OBSERVADOR 14 NEGOCIOS | ELSÁBADO 13 DE JUNIO DE 2009 Ingeniería financiera: en la estela del Enola Gay POR GUSTAVO AMOZA PROFESOR DEL IEEM unque aún estemos viviendo la crisis financiera y no sepamos a ciencia cierta cuándo terminará, es importante reflexionar acerca de aquello que podemos aprender de ella. Si miramos hacia atrás vemos que el período de notable bonanza arranca inmediatamente después de la crisis de las empresas dot-com y la caída de las torres gemelas. El análisis de lo sucedido en esos años desde la perspectiva del inversor muestra gente común que deseaba obtener una renta por su dinero, para lo cual acudía a asesores expertos. Estos, al principio, se focalizaban en deuda soberana o corporativa que ofrecía una renta fija o en acciones que producían una renta variable asociada al éxito que pudiera tener la empresa que emitía esas acciones. Los buenos resultados trajeron la monotonía, y esta, a su vez, dio paso a lo que se dio en llamar “ingeniería financiera”, que resultaba mucho más atractiva por su rentabilidad y también por su “presentación”. Así comenzaron a surgir productos como las notas estructuradas, que con una sencilla fórmula podían garantizar el capital y brindar una renta atractiva asociada a un activo o evento. Luego los fondos conocidos como hedge fund, donde sus gestores, pudiendo A actuar sin restricciones regulatorias, hacían inversiones generalmente no tradicionales, buscando distress bonds, merge opportunities, long/short strategies, etc.… al igual que usted lector, que no entiende qué quieren decir términos tan abstrusos, tampoco el inversor comprendía exactamente qué era lo que compraba, pero como en general ganaba dinero, nadie preguntaba. También surgieron los ETF (Exchange Trade Funds), activos sintéticos (nada que ver con la indus- tria textil) creados para seguir índices bursátiles como el Dow Jones o el Bovespa, o alinearse con el comportamiento de los commodities. Tiempo después, nueva mutación y llegaron los short ETF que iban en contra del mercado, es decir uno ganaba cuando el activo subyacente caía. ¿Cómo percibía el inversor toda esta exuberancia de productos financieros? Como una gran oportunidad de obtener rentas para sus excedentes gracias a las promesas, Subprime y antropología Se buscan las razones de la crisis subprime por todos lados y desde todo tipo de perspectivas e ideologías. Un enfoque que no deje afuera los aspectos más intrínsecos a la naturaleza humana se presenta como inevitable, si realmente se desea comprender “por qué pasó lo que pasó”. En este sentido, siguiendo a Domènec Melé , se deberían considerar los siguientes factores: - Regulaciones e incentivos y condiciones operativas. Parece claro que la regulación estadounidense era escasa, ineficiente o GLOSARIO ••• RIESGO, AVERSIÓN AL La preferencia de algo seguro antes que algo incierto con un rendimiento esperado superior. ••• RIESGO INTRÍNSECO La fracción de cualquier riesgo financiero que es independiente del riesgo total soportado por la economía. También llamado riesgo asistemático, en contraste con el riesgo sistemático. e ••• RIESGO SISTEMÁTICO La fracción de la varianza del rendimiento de una inversión que varía directamente con un índice de rendimiento del mercado. En el modelo del precio de los activos de capital, el riesgo sistemático es medido por el beta. Milgrom y Roberts, 1993. e historiales, de rentabilidad y a la sensualidad de productos con tan buen packaging. Los asesores, remitiéndose a la teoría del portafolio, sugerían la diversificación y por lo tanto los inversores usualmente compraban una parte de su portafolio total en cada una de las alternativas que se les ofrecía. Esto era consistente con la prudencia del inversor sensato que evita poner todos los huevos en la misma canasta. Pero cuando llegó la debacle no se sal- mala en lo que se refiere al funcionamiento de los bancos de inversión y al mercado de las hipotecas subprime. Los fuertes incentivos económicos asociados a los resultados a corto plazo, como bonos y opciones sobre acciones, pudieron tener también una gran influencia. - Influencia de la cultura dominante. El pseudovalor ‘codicia’ ha dado lugar a la falacia de la separación entre decisiones económicas (sin ningún contenido ético) y decisiones éticas (sin ningún contenido económico), en lugar de considerar decisiones empresariales que incluyen diversos juicios (éticos, económicos, sociales, etc.). - Actuaciones de las personas. Se corría el riesgo de que las hipo- vó ningún activo financiero. Todos se derrumbaron, hasta el más diversificado de los portafolios; en el fondo, todos estaban vinculados a los mismos activos subyacentes. Como siempre, cuando aparecen las pérdidas comienza la caza de brujas, ¿de quién es la culpa?, ¿del inversor y su ambición, del asesor que no identificó la necesidad del cliente y le recomendó lo que el mercado ofrecía, o quizá los malos fueron los inventores de los productos? Después de mucho pensar e intercambiar con otros sobre el tema, encontré salvedades para todos los partícipes del mercado financiero, pero me quedé pensando si esa “ingeniería financiera” no sería algo perverso en sí misma. Finalmente, la conclusión a la que llegué fue la siguiente: el mercado financiero siempre crea nuevos instrumentos de inversión. Desde la creación de la moneda hasta nuestros días, ha sido fuente de energía para el crecimiento de las economías y del bienestar de las personas, por lo tanto la “ingeniería financiera” no es mala por sí misma. Pero hay que tener presente que al igual que a la energía atómica, la podemos usar para solucionar los problemas energéticos o para tener una nueva Hiroshima; hoy es como si estuviésemos en esa ciudad japonesa y acabara de pasar el Enola Gay. Sin embargo, si miro los ocho años que pasaron desde la crisis de las dot-com, la conclusión es diferente: se dieron alternativas válidas a muchos problemas de financiamiento que el mundo requería y fue energía buena para el desarrollo de la economía mundial. La “ingeniería financiera” seguirá existiendo, es imprescindible, solo se trata de comprenderla y usarla bien. ● tecas subprime no se pagaran, pero al principio rendían unos excelentes intereses y el ciclo era expansivo. Hubo imprudencia por no percatarse de consecuencias previsibles inherentes a la inflación de activos, en caso de desacelerarse el ciclo expansivo o de explotar la burbuja. Para Melé una conclusión se impone: sin lugar a dudas es necesario mejorar la regulación y su supervisión, pero pensemos también en mejorar la cultura y la educación de las personas. Esto último es más costoso pero más duradero; y sin lo segundo no hay forma de que funcione lo primero. ● negocios@observador.com.uy