d•cima parte: de las medidas conservativas que

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DECIMA PARTE: DE LAS MEDIDAS CONSERVATIVAS QUE
CORRESPONDEN A LOS INTERESADOS.
1.- Generalidades.
La ley consagra varias medidas cautelares o de carácter
conservativo, a fin de que quienes crean tener interés en la sucesión,
puedan ejercer sus derechos sin soportar un detrimento del patrimonio del
causante. Todas ellas buscan la integridad y preservación de los bienes
dejados por el causante, para evitar que los mismos sean sustraídos u
ocultados. Ello interesará preferentemente a los herederos y a los
acreedores (puesto que en el caso de éstos, sus créditos se harán efectivos
sobre todos los bienes del causante).
2.- Características de las medidas conservativas.
a) Corresponden a todos los interesados en la sucesión: art. 1222, “...todo
el que tenga interés en ella, o se presuma que pueda tenerlo...” Dado lo
anterior, el que requiere estas medidas no se encuentra obligado a
acreditar derechos en la sucesión; basta con invocar un interés supuesto o
presuntivo.
b) Todas las medidas conservativas tienen por objeto asegurar el
patrimonio sucesorial. Se trata de impedir que los bienes dejados por el
causante se deterioren, sustraigan u oculten.
c) Las medidas conservativas son provisionales. Algunas de ellas cesan
cuando se han adoptado los resguardos necesarios; otras, que tienen
carácter permanente, como el inventario, son provisionales sin embargo,
es decir, pueden modificarse o complementarse.
d) Las medidas conservativas no confieren derechos. Ellas tienen una
finalidad de custodia, prueba y seguridad, pero no otorgan derechos a los
peticionarios.
e) Se decretan judicialmente. Requieren de una sentencia que las ordene.
3.- Medidas conservativas en nuestra legislación sucesoria.
Tres son las medidas conservativas establecidas en nuestra
legislación sucesoria:
a) La guarda o aposición de sellos.
Tiene por objeto asegurar los bienes del difunto en el espacio de
tiempo que sigue a su muerte y antes de que pueda practicarse inventario.
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b) El inventario.
Persigue tener una relación precisa de los bienes que comprenden el
patrimonio de la sucesión, ya que son ellos los que se transmiten a los
herederos y los que pueden los acreedores mantener separados en función
del cumplimiento de las obligaciones o deudas hereditarias.
c) La herencia yacente.
Impide que el patrimonio del causante quede sin un curador que se
haga cargo de cuidarlo y administrarlo, adoptando las medidas urgentes.
a) Guarda o aposición de sellos.
a.1) Concepto.
El art. 1222 se refiere a esta medida conservativa. Consiste en que
después de efectuada la apertura de la sucesión y mientras no se hace
inventario solemne de los bienes hereditarios, todos los muebles y papeles
de la sucesión se guardan bajo llave y sello, a fin de que no desaparezcan,
se deterioren u oculten.
Cabe señalar que una cosa es la guarda y otra la aposición de sellos.
Una consiste en dejar bajo llave los bienes muebles y papeles del causante
para su debida custodia. La otra, en sellar las dependencias en que se
encuentran ubicados dichos bienes y papeles. Nada impide, por ende, que
se solicite sólo una de ellas.
a.2) Quién puede pedirla.
Puede hacerlo toda persona natural o jurídica que tenga o presuma
tener interés en una sucesión. Entre ellos, los herederos; el albacea (el art.
872 del CPC establece que si el albacea o cualquier interesado pide que se
guarden bajo llave y sello los papeles de la sucesión, el tribunal así lo
decretará; aún más, Rodríguez Grez estima que la ley impone la obligación
de pedirla al albacea, dado el tenor del art. 1284); los acreedores, a fin de
que sus derechos no sean burlados por los herederos, razón por la cual,
observa Somarriva, se la menciona generalmente entre los derechos
auxiliares que tienen los acreedores para defender sus créditos (pareciera
que para este autor, esta medida está establecida fundamentalmente para
los acreedores del causante).
a.3) Desde cuando y hasta cuando puede pedirse.
Puede pedirse desde el momento mismo en que fallece el causante,
es decir, desde la apertura de la sucesión. Por ello, algunos autores, como
Somarriva, la tratan en el capítulo “De la apertura de la sucesión”. Cabe
advertir que ninguna medida conservativa puede pedirse antes que se abra
la sucesión, ya que en vida del causante nadie tiene derechos sucesorios
sobre sus bienes, sino sólo meras expectativas.
La medida conservativa de guarda y aposición de sellos, subsistirá
hasta que se haga inventario solemne, pues desde entonces queda ya
prueba preconstituida de la existencia de los bienes, sin perjuicio de poder
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volver a reclamarla en caso de que aparezcan nuevas dependencias del
causante, de que no se tuvo noticia al momento de practicarse dicho
inventario.
a.4) Bienes que comprende la guarda y aposición de sellos.
El art. 1222 nos dice que se guardan bajo sello y llave los muebles y
papeles de la sucesión; esta medida conservativa no se extiende entonces a
los inmuebles.
Respecto de los bienes muebles, el principio enunciado tiene dos
excepciones:
• Según el inc. 2º del art. 1222 e inc. final del art. 873 del Código de
Procedimiento Civil, no se guardarán bajo llave y sello los muebles
domésticos de uso cotidiano, pero se formará lista de ellos (o sea, se
inventarían por el funcionario a cargo de la diligencia); la razón de la
excepción estriba en no perjudicar a las personas que vivían con el
causante.
• En conformidad al art. 874 del CPC, el tribunal puede, si lo estima
conveniente, eximir también el dinero y las alhajas de la formalidad
de la guarda y aposición de sellos. En tal caso, mandará depositar
estas especies en un Banco o en las arcas del Estado, o las hará
entregar al administrador o tenedor legítimo de los bienes de la
sucesión.
Puede ocurrir que los bienes del causante se encuentren esparcidos
dentro del territorio jurisdiccional de varios jueces de letras. En este caso,
la guarda comprende los bienes que se hallaren en las dependencias del
causante, pudiendo el juez ante el cual se abrió la sucesión, a instancias
de cualquier interesado, dirigir exhortos a los jueces de otros territorios
jurisdiccionales para proceder a la guarda, mientras se practica inventario.
De tal modo, la guarda comprende las dependencias de la persona
fallecida y toda otra dependencia en que puedan existir bienes del
causante. En todo caso, el único juez competente para decretar esta
medida conservativa es el juez del lugar en que se abre la sucesión. Los
demás jueces tienen una competencia delegada.
a.5) Tramitación de la solicitud y procedimiento de guarda y aposición de
sellos.
El procedimiento está establecido tanto en el Código Civil como en el
Código de Procedimiento Civil. Puede sintetizarse como sigue:
• La guarda o aposición de sellos debe ser decretada por el juez
competente, entendiéndose por tal el del lugar en que se abre la
sucesión (sin perjuicio de la competencia delegada a que aludíamos
precedentemente).
• Decretada esta medida conservativa, ella debe realizarse por el juez,
o comisionando para este efecto a su secretario o a un notario
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•
•
•
•
•
público del territorio jurisdiccional en que se desempeñe el juez. En
los dos últimos casos, el secretario o el notario deberá “asociarse”
con dos testigos mayores de edad, que sepan leer y escribir y sean
conocidos del funcionario (art. 872 Código de Procedimiento Civil).
El juez, el secretario o el notario procederán a cerrar materialmente
las dependencias del fallecido, sellándolas de manera que no sea
posible quebrantar los sellos sin que ello sea advertido. Para
practicar estas diligencias no será necesaria la presencia de los
interesados (art. 875 del Código de Procedimiento Civil).
Practicada la guarda y puestas bajo llave las dependencias del
causante, el juez designará una persona de “notoria probidad y
solvencia” que se encargue de la custodia de las llaves, o éstas se
depositarán en el oficio del secretario (art. 872, 2º del Código de
Procedimiento Civil).
La ley ha previsto el hecho de que se deduzca oposición a la
diligencia, estableciendo que ésta no suspenderá o impedirá la
realización de la guarda y aposición de sellos (art. 873 del Código de
Procedimiento Civil).
Los recursos que se deduzcan contra la resolución que ordena la
diligencia, se concederán en el solo efecto devolutivo (art. 873, 3º del
Código de Procedimiento Civil).
La ley faculta expresamente al funcionario que realiza la diligencia,
para que pesquise entre los papeles del difunto, su testamento. Cabe
advertir que ésta es la única indagación o registro que puede hacer
el funcionario (art. 873, 2º del Código de Procedimiento Civil).
La ley ha previsto especialmente la forma en que debe procederse a
la ruptura de los sellos y apertura de la guarda. Ello deberá hacerse
judicialmente, con citación de las personas que pueden tomar parte
en la facción de inventario. Los codueños de los bienes que deben
inventariarse se citarán personalmente, si residen en el mismo
territorio jurisdiccional del tribunal que decretó la medida; los
demás, serán citados por avisos publicados durante 3 días en un
diario de la comuna o de la capital de provincia o de la capital de
región, cuando allí no los haya (arts. 876 y 860, del Código de
Procedimiento Civil).
Las costas de la diligencia gravarán los bienes de toda la sucesión, a
menos que la diligencia determinadamente recaiga sobre una parte
de ellos, en cuyo caso gravarán esa sola parte (art. 1224).
Lo anterior no tiene nada de extraño, porque de conformidad al art.
959 y art. 4º de la Ley número 5.247, los gastos de apertura de la
sucesión constituyen una baja general de la herencia.
a.6) Violación de sellos y quebrantamiento de guarda.
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Desde luego, quien quebranta la resolución judicial que ordena
mantener la guarda, comete el delito tipificado en el art. 240, 2º del CP
(reclusión menor en su grado medio a máximo).
A su vez, el que rompa los sellos puestos por la autoridad, incurrirá
en el delito tipificado en los arts. 270 (reclusión menor en su grado mínimo
y multa) y si lo hace con violencia en las personas, en el delito tipificado en
el art. 271 del CP (reclusión menor en su grado máximo y multa).
Los delitos mencionados, no excluyen la responsabilidad penal y civil
que pueda originar la sustracción de especies en custodia.
b) Inventario.
b.1) Concepto y regulación.
El inventario que debe practicarse es, por regla general, solemne:
arts. 1225, 2º; 1250, 2º. El inventario solemne está regulado en los arts.
858 a 865 del Código de Procedimiento Civil. Nos referiremos a él con
mayor detalle cuando estudiemos el beneficio de inventario.
Cabe señalar que el inventario solemne supone un decreto judicial,
la intervención en su elaboración de un funcionario público competente y
el cumplimiento de las formalidades contempladas en la ley. Se encuentra
definido en el art. 858 del Código de Procedimiento Civil.
Somarriva, ampliando la definición legal, señala que el inventario
solemne es aquél que se efectúa previo decreto judicial ante un ministro de
fe y dos testigos, previa publicación de tres avisos en el periódico y citación
de los interesados, y protocolización en una notaría.
b.2) Finalidad.
Se trata de hacer una relación detallada y descriptiva de los bienes
que componen el as hereditario. Constituye, por lo mismo, una valiosa
prueba para acreditar los bienes de la sucesión. En todo caso, previene el
art. 385 que la incorporación de los bienes en el inventario no hace prueba
en cuanto al dominio de los mismos. Al respecto, Rodríguez Grez estima
que si bien no se prueba el dominio, la circunstancia de que un bien sea
inventariado constituye presunción de la posesión que sobre él tenía el
causante. Y por ende, conforme al art. 700, también haría presumir el
dominio. Así las cosas, mientras no se pruebe lo contrario, se presume que
los bienes inventariados pertenecen a la sucesión.
b.3) Acuerdo para no hacer un inventario solemne.
Por acuerdo unánime de los interesados en la sucesión, siempre y
cuando sean capaces de administrar sus bienes, puede decidirse que no se
haga inventario solemne: art. 1284. En este caso, el inventario simple que
se haga, tendrá el valor probatorio que la ley le asigna a los instrumentos
privados (art. 346 Código de Procedimiento Civil).
c) La herencia yacente.
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c.1) Definición.
Se trata de una medida esencialmente transitoria, de carácter
administrativo y establecida en función de los intereses comprometidos
cuando no existe quien se haga cargo de los bienes dejados por el
causante en calidad de heredero.
Somarriva la define como aquella herencia que no ha sido aceptada
en el plazo de 15 días por algún heredero, siempre que no exista albacea
con tenencia de bienes designado en el testamento, o si lo hay, no ha
aceptado el albacea el cargo. Cabe prevenir que este autor trata de esta
institución en el capítulo de la aceptación y repudiación de las
asignaciones, y específicamente dentro de las reglas particulares de las
herencias.
Rodríguez Grez la concibe como un patrimonio sucesorial de
titularidad incierta, al cual la ley da un curador especial en espera de que
se fije su destino definitivo.
Esta institución abre camino a los que piensan que nuestra
legislación civil contempla los llamados “patrimonios de afectación”, que
existen en función de un conjunto de relaciones jurídicas,
independientemente de la existencia de un titular.
c.2) La herencia yacente no es persona jurídica.
Hay quienes piensan que la herencia yacente sería una persona
jurídica, que surgiría de la resolución que declara yacente la herencia y
que estaría judicial y extrajudicialmente representada por el curador
designado para su administración. Las razones que aducen quienes así lo
creen, son las siguientes:
• Un patrimonio -en cuanto atributo de la personalidad- no puede
subsistir sin el titular a cuyo amparo existe. No se concibe en la
legislación chilena un patrimonio carente de titular. En
consecuencia, la herencia que no tiene titular se transforma en
persona jurídica mientras se define su situación.
• El tenor del art. 2509, 2º: “Se suspende la prescripción ordinaria en
favor de las personas siguientes: 3º La herencia yacente”. La ley
reconocería entonces la calidad de persona jurídica de la herencia
yacente. Se agrega a lo anterior que la suspensión es un beneficio
que debe necesariamente aprovechar a un sujeto de derecho,
resultando inconcebible que éste aproveche a un bien determinado o
a un conjunto de bienes.
• El tenor del art. 2500, 2º: en él, la ley atribuiría la mera tenencia a
la herencia yacente, la que detentaría la cosa en nombre del
heredero. Ello no podría ocurrir si no se reconoce la personalidad
jurídica a la herencia yacente, puesto que resulta absurdo que un
conjunto de bienes pueda ser “mero tenedor” y detentar una cosa a
nombre de otro (art. 714).
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•
El tenor del art. 2346: “Se puede afianzar a una persona jurídica y a
la herencia yacente”. Si puede afianzarse a la herencia yacente es
porque ella es persona, ya que no puede afianzarse a un bien o
conjunto de bienes.
La mayoría de la doctrina estima sin embargo que la herencia
yacente no es persona jurídica. Entre ellos, Somarriva y Rodríguez Grez.
Este último autor señala los siguientes argumentos:
• La herencia yacente tiene siempre un titular, pero éste no ha
comparecido, razón por la cual, como medida conservativa, el
legislador le da un curador para que administre los bienes que la
componen. De allí que esta situación jurídica especial no diga
relación con la ausencia de titularidad, sino con la incertidumbre, lo
que no es lo mismo. Al respecto, recordemos que conforme a los
arts. 722 y 688, se adquiere la posesión “legal” de la herencia al
momento en que ella se defiere, aunque lo ignore el heredero.
• Enfrentada la ley a la protección de esta herencia, atendido el hecho
de la incertidumbre sobre su titularidad, se vio forzada a suspender
la prescripción ordinaria en su favor, ya que no existe un titular
“actual” que pueda interrumpirla por los medios legales. De aquí la
confusión en que incurre el art. 2509 al envolver bajo el concepto de
persona a la herencia yacente.
• Igual cosa puede decirse en relación al defectuoso tenor del art.
2500, que afirma el error de que la posesión se transmite, en
circunstancias de que se trata de un hecho.
• Finalmente, el art. 2346 pareciera ser concluyente en dar la razón a
quienes rechazan la calidad de persona jurídica de la herencia
yacente, al distinguir precisamente entre personas jurídicas y
herencias yacentes. Este precepto es suficiente para Somarriva, en
orden a concluir que no estamos ante una persona jurídica.
c.3) La herencia yacente puede declararse a petición de parte o de oficio
por el tribunal: art. 1240, 1º.
Esta norma refleja el interés que existe en que las herencias no
queden desprotegidas y que su administración sea asumida por persona
responsable.
La declaración la hace el juez del último domicilio del causante.
c.4) Requisitos para que pueda declararse yacente una herencia.
Se requiere de la concurrencia de tres requisitos:
i)
Que hayan pasado 15 días desde la apertura de la sucesión, sin
que se haya aceptado la herencia o una cuota de ella (ya sea por
un heredero forzoso, abintestato o testamentario): art. 1240, 1º.
ii)
Que no exista albacea con tenencia de bienes en la sucesión, ya
sea porque en el testamento no se ha nombrado tal albacea, o
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iii)
porque nombrado, éste haya rechazado el encargo. Como se
estudiará más adelante, el albaceazgo con tenencia de bienes
excluye la herencia yacente, ya que el ejecutor testamentario, en
este caso, tiene las mismas atribuciones que el curador de la
herencia yacente (art. 1296)
Es necesario que el albacea con tenencia de bienes no haya
aceptado el encargo. La aceptación puede ser expresa o tácita
(art. 1278).
c.5) Notificación de la resolución que declara yacente la herencia.
La resolución judicial que la declara, debe notificarse. La ley
distingue para tal efecto:
• Notificación a los interesados con residencia en el territorio nacional:
son notificados por medio de un aviso en que se insertará la
resolución judicial respectiva, y que se publicará en un diario de la
comuna, o de la capital de provincia, o de la capital de región: art.
1240, 1º (art. 885 del Código de Procedimiento Civil);
• Notificación a los herederos extranjeros: se les notifica mediante
oficio dirigido al cónsul respectivo, a fin de que en el término de 5
días, proponga, si lo tiene a bien, la persona o personas a quienes
puede nombrarse curadores (art. 886 del Código de Procedimiento
Civil);
• Al Ministerio de Bienes Nacionales: se le notifica mediante un oficio.
Dicha repartición deberá realizar todas las diligencias e
investigaciones necesarias para establecer si conviene o no a los
intereses del Fisco solicitar la posesión efectiva de la herencia.
Recordemos que el Fisco puede ser el último llamado en la herencia
intestada (art. 995).
c.6) Nombramiento del curador de la herencia yacente.
El curador es siempre dativo, es decir, lo designa el juez competente
que conoce de ella (art. 481 en relación a los arts. 370 a 373, que se
refieren a la tutela o curaduría dativa).
De tal modo, corresponde al juez designar al curador de la herencia
yacente, y no a los interesados que puedan haber solicitado la declaración.
La curaduría de la herencia yacente no podrá ser legítima ni
testamentaria, en consecuencia.
Si habiendo herederos extranjeros y el cónsul de esos nacionales
propone la designación de un curador, se estará al art. 483, designándose
a la persona propuesta por dicho funcionario si fuere idónea, sin perjuicio
de que los demás interesados en la sucesión soliciten al juez agregar a
dicho curador o curadores otro u otros.
Se armoniza así la situación de los interesados y acreedores chilenos
y los herederos extranjeros, representados éstos últimos por el cónsul
respectivo.
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Cabe consignar que un fallo de nuestros tribunales declara que,
frente a una herencia yacente, el cónsul extranjero sólo tiene facultad para
proponer al curador, pero no puede intervenir en las cuestiones que se
susciten con motivo de la declaración de yacencia de la herencia, ni está
autorizado para negar su calidad de tal al heredero que acepta, ni para
discutir su derecho a ella.
c.7) Facultades del curador de la herencia yacente.
Las facultades del curador de la herencia yacente son esencialmente
administrativas y tienen por objeto la custodia, conservación y protección
de los bienes del difunto que componen la herencia. Como advierte
Somarriva, la curaduría de la herencia yacente es una curaduría de bienes
y no una curaduría general; no se extiende a las personas. Por eso,
nuestros tribunales han declarado que el curador de la herencia yacente
no representa a la sucesión, y que, en consecuencia, no existe cosa
juzgada entre un juicio seguido por los herederos y el intentado contra el
curador de la herencia yacente.
Se aplican al efecto los artículos 487 a 490.
Las atribuciones del curador de la herencia pueden sintetizarse en
los siguientes términos:
• Puede adoptar todas las medidas ordinarias de administración en
relación a la custodia y conservación de los bienes;
• Puede pagar las deudas hereditarias y cobrar los créditos que
formen parte del patrimonio del difunto. Precisamente, uno de los
objetos de la curaduría de la herencia yacente es que los acreedores
hereditarios tengan contra quién dirigir sus acciones. Por eso,
nuestros tribunales han declarado que el curador de la herencia
yacente puede ser citado a reconocer la firma del causante, para
preparar la vía ejecutiva y también puede exigírsele confesión en
juicio respecto de una deuda.
En cambio, otro fallo declara que el curador de la herencia yacente
no puede solicitar la nulidad de un testamento que se atribuye al
difunto, pues si bien es cierto que le competen las acciones y
defensas de su representada -la herencia yacente-, esta
representación se refiere al ejercicio de acciones que el causante
tenía en su patrimonio cuando falleció y no a la emanada de un
hecho que no afecta al causante, sino a posibles sucesores suyos.
• Puede enajenar los bienes muebles corruptibles y los bienes muebles
que se encuentren comprendidos en el giro ordinario del difunto, o
que sea indispensable vender para el pago de las deudas;
• Puede enajenar los demás bienes y realizar todos los demás actos
convenientes a los intereses que representa, siempre que
justificando su necesidad y utilidad, sea autorizado expresamente
por el juez al efecto; y
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•
Puede ejercer todas las acciones judiciales que corresponden al
difunto respecto de los bienes que componen la herencia y las
defensas que procedan para asegurar y conservar dichos bienes.
c.8) Prohibiciones establecidas al curador de la herencia yacente.
Los curadores de la herencia yacente están sujetos a todas las
trabas y prohibiciones que se establecen para los tutores y curadores. En
consecuencia, se les aplican los arts. 394 y 412, lo cual lo obliga:
• A vender en pública subasta cuando se trata de bienes raíces o
bienes muebles preciosos o que tienen valor de afección;
• Les afectan las incompatibilidades de que trata el art. 412, en orden
a celebrar actos o contratos en que tenga interés personal, relativos
a los bienes de la sucesión, sin las autorizaciones de los otros
curadores si los hay, o del juez en subsidio; y ni aun así cuando
estos actos se refieren a bienes raíces, haciéndose extensiva esta
prohibición a los parientes que se indican y al cónyuge.
La ley impide, por lo tanto, que puedan celebrarse actos jurídicos
que pongan en peligro los bienes de la sucesión, como resultado de una
oposición de intereses entre el curador y la masa de bienes comprendidos
en la herencia yacente.
c.9) Responsabilidad de los curadores de la herencia yacente.
Los curadores responden, en general, de la culpa leve (art. 391).
Para estos efectos, deben rendir caución (art. 374).
La ley ha considerado especialmente dos situaciones, sin perjuicio
de la indicada regla general:
i)
Si el curador incurre en negligencia en la facción de inventario o
en otra falta grave que pueda imputársele, se aplicará el art. 378,
3º: podrá ser removido y deberá resarcir todo perjuicio, conforme
lo previsto en el art. 423. Es decir, el pupilo apreciará el perjuicio
y se condenará al guardador a pagarlo, salvo que el juez modere
la cantidad. Estamos aquí ante una regla excepcionalísima, que
entrega la apreciación del daño al pupilo y en el caso de la
herencia yacente, a los herederos que la aceptan. Cabe notar sin
embargo que se trata de la obligación de rendir cuenta cuando
ella no es verídica, o cuando el curador ha incurrido en culpa
grave o dolo en su administración. Si la responsabilidad que se le
imputa alcanza a la culpa leve, se siguen las reglas generales.
ii)
Cuando el curador ha debido obtener autorización judicial para
enajenar bienes comprendidos en su administración y ha
procedido sin ella, se aplicará el art. 489, 2º: se declarará, a
petición de los herederos, la nulidad de los actos, y el guardador
indemnizará todos los perjuicios.
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c.10) Algunos efectos especiales de la declaración de herencia yacente.
Al menos pueden señalarse tres efectos especiales en relación a la
herencia yacente:
i)
La prescripción ordinaria se suspende en lo concerniente a los
bienes comprendidos en la herencia yacente. El plazo de
prescripción queda suspendido entre la declaración de herencia
yacente y la aceptación de la herencia por cualquiera de los
herederos. Queda de esta forma resguardado el interés de los
herederos ausentes, aun de la negligencia del curador designado,
cuando no interrumpe las prescripciones que puedan afectar los
bienes de la herencia.
ii)
La herencia yacente conduce a la herencia vacante. Esta, es
aquella que no tiene herederos y que es deferida en último
término al Fisco (art. 995). La herencia yacente es un estado
transitorio que dará lugar a la herencia vacante, sea parcial o
totalmente, como consecuencia de que el Fisco concurra a
aceptarla. Puede suceder que la herencia vacante tenga la calidad
de tal sin necesidad de pasar por el estado de herencia yacente
(un fallo declara que no procede declarar yacente una herencia y
nombrarle curador si el Fisco la ha aceptado: ello, porque no
procede declarar yacente la herencia si un heredero la aceptó, y el
Fisco es heredero), o a la inversa, que la herencia yacente sea
aceptada por los herederos y no llegue jamás a ser herencia
vacante.
iii)
El DFL número 336, de 1953, otorga a quien denuncia una
herencia vacante un galardón, que puede llegar hasta el 20% de
los bienes que ingresen al patrimonio fiscal. Este galardón sólo se
paga cuando los derechos de quienes disputan la herencia con el
Fisco se encuentran prescritos, salvo que el beneficiario rinda
caución suficiente de restitución de lo que se le pague en el
evento de que aparezca un heredero con mejor derecho. Cabe
precisar que la Corte Suprema ha declarado en un fallo que el
denunciante a quien se adjudique en recompensa una parte de la
herencia, no pasa por este hecho a ser heredero.
La denuncia de la herencia vacante debe hacerse ante el Ministerio
de Bienes Nacionales.
Cabe señalar que la jurisprudencia ha establecido que el Fisco no
necesita pedir la posesión efectiva de la herencia en su calidad de heredero
del residuo.
c.10) Extinción del estado que genera la herencia yacente.
La herencia yacente puede terminar, de conformidad al art. 491, por
las siguientes causales:
i)
La herencia es aceptada por uno o más herederos del causante:
art. 1240, 2º. Así lo ha declarado también nuestra
jurisprudencia. Al respecto, un fallo de nuestros tribunales
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ii)
declara que no obsta a la extinción de la curaduría el hecho que
un tercero reclame para sí la herencia alegando mejores derechos
que quien la aceptó. El heredero adquiere la calidad de
administrador proindiviso de la herencia; por consiguiente, será
dueño de su asignación y mero tenedor de las asignaciones de los
demás herederos. Cabe indicar que el asignatario que acepta, no
adquiere por prescripción los derechos de los demás, pudiendo la
herencia llegar a ser parcialmente vacante, en la parte no
aceptada. Conforme al citado inciso y al inciso 3º del art. 1240, la
herencia yacente cesa por la aceptación de uno o más herederos,
pero se mantiene el estatuto jurídico de los curadores de la
herencia yacente respecto de los asignatarios que han aceptado,
para determinar sus atribuciones y responsabilidades. En todo
caso, la herencia yacente ha terminado, conforme al art. 491, 2º.
Venta de los bienes de la sucesión. Si transcurridos cuatro años
desde el fallecimiento de la persona cuya herencia está en
curaduría, ningún heredero se presenta a aceptarla, el juez, a
petición del curador y con conocimiento de causa, puede ordenar
la venta de todos los bienes hereditarios: art. 484. El producido
se pondrá a interés con las debidas seguridades o si no las
hubiere, se depositará “en las arcas del Estado”, frase que
debemos entender hoy día referida al Banco del Estado.
Observamos que nuestro legislador estima que transcurridos
cuatro años sin que aparezca ningún heredero a aceptar la
herencia, resulta oportuno enajenar los bienes y poner fin al
estado jurídico de la herencia. La venta debe hacerse en pública
subasta, respecto de los bienes raíces y los muebles preciosos o
de valor de afección: art. 394.
c.11) Pérdida de los bienes de la sucesión sometidos a este régimen.
Es obvio que cualquiera sea la causa de esta pérdida, así ella
implique responsabilidad del curador o exención de responsabilidad,
extinguidos los bienes que componen la herencia yacente, ella termina.
c.12) Herencia yacente y albaceazgo con tenencia de bienes.
Ambas instituciones están estrechamente vinculadas. Cuando el
testador ha designado un albacea y le ha dado la tenencia de todos sus
bienes, no procede declarar yacente la herencia.
Puede surgir en este caso el siguiente problema: si el testador
designa albacea pero sólo con la tenencia de una parte de sus bienes (art.
1296), dice la ley que respecto a esos bienes, el albacea designado tendrá
las mismas facultades y obligaciones que el curador de la herencia
yacente. No obstante, ¿Qué ocurre en lo relativo a los bienes no
comprendidos en el albaceazgo con tenencia de bienes? ¿Puede declararse
yacente la herencia en relación a los bienes no comprendidos en el
albaceazgo y dársele curador?
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Rodríguez Grez estima que la respuesta a la última pregunta es
negativa: no podría declararse yacente la herencia, por las siguientes
razones:
• El albacea puede tener la tenencia de una parte de los bienes del
testador, en cuyo caso respecto de ellos tiene las facultades y
obligaciones del curador de la herencia yacente; en cuanto a los
demás bienes, es un albacea general sin tenencia de bienes: así se
desprende del art. 1296. Por consiguiente, esta herencia estará
protegida por el albacea que, aun sin la tenencia de bienes, tiene
atribuciones destinadas a velar por la seguridad e integridad de los
bienes que la componen.
• El art. 1240 establece que para declarar yacente la herencia es
requisito que no exista albacea a quien el testador haya conferido la
tenencia de los bienes y que haya aceptado el encargo, sin hacer
distingo alguno sobre si la tenencia de bienes comprende todos los
de la sucesión o sólo una parte de ellos.
• No parece posible que en una misma sucesión coexista un albacea
con tenencia de parte de los bienes del testador y un curador de la
herencia yacente encargado de administrar los bienes restantes.
• Finalmente, el albacea sin tenencia de bienes, es un curador de
bienes y como tal, en ausencia de los herederos, y a falta de
disposición en el título de los ejecutores testamentarios que resuelva
este problema, tiene las facultades que a los curadores de la
herencia yacente les confieren los arts. 487 a 490.
d) Medidas precautorias.
Se plantea la doctrina si es posible que un heredero haga uso de las
medidas precautorias reglamentadas en el art. 290 y siguientes del Código
de Procedimiento Civil.
Se concluye que es posible que cualquier heredero impetre una
medida precautoria, de aquellas señaladas en el art. 290, o innominadas,
conforme a lo prescrito en el art. 289, ambas disposiciones del Código de
Procedimiento Civil, siempre que ella esté inserta en una acción
judicialmente deducida. Así sucederá si el heredero inicia juicio contra los
demás herederos o contra un tercero, si éste, por ejemplo, detenta
ilegalmente un bien de la sucesión.
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