"Expresionismo" es un término aplicado en la historia del arte a un movimiento del que participaron un grupo de pintores de origen nórdico y especialmente alemán de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Ellos privilegiaron el color y la fuerza “expresiva" de la imagen por encima de la fidelidad a la forma. Esta es quizás la mejor forma de denominar al "Bad Painting", término acuñado en los años 80 para describir el despertar en la pintura, de la figuración y el color. También de la pasión, la ironía y la materia, adormecidas tras el conceptualismo y las diferentes abstracciones, predominantes en la capital de la escena del arte que es el Nueva York de la postguerra, a partir del año 1945. Simplificando, en los comienzos de la década del ´80 solo el "pop-art" y el realismo, poco promocionado por la crítica de arte pero siempre presente en la pintura norteamericana, eran islas en un mar abstracto, que también incluía la “abstracción expresionista" quizás su corriente más importante; hasta que surge a mediados de la década del 70 de una nueva figuración expresionista. El "expresionismo" en la obra de Slonem es único y diferente. Es una síntesis de elementos, de influencias de la abstracción y figuración mencionadas. Su pintura es opulenta, llena de colores y formas, así como su personalidad es extrovertida, reconocible y vital. Las telas están pobladas de animales, innumerables pájaros, follajes, mariposas y formas. Con abundante materia y relieves: rayas verticales y diagonales hechas quizás con las puntas de sus pinceles. Sin embargo, no hay desorden en sus obras. Sí, un admirable ritmo producto de las tramas y la repetición de figuras de un solo tipo, con pequeñas variaciones, sobre fondos monocromos en apariencia. Su campo de trabajo no se limita solo a las telas gigantes, sino también a las instalaciones, vidrieras de grandes almacenes, murales, hasta marcos barrocos tardíos de todos los tamaños, encontrados en algún mercado de pulgas. Cualquier espacio es susceptible de ser transformado en arte por su mano, incluyendo su propia casa: un loft de Nueva York, de enormes proporciones y ventanales en la zona de Chelsea, pintado de diferentes colores en cada ambiente y con la más grande terraza sobre el río Hudson de la ciudad. Allí conviven con el artista los elementos que pueblan sus cuadros. Las aves y plantas, sus colecciones de objetos, muebles neogóticos y cajas de mariposas del siglo pasado. Este loft ha sido fotografiado hasta el cansancio por las grandes revistas y publicaciones del norte, de Nueva York a Moscú. Nada en su obra denota improvisación, sino un cuidadoso planteo del espacio y manejo de los materiales, quizás producto de su formación. Recibió su título de Bachiller en Artes de la Tulane University of Lousiana y estudió pintura en la Skowhegan School de pintura y escultura. Quizás la fascinación de este artista estadounidense -nacido en 1951 en Kittery, Maine- por la naturaleza exuberante y el color, provenga de su infancia en Hawaii y sus estadías en México y Nicaragua, que dejaron una huella en su personalidad y en su pintura. Alejandro Furlong Curador