El precedente “Laffont”15. En otro supuesto resuelto por la Cámara Nacional de Comercio, los jueces 14 Sala B, 17.06.2003, en "Alarcón, Miguel Ángel c/ Distribuidora Juárez S.R.L. y otros s/ desp."; id., 16.10.2003, en "Seidel, Gregorio Omar c/ Distribuidora Juárez S.R.L. y otro s/ desp." 15 Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, sala C; 23/08/2006, “Laffont, Jorge R. y otro c. Yosemite S.A. y otro”, LA LEY 2007-B, 804 - JA 6 7 señalaron que resultó procedente la acción de inoponibilidad de la personalidad jurídica de una sociedad, respecto a la inscripción dominial de un inmueble que fue adquirido por el presidente del directorio del ente. Así, se acreditó el fin extrasocietario al que fue destinado el bien, que no integró el giro empresarial de la sociedad, sino que, desde su adquisición, fue utilizado como residencia habitual de la deudora y de su familia. En esta línea, la inoponibilidad de la personalidad jurídica que prevé el art. 54 de la ley 19.550 (t.o. 1984) (Adla, XLIV-B, 1319) no supedita la desestimación de la personalidad societaria a la concurrencia de causa ilícita en la constitución o gestión posterior del ente, pues basta que la actuación de este encubra la persecución de una finalidad extrasocietaria aunque ésta pueda ser lícita, en el sentido de no fraudulenta. En una palabra, la desestimación de la personalidad jurídica con base en que la actuación de la sociedad encubre la consecución de fines extrasocietarios constituye un supuesto de simulación, aunque no necesariamente debe estar presente la ilicitud16. En consecuencia, en la precedente “Laffont” la Cámara Comercial entendió que no se advertían motivos que justificaran vedar el ejercicio de la acción de inoponibilidad, habida cuenta de que la simulación puede ser ejercida por cualquier interesado aunque su crédito no sea de fecha anterior a la celebración del acto impugnado17. Se trata de un supuesto de imputación inversa o ascendente. III. Una visión antagónica de la responsabilidad de administradores y socios. III. 1. Un debate aún inconcluso. La responsabilidad de administradores y socios por deudas laborales sigue dando motivo a dos visiones diferentes en una convergencia compleja de los arts. 54 ter, 59, 274 y cc de la LS. La jurisprudencia laboral aplica en forma particular las pautas de los arts. 59, 274 y 54 ter de la ley 19.550 para responsabilizar a administradores y socios, sin distinguir el tipo de acción incoada y sin precisar los presupuestos de la responsabilidad, aspecto que fue corregido por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en las causas “Palomeque” y “Carballo”. La doctrina laboral sigue insistiendo que en materia de responsabilidad de los administradores societarios, como así también en punto a la penetración del velo societario por fraude laboral, no es posible aplicar la doctrina de la Corte por no contener los fallos dictados por dicho Tribunal un análisis profundo y detallado de las normas en juego.18 Así, recientemente la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo19 condenó en forma solidaria a los ejecutivos de una empresa a pagar la indemnización por despido reclamada por un empleado en negro quien, no obstante, desistió de la acción contra la empresa y prosiguió sólo la iniciada contra los administradores societarios. El tribunal entendió que "no existe ninguna disposición legal, civil, comercial o laboral, que impida la aplicación del artículo 705 a las obligaciones solidarias que consagra la ley de sociedades porque justamente la norma civil establece la facultad de dirigir la acción contra los otros codeudores solidarios cuando en un primer momento se reclamó la deuda por entero contra uno sólo de ellos y éste deudor resultó insolvente". III. 2. La compleja trama del derecho judicial. III.2.a. Antecedentes jurisprudenciales. 16 v. Manóvil, Rafael M., Grupo de Sociedades, Bs. As., Abeledo Perrot, 1998, págs. 1024/5; Molina Sandoval, Carlos A., "La desestimación de la personalidad jurídica societaria", ed. Abaco, Bs. As. 2002, págs. 85/87. 17 v. Llambías; Jorge Joaquín, "Tratado de derecho civil, parte general", ed. Abeledo Perrot, Bs. As. 2001, t. II, págs. 484/5 apartados 1865/7 18 CNAT, Sala X, 05/12/2006, causa 1246206 “Juárez Rafael Ismael c/ La Carbonata SRL y otro s/ despido”. 19 CNTRAB - SALA III - S. 88.963 CAUSA 5.230/2002 - "Fernandez Lidia Haydee c/Stagno Vicente Felix y otros s/ despido" 23/08/2007 7 8 En esta línea de pensamiento, se alza desde el año 1997 el criterio de las Salas de la Cámara Nacional del Trabajo que, en la causa “Delgadillo Linares”20, con voto del Dr. Guibourg y, posteriormente, el fallo “Duquelsy”21 del 12/2/98, con primer voto de la Dra. Porta, que afirman con absoluta claridad que “la conducta de la empleadora al registrar falsamente el inicio de la relación laboral, como al documentar de modo insuficiente el pago del salario constituye un típico fraude laboral y previsional que perjudica al trabajador, al sector pasivo que es víctima de la evasión y a la comunidad comercial en cuanto al dirimir los costos laborales, pone al autor de la maniobra en mejores condiciones para competir en el mercado. Si bien dicha práctica no encubre la consecución de fines extrasocietarios, pues el principal objetivo de una sociedad comercial es el lucro, pero sí constituyen recursos encaminados a violar la ley, el orden público, la buena fe que se requiere del empleador, y para frustrar derechos de terceros, por lo que es aplicable el art. 54, último párrafo, de la ley 19.550”. En una palabra, el criterio de Ricardo Guibourg, vocal de la III, de la Cámara Nacional de Trabajo, contiene una interpretación diferente en orden a la tutela del trabajador pues, advierte que la contratación informal no sólo “agrede” sus derechos, sino, también, perjudica al sector pasivo por la evasión previsional y daña a la gestión empresaria, estableciendo una actuación desleal en la actividad económica, al bajar los costos de mano de obra en forma ilegal. Desde esta perspectiva, la visión laboralista entiende que “la actuación societaria” en desmedro de los derechos del trabajador y de la comunidad toda, configura la hipótesis del art. 54 ter de la L.S. pues, se afecta el “orden público” y, por ende, hay “fraude laboral”. III. 2. b. Las observaciones de Lorenzetti en “Deverede”. A esta altura de las reflexiones sobre las distintas interpretaciones, no puede ignorarse el fallo de la Corte Suprema de Justicia en la causa “Daverede” 22, oportunidad en que el Alto Tribunal de la Nación, si bien declaró inadmisible el recurso deducido por aplicación del art. 280 del CPCN, contiene una relevante disidencia del Dr. Ricardo Lorenzetti. El conocido jurista expresó en dicha oportunidad que la doctrina de la desestimación de la personalidad jurídica debe emplearse en forma restrictiva, pues su aplicación requiere la insolvencia de la sociedad, ya que ante la inexistencia de un perjuicio concreto a un interés público o privado no se advierten razones que justifiquen su aplicación y, aun en este supuesto, es preciso acreditar el uso abusivo de la personalidad, dado que no cabe descartar que la impotencia patrimonial haya obedecido al riesgo propio de la actividad empresaria. Agregó el magistrado que la responsabilidad de los administradores, representantes y directores hacia terceros, prevista en los arts. 59 y 274 de la ley 19.550 (Adla, XXXII-B, 1760), es la de derecho común, que obliga a "indemnizar el daño", la cual es diferente a la del obligado solidario en las obligaciones laborales, por ello resulta imprescindible acreditar la concurrencia de los presupuestos generales del deber de reparar y demostrar que ha mediado mal desempeño, violación de la ley, estatuto, reglamento, dolo, abuso de facultades y culpa grave. Se trata entonces de discernir en qué casos y de qué formas se dan los presupuestos de la responsabilidad, que permiten aplicar, ya sea los arts. 59, 274 y 279 de la L.S. y, eventualmente, el art. 54 ter de la ley 19.550, en orden a la desestimación de la personalidad. IV. Una interpretación integradora. 20 Dic. 21.925, 11/9/97, in re “Delgadillo Linares Adela c/ Shatell S.A. y otros - despido“, Expte. 14666/93, libro de ponencias de las XXIV Jornadas de Derecho Laboral Rioplatenses, Colonia, Uruguay, 12 al 14/11/98. 21 “Duquesly Silvia c/ Fuar S.A. y otro”, C.N.T. Sala 3, 19/2/98, La Ley, Tomo 1999-B, pág. 445. 22 CSJN in re “Daverede Ana M. c Mediconex S.A. y otros, La Ley IMP. 2007-13 (Julio) 1330. 8 9 Ante la reiteración del debate, y la discordia de criterios jurisprudenciales, parece necesario analizar como punto de partida, tanto la legislación societaria como la laboral a los fines de realizar la integración normativa que permita una correcta aplicación de la ley, bajo los criterios que hemos anticipado.. IV. 1. La sociedad como empleadora. Tal como hemos explicado, el problema surge cuando el “empleador” es una sociedad, o sea, una persona jurídica que se distingue de sus administradores y socios, que no responden por las deudas sociales como consecuencia de la “impermeabilidad” patrimonial del tipo social, nacida de la diferenciación de las distintas personalidades jurídicas en juego, art. 33 y 43 del Código Civil. La gestión empresaria propiamente dicha se encuentra a cargo del órgano de administración, ya sea individual o plural y la propia ley impone a los administradores una serie de pautas o principios de conducta, de conformidad a los arts. 59, 99, 157 y 274 de la normativa citada. El cartabón de conducta del administrador, conocido como “la lealtad y diligencia del buen hombre de negocios”, califica la responsabilidad del administrador como un profesional de la empresa que debe asumir todas las obligaciones atinentes a la gestión empresaria. La pauta indicada no es otra cosa que la concreción en el ámbito societario, del principio de diligencia y buena fe contenido en los arts. 512 y 1198 del Código Civil. En caso de que la conducta de los administradores contradiga la pauta citada precedentemente se produce el mal desempeño del cargo que permite responsabilizar directamente a los administradores y, en determinados casos, desestimar la personalidad e imputar los daños causados a terceros a los administradores, socios y controlantes que actuaron por la sociedad. Una situación diferenciada pero de suma gravedad se plantea cuando la empleadora, es decir, la sociedad, no sólo mantiene trabajadores en situación informal sino que conoce que su aptitud patrimonial se encuentra comprometida, de manera tal que puede no llegar a enfrentar las obligaciones que asume. Mucho más grave sería la hipótesis en que los administradores y socios fueran concientes que la creación de la sociedad tienda a evitar su responsabilidad personal ante una eventual situación de insolvencia. Pero subrayamos que el tema de responsabilidad genérico es bien distinto al de la llamada “inoponibilidad”. V. El sistema de responsabilidad. Así, en primer lugar, en supuestos de empleo informal o clandestino, cabe distinguir: a) La responsabilidad de los administradores societarios, arts. 59, 99, 157, 274, 275, 276, 277, 278 y 279 de la Ley 19.550. b) La responsabilidad de los socios en caso de actuación extrasocietaria sancionada mediante la desestimación de la personalidad, de conformidad al art. 54 ter de la ley citada. Por otra parte, corresponde merituar si dichas responsabilidades pueden hacerse valer directamente con el reclamo laboral en el fuero del trabajo, en función del declamado principio de plenitud jurídica o si, por el contrario, resulta necesario obtener sentencia previamente en sede laboral, para luego concurrir al fuero especializado a reclamar la responsabilidad de los administradores y/o de los socios. V. 1. La situación de los administradores. 9 10 V. 1.a. La atribución de los daños. A partir de las premisas enumeradas en el título anterior, corresponde afirmar que el directivo, administrador o representante de la sociedad que incurre en prácticas de contratación laboral clandestinas contraviene los deberes de conducta que configuran el paradigma que impone el actuar con buena fe, como buen hombre de negocios, y como buen empleador, art. 59, 157 y 274 de la Ley de Sociedades y 62 y 63 de la Ley de Contrato de Trabajo. La gestión clandestina de personal constituye un supuesto claro de abuso del derecho en perjuicio de los dependientes y de los organismos de la seguridad social. De este modo, la cuestión se introduce de lleno en el derecho de daños, o sea, en el fenómeno resarcitorio, tal como lo reclama Lorenzetti. Ahora bien, las vinculaciones de responsabilidad que antes eran horizontales entre sujetos individuales y generaban un problema de justicia conmutativa, hoy son también verticales, o sea, de instituciones y/o empresas con relación a sus socios, clientes o trabajadores y/o consumidores con la consiguiente indagación de justicia distributiva y como repartir la carga del daño que sufre la víctima23. La vigencia del derecho de daños se revela sobre todo en su “nudo axiológico” el cual sirve de guía para elaborar los llamados micro sistemas e insertarlos dentro de un sistema general que los comprenda. Entre los principios rectores se encuentra el universal que proscribe dañar a otros, alterun non laedere, con raigambre en el art. 19 de la Constitución Nacional y que significa en esencia que los hechos que injustamente dañan a otros son reprobados por el derecho y deben generar consecuencia jurídica. En esta inteligencia, adherimos plenamente a la tesis con que Ronald Dworking 24 rebatiera a Hart sobre la plenitud del ordenamiento jurídico que se integra con principios jurídicos y no solamente con normas. V. 1. b. El conocimiento de la “precariedad laboral”. Desde esta perspectiva, resulta indudable que los administradores deben conocer la legislación laboral en orden a su responsabilidad de llevar debida cuenta del registro de sus empleados, como así también, los aspectos relativos al cargo que ostentan, antigüedad, y demás aspectos integrativos de la relación de trabajo. En este sentido, la obligatoriedad del libro del art. 52 de ley 20.744 es de meridiana claridad, resultando un aspecto que debe ser estrictamente respetado por los administradores societarios. De este modo, todo tipo de informalidad en la contratación, y máxime el caso de “clandestinidad”, constituye un daño directo en la relación laboral que no tiene justificativo por parte del administrador. Así, el daño surge “icto oculi” de la “precarización laboral”, no existiendo causa que permita excusar dicha situación que resulta directamente imputable al administrador y una conducta palmariamente reprochable a la luz del art. 59 de la L.S. En igual sentido, el trabajador, como afectado por esta conducta, tiene a su alcance la acción individual que prescribe el art. 279 de la ley societaria, sin necesidad de recurrir a la norma contenida en el art. 54 ter del mismo cuerpo legal, tal como explicaremos infra. En una palabra, la “clandestinidad laboral” no sólo es inmoral, sino que, resulta una conducta ilícita que no puede excusarse y que hace directamente responsable a los administradores, más allá del debate sobre la desestimación de la personalidad. 23 Zavala de González, Matilde, Resarcimiento de Daños, Hammurabi, pág. 33 y siguientes. Apuntamos por nuestra parte que estamos frente a un campo no suficientemente tratado de las relaciones de organización y de empresa. 24 Dworkin, Ronald “Los derechos en serio” 1977, citado por Prieto Sanchis, Luis “Sobre principios y normas, problemas del razonamiento jurídico”, Madrid, 1992, Pág. 32. 10 11 Nos permitimos distinguir supuestos de pagos en negro, no contabilizados en forma alguna –ni irregularmente-, que hacen suponer el manejo de dinero no registrado en la documentación contable de la sociedad, lo que podría presuponer la configuración de un tipo penal en la administración societaria. V. 2. La pauta del buen hombre de negocios. V. 2. a. Las acciones societarias. La ley de sociedades regula dos tipos de acciones para hacer valer la responsabilidad de los administradores cuando se han violado las pautas establecidas por los arts. 59 y 274: por un lado, la acción social que tiene como fundamento el daño infringido a la sociedad y, por ende, constituye una acción ad intra que legitima al ente social, o en su caso a los socios individualmente en caso de inacción de las autoridades, art. 276 y 277 de la ley 19.550. Por el otro lado, la acción individual que tiene como sustento el daño ocasionado a los socios, accionistas y/o terceros por la actuación indebida de los administradores.La diferencia entre ambas acciones es clara en cuanto en un caso el daño afecta el patrimonio social y en el otro el daño es singular del socio accionista y/o tercero que lo sufre.En todos los casos el art. 59 establece la solidaridad entre los administradores por su responsabilidad, solución que hay que vincular con el derecho de oposición del Código Civil, art. 1692 in fine, es decir que responderán solidariamente los administradores que hayan realizado los actos y omisiones indebidas y aquellos que habiendo tenido oportuno conocimiento no se hayan opuesto en tiempo propio, art. 274.-. La cuestión impondría distinguir entre colegio –propio del directorio plural- y de la organización plural que puede existir en otro tipo societario. V. 2. b. La acción individual. Hemos dicho que la acción individual de responsabilidad puede ser promovida por un socio o un tercero por los daños ocasionados en forma particular a su patrimonio, art. 279 de la ley 19.550. Esta última es la vía que tienen los trabajadores, como acreedores de la sociedad, para reclamar a los administradores el daño causado en su patrimonio por la clandestinidad laboral.Esta acción es propia del derecho de daños y no está sometida a recaudo societario alguno, ni es tampoco competencia comercial.La imputabilidad de los actos de los administradores está sujeta en principio al régimen del art. 58 que hace responsable únicamente a la sociedad, pero ello no impide que también pueda atribuirse al administrador, tal como en el caso del mandatario que excede los límites de su mandato, cuando este administrador viola la pauta de conducta de los arts. 59 y 274 de la Ley de Sociedades y en función de la acción individual del art. 279 de dicho cuerpo legal.Estos actos ilícitos se imputan por dolo o culpa, siendo al respecto innecesario introducir un nuevo factor de responsabilidad, pues el fraude laboral, insito en la situación de empleo en negro, constituye una conducta abusiva que viola derechamente la pauta del buen hombre de negocios de todo administrador societario. VI. La perspectiva laboralista. VI. 1. El fallo “Duquelsy” y la responsabilidad de los administradores. El fallo “Duquelsy” en cuanto hace lugar a la acción individual de responsabilidad, o acción de daño en contra del presidente de la sociedad anónima que contrató en negro al 11 12 trabajador se inscribe en la correcta senda jurisprudencial, haciendo realidad el derecho de daños, aún cuando cite equivocadamente no sólo el art. 274, sino también en forma “aluvional” toda la normativa societaria. Tal como lo sostuviera uno de nosotros25 en el caso en estudio la operatoria de relaciones de trabajo en negro no sólo traduce un menor costo, una ruptura a la libre competencia, sino en intentar dejar inerme al empleado en caso de concurso del administrado. El daño que surge del pago en negro resulta evidente a la luz de los arts. 140 de la ley de Contrato de Trabajo y 10 de la Ley de Empleo, ya que, dicha precarización deja al trabajador al margen del sistema de la seguridad social. Esta flexibilización es la “causa adecuada” cuyo “nexo” con el daño permite la imputación de responsabilidad a los directivos que han violado la normativa laboral. La contratación laboral no registrada es un típico fraude laboral y previsional que supera el interés individual y se introduce en el interés público presente en el orden previsional. De este modo, se dan los factores de atribución de la responsabilidad en cuanto existe una conducta subjetiva violatoria del art. 274 de la Ley de Sociedades que produce un daño evidente al trabajador y al sector pasivo, como así también a la comunidad toda. Se concreta también el nexo de causalidad adecuado entre el daño al trabajador y la conducta del directivo societario, por lo que, no existe incongruencia alguna en la condena conjunta del ente societario y de su administrador, acumulando a la demanda laboral la acción de responsabilidad individual del art. 279 de la ley societaria. VI. 2. La “clandestinidad laboral” y las obligaciones del administrador. En esta línea, los tribunales laborales, mantienen el criterio de responsabilizar a los administradores en los casos de “clandestinidad” laboral, aún cuando no siempre se realiza la adecuada distinción conceptual y normativa relativa a las acciones de daños que se admitan. Así, la Cámara Nacional del Trabajo, Sala III en la causa “Perez” 26, reiteró que la conducta asumida por la empleadora respecto de los pagos en negro, constituye un típico fraude laboral y previsional, que no sólo perjudica al trabajador, sino también al sector pasivo que es víctima de la evasión previsional y a la comunidad toda, al disminuir los costos laborales. En este aspecto, insiste y enfatiza que en una vinculación clandestina o de pagos en negro, no existe un mero incumplimiento legal, como sería el caso del pago de crédito al trabajador, sino una actuación destinada a incumplir la ley, es decir, que el mantenimiento de la relación en la clandestinidad, no constituyó un hecho aislado, sino una metodología de gestión y administración empresarial, una práctica generalizada y encaminada a ocultar el verdadero desenvolvimiento de la sociedad. En consecuencia, el Tribunal aludido, condena al presidente y vicepresidente de la sociedad empleadora, por violación de los Art. 59 y 274 de la LSC, afirmando que deben responder frente a los terceros en forma ilimitada y solidaria27. 25 RICHARD, Efraín Hugo Responsabilidad de los Administradores Societarios por relación laboral no registrada, Revista de Responsabilidad Civil y Seguros, año I, nº 4, Agosto de 1999, pág. 71. 26 CNTrab. Sala III, in re: “Pérez Carlos A. C/ S.E.A. – Servicios Emrpesarios Argentinos S.A. y otros” Diario La Ley IMP 2006-111427 27 CNTrab. Sala III en el fallo que comentamos, agregó asimismo que: “Esta Sala ha decidido que el presidente o vicepresidente del directorio de la sociedad debe responder frente a los terceros entre quienes se encuentra el actor por la violación a la ley — supuesto configurado en el caso— en virtud de lo dispuesto por el art. 274 de dicho cuerpo legal, ya que no ha probado que se opusiera a dicho actuar societario, ni mucho menos que dejara asentada su protesta y diera noticia al síndico de la misma, único medio de eximirse de tal responsabilidad (conf. último párrafo art. 274 ya citado, sentencia 75790 del 19/2/98, dictada en autos "Duquelsy, Silvia c. Fuar y otro s/despido", del registro de esta Sala — DT, 1998-A, 715— ). La circunstancia de que el actor desistiera de la acción contra la empleadora S.E.A. Servicios Empresarios Argentinos S.A. en atención a que se declaró la quiebra de esta sociedad y que en sede comercial se hubiera decidido denegar la insinuación del crédito del actor por tratarse de un crédito controvertido y por considerar que los elementos arrimados eran insuficientes a tal fin (fs. 401 y 587 vta.) no impide dictar el presente pronunciamiento contra las personas físicas accionadas. Vale decir que en este tipo de sociedades el director no responde personalmente por el acto realizado regularmente en su calidad de tal; la imputación de los actos es exclusivamente a la sociedad; en cambio, responde ilimitada y solidariamente si se acreditan alguno de los extremos de hecho que contempla el citado art. 274 (en sentido análogo sentencia 86.090 del 25/8/04, en autos "González Espino, Antonio Bolívar y otros c. Suipacha 732 SRL y otro s/despido, del registro de esta Sala). 12 13 VII. El conflicto desde el universo laboral. El precedente “Delgadillo Linares”. VII. 1. Los presupuestos de la responsabilidad. De todo lo dicho se sigue, que ante la nueva situación de contratación de trabajadores en negro y el incumplimiento de la sociedad empleadora en el pago de los correspondientes haberes y aportes previsionales, aquellos reclamaron la responsabilidad directa no sólo de los administradores, sino también de los socios por aplicación del art. 54 ter de la Ley 19.550. En esta línea se inscribe el fallo dictado en la causa “Delgadillo Linares”, en donde puede discutirse si la mera clandestinidad en la contratación laboral constituye un fraude a la ley que afecte la causa del negocio societario y que torne operativa la norma contenida en el art. 54 ter de la ley societaria. En efecto, la jurisprudencia laboral ha echado mano repetidamente a este recurso para responsabilizar a socios y controlantes y corresponde advertir que la teoría de la penetración de la desestimación de la personalidad societaria ha sido elaborada a propósito del uso desviado de ésta28. En este sentido, la jurisprudencia cordobesa29 afirmó que resulta aplicable el art. 54 ter en atención a que la prueba colectada en autos demostró que la demandada fue constituida en abuso del derecho con el claro objetivo de violar la ley afectando con ello, no sólo el orden público laboral, sino también particulares intereses y derechos de terceros30. En una palabra, la aplicabilidad del art. 54 ter, en orden a la desestimación y/o inoponibilidad de la persona jurídica, requiere que además del daño a los terceros, en este caso al trabajador por la contratación clandestina, se sume el uso desviado de la personalidad societaria, de manera tal, que la causa del negocio se vea afectada. Con el criterio del Procurador aceptado por la Corte en el caso Palomeque el desvío debía ser originario, lo que no aparece exigido por la norma en comentario En este sentido, Nissen31 afirma que la limitación de la responsabilidad de los accionistas no constituye un principio absoluto en nuestro derecho, y requiere que el negocio societario respete su propia normativa en orden a una adecuada capitalización, ya que, es el No puede soslayarse que en el caso, los nombrados actuaron en calidad de administradores, por lo cual la responsabilidad directa que le cabe a la sociedad como empleadora se extiende a aquellos, ya que con sus propias actitudes hicieron posible aquellas maniobras contrarias a la ley y contravinieron deberes de conducta que impone el actuar con buena fe y como un buen hombre de negocios (art. 59 ley 19.550). Es mi criterio que la solidaridad pasiva que establecen tanto las normas laborales como las comerciales debe interpretarse a la luz de lo que al respecto dispone el Código Civil, ya que éste precisa que la obligación mancomunada es solidaria, cuando la totalidad del objeto de ella puede, en virtud del título constitutivo o de una disposición de la ley, ser demandada por cualquiera de los acreedores o a cualquiera de los deudores (art. 699). Tampoco debe perderse de vista que la ley de sociedades como ley especial está incorporada al Código de Comercio, el cual prescribe en el Título Preliminar y en el art. 207 la aplicación supletoria de las normas civiles. Motivo por el cual no hay duda que la solidaridad pasiva debe interpretarse de conformidad a lo preceptuado por el citado art. 699 y siguientes del Código Civil.” 28 Cámara Nacional del Trabajo, Sala 5ª, febrero 18-1985, “Insfran, Román y otros c/ Arroyo S.R.L.” DT.1985-A-651. 29 CTrab., Sala X in re: “Aspitia Julieta – Zamboni Paula Verónica c/ Main Cable S.A. y otros – Ordinario” del 22-05-06. 30 CTrab. de Córdoba, Sala X, en este precedente, esgrimió asimismo que: “En ese entendimiento observo que el párrafo tercero del art. 54 de la LSC, invocado por las demandada como sustento legal de su pretensión extensiva de responsabilidad, reza que “La actuación de la sociedad que encubra la consecución de fines extrasocietarios, constituya un mero recurso para violar la ley, el orden público o la buena fe o para frustrar derechos de terceros, se imputará directamente a los socios o a los controlantes que la hicieron posible, quienes responderán solidaria e ilimitadamente por los perjuicios causados”. Tan clara norma, que refiere en concreto a la “actuación” de las sociedades y no al de “constitución”, ha sido merecedora de una interpretación en exceso restrictiva a mi criterio por parte de la CSJN, al menos en la última etapa, pues a partir del precedente “Palomeque, Aldo René c/ Benementh S.A. y Otro” y continuando en “Tazzoli, Jorge Alberto c/ Fibracentro S.A. y otros – Despido”, haciendo suyo el dictamen del Procurador Fiscal y lo que de alguna manera ya constituía opinión de la minoría en “Cingiale, María Cecilia y otro c/ Polledo Agropecuaria S.A. y otro”, sostiene que para provocar la aplicación del tercer párrafo del art. 54 de la ley 19550 es menester que la sociedad haya sido “constituida” como una “pantalla” con la finalidad de realizar los actos indicados también en la norma. Tengo claro para mi que, mas allá del respeto que merece la opinión del máximo tribunal de la nación, la interpretación efectuada en los precedentes citados no se ajusta a la letra y espíritu del mentado párrafo tercero del art. 54 por cuanto él “no reclama que la sociedad haya sido creada para burlar a sus acreedores, ni que toda la actividad societaria haya devenido en tal, sino que se dé por parte de los socios y/o de los controlantes (que podrán ser personas físicas o de existencia ideal) un uso desviado del ente” (Cfe. Diana Cañal- “La Corte Suprema en los recientes casos de “disregard” laborales”, en Revista de Derecho Laboral –Actualización doctrinaria y jurisprudencial, página 101, Ed. Rubinzal- Culzoni).” 31 Nissen, Ricardo. Un magnífico fallo en materia de la inoponibilidad de la persona jurídica, L.L. Tomo 1999-B, pág. 2 y siguientes. 13 14 capital social la garantía de los acreedores y el reaseguro de un emprendimiento que no es utilizado meramente para deslindar responsabilidades. La infracapitalización, en realidad la infrapatrimonialización, constituye un supuesto que puede generar tanto la aplicabilidad de la teoría de la “inoponibilidad” como la responsabilidad de administradores, pudiendo constituir un presupuesto de ilicitud cuando se contrate con terceros a sabiendas de la imposibilidad de cumplimiento de las obligaciones que así se contraigan, que caiga en la previsión del art. 19 LS –actividad ilícita, aunque los actos cumlidos sean lícitos individualmente-. Justamente, como resulta del caso Palomeque, en el caso Daverede, Lorenzetti en su disidencia, punto 8 con cita de aquel fallo, señala in fine “porque la personalidad jurídica sólo debe ser desestimada cuando medien circunstancias de gravedad instituciional que permitan presumir fundadamente que la calidad de sujeto de derecho fue obtenido al efecto de generar el abuso de ella o violar la ley”, o sea que el desvío debería ser constitutivo y no posterior, con lo que discrepamos. Desde esta perspectiva, existe una vinculación necesaria entre el beneficio de la limitación de la responsabilidad y la función de garantía que cumple el capital social, en función del cual los administradores deben respetar la normativa que tiende a la intangibilidad de dicho capital, pues tal beneficio tiene sentido cuando el ente cuenta con un capital suficiente para satisfacer sus obligaciones. VII. 2. La reiteración de la hipótesis laboral y un presupuesto procesal. VII. 2. a. Los presupuestos de la responsabilidad. En el caso “Fernández, Lidia Haydee c/ Stagno Vicente Félix y otros s/ despido” 32, una empleada demandó a la empresa para la cual trabajaba por falta de registración y pago "en negro", y extendió el reclamo en forma solidaria contra los administradores de la sociedad. Sin embargo, luego desistió de la acción contra su empleadora directa por haberse presentado en concurso preventivo, y prosiguió el reclamo exclusivamente contra los directores de la empleadora (ante el presupuesto de insolvencia de la obligada).. Los magistrados laboralistas estimaron que el comportamiento de la empleadora, consistente en el pago de parte del salario en negro, “constituye un típico fraude laboral y previsional, ya que tiene normalmente por objeto y efecto disminuir en forma ilegítima la incidencia del salario normal en las prestaciones complementarias o indemnizatorias y en los aportes al sistema de seguridad social”. El tribunal consideró “demostrado que se organizaron y concretaron maniobras que no sólo estaban dirigidas a incumplir obligaciones contractuales sino, además a causar lesiones en el patrimonio de los trabajadores y en sus derechos previsionales y a defraudar el sistema de la seguridad social”. VII. 2. b. El reproche subjetivo: el cartabón del art. 59 de la L.S. La responsabilidad del presidente de la sociedad anónima no parece discutible, pues sin duda instrumentó la actividad societaria hacia la realización de actos destinados a defraudar, dañar o perjudicar a terceros. Para justificar la extensión de responsabilidad a los administradores (directores) pese a no haberse decretado la condena de la empleadora directa, los magistrados entendieron que la solidaridad pasiva que establecen las normas laborales y comerciales debe interpretarse de acuerdo a lo que dispone el Código Civil. O sea que se aceptó una imputación directa –como prevé la norma del art. 54 ter-, beneficiando al concurso. 32 CNTRAB - SALA III - S. 88.963 CAUSA 5.230/2002 - "Fernández Lidia Haydee c/Stagno Vicente Felix y otros s/ despido" 23/08/2007 14 15 VII. 2. c. El daño como presupuesto de la condena. En una palabra, el criterio laboral entiende que se configura el presupuesto de daño al trabajador por la actuación ilegal de los administradores y de la sociedad –generando tácitamente una imputación directa-, de tal manera que surge la responsabilidad solidaria. VII. 2. d. La relación de causalidad. En igual sentido, surge implícito de la argumentación del Tribunal del Trabajo, la relación de causalidad entre el impago de la deuda laboral, como así también previsional, y las maniobras articuladas por los administradores en nombre de la sociedad, advirtiendo una “actuación desviada y reñida con la pauta del art. 54 ter de la L.S.” VII. 2. e. Imputación y responsabilidad. En esta inteligencia, el tribunal entendió que el artículo 705 c.c. dispone que el acreedor puede exigir el pago de la deuda por entero contra todos los deudores solidarios juntamente o contra cualquiera de ellos, puede asimismo exigir la parte que a un solo deudor corresponda y si reclamase el todo contra uno de los deudores y este resultare insolvente puede reclamarlo contra los demás. No existe ningún impedimento para que el acreedor laboral, que ve cercenada la satisfacción de su crédito por parte de la sociedad empleadora porque resulta insolvente, lo reclame a quién, como en el caso, ha incurrido en una violación de la ley, conducta que como señalara le ha producido un daño concreto y actual. Y recalcó que “no existe ninguna disposición legal, civil, comercial o laboral, que impida la aplicación del artículo 705 a las obligaciones solidarias que consagra la ley de sociedades porque justamente la norma civil establece la facultad de dirigir la acción contra los otros codeudores solidarios cuando en un primer momento se reclamó la deuda por entero contra uno sólo de ellos y éste deudor resultó insolvente". Es como si ante el concurso, conforme al criterio de Lorenzetti en el caso Daverede, se aceptara una simplificación de la litis vinculando directamente a los directores, sin necesidad de la demanda a la concursada, substancializando así la litis al uso desviado del recurso técnico formalizado por los controlantes. Pues si como señala en el apartado 10 de su voto “Su aplicación requiere la insolvencia de la sociedad… (y) aún en este supuesto es preciso acreditar el uso abusivo de la personalidad, pues no cabe descartar que la impotencia patrimonial haya obedecido al riesgo propio de la actividad empresaria”. Sin embargo similar solución, ante la insolvencia, sería aplicable –como en el otro caso que estamos comentado- para supuestos de simple responsabilidad de administradores. El criterio reseñado precedentemente fue desarrollado por el Tribunal citado supra en la causa “Pérez, Carlos A. c. S.E.A. Servicios Empresarios Argentinos S.A. y otros”33. VIII. Reflexiones sobre los criterios de atribución de la responsabilidad. VIII. 1. La interpretación a la luz de visiones opuestas. En esta inteligencia, siendo el lenguaje la más rica y compleja herramienta de comunicación entre los hombres, éste no siempre es utilizada correctamente tal como enseña Genaro Carrió34, quien recuerda que “...el jurista no divide con un cuchillo, sino con palabras, pues el ordenamiento jurídico se integra con textos y fórmulas.”. Así, cabe recordar que el derecho es un sistema que contiene reglas internas que deben respetarse para que sea posible predicar la juridicidad de una decisión. Desde la perspectiva de la hermenéutica jurídica cabe recordar que las reglas legisladas, ni siquiera cuando aparecen con el máximo grado de claridad y precisión posible, 33 34 Publicado en IMP 2006-11, 1427 - DIARIO-LA-LEY - LA LEY 2006-E, 804. Carrió, Genaro “Notas sobre derecho y lenguaje” Bs. As., 1990, Abeledo Perrot, Pág. 17. 15 16 abarcan la totalidad del derecho, pues emplean el único vehículo que pueden usar: un lenguaje genérico y abstracto. Por el contrario, la realidad de la vida humana, y por lo tanto, de la existencia social, es siempre concreta y particular por eso, lo que una ley apunta nunca adquiere plenitud de sentido antes de haber sido relacionado con los hechos efectivos35. Las normas jurídicas, como producto de la cultura humana, no pueden ser entendidas si se las “aísla” del medio que las ha originado y por ello, el derecho está unido al lenguaje, como vehículo para transmitir significado; y, el significado atribuido a los términos jurídicos está condicionado por presuposiciones tácitas en la forma de aspiraciones y valoraciones que existen en la cultura que rodea por igual al legislador y al juez. La clásica definición de la ley: “orden de razón tendiente al bien común dictada por quien tiene a su cargo el cuidado de la sociedad” 36, advierte que el bien común es la finalidad que busca toda norma de alcance general y allí encuentra su fuente de legitimidad. El bien común supera con creces la logicidad de las reglas “puras”, que hacen al orden de la legalidad del derecho positivo, y que ha sido considerado como la característica propia de la ciencia jurídica. No sólo la ley, sino todo el sistema jurídico en general y cada uno de sus componentes se orienta hacia el bien común que, de este modo, se convierte en causa final del derecho.37 Las afirmaciones antedichas, nos demuestran que laboralistas y comercialistas abordan éste problema de responsabilización de administradores y socios, frente al trabajador, desde paradigmas distintos o modelos jurídicos diferentes que no solamente se integran por el derecho positivo, sino también por los principios jurídicos, es decir aquellos valores éticos políticos que le dan su fundamento o justificación.38 VIII. 2. Responsabilidad de administradores, socios y controlantes a la luz del art. 54 de la L.S. De todo lo dicho precedentemente y el derecho judicial analizado se sigue que la imputación directa de la actuación desviada de la sociedad a los socios o controlantes que la hicieron posible importa que dichos socios o controlantes quedan obligados personalmente por las obligaciones de la sociedad pero ello no implica que se anule la personalidad societaria o que deba disolverse el ente. En rigor, lo que se pierde es la división patrimonial de primer grado entre el sujeto de derecho y sus integrantes, fundada positivamente en los arts. 39 del Código Civil y 56 de la Ley societaria, o sea, que la sociedad no desaparece del mundo jurídico y ello no es mas que la aplicación en el campos societario de los principios que rigen la inoponibilidad como especie de la ineficacia de los negocios jurídicos39. La norma sanciona a los socios y controlantes, con la consiguiente responsabilidad solidaria e ilimitada por los perjuicios causados, como consecuencia de la actuación de una sociedad con fines extrasocietarios o que constituya un recurso para violar la ley, el orden público, la buena fe o para frustrar los derechos de terceros. Así, cuando una persona jurídica apartándose de los fines para los que fue creada abusa de su forma para obtener un resultado no querido, violando derechos de terceros, está realizando un desvío indebido y abusivo de su personalidad. La doctrina de la penetración o doctrina de la desestimación de la persona jurídica 35 Recaséns Siches Luis, “Nueva Filosofía de la interpretación del derecho”, Mexico, Porrúa S.A., 1973, pág. 280. 36 S. Tomás, S. Th. I-2, q.94, a.4 c. 37 Vigo Rodolfo, “Las causas del derecho”, Abeledo Perrot, Bs. As. pág. 155. 38 Balonas Daniel, ob. Cit., pág. 31 y sig. Otaegui, Julio, Inoponibilidad de la Persona Jurídica en “Anomalías Societarias”, Advocatus, págs. 110. 39 16 17 puede aplicarse en el derecho del trabajo cuando detrás de la persona jurídica de un empleador se trata de cubrir la responsabilidad patrimonial del responsable, a través de la insolvencia o infracapitalización de la sociedad interpuesta. Las teorías de la inoponibilidad y de la responsabilidad de administradores en las aristas presentadas precedentemente, son parte de las aristas con las que titulamos este ensayo, donde al esbozar algunas de sus manifestaciones jurisprudenciales –y doctrinarias-, hemos tratado de dejar de lado múltiples cuestiones sobre la que ambos hemos incursionado con anterioridad, tratando de reflejar ciertas dificultades e impropiedades del tema que hoy son centro de discusiones de grandes juristas anglosajones y que podrían orientar futuros análisis: ¿hay realmente una teoría de la desestimación o inoponibilidad de la personalidad jurídica o sólo hay una visión más integral de la teoría general de responsabilidad vinculada a las múltiples expresiones de las relaciones de organización? Claro que siempre quedarán pendientes aspectos de imputabilidad que generan aristas del uso desviado de los centros de imputación y las relaciones de organización –o de empresa-. 17