El Diseño aplicado a los Negocios

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El diseño aplicado a los Negocios
D.I. Karol Montero
El diseño es una herramienta que las empresas deben tomar en cuenta como una forma de
mejorar la productividad y competitividad de sus productos. Muchos se preguntan cómo el
diseño puede contribuir con esto, no sólo mejorar, sino mantenerse en el mercado y mejorar
la calidad de sus productos.
Para comenzar a responder esta pregunta, es necesario entender de qué hablamos cuando
hablamos de “cultura del diseño” pensamos en un sistema ordenado de búsqueda de
soluciones a una serie de exigencias orientadas a los requerimientos y necesidades del
usuario, donde se contempla no sólo la parte estética, sino también el uso de materiales de
acuerdo con el tipo de producto y su función, la interacción objeto – sujeto (ergonomía),
estructura, etc., permitiendo evaluar ideas y planes en sus diferentes etapas, principalmente
al inicio, dando la posibilidad de planificar las acciones y observar, en cada fase, lo realizado
hasta el momento, evitando así mayores costos. Interviene en todo el proceso de desarrollo
de forma transversal permitiendo, cuando es preciso, retroceder a fin de realizar
modificaciones, logrando facilitar la toma de decisiones.
En el pasado fue común que se pensara en el diseño como una “forma bonita” de presentar
los productos al mercado, y en muchas ocasiones, como un gasto innecesario.
Por el contrario, el diseño está orientado al análisis de las necesidades de los consumidores,
los materiales a emplear en función del uso y mercado al cual está dirigido, los canales de
distribución, las formas de comercialización, los nichos de mercado, las nuevas tecnologías y
las innovaciones en materiales y el impacto al ambiente; el tratamiento estético y la
interacción óptima que se pretende lograr en cuanto a su uso. Es un proceso planificado y
pensado con el fin de reducir cualquier error y gasto en materiales, mano de obra y proceso
antes de iniciar a producir.
Ahora bien, la competitividad de la empresa está determinada por la interrelación entre
empresa, producto y mercado:
La empresa porque sus peculiaridades productivas y organizativas y su estructura
limitan y determinan los mercados en los que sus productos pueden ser competitivos, así
como los productos que puede producir y gestionar en condiciones óptimas de
competitividad.
El producto porque el proceso de producción determina la estructura económica y
productiva que la empresa deberá tener para ser competitiva, al igual que sus
propiedades funcionales, formales y simbólicas determinarán las características de los
mercados en los que puede ser comercializado competitivamente.
Y las características esenciales del mercado condicionan la estructura de la empresa
que puede acudir a él siendo competitiva así como los productos que debe producir si
quiere comercializarlos eficazmente.
En este triángulo estratégico empresa-producto-mercado, el diseño industrial es el
instrumento de gestión que mediante su influencia en el producto, en la empresa y en sus
relaciones entre éstas y el mercado, permite conseguir un ajuste perfecto, aunque
momentáneo, de los tres elementos con un resultado final: la optimización y maximización
de la competitividad de la empresa.
En efecto, este ajuste es un sistema temporalmente equilibrado que sufre tensiones e
influencias que dan como resultado una variación de sus componentes que rompe la
situación de equilibrio y de máxima competitividad. Para obtener nuevamente el equilibrio
son necesarias intervenciones continuas del diseño.
Así, el diseño industrial actúa sobre el producto aportándole las propiedades que le permiten
satisfacer las necesidades que el mercado demanda. Permite diferenciar el producto
dotándole de una imagen adaptada a los deseos del mercado.
A su vez, el diseño industrial concibe el producto de tal forma que se maximice la
productividad de la empresa y se reduzcan sus costes de producción al adaptarlo al grado de
conocimientos tecnológicos y al equipamiento productivo que ésta posee.
Por último, se debe tomar en cuenta que el diseño por sí solo no garantiza el éxito, una
empresa en su conjunto debe perseguir la excelencia y la eficiencia. Una buena marca
implica un buen producto y un servicio que la respalde con una buena política comercial,
maquinaria adecuada y un sistema de calidad eficiente.
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