BALANCE 2015 / PERSPECTIVAS 2016: ASOCIACIONES Y ORGANIZACIONES rí a LUIS POLO DIRECTOR GENERAL DE LA ASOCIACIÓN EMPRESARIAL EÓLICA (AEE) Un año de luces © José Francisco Gavilán mb © Je sú s U y sombras para la eólica El año que termina lo hace con un cierto sabor agridulce para los eólicos. Si las empresas lo empezaron en plena digestión de los efectos de la Reforma Energética, lo acaban con algunas buenas noticias encima de la mesa que podrían indicar la senda de una nueva etapa para el sector. Todo ello, con las elecciones generales como telón de fondo. L as heridas de la Reforma Energética fueron graves y aún no están cerradas. Para los promotores, la nueva regulación ha supuesto no sólo la necesidad de renegociar los créditos con los que acometieron las inversiones con unas reglas del juego distintas escritas en el BOE. También han tenido que acostumbrarse a operar de otro modo en el mercado con una retribución regulada muy inferior –en muchos casos, inexistente–. O a optimizar al máximo sus costes en un entorno completamente distinto, entre otras cosas. Mientras tanto, a los fabricantes les ha tocado la difícil decisión de mantener o no sus fábricas abiertas en España, en un contexto de parálisis total del mercado doméstico (en los últimos dos años, han exportado casi la totalidad de su producción interna). Así y todo, el sector eólico ha demostrado una vez más su enorme profesionalidad y su know how y ha encarado la situación más difícil de su historia con más o menos éxito. En cualquier caso, la fisonomía del sector saldrá sin duda modificada de esta nueva realidad. Una nueva etapa en la que ya se están empezando a ver algunos rayos de esperanza, en la recta final de la Legislatura. El más inmediato, la primera subasta de 500 MW eólicos y 200 MW de biomasa, el primer atisbo de actividad en España tras la moratoria verde de 2012. Todo apunta a energética XXI · Nº 154 · DIC15 que habrá interés por parte de las empresas y no sólo por la obligada inactividad de los últimos años (en 2014 se instalaron 27 MW eólicos en nuestro país y ninguno en el primer semestre de 2015). Con unos 10.000 MW adjudicados pero no instalados en concursos y otras modalidades a lo largo y ancho de la geografía española, cabe esperar que sean muchas las empresas que pujen en la subasta porque llevan años soportando los costes (avales, contraprestaciones industriales, alquiler de terrenos…) de esta parálisis. Lo mismo cabría esperar del desbloqueo de la situación en Canarias donde, tras sucesivos tiras y afloja, se ha aclarado por fin la situación de los 450 MW del cupo canario previstos en la Reforma Energética. La voluntad parece ser que, aunque no salgan adelante al cien por cien en el plazo previsto, el 31 de diciembre de este año, a la mayor brevedad posible habrá subastas para que se instalen en su totalidad. La otra buena noticia, posiblemente la mejor de todas, es una Planificación a 2020 en la que el Gobierno deja claro que la eólica es la tecnología fundamental para cumplir con los objetivos europeos de que el 20% de la energía final que consumimos proceda de fuentes renovables en 2020. Su previsión es que se sumen 6.400 MW eólicos en los próximos cuatro años, lo que sin duda significaría que el mercado español renace. Ahora bien, persisten incógnitas como las condiciones que impondrán los bancos a las empresas para obtener financiación con una regulación que permite cambiar las condiciones económicas de los proyectos cada seis años. Si éste y otros aspectos de la Reforma Energética se modificasen, los inversores mirarían al futuro con mayor confianza. El Plan de Relanzamiento de la Industria Eólica (PRIE) también deja espacio para la esperanza. Sobre todo porque supone que por primera vez la potente industria eólica española –somos el tercer país del mundo en exportación de aerogeneradores y el quinto en patentes eólicas, entre otras muchas cosas– es reconocida como un sector estratégico para España. Y porque, si se cumple el Plan, España podría convertirse en un centro de suministro de componentes eólicos y de I+D para mercados como Latinoamérica, África o Asia Pacífico. Por todos estos motivos, los eólicos miramos el futuro con un prudente optimismo. Y confiamos en haber dejado atrás los años más negros del sector. Si el nuevo Gobierno, sea del color que sea, propicia una regulación con objetivos a largo plazo que den visibilidad al sector, corrige determinados aspectos de la Reforma Energética, simplifica los procedimientos administrativos y sienta las bases de la transición energética en España, iremos en el buen camino 69