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Med Clin (Barc). 2014;143(2):68–69
www.elsevier.es/medicinaclinica
Editorial
Halitosis: un problema médico y social
Halitosis: A medical and social problem
Antonio Bascones-Martinez
Facultad de Odontologı´a, Universidad Complutense, Madrid, España
En los últimos años, una consulta cada más frecuente por la que
acuden los pacientes a nuestra consulta es la halitosis, el olor
desagradable del aire que se expele por la cavidad bucal. Esto
significa no solamente un problema de salud, sino además uno
de tipo social, dado que interviene en las relaciones sociales y de
comunicación, hoy dı́a tan importantes en la sociedad actual.
El interés que ha despertado este problema abarca una serie de
causas, a veces difı́ciles de señalar, como son las bacterias
intraorales que degradan el material orgánico de restos de
alimentos, placa bacteriana, etc. La degradación produce sustancias aromáticas y compuestos sulfurados. A ello contribuye, en
mayor o menor medida, la enfermedad periodontal con sus
distintas variantes, las caries y la sequedad bucal1. Aproximadamente el 90% de los casos tiene su origen en la cavidad bucal por la
presencia de las bacterias anaerobias gramnegativas que actúan
sobre las superficies orales (mucosas y dientes), bolsas periodontales y superficie dorsal de la lengua. El proceso consiste en la
fermentación microbiana de proteı́nas, péptidos y aminoácidos
que contienen sulfuros aportados por la saliva, el fluido crevicular,
la sangre, los neutrófilos, las células epiteliales descamadas y los
restos de alimentos. Principalmente son el sulfuro de hidrógeno –
H2S– y el metilmercaptano –CH3SH– en los casos de halitosis de
origen oral, y el dimetilsulfuro –(CH3)2S– en los de origen extraoral.
Aunque los compuestos sulfurados volátiles (CSV) son los más
frecuentes entre los de tipo odorigénico, se han identificado
también otros productos que pueden contribuir, en mayor o menor
medida, como compuestos aromáticos volátiles (indol y escatol),
ácidos orgánicos (acético, propiónico) y aminas (cadaverina y
putrescina).
La boca sana es la mejor medida para evitar el problema, por lo
que el control de las infecciones gingivales y de las caries,
principalmente, debe ser el objetivo fundamental, complementado, si procede, por el uso de colutorios con antimicrobianos y
chicles. No se debe olvidar que en la cavidad bucal coexisten
multitud de especies bacterianas, como Porphyromonas gingivalis,
Treponema denticola, Prevotella intermedia, Tannerella forsythia,
Porphyromonas endodontalis, etc.2.
Véase contenido relacionado en DOI: http://dx.doi.org/10.1016/j.medcli.2013.11.038
Correos electrónicos: antbasco@arrakis.es, bascones@ucm.es
Hay una relación directa entre la inflamación gingival y el
aumento de la concentración de CSV, que se incrementa a medida
que la presencia de la gingivitis y el biofilm se acumulan.
En relación con la periodontitis, se ha visto que hay relación
entre la concentración de CSV y la profundidad del sondaje. Las
bolsas encierran en su interior una masa microbiana rica en
anaerobios. Ası́ pues, se ha comprobado una relación directa
estadı́sticamente significativa entre la concentración de CSV y los
ı́ndices de placa, gingivitis y profundidad del sondaje con un
predominio del metilmercaptano. La superficie dorsal de la lengua
es un buen lugar de producción del mal olor. La profundidad de las
bolsas facilitan un medio anaerobio y de potencial oxidorreducción
favorable al crecimiento de ciertas especies, por lo que los
pacientes que presentan una periodontitis, y cuanto más grave
peor, son más propensos a la halitosis.
Hay ciertos métodos para detectar y cuantificar los compuestos
odorigénicos, como la cromatografı́a de gases, la espectrometrı́a de
masas y la crioscopia. Rosenberg et al.3 fueron los primeros en
describir la utilización de un monitor portátil para medir los
sulfuros, el Halimeter1 (Interscan, Chatsworth, California, EE. UU.),
que tiene la virtud de cuantificar la concentración de CSV en el
aliento, demostrando que la halitosis se correlacionaba significativamente con las medidas organolépticas.
La halitosis no solo es un problema social, sino también de
orden tóxico para los tejidos, pues los CSV pueden desempeñar un
papel en la etiopatogénesis de las periodontitis. No en balde
los productos como el sulfuro de hidrógeno y el metilmercaptano
pueden destruir la membrana basal de la unión dentogingival, ası́
como alterar los fibroblastos y el contenido de colágeno inhibiendo
la sı́ntesis de ADN y la afectación de la respuesta inflamatoria con la
aparición de interleucina-1, estı́mulo de la producción de
prostaglandina E2 y aumento de la colagenasa.
La evaluación organoléptica es una de las claves en el diagnóstico
y el tratamiento de la halitosis. El olfato humano es un método de
referencia, aunque necesita de varios jueces. Rosenberg et al.3,4 la
clasifica de 0 a 5, desde «no se aprecia olor» hasta «el olor es
desagradable». Es necesario complementar esta prueba con un
cuestionario sobre salud general (sinusitis crónica, obstrucción
nasal, alergias, amı́gdalas, disfagias) y hábitos de vida y costumbres
(alcohol, tabaco, medicamentos, dieta, higiene oral, cepillado,
colutorios, etc.). Todo ello, junto a la evaluación organoléptica,
nos servirá para tener una aproximación diagnóstica que se puede
0025-7753/$ – see front matter ß 2013 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados.
http://dx.doi.org/10.1016/j.medcli.2014.01.002
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A. Bascones-Martinez / Med Clin (Barc). 2014;143(2):68–69
complementar de una manera más objetiva con el osmoscopio
diseñado por Sulser en 1939 y la cromatografı́a de gases de Tonzetich
y Schmidt a finales de la década de los 805. Hoy en dı́a los monitores
portátiles de sulfuros como el Halimeter1 muestran una buena
correlación entre la cromatografı́a de gases y la evaluación
organoléptica. Puede ser interesante evaluar la microflora del dorso
lingual por su asociación con la halitosis. La muestra se obtiene con
un raspador lingual, y se realiza un análisis bacteriológico para la
cuantificación y el porcentaje de anaerobios gramnegativos,
detección de especies asociadas a la halitosis. Los resultados no
son concluyentes y deben interpretarse con cautela. El diagnóstico se
basa en estos análisis, la exploración de la cavidad bucal y la historia
clı́nica completada con el cuestionario de salud.
El tratamiento más efectivo es el de la prevención, con higiene
oral, cepillado, control de placa y revisiones periódicas con el
especialista6. En el caso de que haya una periodontitis clara, es
necesario proceder a la desinfección bacteriana y al control de la
inflamación7. Se han utilizado con cierto éxito los agentes
antimicrobianos tópicos, como colutorios, dentı́fricos, pastillas y
chicles, procurando que su uso a largo plazo no interfiera con el
equilibrio natural de la flora bucal y no favorezca la aparición de
organismos exógenos, resistencias microbianas y efectos adversos.
En un encomiable esfuerzo para el estudio de este problema en
nuestro paı́s, De Luca-Monasterios et al.8 presentan un estudio
sobre la prevalencia de la halitosis en una población joven, y el
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efecto del chicle sobre el aliento. El monitor de sulfuros antes y
después de masticar chicle demostró una disminución de los CSV y
una mejora de la percepción del paciente y de terceros.
En suma, el control de la halitosis pasa por una prevención de la
salud oral y una mejora de los hábitos de vida y costumbres. En el
futuro se dará una mayor importancia a este hecho, valorando la
cavidad bucal como reservorio de especies responsables del mal
olor y haciendo hincapié en la mejora de los hábitos de vida.
Bibliografı́a
1. Rösing CK, Loesche W. Halitosis: An overview of epidemiology, etiology and
clinical management. Braz Oral Res. 2011;25:466–71.
2. De Boever EH, Loesche WJ. Assessing the contribution of anaerobic microflora of
the tongue to oral malodor. J Am Dent Assoc. 1995;126:1384–93.
3. Rosenberg M, Kulkarni GV, Bosy A, McCulloch CA. Reproducibility and sensitivity
of oral malador measurements with a portable sulphide monitor. J Dent Res.
1991;70:1436–40.
4. Rosenberg M. First international workshop on oral malodor. J Dent Res.
1994;73:586–9.
5. Tonzetic J, Ng SK. Reduction of malodor by oral cleansing procedures. Oral Surg
Med Oral Pathol. 1976;42:172–81.
6. Scully C, El-Maaytah M, Porter SR, Greenman J. Breath odor: Etiopathogenesis,
assessment and management. Eur J Oral Sci. 1997;105:287–93.
7. Yaegaki K, Sanada K. Biochemical and clinical factors influencing oral malodor in
periodontal patients. J Periodontol. 1992;63:783–9.
8. De Luca-Monasterios F, Chimenos-Küstner E, López-López J. Efecto de masticar
chicle sobre la halitosis. Med Clin (Barc). 2014;143:64–7.
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