10-11-cok.qxd 10 13/01/07 09:07 p.m. Page 1 Interés General La Plata, domingo 14 de enero de 2007 LA EFIMERA Y EPICA HISTORIA DEL ACORAZADO DE BOLSILLO GRAF SPEE El mito naval nazi que encontró Tres buques británicos lo sorprendieron cerca de Punta del Este, en pleno itinerario corsario. Ya había estallado la Segunda Guerra Mundial cuando en Montevideo. Nadie sabe por qué el avezado capitán Hans Langsdorff tomó esa decisión. Para muchos, fue un error garrafal. Allí tuvo que hundirlo “Excelencia: Después de haber luchado largo tiempo, he tomado la grave decisión de hundir el acorazado Admiral Graf Spee, a fin de que no caiga en manos del enemigo. Estoy convencido de que, en estas circunstancias, no me quedaba otra resolución que tomar después de haber conducido mi buque a la “trampa” de Montevideo. El dato Los nazis en nuestro país Fue botado en 1934 y bautizado en honor al almirante de la Primera Guerra Maximilian Graf von Spee (...) Desde un principio he aceptado sufrir las consecuencias que implicaba mi resolución. Para un comandante que tiene sentido del honor, se sobreentiende que su suerte personal no puede separarse de la de su navío... Ya no podré participar activamente en la lucha que libra actualmente mi país. Sólo puedo probar con mi muerte que los marinos del Tercer Reich están dispuestos a sacrificar su vida por el honor de su bandera. A mí sólo corresponde la responsabilidad del hundimiento del acorazado Admiral Graf Spee. Soy feliz al pagar con mi vida cualquier reproche que pudiera formularse contra el honor de nuestra Marina. Me enfrento con mi destino conservando mi fe intacta en la causa y el porvenir de mi Patria y de mi Führer”. En la “trampa” de Montevideo encontró su lecho de muerte una de las maravillas navales de los albores de la Segunda Guerra Mundial, el acorazado de bolsillo Admiral Graf Spee, que se transformó en un verdadero mito, antes y después de su ocaso, el 17 de diciembre de 1939. Ese día terminó a ocho metros de profundidad Recuerdo. El capitán Langsdorff condujo su barco a cinco millas de la costa. Allí lo dinamitó en la zona de Punta Yeguas, a ocho kilómetros del puerto uruguayo. El autor de las primeras líneas de este artículo fue el capitán de navío de la marina alemana del Tercer Reich, Hans Langsdorff, quien, tres días más tarde, se suicidó en Buenos Aires. Los resultados del combate, para el Graf Spee, fueron 56 muertos y 20 impactos. El barco no estaba muy dañado Este hombre, de 43 años y con gran prestigio por ese entonces en la marina nazi, fue nombrado comandante del Graf Spee para realizar correrías por el vasto Atlántico, de norte a sur. En cien días de actuación, con una incursión en el Indico para despistar a siete grupos navales anglofranceses que lo perseguían, hundió nueve mercantes. En su dilatada carrera corsaria, Langsdorff dio muestras de gran astucia y capacidad, burlando una y otra vez a sus perseguidores, y se ganó el respeto de sus enemigos, pues ni un solo marinero murió en los buques mercantes atacados por él. Pero los días de gloria se esfumarían en un abrir y cerrar de ojos, en el abrigo (o “trampa”) de nuestras costas. Días de guerra El 13 de diciembre de 1939, Langsdorff acechaba la ruta de los mercantes británicos cuando, hacia las 6 de la mañana, sus vigías dieron la voz de alarma: tres buques a poco más de 20 millas de distancia. El Graf Spee estaba a unas 280 millas de Punta del Este. Inmediatamente ordenó zafarrancho de combate y abrió fuego con sus cañones de 280 milímetros sobre los tres buques enemigos, que eran los cruceros ligeros Ajax y Achilles y el crucero pesado Exeter. Gracias a su sofisticado armamento y capacidad de movimiento (ver aparte), el Graf Spee alcanzó pronto al Exeter, que quedó fuera de combate. Luego, dos impactos desmontaron la artillería al Ajax. Su travesía por estas latitudes del Cono Sur, en plena efervescencia del conflicto que marcó el inicio de la II Guerra Mundial, tuvo diversas connotaciones. Una de ellas, quizá la más trascendente para nuestro país, es el masivo desembarco de hombres del régimen nazi en Argentina, quienes -una vez hundido el barco- cruzaron el charco y se instalaron en Buenos Aires, Bariloche y en Villa General Belgrano, Córdoba, donde fundaron una de las más importantes colonias alemanas. Otra consecuencia: el significado intrínseco de este final para uno de los buques de guerra más sofisticados del momento, pergeñado desde la lucidez profesional de los ingenieros teutones. El comodoro británico Hartwood ordenó retirada, tratando de salvarse in extremis. Pero grande fue su asombro cuando vio que el buque alemán se alejaba, sin perseguirlos ni dispararles. Lo que queda de la historia es un completo misterio. Maximilian Graf von Spee murió junto con dos de sus hijos en la primera batalla de las Islas Malvinas, en 1914 Ese día, Langsdorff pudo echar a pique tres cruceros británicos, pero se internó en Montevideo, tratando El día que se realizó el saludo nazi en Montevideo Los resultados del combate para el Graf Spee fueron 56 muertos y 20 impactos; los daños eran relativamente menores, pero había mermado su provisión de municiones. Fue entonces cuando el acorazado alemán se dirigió hacia el Río de la Plata y entró al puerto de Montevideo (Uruguay). El gobierno uruguayo ofreció una estadía de 72 horas, que debía emplear para la reparación de la nave con sus propios medios o la internación al término de la misma. El Almirantazgo británico se convenció de que la fuerza de Harwood no podría impedir que el acorazado se abriera paso hacia el océano y decidió reemplazar al Exeter por el pesado Cumberland. Sin embargo, como se hallaba en las Islas Malvinas, aunque navegase a toda velocidad no podría ganar la embocadura del Río de la Plata antes del día 17 de diciembre, es decir, tres días más tarde. La fuerza compuesta por el Renown y el Ark Royal, muy superior al Admiral Graf Spee, se encontraba a la altura de Pernambuco, 2.500 millas al norte, y antes de llegar al Plata tenía que reabastecerse de combustible, por lo que su intervención antes de una semana estaba descartada. La delegación diplomática británica en Montevideo hizo circular falsos rumores, amenazas e intimidaciones, que llevaron a Langsdorff a tomar torpes decisiones. En el puerto de Montevideo, por otro lado, las reparaciones del Admiral Graf Spee fueron saboteadas, retrasando ex profeso las mismas, con el fin de retener en puerto a la nave de guerra alemana el mayor tiempo posible hasta la llegada de las naves británicas que ya estaban en camino. Durante el tiempo que permaneció en puerto, los miembros de la tripulación muertos fueron enterrados en el cementerio de Montevideo. En el funeral, el capitán Hans Langsdorff usó el saludo naval, en tanto que el resto de los asistentes hicieron el saludo nazi. El Alto Mando Naval alemán, a cargo del gran almirante Erich Raeder, evaluaba la situación de Montevideo a la luz de los informes de Langsdorff y de inteligencia. “Procure que la destrucción sea total si se ve usted obligado a hundir su barco”, le respondió Raeder a un telegrama de Langsdorff en el que describía la situación. Así, el 17 de diciembre, el Admiral Graf Spee zarpó poco después de las 18, apenas dos horas antes de que expirase el plazo acordado por el gobierno del Uruguay. El buque avanzó lentamente por el estrecho canal en dirección a alta mar. Ahí lo aguardaban las naves británicas. Los espectadores del muelle de Montevideo esperaban asistir -de lejos, desde luego- al raro espectáculo de un combate naval. Tras la estela del acorazado, marchaba el transporte alemán Tacoma, refugiado en el puerto uruguayo desde el comienzo de las hostilidades. Ambas naves pararon máquinas a unas cinco millas de la costa. Luego, a las 19.55, una enorme columna de llamas brotó repentinamente del Admiral Graf Spee. Al cabo de unos instantes se escuchó una fuerte explosión. El Graf Spee había explotado: los alemanes habían hundido su buque. Era más veloz, liviano y mejor artillado