LVII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia Aportación de la hematimetría al estudio de talasemias y hemoglobinopatías estructurales D. Velasco-Rodríguez1, F. A. González Fernández2,3, J.M. Alonso-Domínguez3, M. Sopeña3, L. Abalo3, J. Villarrubia2,3, F. Cava3 Hospital Universitario Ramón y Cajal. Madrid. 2Hospital Clínico San Carlos. Madrid. 3Laboratorio Central de la Comunidad de Madrid BR Salud. Madrid 1 Introducción El laboratorio clínico contribuye en un 70% al diagnóstico médico, siendo esta aportación aún mayor en el laboratorio de hematología1. La disponibilidad de unos datos exactos y rápidos de laboratorio contribuye a un tratamiento temprano y eficaz. Durante los últimos 20 años los analizadores hematológicos han sufrido una enorme evolución tecnológica, aumentándose considerablemente la información que proporcionan2. Además de los resultados tradicionales del hemograma de 9 parámetros y el diferencial leucocitario, hoy en día nos proporcionan nuevos valores, tanto cuantitativos como cualitativos, muchos de ellos de gran ayuda en el diagnóstico clínico. Esto hace que cada vez sea necesaria una mayor preparación para su conocimiento y correcta interpretación, y evitar así la petición de pruebas innecesarias o, lo que es peor, un diagnóstico tardío o equivocado. Los analizadores hematológicos, en general, miden de forma directa el número de hematíes, su volumen (VCM), su ancho de distribución (ADE) y la hemoglobina (Hb), siendo calculados el resto de parámetros eritrocitarios (hematocrito, hemoglobina corpuscular media [HCM] y concentración de hemoglobina corpuscular media [CHCM]). A partir de 1990, con la incorporación de nuevas tecnologías en los analizadores hematológicos, empiezan a aparecer nuevos parámetros que mejoran el diagnóstico de forma considerable. Las hemoglobinopatías constituyen las alteraciones monogénicas más frecuentes en el mundo. Se producen por mutaciones puntuales, deleciones o inserciones en los genes que codifican las cadenas de globina que pueden determinar una alteración cualitativa en la expresión de dichos genes, en el caso de las hemoglobinopatías estructurales, o una disminución o ausencia de la expresión de las cadenas de globina, en el caso de las talasemias3. Las talasemias se clasifican en función de la cadena o cadenas de globina deficitarias. Hasta la actualidad se han descrito más de 1.500 variantes estructurales de la hemoglobina. En más del 95% de estas variantes la alteración estructural consiste en la sustitución de un solo aminoácido. Dependiendo de la naturaleza y la localización del aminoácido sustituido se van a determinar cambios en la estabilidad, la solubilidad y la función (afinidad por el oxígeno) de la molécula de hemoglobina, que son finalmente los responsables de las manifestaciones clínicas de las hemoglobinopatías4. A pesar de que en la mayoría de ellas la alteración estructural no condiciona ningún cambio significativo, por lo que cursan de forma silente o asintomática, las hemoglobinopatías estructurales y las talasemias constituyen uno de los problemas de salud pública más importantes en el mundo5. No obstante presentan una incidencia muy variable de unas regiones a otras, de forma que en algunos países, como los del norte de Europa, su prevalencia es muy baja y en otros son tan comunes que la mayoría de la población es portadora de al menos una anormalidad genética que afecta a la estructura o a la síntesis de la hemoglobina6. La alta prevalencia en algunas regiones de las denominadas “hemoglobinopatías comunes” (α y β talasemias, Hb S, Hb C y Hb E) viene determinada fundamentalmente por la protección que determinan a los sujetos portadores frente a la infección por la malaria, originándose una selección natural responsable de estas altas y mantenidas prevalencias. Para el diagnóstico de hemoglobinopatías disponemos de varias técnicas. La más sencilla y barata, que nos proporciona un diagnóstico de presunción y es por tanto esencial en el cribado, es el hemograma. Para identificar el tipo de talasemia o hemoglobinopatía estructural el siguiente paso sería realizar una cromatografía líquida de alta resolución (HPLC). Dependiendo del valor de HbA2 y HbF, diagnosticaremos β-talasemia heterocigota (β-T) (HbA2 elevada), δβ-talasemia heterocigota (δβ-T) (HbA2 normal y HbF elevada) o α-talasemia (α-T) (HbA2 y HbF normales). Para el diagnóstico de hemoglobinopatía estructural, además de la HPLC, se emplean otras técnicas como la electroforesis a pH alcalino y ácido en acetato de celulosa, la electroforesis capilar o el isoelec- I 132 I