RUMBO AL DESGUACE ada semana, veinte barcos ponen rumbo a Asia para realizar la que será su última travesía, ya que cuando lleguen a su punto de destino serán desguazados en lugares donde la contaminación y la seguridad que entraña despiezar un navío no parecen preocupar demasiado. Hasta finales del pasado mes de marzo, un total de 257 navíos comerciales y militares han sido apartados de las correspondientes flotas para su desmantelamiento, una operación en la que, a lo largo de todo un año, se ven inmersas unas mil embarcaciones, según datos aportados por la asociación Robin des Bois (Robin Hood) en su boletín “Al desguace”. En principio, el desmontaje de esos 257 barcos permitiría reciclar 2,34 millones de toneladas de metales, aunque también supone tener que gestionar más de 100.000 toneladas de desechos tóxicos, según señala el presidente de esta ONG, Jacky Bonnemains. Hay que tener en cuenta que esos navíos, con una edad media de 28 años y que a menudo tienen mucho mantenimiento durante su explotación, además de hierro, contienen amianto, plomo, lodos de hidrocarburos, PCB (policlorobifeniles) y otros desechos tóxicos. Por ejemplo, en un petrolero de 300 metros, «hay 25 toneladas de pintura tóxica en el casco externo para impedir la adhesión de algas y conchas, unas 2.000 toneladas de lodo de hidrocarburos y entre seis y ocho toneladas de amianto puro», señala Bonnemains. Aunque en la Unión Europea también se desguazan buques, en el primer trimestre de 2015 tan solo se han desmontado siete barcos, lo que evidencia que la mayoría pone fin a su vida útil en Asia. Según datos de la citada ONG, el 90% de los navíos jubilados son desmantelados en ese continente, donde los principales destinos son Bangladesh, India, China y Pakistán. Pero ¿por qué en Asia precisamente? Bonnemains responde que la razón última es que allí «se necesita chatarra». La tonelada se vende a 400 euros, el doble que en Europa, y además, el coste de la mano de obra es mucho más barato y las normas de seguridad y gestión de desechos son menos estrictas. De hecho, los obreros que se ocupan de esta tareas corren el riesgo de asfixiarse en espacios mal ventilados como las cisternas. También pueden resultar heridos por la explosión de desechos no identificados o a causa de una mala praxis en la descontaminación. Texto: Dominique Schroeder Fotografía: Roberto Schmidt C 1 6 zazpika Varios trabajadores llevan sacos llenos de piezas de chatarra procedentes del desguace del barco que se ve al fondo y que se estaba llevando a cabo en Geddani, una localidad de Pakistán en la que es habitual el desmontaje de navíos.