Documento del programa ACCEPTA.

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Laura Cardona i Bonet
El programa Accepta de atención a personas con
discapacidad intelectual afectadas por el Régimen
Penal Penitenciario
1.
Introducción
La Federación Catalana Pro Personas con Retraso Mental (APPS)
es una organización no gubernamental que tiene como misión la promoción, potenciación, coordinación y atención de las asociaciones y
entidades de iniciativa social que tengan por objetivo velar y defender
los derechos y la normalización de las personas con discapacidad intelectual de Cataluña.
APPS es una entidad sin ánimo de lucro constituida en marzo de
1973. Fue declarada de utilidad pública en 1983 y recibió la Creu de
Sant Jordi de la Generalitat de Catalunya en 1990. En 2004 contaba
con cerca de 250 entidades federadas.
El programa Accepta, enmarcado en el área de Desventaja Social
de la Federación, se inició en el año 1995 al constatar la existencia de
un colectivo de personas con discapacidad intelectual que cumplían
condenas en los centros penitenciarios y que no recibían la atención
especializada que necesitaban. Su desarrollo comenzó con la contratación de una psicóloga que se desplazaba a los centros penitenciarios y
evaluaba a los internos para detectar los casos de posibles disminuidos.
A partir de una primera aproximación al índice de prevalencia, que
apuntaba al 1% de la población penitenciaria, APPS decidió iniciar
actividades especializadas de rehabilitación y atención a los nuevos
usuarios del programa dentro de dos grandes centros: Quatre Camins
y Can Brians. Ocho años después, se cuenta con un equipo de siete
personas dedicadas a intervenir con este colectivo. El equipo está formado por una coordinadora del programa, una psicóloga, un trabajador social y cuatro educadores.
Los objetivos del programa son los siguientes:
– Ayudar al cumplimiento del Código Penal, que establece que una
persona con discapacidad intelectual debe cumplir condena en un
recurso alternativo a la prisión, adecuado a sus necesidades.
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– Mejorar la calidad de vida del colectivo.
– Ayudar a su integración social y laboral, estableciendo puentes
con el exterior y buscando recursos que faciliten su salida de prisión y
su reinserción.
Actualmente, el programa atiende a tres colectivos de personas
con discapacidad intelectual: internados en los centros penitenciarios
catalanes; personas derivadas por el Servicio de Medidas Penales
Alternativas y de los centros de justicia juvenil; y personas integradas en entidades del sector que cometen un delito y están pendientes
de juicio. Por tanto, se atiende, por un lado, a personas que ya han
sido condenadas y permanecen recluidas en los centros penitenciarios, y, por otro, a personas que están pendientes de juicio o a las que
se ha decretado una medida penal alternativa tras haber cometido un
delito.
Como hemos explicado, el objetivo principal es evitar el ingreso
en prisión de estas personas e intentar que el usuario pueda recibir un
tratamiento rehabilitador que prevenga la comisión de un nuevo delito. Esto no puede darse sin una intervención integral por parte de los
distintos agentes que participan en su proceso rehabilitador.
2.
Actividades de atención directa al usuario
DENTRO DE LOS CENTROS PENITENCIARIOS
Antes de la incorporación al programa, se debe oficializar el diagnóstico del usuario, haciendo las gestiones oportunas con el ICASS
(Departamento de Bienestar y Familia); una vez que los educadores
han realizado la tutoría, el usuario pasa a formar parte del programa. A
partir de ese momento se elabora el plan de intervención personalizado con la persona, que se incorpora a uno de los grupos de trabajo de
Quatre Camins o Can Brians, atendidos por una pareja de educadores
especializados.
Dentro del centro, los educadores sociales se encargan de autorizar el caso, velan por que el usuario esté convenientemente atendido
en su proceso, informan a los responsables penitenciarios de su situación y planifican su devenir en el centro (permisos, salidas programadas, necesidades económicas, conflictos, etc).
Cuando los datos de cumplimiento y el proceso personal del
usuario permiten iniciar la preparación de la excarcelación, el tra-
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bajador social del programa inicia la búsqueda de recursos formativos, laborales y/o residenciales, así como el trabajo con la familia,
si no se había realizado previamente y, por supuesto, si esta existe.
Por otra parte, una vez derivado al recurso externo, se realiza un
seguimiento exhaustivo del caso prestando apoyo a la entidad de
acogida.
FUERA DE LOS CENTROS PENITENCIARIOS
Cuando un usuario está pendiente de juicio, o bien tiene una medida penal alternativa, el trabajador social inicia su intervención con
la búsqueda del recurso que permita evitar su ingreso en prisión. Si la
persona aún no ha sido juzgada, se contacta con el abogado defensor
para facilitarle informes y orientarlo respecto a la condición de persona con disminución, para que estas circunstancias sean tenidas en
cuenta a la hora de dictar sentencia.
3.
Consideraciones generales
Hemos de tener en cuenta que el entorno penitenciario suele ser
hostil frente a las dificultades, especialmente frente a la disminución,
pues presuponen una lentitud y una dificultad en la adaptación al
medio penitenciario, adaptación que es necesaria para la supervivencia
psíquica del individuo. Esto ocurre especialmente cuando se trata de
personas con inteligencia límite, que tienen más dificultades para asumir su disminución. Sus limitaciones pasan más desapercibidas ante el
resto de los internos, de manera que a menudo adoptan actitudes de
imitación de líderes y pasan a formar parte de grupos de presión, en los
que, inevitablemente, son utilizados por estos como chivos expiatorios. Solo en casos puntuales es este usuario quien extorsiona y ejerce
de líder.
En la mayor parte de los casos, el interno detectado –ya usuario–,
cuando es visitado por los educadores y se le comunica que puede
incorporarse al programa, vive con alegría el sentirse acompañado y
ayudado en sus dificultades cotidianas.
La frecuencia de las visitas y la atención directa que reciben los
internos son muy limitadas, debido a la elevada ratio que corresponde
a cada profesional penitenciario. En consecuencia, ni aun con la mejor
voluntad es posible prestar una atención individualizada a los colectivos que, como este, tienen necesidades especiales.
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4.
Derivación
La dificultad de derivar estriba, fundamentalmente, en la limitada
disponibilidad de recursos residenciales adaptados para estos casos,
donde puedan ser atendidos como personas con discapacidad intelectual y, al mismo tiempo, se les proporcione un marco de contención
física, normativa y humana que facilite el abordaje de otros diagnósticos asociados o añadidos, especialmente las enfermedades mentales,
los trastornos de personalidad y las drogodependencias.
5.
Pronóstico
Es muy importante entender este colectivo en toda su complejidad,
para no caer en el error de evaluar los resultados en términos reduccionistas. A menudo esta complejidad los lleva a prisión, precisamente porque un centro penitenciario es el recurso de máxima contención
que existe, aunque inicialmente no haya sido pensado como recurso
social, sino punitivo, de aislamiento y protección de la sociedad. En
este sentido, hemos de tener en cuenta que algunos usuarios quieren
regresar al centro penitenciario cuando, una vez en el exterior, no reciben la contención que necesitan.
El pronóstico de buena evolución del caso debe realizarse a partir
de otros indicadores, siempre partiendo de la idea de que, sea positiva
o no esa evolución, tenemos la responsabilidad ineludible de atender a
este colectivo y de trabajar con él para evitar un mayor deterioro.
También se debe tener presente que algunos casos no podrán ser externalizados, dada su gran peligrosidad social: se deben detectar y se debe
desarrollar una actuación coherente y honesta tanto con ellos como
con la sociedad. Hemos de prever que, para estos casos, el centro penitenciario es el recurso necesario, y así hemos de asumirlo como parte
de un trabajo desarrollado entre todos de manera responsable. Para
estos casos, hemos de prever la necesidad de atención y apoyo a sus
necesidades y proceso dentro de los centros penitenciarios, con la
colaboración de las entidades implicadas. Sus graves dificultades y su
responsabilidad penal no deben condicionar la atención especializada,
de la que la Administración no es responsable.
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MISCELÁNEA
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