8 // CULTURAS // Del 12 al 26 de abril de 2006 (30) FUERA DE LUGAR Blanche, habla o revienta* LUIS LORITE LORITE lanche en el centro de la escena permanece sentada con expresión rencorosa dentro de la camisa blanca del sanatorio local de Nueva Orleáns, que anuda sus brazos a la espalda amputándolos a la vista, como si de una Venus de Milo viva se tratara. El torso erguido como el imposible tallo blanco de una flor helada, y, bajo tierra, las piernas cruzadas y solapadas, derecha sobre izquierda en elegante triángulo con el suelo y la silla. Elegante y fríamente disociadas las dos partes del cuerpo, se mueven inquietas a ambos lados de la mordaza. B (MIRANDO A LA DERECHA): Srta. du Bois, le traigo su medicación. (MIRANDO A LA IZQUIERDA): Gracias, pero creo que se ha equivocado de mesa, yo pedí un whiskey con agua... (DCHA.): Colabore, se lo ruego, Srta. du Bois... (IZQ.): Soy yo, o usted también se siente ridícula al escuchar cómo le piden que colabore a una mujer maniatada... y llámeme Blanche por favor. Cuando la gente se relaciona sólo con mi cabeza prefiero que la llamen por su nombre de pila. (DCHA.): No me cree más problemas Blanche, yo solo hago mi trabajo. (IZQ.): Me aterra usted enfermera, siempre me aterraron los profesionales de cualquier campo, y la medicina va camino de llevarse la palma, por la miserable gratificación de un sueldo al mes es usted incapaz de compadecerse de una cabeza parlante a la que le duele la boca de tragar tranquilizantes. (DCHA.): Srta. du Bois, mi profesión es una de las más, si no la más, bienintencionada de cuantas un ser humano puede ejercer sobre la faz de la tierra. (IZQ.): ¿Ha escuchado usted el refrán que dice “De buenas intenciones está empedrado el camino al infierno? Los refranes son curiosos como la crueldad de las personas ¿no cree? Nunca sabes de dónde procede. Yo conozco muchos refranes, he tenido tanto tiempo para recordarlos desde que soy una cabeza pensante y encerrada. ¿Ha escuchado usted aquel que dice que “lo peor de un tonto es que se le oiga? Ese deberían incluirlo en la Biblia y enseñarlo en las escuelas. Y ese de “tanto quiso el demonio a su hijo que le sorbió los sesos”. Me encanta porque es real como la vida misma. Mi madre decía refranes constantemente, es una costumbre muy del sur, ¿es usted del sur? Yo, sí. Nací aquí pero El riesgo de vivir rezando es que encuentras un dios en el que personificas todos tus anhelos emigré para trabajar como maestra en otro lugar. Pensaba que podía salir de aquí pero míreme, al final he vuelto al hogar, mis huesos servirán de abono para la misma tierra de la que salí. Es lo justo. Al fin y al cabo pertenezco a algo mucho más grande que mi propia peripecia. Con los años me estoy volviendo más humilde, ¿sabe?, y eso que en un manicomio es difícil. Mi propia historia es el mejor camino hacia la humildad. ¿Sabe usted cómo llegué hasta aquí? Vine con las maletas preparadas para el encuentro con el pasado que volvía a mi vida. Como le decía un día me marché de aquí pensando que la vida no sería siempre igual, confiando en que encontraría lugares nuevos, personas distintas, distintas maneras de sentir que mi corazón podría aprender, y que le elevarían hasta poder compadecer al corazón que había sido. Y pensaba que ese era un ánimo noble, que todo corazón debía albergar, pensaba que ése era el ánimo que convertía en héroes a los héroes en este mundo, desde los griegos hasta las mujeres que conquistaban mundos para sus hijos. Pero al marcharme me llevé conmigo lo peor de aquí, el mayor de los pesos sobre mis posibles alas, a mí misma. Imagine; una mujer que no era bella, que no despertaba la inmediatez del opuesto, aspirando a encontrar otras medidas con las que hacerse un traje, uno que me sentara bien, que descansara por las noches sereno en su percha esperándome para el nuevo y continuo amanecer que debía ser mi vida, mientras yo desnuda en la cama me arrellanaría en mi victoria de la más sensual de las maneras. Las personas como yo tenemos una capacidad para imaginar belleza sólo equiparable al terrible vacío que ésta socava en nuestra vida. El riesgo de vivir rezando es que acabas por encontrar un dios en el que personificas todos tus anhelos. Y eso amiga, inequívocamente significa el punto de inflexión de tu carrera ascética. Pero no hablemos del amor, todavía no. Es muy temprano, ni siquiera es la hora del vermouth, aunque si usted quisiera enfermera... en las botellas de vermouth no dice nada sobre la hora a la que hay que beberlo... enfermera, tengo que salir. Y usted tiene que ayudarme. (IZQ.): Blanche, no diga tonterías. Tengo cincuenta y siete años y peso cien kilos. * Fragmento de la obra con el mismo título que el autor prepara para su representación en Madrid.