260152. . Primera Sala. Sexta Época. Semanario Judicial de la Federación. Volumen LXII, Segunda Parte, Pág. 31. HOMICIDIO POR IMPRUDENCIA DEL PROPIO HIJO. INDIVIDUALIZACION Y FINALIDAD DE LA PENA. Las normas que regulan la cuantificación de las penas tienden a que la impuesta resulte adecuada a la mayor o menor gravedad del hecho y a las condiciones personales del autor. Esto es, en principio toda pena busca la reeducación del delincuente, ya sea mediante el tratamiento carcelario o a través de la suspensión condicional en que se considera que la sola conminación a que se reduce dicho beneficio, es bastante para que quien cometió un delito no vuelva a repetir su conducta antisocial, procurando que se desarrollen en él inhibiciones suficientes para evitar la repetición del hecho. Ahora bien, si en un caso se aprecia que el acusado encontrándose en estado de ebriedad en su casa con motivo de su onomástico, disparó su pistola "por puro gusto", a manera de expresión de su alegría, esa actitud imprudente, incluso con peligro de su integridad, produjo un resultado igual que un delito intencional, cual fue la muerte de un hijo suyo, es racional suponer que en él se desarrollará una muy acentuada inhibición a repetir el hecho, y muy poco probable que el acusado vuelva a incurrir en conducta análoga. Por ello es que la imposición de una pena superior al término medio aplicable resulta inadecuada, puesto que debió racionalmente concluir la autoridad responsable que una pena menor es suficiente para llenar las finalidades que se buscan a través del fallo condenatorio. Amparo directo 1971/61. Jesús García Cardador o Mejía Cardador. 6 de agosto de 1962. Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Juan José González Bustamante. -1-