24 de febrero de 2014 Santo Domingo, R.D. En el marco legal vigente el Estado no necesita una nueva ley para intervenir como generador en la industria eléctrica dominicana El proyecto enviado al Congreso de la República por el Poder Ejecutivo autorizando la participación provisional del Estado como promotor, titular y/o propietario, directa o indirectamente, en la actividad de generación de electricidad a través de la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE) y que modifica de hecho la Ley General de Energía Eléctrica No. 125-01, para disponer nuevas condiciones de su intervención en la generación termoeléctrica es, indiscutiblemente, de naturaleza controversial y por su trascendencia, debería ser objeto de conocimiento, debate y consenso, en el contexto del Pacto Eléctrico Nacional, tal como lo ordena la Ley de Estrategia Nacional de Desarrollo. Bajo el marco legal vigente, el Estado y la CDEEE tienen múltiples formas de realizar inversiones de generación eléctrica. La primera forma de inversión podría ser a través de las empresas generadoras capitalizadas, EGEHAINA y EGEITABO, lo cual tiene el componente positivo de que las inversiones podrían ser coordinadas con los dos más grandes agentes en el mercado eléctrico. Por tanto, no es correcto argumentar que el Estado o la CDEEE están prohibidos o imposibilitados de realizar inversiones de generación eléctrica. Una opción como esta tendría, además, un resultado financiero adicional y ventajoso a favor del Estado dominicano, porque no solo es beneficiario de algo más del 50% de los beneficios de esas empresas, sino también el receptor de los impuestos a que la ley obliga. 1 La segunda forma de inversión estatal bajo el actual marco jurídico podría ser través de las empresas distribuidoras de electricidad (EDESUR, EDENORTE y EDEESTE) que pueden realizar inversiones en generación de electricidad con capacidad de hasta el 15% de la demanda máxima del mercado por cada empresa distribuidora. Como la demanda máxima actual ronda los 1,800 megavatios, el Estado y CDEEE podrían invertir en plantas generadoras de hasta unos 810 megavatios, lo cual es muy superior a la capacidad de las plantas de carbón que la CDEEE ha licitado recientemente (600 megavatios). En este como en todos los casos, las empresas distribuidoras solo podrían comprarle la electricidad a sus propias empresas generadoras a través de licitaciones públicas supervisadas por la Superintendencia de Electricidad (SIE). Este proyecto de ley parece inscribirse en la tendencia que convierte en cada vez menos transparente las transacciones en el mercado eléctrico. En este caso el proyecto de ley excluye la CDEEE del escrutinio, transparencia y rendición de cuentas que implican los procedimientos y plazos establecidos tanto en la Ley General de Electricidad No. 125-0, como en la de Compras y Contrataciones de Bienes, Servicios, Obras y Concesiones del Estado No. 340-06. Esta exención se hace explícitamente en el artículo 3 de dicho proyecto de ley, afectando con ello el marco legal que refiere la garantía del sistema que prohíbe la competencia desleal en el mercado. El precedente más importante que refleja la falta de transparencia fue la puesta en práctica de compra de energía no licitada públicamente por parte de las empresas distribuidoras, a través de contratos de corto plazo con empresas generadoras seleccionadas. Este tipo de contratación no está prohibido por la ley, pero no es contemplado explícitamente. En todo caso, los términos y precios de estos contratos no se han hecho de público conocimiento ni se sabe si el regulador (SIE) u otra entidad fiscalizadora estatal, han ejercido algún tipo de supervisión a este procedimiento. El proyecto de ley introduce otros aspectos conflictivos o ajenos al ordenamiento jurídico e institucional prevaleciente en el mercado eléctrico. Por ejemplo, cita como vista la Ley No.848, 2 sobre el Funcionamiento de los Servicios de Utilidad Pública, del 21 de febrero del 1935, una ley que fue implícitamente derogada por la Ley General de Electricidad 125-01, ya que es de un espíritu y visión anacrónicos, a la vez que contradice el ordenamiento económico del mercado eléctrico establecido en la ley citada. Constituye un elemento de trascendencia el carácter de provisionalidad que asigna a la proyectada nueva incursión estatal en el mercado eléctrico, lo cual ni se define ni explica en ninguna parte de la propuesta legislativa. Finalmente, es absolutamente contrario al interés nacional, al desarrollo institucional del país y a la garantía del Estado como administrador y regulador del estratégico sistema nacional eléctrico, que se promueva e imponga la tendencia de despojar a la Comisión Nacional de Energía (CNE) de parte de sus funciones legales como ente planificador del sector energético y, en particular, del mercado eléctrico. Esto se agrega a la incertidumbre en que se encuentra el marco institucional general del sector desde que se aprobó, promulgó y luego se suspendió la aplicación de la Ley de Creación del Ministerio de Energía y Minas. El país y los sujetos protagónicos del sector deben ser parte de la discusión directa de estas decisiones, que refieren una cuestión de importancia cardinal para la articulación de las políticas públicas a que obliga la Constitución de la República y la Estrategia Nacional de Desarrollo. Por el Equipo de Investigación del ODPP-UASD, Fernando A. Peña S. Maritza Ruiz Edwin Croes Hernández Clara Emilia Sánchez 3