ASÍ NOS TRABAJA DIOS cios como portera, ayudando en la cocina, acompañando a las enfermas; en los primeros años ayudaba también a las maestras de los pequeños en la enseñanza de la lectura o en la preparación a la Primera Comunión. La Casa de San Sebastián por su situación geográfica y dentro de la Provincia, era lugar de paso de muchas religiosas. Allí iban a hacer estudios en el verano; por allí pasaron las que iban al Capítulo General de 1946; de allí salieron las misioneras, fundadoras de la Compañía en el Congo Belga en 1948 y otras que iban destinadas a México y Argentina; fue lugar de paso para las que asistirían a la canonización de la Fundadora en 1949. Todos estos encuentros eran motivo de alegría, despertaban en ella nuevos intereses e iban haciendo más real su integración en la Congregación. Vivía estas experiencias con profundo agradecimiento al Señor, que la había conducido hasta allí por caminos que ella iba repasando y contemplando. En 1945 celebró sus Bodas de Oro de profesión religiosa y en 1949 los 50 años de la Fundación de Talavera, en la que ella había tomado parte tan activa; esas fechas significativas eran ocasión para recordar, pero también para agradecer; cuántas personas se habían ido vinculando a su vida a lo largo de esos años, todas estaban presentes en su corazón y en su oración. Pero al lado de tantas experiencias positivas, Coínta iba experimentando también el lado oscuro y costoso de esta etapa de la vida; Dios la iba privando poco a poco de su autonomía y de sus posibilidades de servir a los demás; ahora empezaba el momento de ser servida, de dejarse llevar; fue perdiendo el oído, más tarde mucha parte de la visión y finalmente la posibilidad de andar por ella misma; « las delicadezas de la caridad » que ella tanto pedía a Dios y procuraba dar, era lo que ahora recibía de sus hermanas. El encuentro con Dios a quien siempre había buscado Cuando ya sus fuerzas no le permitían salir de su habitación para estar con la comunidad, procuraba al menos ali78