«Repartía paquetes en bicicleta por 600 pesetas al mes»

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16 DINERO Y
EMPLEO
Domingo 9.12.12
IDEAL
ÚLTIMA
E
l pasado 22 de noviembre ha entrado en vigor la Ley 10/2012,
que introduce la obligación de
abonar determinadas tasas judiciales, también en la jurisdicción social. Al
margen de la precipitación en su entrada
en vigor, que ha producido el efecto para
muchos positivo de su falta de efectividad
práctica por no haberse aprobado los correspondientes modelos de autoliquidación, estas polémicas tasas plantean –al
menos, a priori– el delicado problema del
equilibrio entre el acceso a la justicia, por
un lado, y, de otro, los fines que persigue la
norma, que en teoría son la racionalización
del ejercicio de dicho derecho y la mejora
de la financiación del sistema judicial,
cuya saturación y falta de recursos se vienen padeciendo desde hace décadas.
Parece razonable, en principio, que esa
mejora de la financiación del sistema corra
FRANCISCO CONDE
Y ANA CAMPOS
EXPERTOS DEL ÁREA LABORAL
DEL DESPACHO CUATRECASAS,
GONÇALVES PEREIRA
LA ‘TASA
GALLARDÓN’
en alguna medida a cargo de quien solicite
sus servicios; por eso se ha recurrido a la figura de la tasa directa, tributo cuyo hecho
imponible ha de ser la prestación de servicios. El Tribunal Constitucional se ha manifestado, con ocasión de otras tasas similares,
a favor de su constitucionalidad; eso sí, lo ha
hecho siempre que no constituyan una barrera desproporcionada que impida u obstaculice de manera irrazonable el acceso a la
jurisdicción. Ahora tendrá ocasión de volver
a pronunciarse con los recursos presentados.
En la jurisdicción social ya había que ingresar antes a la Hacienda Pública 500 euros para recurrir en suplica ante el correspondiente Tribunal Superior de Justicia, o
750 euros para hacerlo en casación ante el
Tribunal Supremo. A esas sumas habrá que
añadir desde ahora un importe variable,
calculado en función de la cuantía del pleito: aplicando un 0,5% sobre su importe
hasta un millón de euros y un 0,25% sobre
el exceso. Los trabajadores tienen derecho
a una exención del 60% de esta tasa, que
incluso sería total para los beneficiarios del
derecho a la asistencia jurídica gratuita.
Esta modulación de tan controvertidas tasas en atención a la posición a menudo económicamente débil de los trabajadores busca el equilibrio que debería perseguir cualquier medida de este tipo. Asimismo, están
exentos los procedimientos especiales de
protección de derechos fundamentales.
La ley, en teoría, vendrá a descargar a los
tribunales de lo social de recursos superfluos –incluso a veces abusivos–, cuya tasa
no quiera pagar quien los insta. Con todo,
sería injusto terminar este comentario sin
destacar la considerable carga económica
que supone la tasa para el recurrente, peso
que se une a los otros costes que ya conllevaba de por sí el procedimiento judicial.
«Repartía paquetes en bicicleta
por 600 pesetas al mes»
Juan Diego Actor Uno de los grandes nombres de la escena protagoniza
ahora ‘La lengua madre’, que alternará con el rodaje de ‘Anochece en La India’
ASÍ EMPEZÓ
:: ALBERTO VELÁZQUEZ
Actor de raza, Juan Diego
(Bormujos, Sevilla, 1942) de
pequeño quería ser torero o
cantaor «para destacar en
algo». Y se ha sobrado en conseguirlo, sea como el señorito de ‘Los santos inocentes’,
como San Juan de la Cruz,
como Franco; sobre el escenario con ‘La tempestad’,
‘Hamlet’ o el Tenorio; o en el
compromiso político, cuando, al hablar por teléfono, y
por aquello de las escuchas
franquistas, decía «va a llover» porque la cosa se iba a
complicar, o «está lloviendo»
cuando la cosa estaba muy
mal. El protagonista-monologista de ‘La lengua madre’
–de Juan José Millás–, que representa en el Bellas Artes de
Madrid y con la que seguirá
girando por España, nos acerca al retrato de la vida de un
actor, el mismo que, de niño,
oía cómo se callaba la casa
cuando le leía a su tío la ‘tercera’ de Pemán y las crónicas
taurinas en ‘ABC’, y que, en la
actualidad, oye cómo la gente calla a su alrededor para escuchar a alguien con mucho
recorrido en el cuentakilómetros. Tres Goya en todo lo alto
–uno de ellos al mejor actor
principal en 2006 por ‘Vete
de mí’ – y muchos planes por
delante, como el rodaje de
‘Anochece en La India’ y todo
lo que queda por venir.
– ¿Cómo llegó a ganar su primer dinero?
– Tendría unos 16 años y tenía que pagarme los estudios
de Arte Dramático, así que
me puse a repartir paquetes
con una bicicleta. Sacaba
unas 600 pesetas al mes y
con eso me pagaba también
los libros que podía.
– Después llegó a Madrid, y
consiguió ganarse la vida…
– Llegué a por todas, y sacaba lo que podía, contando con
que mis padres me enviaban
algo de dinero, aunque ya me
decían que si quería dedicarme «al circo» me lo tenía que
pagar yo. En fin, salí adelante. Aún recuerdo cómo salía
al escenario afónico del miedo escénico, pero iba cogiendo trabajos y logré un protagonista en el Teatro Lara, con
un Lope de Vega.
– Al revisar su trayectoria,
veo que, al poco tiempo, trabajó con María Fernanda La-
drón de Guevara en el mítico Paseo de la Habana de
TVE. Eso es para nota…
– Uff… fue un placer. Hacíamos una entrega semanal de
‘Mi hijo y yo’, donde, al final,
había su moraleja y todo. Ahí
ya ganaba unas 2.000 pesetas a la semana. Mira, curiosamente, la televisión fue la
causa de mi perdición, ya que
le dije a mis padres que estaba estudiando una carrera
–me mandaban sus giros, sus
cosas…–, y cuando les dijeron «oye, que he visto a Juanito en la televisión», hubo
que confesar…
– Ya que nos encontramos
en una sección de empleo,
le quería preguntar por su
papel junto a Concha Velasco en la huelga de actores
del 75. ¿Cómo decidieron
dar el paso?
– ¡Si es que era de cajón! En
aquella época, si veías que
ibas a tener un éxito con una
obra era una maldición, ya
que significaba que podías tirarte dos años seguidos trabajando todos los días de la
semana con dos funciones
diarias, sin descanso. Se lo comentabas al empresario, pero
te decía que, con el plus, ya
tenías bastante. En fin, que
le comenté a Concha que eso
del descanso hasta lo reconocía Franco en el Fuero de los
Trabajadores. Nos pusimos
cabezones, nos movilizamos
«Mis padres se
enteraron de que no
estudiaba una carrera
cuando me vieron
por televisión»
Juan Diego es uno de los actores con más premios Goya (tres) del cine español.
y lo conseguimos… y así hasta ahora.
– Después de tantos años de
compromiso y brega política, ¿le quedan ganas de luchar por algo?
– No queda más remedio,
aunque pienso que esto no
tiene arreglo, con tanta política del recorte y con un especial ensañamiento con todos y con nosotros, el mundo del espectáculo en particular. No es por señalar, pero,
¿por qué a nuestras obras nos
las cargan con un 21% de IVA
y al fútbol y a los toros con
un 10%? No sé… hay un gusto bastante llamativo por el
recorte y creo que no se estudian otras soluciones.
– De sus hijos, uno tiene 14
años. ¿Está preocupado por
su futuro?
– Veo que le encanta estudiar, como me pasaba a mí de
pequeño, que me encantaba
ir al colegio, pero también
cambiar de colegio. De momento, no me preocupo, porque va fenomenal y ya le veo
que piensa en viajar a Alemania para aprender alemán y
mejorar su formación. Le irá
bien. En cuanto al mayor, le
tengo en las Naciones Unidas en Nueva York y pronto
se muda a Viena, así que no
tendré tantos problemas en
enviarle el jamoncito.
– Usted ‘captura’ al público
tanto cuando actúa como
cuando habla. Tiene una relación especial con el lenguaje. ¿Hasta qué punto disfruta con él?
– Mucho, me gusta darle
vueltas, reflexionar y emocionar con él, así que estoy
muy a gusto con esta obra de
Millás en la que, a partir de
unas conferencias suyas, hemos montado la obra, con la
dirección de un fenómeno
como Emilio Hernández.
Pensé: «Creo que me voy a
dar el gusto de un monólogo,
vamos a pasarlo bien», y es
una delicia decir los textos
de Millás, cómo juega con las
palabras, cómo trabaja con la
ironía, con la profundidad…
en fin, la recomiendo.
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