3. Para Vos nací

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“Para Vos nací,
¿qué queréis Señor de mí?”
María Rosaura González Casas,STJ
Queridas amigas y amigos: nos volvemos a encontrar el dia 15 del primer mes del año! ¡2015!
Año de gratitud y alegría por el don de los 500 años de vida de esta gran mujer, Teresa de
Jesús, que a través de su gran intuición, amor apasionado por Jesús de Nazareth, sensibilidad
histórica y eclesial respondió con eficacia creativa a los desafíos de su tiempo.
Los desafíos de este año son avasalladores, iniciamos un año complejo y difícil. México
atraviesa una situación de terrible corrupción, injusticia y violencia, sin embargo no vamos
solos en estos duros caminos que se repiten en otros muchos pueblos, “estase ardiendo el
mundo” como diría nuestra santa.
La fragilidad y el mal en la humanidad se ponen en evidencia; sin embargo, también hay
destellos de luz. Francia, nuestro país hermano, ha dado una palabra clara y contundente
contra la violencia y la injusticia; ha sido capaz de unir a todo un pueblo. Frente a estos
hechos nosotros ¿qué?, ¿a los gobernantes y responsables de la policía y del ejército qué les
dicen los sucesos de París?, ¿qué nos cuestiona a nivel personal, comunitario y social?,
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¿cuáles son las inspiraciones que mueven tu corazón frente a la realidad que vivimos?, ¿a
qué te invita Jesús este año 2015? En estos tiempos tan necesitados de líderes comprometidos
y coherentes ¿qué misión te confía el Señor para que ayudes a construir un mundo más
habitable para todos?
Teresa de Jesús para responder a los desafíos de su tiempo siguió un camino que le llevó a
descubrir qué quería Dios de ella y cuál era su misión. Podríamos esquematizarlo y seguirlo
de la siguiente manera:
1) Escuchar y orar: “Vuestra soy, para Vos nací, ¿qué queréis Señor de mí?” (P 2).
Las inspiraciones del Espíritu Santo, las llamadas de Dios, no son algo que tú inventas, es un
tesoro que encuentras. No es un plan que tú elaboras, es un proyecto que Dios te propone
para que seas feliz y hagas felices a muchos otros. Para descubrir lo que Dios quiere de ti es
indispensable la oración. Esto hizo Teresa de Ávila y todas las santas y santos que han
respondido al llamado de Jesús, es más el mismo Jesús oró para escuchar la voluntad de su
Padre y pedir fortaleza en sus decisiones, como hemos leído tantas veces en el pasaje del
Huerto de los Olivos. La oración y la escucha no son sólo el primer paso, en realidad son una
actitud de búsqueda continua que se tiene que dar a lo largo de todo un proceso de
discernimiento y de toda la vida.
2) Hacer silencio y soledad para estar con el Amigo: “Orar es estar muchas veces a solas con
Quien sabemos nos ama” (v 8, 5).
Para descubrir lo que Dios quiere de ti es necesario estar a solas, hacer silencio exterior e
interior: escucharte y escuchar a Dios. Contempla tu historia, ¿cuáles han sido los hechos
más importantes de tu vida este año que pasó?, ¿qué personas han sido más significativas
para ti?, ¿en qué inviertes tu tiempo?, ¿en qué lo quieres invertir de aquí en adelante?, ¿qué
te hace feliz hoy?, ¿cómo te imaginas dentro de diez años? A lo largo de estos años de vida
¿cómo ha sido tu relación personal con Jesús?, ¿cómo quieres que sea?, ¿qué medios vas a
poner para que sea posible?
3) Conocer la realidad y dejarme interpelar: “Vino a verme un fraile franciscano, llamado
Fray Alonso Maldonado… Éste venía de las Indias (América)… Me contó de los muchos
millones de personas que allí se perdían por falta de doctrina… yo quedé tan lastimada que
no cabía en mí. Me fui a una ermita con hartas lágrimas. Clamaba a nuestro Señor me diese
medio como yo pudiese hacer algo para ganar algún alma para su servicio…” (F 1, 7).
Los caminos para realizar la vocación y la misión a la que nos llama el Señor nos vienen a
través de la realidad que conocemos, vivimos, y los ojos con los que miramos. Teresa al
conocer una realidad nueva para ella la mira con ojos de fe y compasión, descubre el
sufrimiento de hermanos y hermanas, se deja mover internamente, lo dialoga con el Amigo
Jesús y se compromete iniciando las fundaciones y la reforma carmelitana. El objetivo:
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entregar la vida al servicio de los demás: dar fortaleza, animar, interceder por los demás, por
la Iglesia, por todos para ayudarles a encontrar el camino de salvación. Contemplando estas
actitudes de nuestra santa frente a la realidad, a ti ¿qué te dice?, ¿a qué te invita lo que estamos
viviendo?
4) Orar, reflexionar y compartir: “Fueron muchas veces las que el Señor me tornó a hablar
de ello (la primera fundación), poniéndome delante tantas causas y razones que yo veía ser
claras y que era su voluntad que ya no osé hacer otra cosa, sino decirlo a mi confesor y le di
por escrito todo lo que pasaba” (v 32, 12). Teresa se dejó interpelar por la realidad, oró sobre
ella y escuchó allí un fuerte llamado de Dios que fue constante y continuo. Ella veía con
claridad que aquello era voluntad de Dios, pero lo compartió, en este caso con su confesor
para dialogarlo, para ver pros y contras, y reconocer los dones y límites personales para
realizar la vocación o misión que el Señor le pedía. Tú, cuando algo te mueve internamente,
¿lo oras muchas veces?, ¿lo compartes? ¿lo dialogas con alguien que pueda darte luz?, ¿lo
hablas con alguien que te estime y que sea una referencia moral y te diga objetivamente cómo
te ve, y cómo ve la inquietud que te mueve hacia una acción concreta? “Que no es tiempo de
creer a todos, sino a los que viereis van conforme a la vida de Cristo” (C 21, 10).
5) Decidir: “Me determiné a hacer eso poquito que era en mí, que es seguir los consejos
evangélicos con toda la perfección que yo pudiese” (C 1, 2).
La fortaleza así como la educación de la voluntad era un distintivo del carácter y la
personalidad de nuestra amiga teresiana. Sus decisiones no dependían del confort que sintiera
realizándolas, sino del llamado de Dios y del logro del objetivo que pretendía. “… importa
mucho y del todo una muy grande y determinada determinación de no parar hasta llegar a
ella (la fuente de Agua viva, Jesús), venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabájese
lo que se trabajare, murmure quien murmurare, que llegue allá aunque se muera en el camino,
o no tenga corazón para los trabajos que hay en él, aunque se hunda el mundo…” (C 21, 2).
Esta actitud de Teresa nos lleva a cuestionar ¿cómo son mis decisiones?, sobre todo cuando
se trata de ser fieles a Dios, ¿soy constante?, ¿pago el precio de mis decisiones? o ¿caigo en
la ingenuidad de pensar que al decidir algo se va a dar “mágicamente”, sin poner los medios
y el esfuerzo que requiere tal decisión?
6) Actuar: “Dos horas son de grandísimo premio, cuando no haya otro sino cumplir lo que
nos aconsejó el Señor y grande la paga al imitar en algo a su Majestad” (C 2, 7).
Una vez tomada la decisión ¡lánzate! No te dejes vencer por el miedo, ni por los trabajos que
vendrán. Pon los medios necesarios para realizar lo que has decidido. Resiste a la tentación
de posponer lo que tienes que hacer. Sé valiente y confía, sigue las huellas de Teresa, Jesús
te acompañará, María nuestra Madre estará contigo y el Espíritu Santo te dará la fortaleza
para llevar adelante tus decisiones para tu propio bien y de los demás.
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“¡Que gloria y qué contento cuando vieren que, aunque tarde, no les quedó cosa por hacer
por Dios de las que les fue posible, ni dejaron cosa por darle de todas las maneras que
pudieron, conforme a sus fuerzas y estado, y el que más, más! ¡Qué rico se hallará el que
todas las riquezas dejó por Cristo! ¡Qué honrado el que no quiso honra por Él, sino que
gustaba de verse muy abatido! ¡Qué sabio el que se holgó de que le tuviesen por loco, pues
fue llamado a la misma Sabiduría! Que ya parece se acabaron los que las gentes tenían por
locos, de verlos hacer obras heroicas de verdaderos amadores de Cristo” (v 27, 14).
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