Realidades sociales. Acostumbrada estoy a tratar y ver realidades sociales que, lejos de dejarme impasible, despiertan en mi una tremenda empatía y ganas de ayudar en lo que se pueda. El día que no sea así, entonces, habré contraído una grave enfermedad que padecen muchos de los que gobiernan esta tierra. Ayer, y de manera casual, me topé con una de estos casos que te hace reflexionar y cuestionar la política social que se lleva en estas islas. Me encontré con dos jóvenes lesbianas con hijos a su cargo, que me contaban cómo su casa de alquiler se había incendiado a causa de una nevera en mal estado y como el casero había ignorado sus recurrentes advertencias. Normalmente, nunca se hace nada hasta que no pasa la desgracia, que no fue a mayores, por la hora que era y por la rapidez en que actuaron las chicas para sacar a los niños. Ahora, se encontraban sin prácticamente pertenencias, sin dinero, sin hogar y alojadas provisionalmente y por una semana en un hotel pagado por la Concejalía de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Santa Lucía. Cuando acudieron a dicha concejalía, le ofrecieron este hospedaje y se lavaron las manos sin informarlas de las ayudas y diligencias a realizar y sin ofrecerles una solución a medio plazo en donde reubicarlas. Estaban en un medio de comunicación a donde habían ido a denunciar y mientras mostraban la denuncia pertinente a su casero, nos explicaban las vicisitudes por las que estaban pasando. En solitario, una de ellas me confesó que los hijos eran de padres diferentes que, en más de una ocasión, se había prostituido para darle de comer a sus hijos, mientras su exnovio le tocaba a la puerta a ver cuantos clientes se había hecho en ese día. Se había criado en un CAI (centro de acogida inmediata), no tenía familia y sus ojos se empañaban de pensar que, por su situación, le quitaran a los niños y pasaran a un centro de estas características, donde lo había pasado tan mal. Por momentos, le salía la mujer fuerte y de carácter que subyacía debajo de varios trankimazin y me decía que, ella y su compañera, iban a tirar para delante, que si hacía falta atarse a las puertas del ayuntamiento lo haría, por su hijos, me decía, porque si esto me hubiese ocurrido solo a mi, yo no haría esta denuncia. A medida que me iban contando, me daba cuenta de la difícil situación que estaban viviendo, se entrelazaban las manos la una a la otra y, su mirada, a pesar de todo lo vivido en su vida, era una mirada de una mujer digna y fuerte. Estupefacta me quedé cuando me contó que la Televisión Canaria le había dicho que la aceptaban en unos de esos casposos programas de tele-realidad siempre y cuando no hubieran ido antes a otro programa y, en plató, se tirara al suelo y se pusiera a berrear y llorar como una histérica, porque, según ellos, esa es la única forma de que le hagan caso!!!!! Y para terminar con mi ya mellado asombro, nos cuenta que, siendo creyente, se dirigió a la parroquia del barrio para pedirle ayuda al cura para sus niños, el susodicho, le dijo que al ser lesbianas y vivir en pecado no podía hacer nada por ella!!!! Decidí dejar lo que tenía que hacer esa mañana y me las llevé a Uso Múltiples, donde hicieron las primeras gestiones de solicitud de una vivienda de Protección Oficial y donde nos informaron de varias cosas de interés para ellas. Me despedí cerca de la estación donde iban a coger la guagua y me prometieron que no tirarían la toalla. …Y estas islas están llenas de casos así o peores y como no los veo, ni los oigo, ni los siento, recorto en drogodependencias, en sanidad, en educación…en todo aquello que mejora y equilibra las desigualdades sociales con el fin de acentuarlas a un más y para que no les quede más remedio que ir a la TVC a arrastrar la dignidad de las personas.