Impreso por Francisco Rincón Durán. Propiedad de Unidad Editorial. Prohibida su reproducción. SUPLEMENTO ESPECIAL 29/5/14 BRASIL 2014 REUTERS 12 Las sucesivas oleadas de inmigrantes llegadas a Brasil, desde amerindios a portugueses o afroamericanos, han conformado una gran riqueza cultural en la zona. MESTIZAJE MEZCLA DE RAZAS, CÓCTEL DE PASIÓN La influencia europea, afroamericana y amerindia ha convertido al país en un combinado étnico con un gran acervo cultural, donde el fútbol se vive de forma especial por sus variables socioeconómicas. POR JAVIER EXPÓSITO nclavado en el corazón del continente americano, Brasil ha vivido una intensa historia de migraciones que le ha llevado a gozar de un cruce de razas y etnias que conviven hasta hoy. Desde las originarias oleadas de población amerindia llegadas desde Asia a la colonización portuguesa que arrancó en el siglo XVI, pasando por los barcos de esclavos que arribaron procedentes de África, la mezcla genética ha marcado el desarrollo y la Historia del país. “El mestizaje en Brasil es muy variable”, afirma José Ángel Peña, profesor titular de Antropología Física de la Universidad del País Vasco. “En la zona, se puede hablar de la existencia de un gradiente geográfico”, continúa. “Así, hay mayor influencia europea en el sudoeste y el sur; más presencia africana en el nordeste y mayor influencia amerindia en el norte, a medida que se encuentra E más próxima la región del Amazonas”, explica. Teniendo en cuenta esta diferencia geográfica, se podría trazar un porcentaje global de la presencia del mestizaje en el país, atendiendo a la diversidad genética. Así, como cuenta Peña, “de europeos, el patrón mayoritario, habría entre un 61% y un 89%; africanos, entre el 3% y el 30%; y de amerindios, entre el 5% y el 19%”, detalla. Si bien este cruce racial convive desde tiempo inmemorial en Brasil, la relación entre fútbol y mestizaje no fue en ningún caso un amor a primera vista. De hecho, la práctica del balompié en sus orígenes estaba destinada exclusivamente a los blancos procedentes de alta cuna. No fue hasta el año 1905 cuando un jugador de raza negra hizo su debut en la máxima competición: Francisco Carregal, en un amistoso en el que el Bangu (su equipo) se impuso al Fluminense. 3202660 Precisamente, el Flu protagoniza una de las anécdotas que ilustran esa relación inicial turbulenta entre mestizaje y fútbol. En un partido entre el conjunto de Río y el América, el mulato Carlos Alberto ocultó su condición racial con una especie de maquillaje. Al sucederse el choque y quedar su secreto al descubierto, el ex jugador de América recibió las burlas de su antigua afición, al grito de pó-de-arroz (polvo de arroz). Desde entonces y hasta hoy, los aficionados del Fluminense reciben a sus jugadores antes de los partidos arrojándose polvos de talco. Más allá del anecdotario, la Ciencia revela que las diferencias raciales son casi un accidente genético. De hecho, como recoge José Ángel Peña, “el 85% de toda la variación genética humana se puede encontrar en una superficie grande”. Por lo tanto, como asegura el experto, “el patrón color de piel cambia con sólo una pequeña mutación genética; se puede decir que hay poca variación en nuestra especie”. Llegados a este punto, la pregunta es obligada: ¿el mestizaje supone un aporte extra de cara al éxito deportivo? La respuesta del genoma resulta revelado- ra: “Una variable genética que sí puede considerarse que cambia en función de los genes es la capacidad aeróbica”, afirma Peña. Y lejos de lo que pueda pensarse, garantiza que “está comprobado que la raza negra tiene peor capacidad aeróbica” que otras. De esta forma, como explica, “el mestizaje no se puede considerar un aporte extra de cara a la práctica deportiva”. Por lo tanto, más que en esa mezcla, hay que buscar el éxito histórico de los pentacampeones del mundo de fútbol en “una cuestión sociológica y económica más que genética”. Como argumenta Peña, “se suele pensar que los genes tienen influencia a la hora de practicar un deporte, pero esto ocurre porque somos intrínsecamente racistas: reconocemos a la gente por su color de piel y nos guiamos por esa diferencia”. En cuanto a la pasión desbordada que siente el país por el deporte rey, Peña también lo tiene claro: “Sería más una cuestión sociológica y económica que genética”, añade. Y señala una de las posibles claves: “Quizás el escaso desarrollo histórico de las infraestructuras ha hecho que todo el mundo respire fútbol”. En el año 1905, Carregal, primer jugador de color, rompió el tabú racial