428 FERDINANDO CASADIEGOS CÁCERES También podemos decir que es el llamamiento actual que la ley hace al heredero para que éste acepte o repudie la herencia, esto es, que se pone al alcance para que la acepte o la repudie. No tenía lugar sino con posterioridad, a la muerte del causante; para que hubiera la delación de la herencia se necesitaba: • Que la persona de cuya herencia se trataba, hubiere muerto, • Que la persona llamada a la herencia existiera en el momento de la delación de la herencia, • Que la persona llamada a heredar fuera capaz de suceder por causa de muerte. La capacidad era la regla para todos y la incapacidad era la excepción. 3.2. LA HERENCIA YACENTE Es el patrimonio de un difunto aún no aceptado por la persona llamada a entrar en él como heredero. Entre la muerte del testador y el momento en que el heredero acepta la sucesión, hay un intervalo durante el cual la herencia queda sin dueño, se dice entonces que está yacente. En el derecho romano la delación de la herencia tiene lugar cuando a la muerte del testador, la institución de heredero es pura y simple, o, a la realización de la condición, momento en el cual puede rechazar o aceptar la herencia, sin que su manifestación tenga ningún efecto retroactivo. La delación testamentaria prevalece sobre la intestada. Según un antiguo principio romano, la sucesión testamentaria y la sucesión intestada son absolutamente incompatibles. Este principio se desarrolla en las siguientes normas: • En cuanto haya testamento no procede una delación ab intestato. • Si con anterioridad a la transmisión faltare uno de los herederos, y no se hubiese proveído a nombrarle sustituto, se actúa una acreción a favor de los demás coherederos testamentarios.