el encuentro con jesús - Misioneros Claretianos

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TEMA
CONVIVENCIA VOCACIONAL
EL ENCUENTRO CON JESÚS
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Toda vocación, también la tuya, arranca de un encuentro personal con el Señor. Un encuentro que se
hace experiencia, vivencia, intercambio de vidas. Un encuentro donde Él entra en tu propia vida y la
conmueve, la conmociona. Un encuentro marcado por la fascinación, el desconcierto, la seducción. Jesús
es una persona viva, presente, actual, interesado por tu vida, capaz de cambiarla. Encontrarse con el
Nazareno supone abrir los ojos a su persona entrañable y abrir el corazón a su evangelio, Buena Nueva.
1. UN ENCUENTRO CON JESÚS QUE PASA.
Jesús va delante de cada uno de nosotros, también de ti, y te espera en alguna encrucijada. Siempre
aparece repentinamente, sin esperarlo. Su presencia se puede percibir en cualquier sitio. Pasa por los
lugares donde estamos y nos sorprende oportuna e inoportunamente. Él se te cruza en tu camino; es
más, viene a tu encuentro porque quiere alojarse en tu casa. Pero no puedes quedarte de brazos
cruzados porque así ni te enterarías de que a tu lado pasa el Señor. Jesús se adelanta, toma la iniciativa
de salirte al paso, pero tú debes Aponerte a tiro@, no esconderte, ni huir. Y hay muchas maneras de huir
de Jesús.
a. Encuentro personal.
Puedes ver a Jesús si estás a la búsqueda y has dado pasos para Air y ver@. Llegarás a
experimentar ese encuentro si, en lo hondo de su corazón, estás interesado por Él. Cuando sientas
aquello que decía el salmista: AMi alma tiene ansia de Ti@. No es suficiente creer que ya está a tu
lado. Para verle y conocerle necesitas una actitud interior de búsqueda sincera y encuentro
personal. Ello, rebote, implica en tí un sano descontento de lo que eres y vives. Sólo el que se
siente insatisfecho, el que aspira a algo más, se pone en actitud de éxodo, de búsqueda,
rastreando los caminos en pos de sus huellas.
Esto es lo que narra el relato evangélico del encuentro de Jesús con Zaqueo (Lc19, 1-10). Este
recorre un camino de honradez, de inquietud y de movilización personal porque Asale de su
casa@ hacia el lugar por donde espera que va a pasar Jesús y se sube a un árbol para así verlo
mejor. Jesús al pasar delante de Zaqueo, hombre de pequeña estatura, le mira como sólo sabe Él
mirar a un hombre. Después le llama por su nombre: A(Zaqueo!@ y, a continuación, toma la
iniciativa atrevida iniciativa de ir a comer a su casa. El gesto decisivo que mueve a Zaqueo a abrir
con alegría e ilusión las puertas de su casa y, sobre todo, las de su corazón a Jesús es la mirada y
las palabras ardientes de Jesús. Jesús, por tanto, se autoinvita: AQuiero alojarme en tu casa@. Es
un atrevido que tiene el descaro de meterse en su vida, sin pedir permiso. La iniciativa la tiene
Jesús. El aparece por las vidas Amoviendo ficha@, desencadenando acontecimientos...
Conviene que tomes conciencia de que un encuentro así -una realidad de gracia- también se hace
vida de tu vida. Tú también le has buscado. Posiblemente has venido a esta convivencia esperando
tener un encuentro espectacular con Él. No olvides que a Jesús se le abre la puerta porque él
mismo llama de manera única y personal. Jesús viene una vez más a alojarse en tu realidad
presente y concreta. Tu propia vida, como es, es a la vez, punto obligado desde donde se inicia un
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camino vocacional de fe. De esta manera el Maestro transforma tu historia real en historia santa,
lugar de salvación.
b. El diálogo
Los evangelios presentan otros encuentros de Jesús con hombres y mujeres. En todos ellos hay un
cruce de palabras, con una invitación a la alegría, a la bienaventuranza, a la salvación. De hecho, la
historia de la salvación es la historia del Enmanuel que acampa en medio de nosotros y se entrega
para humanizar la humanidad. El jamás es un aguafiestas.
Conviene ahora que te detengas en el encuentro de Jesús con la samaritana como modelo que
puede iluminar también tu vocación. Observa que el diálogo juega un papel crucial en ese
encuentro del Señor con la mujer (Jn 4, 1-42) que se desarrolla en estos pasos:
1. Jesús se muestra necesitado de agua...y abre el diálogo. Llama la atención que quien
terminará desvelándose como Agua de vida, se presenta a la mujer samaritana como
persona necesitada, que tiene sed. ADame de beber@ es la confesión de una
necesidad personal, de una carencia.
2. Jesús se acerca valorando a la otra persona. La samaritana se siente, en primer lugar,
solicitada para ser protagonista. Lo primero que se le pide a la mujer es hacer algo, dar
un vaso de agua. Así se siente importante y descubre que puede hacer algo por los
demás, no que los demás tienen que hacer algo por ella. Es como si Jesús le dijera:
ATu tienes algo que darme, Tú vales más de lo que piensas, Tú estás llamada a ser
protagonista de tu historia y de tu futuro@
3. Jesús ahonda en la verdad de la mujer. En el transcurso del diálogo, Jesús tiene la
oportunidad de situar a la mujer ante su propia vida herida, ante su íntimo
sufrimiento, ante el secreto oculto de su vida: A... no tengo marido@. Casi sin pensarlo.
Esta mujer se descubre en sinceridad ante el Maestro.
4. Jesús da tiempo. No acusa, ni la maltrata, ni le echa en cara nada. Asi se la gana. Y
cuando pone el dedo en la llaga de su vida, la samaritana comienza a vislumbrar a
Jesús como salvador porque, por primera vez, ha podido expresar delante alguien su
angustia profunda. Se ha sentido escuchada, acogida, comprendida. Jesús no le dice:
Alo que a tí te sucede es...@, Ayo se muy bien lo que a tí te pasa...@, Atu problema
es...@, Alo que tu tienes que hacer...@, Alo que tu necesitas es...@ No. Jesús, sentado en
el pozo, lleva a la mujer a mirar a su propio pozo, al hondón de su corazón. Jesús la
sitúa así ante sus propias preguntas, sin condenarla, ni infravalorarla, con un extraño
amor que hace despertar de su fondo lo mejor de sí misma.
Amanece la salvación para la samaritana porque Jesús a desenterrado el profundo deseo
de ser ella misma, el deseo que Dios había depositado en el fondo de su corazón y que
todavía no había descubierto. Esta mujer pecadora acaba siendo misionera. Y todo
ocurre con suavidad, sin violencias ni amenazas. Jesús es el Maestro bueno que siempre
trata bien.
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2. PERCIBIR A JESÚS EN LA PROPIA VIDA.
A la luz de lo dicho hasta ahora, puedes caer en la cuenta de lo importante que es Atener la
experiencia del encuentro con Jesús@. Sin esa experiencia fuerte es imposible seguirle. No
basta, para ser de los suyos, querer comprometerse en mejorar la situación de muchos
hombre y mujeres necesitados. Hay que Aencararse@, colocarse Acara a cara@ con Jesús. Y
eso solo es posible desde la fe. Una fe que te lleva a fiarte, a lanzarte con los ojos cerrados, a
abandonarte. Una fe que haga salir de tí, romper tus propias barreras, destruir tus
seguridades, olvidar tus miedos. Una fe que entre en el juego del amor de Dios en Jesús y
que responda con un amor sin cálculos. Una fe que se alegre de corazón por haber
encontrado a Jesús, se goce con su presencia, descubra las grandezas del corazón de Dios en
Jesús y se entusiasme con todo lo suyo.
En el origen de toda vocación, la primera experiencia es la del encuentro. Percibir que estás
con Él es una experiencia de la vida. Aunque, al comienzo uno no la reconozca, se suele dar
de diferentes maneras:
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Desde una experiencia larga y continuada de oración
Desde una experiencia de Dios en unos días de retiro, convivencias...
Desde una lectura hecha en actitud de búsqueda, de un libro.
Desde el trato con una persona que se vuelve manifestación de Dios para mí.
Desde una experiencia de dolor, de pecado, de crisis...
Desde el proceso de maduración de la fe en el grupo cristiano.
Desde el ambiente del hogar familiar.
Desde la lectura de los signos de los tiempos
Desde lo profundo del corazón.
Desde las sorpresas de cada día. (Los caminos de Dios no son nuestros caminos!
Y desde las mil y una vicisitudes normales de la vida, en las que se Arompe el velo@
bajo el que Dios se oculta y, por sorpresa, provoca el encontronazo.
Una vez que has tenido lugar ese encuentro con Jesús, necesitas asentar esa experiencia y
dar continuidad a esa obra iniciada. Deberás buscarte un guía experto que te oriente, que te
encamine, que te apoye, con quien compartas tu fe en Jesús. Es el tiempo apto para que te
apropies personalmente de las lecciones más entrañables del Evangelio.
3. CENTRAR LA VIDA EN JESÚS
Discurriendo por esos caminos, casi sin darte cuenta, te sentirás invitado a confiar la propia
vida a Jesús. De esa manera tus criterios personales se adecuarán a los del Evangelio. Es el
tiempo de cuestionar tus propios valores, confrontándolos con los que Jesús te propone. Es
el momento de descubrir que Jesús te toca en lo más profundo, en tu interior, en tu
corazón. Es el momento de que descubras en tu propio corazón la luz del corazón de Jesús
Encontrarse con Jesús es así situarse en una actitud de conversión. La conversión es una
alteración de la propia vida que comienza a orientarse toda ella hacia Él. Este encuentro
pasa por la experiencia de la cruz, de la muerte a cosas que no eran verdaderamente vida.
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Pasa por la destrucción de los ídolos, de los dioses falsos que habitan el corazón. Este
encuentro te lleva a cuestionar todo lo superfluo, lo no necesario hasta quedarte sólo con lo
esencial. Este encuentro te lleva a encontrar tus propias raíces, a beber de tu propio pozo y
a vivir desde la originalidad. Este encuentro es dichoso, es feliz porque te hace HOMBRE
NUEVO.
De aquí arranca el seguimiento de Jesús, por eso es necesario que hagas memoria de tus
experiencias de encuentro con Él. Sin duda, se han dado ya en repetidas ocasiones a lo largo
de tu vida. Y cuando consigas centrar tu vida en el Maestro encontrarás la verdadera
motivación para seguir a Jesús.
PARA EL TRABAJO Y LA REFLEXIÓN PERSONAL
1. Medita personalmente el encuentro de Jesús con Zaqueo (Lc19, 1-10)
2. Redacta una oración profunda donde manifiestes tu deseo de encontrarte con Jesús que
AQuiere alojarse en tu casa@
3. Haz un recorrido por tu vida y señala los 5 momentos en los que, de una manera especial
y más intensa, te hayas encontrado con Dios. )Que sentiste?, )Distes continuidad a ese
encuentro, o se enfrió? )Por qué?
4. Recuerda la necesidad de ir al encuentro de Jesús y no quedarnos de brazos cruzados.
)Vas al encuentro de Dios que pasa por tu vida? Explicate. )Le buscas en la Palabra, en la
oración, en las catequesis, en la vida? )Dialogas con él?
5. )Cuáles son tus disposiciones actuales en esta Convivencia de cara a encontrarte con
Jesús y a centrar tu vida en Él?
6. )Cuáles son las principales dificultades que tienes para encontrarte con Dios?, )por
qué?, )cómo puedes superarlas?, )quién puede ayudarte?
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