INTRODUCCION Nos disponemos a celebrar en la Compañía de Jesús un “Año Jubilar” (3 de diciembre de 2005 a 3 de diciembre de 2006), que comprende una triple conmemoración: los 450 de la muerte de S. Ignacio de Loyola y los 500 años del nacimiento de S. Francisco Javier y del Beato Pedro Fabro, primeros compañeros del fundador de la Compañía. El Superior General de la Compañía, P. Peter-Hans Kolvenbach, con una sugerente carta, ha estimulado a todos los jesuitas a la fidelidad creativa en la vocación, señalando tres aspectos de la espiritualidad original de estos insignes hermanos nuestros. Él destaca en Ignacio, el combatir por Dios; en Francisco Javier, el llevar la luz de Cristo; en Fabro, orar muchísimo al Espíritu Santo. En nuestra Provincia jesuítica de Colombia, en continuidad con lo indicado por el P. Kolvenbach, se le ha aplicado a cada uno de ellos una palabra-clave: a Ignacio, el camino; a Javier, la misión; a Fabro, el espíritu. Con ocasión de esta misma celebración, el P. Provincial de la Compañía de Jesús en Colombia, Gabriel Ignacio Rodríguez, ha dispuesto que se actualizaran las Guías de Ejercicios elaboradas en 1991 por un equipo del Centro Ignaciano de Reflexión y Ejercicios (CIRE), para conmemorar el año ignaciano, con el fin de que los jesuitas de la Provincia que lo deseen puedan hacer, durante el presente año, los Ejercicios abiertos1, en la vida cotidiana, como una forma de disponer el espíritu para la celebración del Año Jubilar. ¿Por qué hacer los Ejercicios abiertos? Durante este período recordaremos especialmente a estos tres grandes santos jesuitas que llegaron a ser lo que fueron ‘en’ y ‘por’ los Ejercicios Espirituales. Ignacio, como autor inspirado y como modelo ejemplar en la práctica de los mismos; Javier, como el hombre inflamado por el Rey Eterno y Señor universal para acompañarlo en la misión a fin de ganar todo el mundo para Cristo. Y Fabro, el confundido amigo de Iñigo en París, que no sabía qué quería en la vida, aprendió en los Ejercicios el arte del discernimiento de tal manera que llegó a ser maestro espiritual y, según el mismo Ignacio, el que mejor los daba. Ignacio, tan poco ponderativo en su lenguaje ordinario, exhortando a practicar los Ejercicios Espirituales completos a Miguel Miona, confesor suyo durante su permanencia en Alcalá y futuro jesuita, le escribía: “siendo todo lo mejor que yo en esta vida puedo pensar, sentir y entender, así para el hombre poderse aprovechar a sí mesmo como para poder fructificar, ayudar y 11 Así llama Luis Gonçalves da Câmara en su Memorial de recuerdos ignacianos, a los Ejercicios dados según la modalidad de la Anotación 19. Relata una conversación con San Ignacio sobre la conveniencia de dar los “Ejercicios abiertos” a personas de quienes se espera que pueden llegar a seguir el camino de la perfección. Y explica: «Llamo Ejercicios abiertos, cuando el que los recibe no está totalmente recogido, sino que emplea tan solo algún tiempo en las meditaciones, saliendo también a atender sus ocupaciones». Recuerdos Ignacianos. Memorial de Luis Gonçcalves da Câmara, 311. Colección MANRESA, 7. Versión y comentarios de Benigno Hernández Montes, S.J. Mensajero-Sal Terrae. Se distinguen de los Ejercicios completos según la Anotación 20, que se hacen cuando la persona se aparta «de todos amigos y conocidos y de toda solicitud terrena; así como mudándose de la casa donde moraba, y tomando otra casa o cámara, para habitar en ella cuanto más secretamente pudiere». Son Ejercicios “en-cerrados”; en “apartamiento”, como dice San Ignacio. 2 aprovechar a otros muchos; que cuando para lo primero no sintiésedes necesidad, veréis sin proporción y estima cuánto os aprovechará para lo segundo” 2. Por consiguiente, nuestra mejor respuesta a la gracia especial que nos ofrecerá el Año Jubilar será hacer los Ejercicios completos en la modalidad de Ejercicios abiertos (cf EE, anotación 19). Será sin duda alguna, un año de renovación espiritual y apostólica, para la Compañía; y podríamos decir que constituye también un “signo de los tiempos” o paso de Jesús por nuestra vida. En los Ejercicios de mes del Noviciado nacimos como “compañeros de Jesús”. Completamos, con la misma experiencia fuerte de Dios, nuestra formación integral en la Tercera Probación. Y será ella también, la más rica experiencia interior que podamos hacer durante nuestra formación permanente. Porque el jesuita se hace y se rehace con los Ejercicios. Los padres antiguos solían decir: «si algún jesuita ha decaído en el espíritu de la Compañía que vuelva a hacer los Ejercicios». Se nos presentan, pues, ellos, como la mejor manera de asegurar la “fidelidad creativa” en nuestra vocación a la Compañía. En esta fuente espiritual bebieron nuestros tres santos que ahora recordamos especialmente. De ella recibieron un sello indeleble todos nuestros hermanos jesuitas que más se distinguieron en vivir y trabajar por la mayor gloria de Dios, e incontable número de hombres y mujeres que a lo largo de estos años han vivido la experiencia de los Ejercicios. Un punto esencial en cualquier modalidad en que se hagan los Ejercicios ignacianos es el “acompañamiento espiritual” durante ellos. Los Ejercicios “se dan y se reciben siempre”, como lo afirman prácticamente todas las anotaciones; se “conversa en ejercicios”, solía decía Fabro. El padre Juan de Polanco, por muchos años secretario de la Compañía y profundo conocedor de la mente de San Ignacio, escribe en su Directorio de Ejercicios: «No ignore el que se ejercita que entre las cosas que sirven mucho para merecer la gracia de Dios está la humildad, con la que se manifiesta a su instructor para que le instruya, y así mismo le obedece…pues es prudencia espiritual en cada uno, el buscar como juez en el propio negocio a otro distinto de sí mismo…pero la ayuda de otro es principalmente necesaria a aquellos que, no estando versados en las cosas espirituales, empiezan a entrar en la vida espiritual; por esto aconsejan los doctores, antes no entrar en este camino, que hacerlo sin maestro»3. El mismo Ignacio, al hacer su propia experiencia fundante de los Ejercicios en Manresa, acudía a su confesor y buscaba también personas espirituales para hablar con ellas y poder conocer en esta forma, qué espíritu lo conducía a él. Posteriormente “conversó en ejercicios” con Javier, con Fabro y con otros de los primeros compañeros. De ahí la importancia decisiva del discernimiento espiritual en la vida de estos tres compañeros de Jesús. Este diálogo espiritual se hace sintiéndose Iglesia, porque como mediación eclesial humana que es, expresa concretamente la manera de sentir con la Iglesia y en la Iglesia. El Espíritu y la Iglesia para Ignacio siempre fueron inseparables. Los Ejercicios hechos con toda generosidad durante el “Año Jubilar” serán, pues, para todos nosotros, “espíritu, camino y misión”. 2 3 Carta al P. Manuel Miona, 16 de noviembre de 1536. Obras Completas, BAC, 5ª. edición, p. 736 POLANCO, JUAN ALFONSO, Directorio de Ejercicios, n.34. 3 Las Guías y anexos para acompañar los Ejercicios El texto que ahora presentamos es fruto del trabajo que durante un año realizó la comisión formada para cumplir el encargo del P. Provincial de actualizar y reelaborar las Guías y Anexos que se habían preparado para el año ignaciano en conmemoración del quinto centenario del nacimiento del fundador de la Compañía. Ha sido una esmerada revisión en equipo, encaminada a incorporar nuevos textos pertinentes sobre los Ejercicios y la espiritualidad ignaciana y a reformular numerosas sugerencias para hacer y acompañar los Ejercicios hoy. Aunque muchos de esos textos hacen referencia concreta a la Compañía de Jesús y a las orientaciones de sus recientes Congregaciones Generales y de los Superiores Mayores, Pedro Arrupe y Peter-Hans Kolvenbach, en su contenido fundamental son valiosos instrumentos para toda persona que quiera practicar los Ejercicios ignacianos. En total, se han preparado 36 Guías para acompañar todo el itinerario de las semanas o partes en que se dividen los Ejercicios (cf EE 4), siguiendo el modo y orden establecido en el texto mismo. Cada Guía ofrece material de meditación o contemplación para una semana, indicando el fin que se pretende, la gracia que se ha de pedir, el texto ignaciano correspondiente y sugiriendo algunas lecturas de la Sagrada Escritura, de la Compañía de Jesús o de otras fuentes. Cada ejercitante, de acuerdo con la persona que acompaña su experiencia y siguiendo la indicación ignaciana de que según las circunstancias de tiempos y personas conviene algunas veces acortar y otras alargar las semanas, podrá determinar el mejor uso de las Guías y la duración de su experiencia de Ejercicios abiertos. Las Guías son útiles no solo para las personas que hagan los Ejercicios en la vida; también podrán servirse de ellas, como manual de consulta apropiadamente seleccionado en cada caso, las personas que hacen la experiencia de ocho o diez días y aun quienes, terminados los Ejercicios, desean continuar su oración diaria con este mismo material. Al final de las 36 Guías se encontrarán también 16 Anexos, que son textos escogidos para la lectura espiritual y para profundizar en la comprensión de algunos de los temas que se proponen en las mismas.