C@rta Seikyuji Enero 2016, número 17 Editorial (Raphaël Doko Triet) - De nuevo en casa (Alain Hokugo Pelletier) - Un campo de verano (Helios Kô Myô Fernández) - Historia Zen (del monje Sengai) - Un dojo, un nombre, Lisboa : Ryumonji, Puerta de los dragones (Yves Shoshin Crettaz) S E I K Y U J I Te m p l o Z e n Finca la Morejona carretera Marchena - Morón de la Frontera, km 8,8 41003 Sevilla (+34) 674 949 621 seikyujitemplozen@gmail.com www.seikyuji.org EDITORIAL - Raphaël Doko Triet Queridos amigos, Tras las ceremonias de este verano que consagraron nuestro templo, durante la rohatsu hemos notado que algo había cambiado, algo se había consolidado. La tierra bajo nuestros pies parecía más estable. Desde hace mucho tiempo yo soñaba con el silencio que ha reinado en el templo durante esos días de sesshin. Ahora, otra vez, hemos dejado atrás un año y entramos en otro; es un paso simbólico durante el que todos tomamos la medida del tiempo transcurrido: nuestro tiempo íntimo, el de nuestra vida. La parábola de los talentos dice (el talento en la Antigüedad era una moneda): Un señor parte de viaje y confía unos talentos a sus tres servidores. Los dos primeros, dándoles el mejor uso posible, hacen que fructifiquen. El tercero los entierra. Cuando el señor vuelve pregunta a cada uno: ¿Qué has hecho con tus talentos? Felicita con entusiasmo a los dos primeros y al tercero lo deja en sus ocupaciones carentes de altura de miras. Cada uno de nosotros podemos preguntarnos: ¿Qué he hecho con mis talentos? ¿Qué he hecho con el tesoro que trajo aquí el maestro Deshimaru, ahora hace casi cincuenta años? No podemos escapar de esta pregunta. Si solo queremos el tesoro para dejarlo debajo de la almohada y dormirnos sobre él, la historia no tiene importancia. Ya se trate de un templo, de un dojo o de un grupo de zazen, si solo se trata de reunir a un grupo de amigos, está muy lejos del sueño del maestro Deshimaru. Porque se trata de un sueño; nuestras mejores acciones surgen a partir de un sueño y, como en un juego de espejos, ese sueño forma otros sueños y así hasta el infinito. Era una de las características de Sensei: en cuanto un sueño se había hecho realidad, nos conducía a otro sueño. Nunca dejaba enterrado ni abandonado ese sueño debajo de la almohada. Concluiré con unos versos del poeta René Char : Poder caminar, sin engañar al pájaro, del corazón del árbol al éxtasis del fruto. Os deseo feliz año nuevo. Raphaël 2 de 5 DE NUEVO EN CASA - Alain Hokugo Pelletier He vuelto a Seikyuji para la Rohatsu tras una De «vuelta en casa» para la rohatsu, para «la ausencia de tres años. Cuando ahora se coge el larga noche», como la llama el maestro Raphaël camino que llega al templo, dos grandes estelas de Doko Triet. Esta larga noche que atravesó el buda piedra surgen y señalan la entrada otorgándole para ver, al alba, la estrella de la mañana y vivir nobleza. Están caligrafiadas, los trazos de pincel una profunda realización acompañado, dice él gravados en la piedra. De ese nuevo umbral emana mismo, de todas las existencias. Desde entonces, una gran impresión de perennidad. generación tras generación, esta misma experiencia, fundamentalmente intraducible, se Ya estamos en las inmediaciones de los edificios. A transmite, más allá de las palabras y gracias a primera vista nada ha cambiado. Los sobrios y zazen, esa noche clara de estrellas. rústicos edificios son los mismos. Los rostros tan queridos a los que veo tan poco, no han cambiado o muy poquito. Bajo el cielo cristalino de la noche andaluza, dos nuevos perros que se han Deshago mi equipaje y voy a visitar el lugar. Mires donde mires se ha refugiado en el templo, huyendo de la brutalidad de sus dueños, montan guardia. intervenido de forma cuidadosa, en perfecta armonía y respetando la Cuando el más viejo, de andar dificultoso pero oído más fino que su joven rusticidad. Rusticidad que tan bien concuerda con nuestra práctica. Los amigo, ladra en una dirección, el joven se precipita en la dirección a la que el practicantes están concentrados, son sobrios y disciplinados. Pero aquí la viejo mira y ladra. Corre vigorosamente y con entusiasmo volviéndose disciplina no es ostentosa. No se percibe constricción alguna. Es natural y constantemente hacia el perro viejo, buscando la certeza de estar en el buen compasiva. camino. Pero en la energía de su juventud, gira a la izquierda en un perfecto ángulo de 90 grados, después a la derecha, después vuelve a la dirección que Rápidamente cae la noche. Una estrella brilla con poderoso resplandor. ¿Qué marca la fiera cabeza del viejo, y corre, y corre. Se para. Duda. Mira de nuevo a planetas se han alineado en mi pequeña existencia para que, por fin, me su viejo guía. Retoma su carrera hacia aquello que él no discierne y no puedo encuentre de nuevo aquí con alegría y gratitud? evitar sonreír. de 5 5 33de Andando por la montaña el corazón cree conocerla pero sin vivir en ella ¡cómo saber qué es la soledad! Saigyō Hōshi, (1118-1190) La rohatsu comienza mañana. Voy a dormir, con el anhelo de que durante toda esa larga noche que empieza, como dice Dogen, siempre encuentre mi almohada, inconscientemente. 3 de 5 UN CAMPO DE VERANO HISTORIA ZEN Helios Kô Myô Fernández El monje Sengai Gibon (1750 – 1837) viajaba a menudo. Durante un tiempo le acogió una familia acomodada de laicos. Cuando me invitaron a dedicar unas palabras a mi experiencia durante el Campo de verano de 2015 en Seikyuji, no fui consciente de la profunda dificultad a la que tendría que enfrentarme. La mañana de su partida, cuando estaba agradeciéndoles su hospitalidad, el dueño de la casa le pidió que caligrafiara el dintel de la puerta de entrada. Me gano el pan y la sal escribiendo, así que se supone que algo así no debería representar dificultad alguna. Nada más lejos de la realidad. ¿Cómo expresar el corazón que palpita tras aquellos nueve días? Puedo decir que cuando salí de La Morejona el rakusu colgaba sobre mis hombros. Cada trazo de pincel es la culminación de la energía más profundo de mi corazón. Sengai Puedo decir que cuando llegué al templo no sabía lo que iba a ocurrir. Cada día, aquellos retales de tela negra que me fueron entregados por MarieFrance, sin cuyo inestimable apoyo no hubiera podido dar ni siquiera una puntada, adquirían un nuevo rostro. El rostro del calor, a veces extenuante, del sonido del madero y zazen; el rostro del metal y la tensión; el rostro del descanso y la inquietud. El rostro del kusen y del silencio. Hilvanadas las inútiles frustraciones y euforias; ordenadas, a pleno sol, mientras Raphaël nos miraba a los ojos : Aquí está oscureciendo Pero entre los árboles más altos todavía se refleja la luz del atardecer de 5 5 44de Al monje Sengai Gibon le habían acogido con generosidad. «¡Por supuesto!», dijo e, inmediatamente, se recogió el bajo del kolomo mientras le traían tinta, un pincel y una magnífica plancha de cedro blanco. Seigan preguntó entonces qué deseaba su anfitrión. Éste le dijo: «Somos discípulos del Buda y nos esforzamos en ayudar a los demás sin haber renunciado a la vida de familia. Por eso, solo le pido unas sabias palabras que protejan esta casa.» Seigan se concentró y con una sola pincelada escribió: «Los abuelos mueren, después los padres y, al final, mueren también los hijos.» Recibieron la caligrafía con un consternado silencio. El anfitrión, rojo de vergüenza y de decepción, tartamudeó: «¡Es muy triste!» «Lo que sería triste, respondió Sengai, es que los hijos murieran en primer lugar, que luego murieran los padres y que solo quedaran los abuelos para llorar y morir solos.» Todo el mundo quedó impresionado. Admiraron y respetaron la caligrafía y el anhelo que contenía se hizo realidad. Los viejos se marcharon antes que los más jóvenes y la gente de la casa vivió una tranquila felicidad. 4 de 5 U N D O J O , U N N O M B R E : L I S B O A ( P O R T U G A L ) - Yves Shoshin Crettaz Ryumonji, Puerta de los dragones Hay nombres de dojo que son fruto de una larga reflexión y que caen como fruta madura en el momento oportuno; otros nacen prácticamente por generación espontánea, con urgencia, así fue con el dojo de Lisboa. En 1998, poco después de la apertura del dojo en un barrio popular y abigarrado de la capital portuguesa, Raphaël Doko Triet viaja a Japón, como hacía a menudo, con algunos compañeros de la Vía. Ya en Soji-ji, uno de los dos principales templos del zen Soto con Eihei-ji, se preparan para que los reciba el zenji. Justo antes, como mandan las reglas, un secretario viene a anotar nombres, edad, nacionalidad y el nombre de sus dojos. Lo que plantea un problema porque el dojo de Lisboa aún no tiene nombre. Su fundador tiene solo una milésima de segundo para encontrar un nombre y el nombre surge en ese instante : Ryumonji, templo de la puerta de los dragones. (Ryu: dragón ; mon: puerta; ji: templo). El nombre hace referencia a una historia que cuenta Dogen (Shobogenzo Zuimonki, I-07). de 5 5 55de Dice así: «En medio del océano hay un lugar llamado La puerta de los dragones. En ese lugar las olas no son distintas a las de otras partes y el agua está tan salada como en otro sitio. Sin embargo, sorprendentemente, cuando los peces atraviesan ese lugar siempre se convierten en dragones. Se transforman instantáneamente en dragones sin cambiar de escamas y manteniendo el mismo cuerpo. Con este ejemplo podéis comprender lo que sucede en la ordenación formal de monje. En el momento en que entráis en un monasterio, os convertís en buda, en patriarca. Solo con afeitaros la cabeza, vestir el kesa y comer la genmai, os convertís en ese instante en un monje con kesa. No hay que ir lejos de uno mismo para convertirse en buda o para convertirse en maestro. Se trata solo de entrar o no en un monasterio, de atravesar o no la Puerta de los dragones. » Pasar por la puerta de los dragones: proyecto al que desde hace casi veinte años intentan ser fieles los practicantes del dojo. 5 de 5