REFLEXIONES CATÓLICAS SOBRE LA BIBLIA Arquidiócesis de Miami - Ministerio de formación cristiana 9 de mayo de 2010 6o Domingo de Pascua (Ciclo C) Lectura del Evangelio según san Juan 14:23-29 [Léase en voz alta] En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Si alguien me ama, guardará mis palabras, y mi Padre lo amará y vendremos a él para hacer nuestra morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras, pero este mensaje que oyen no es mío sino del Padre que me envía. Les he hablado mientras estaba con ustedes. En adelante el Espíritu Santo Defensor, que el Padre les enviará en mi nombre, les va a enseñar todas las cosas y les va a recordar todas mis palabras. Les dejo la paz, les doy mi paz. La paz que yo les doy no es como la que da el mundo. Que no haya en ustedes ni angustia ni miedo. Ya han oído lo que les dije: ‘Me voy, pero vengo a ustedes’. Si ustedes me amaran, se alegrarían porque voy a juntarme con mi Padre. Pues el Padre es mayor que yo. Les digo estas cosas antes que sucedan, para que cuando sucedan crean en mí”. Comentario breve: La lectura de hoy forma parte del discurso de despedida de Jesús y nos prepara para celebrar su ascensión y la venida del Espíritu Santo en Pentecostés. Los primeros cristianos creían que el regreso de Jesús, la Parusía, era inminente. Esta creencia estaba basada en la promesa de Jesús de volver a ellos. Juan, que escribe su Evangelio en los años 90, lo explica de un modo diferente: Cristo, quien es el camino, la verdad, y la vida, regresará a ellos a través del Espíritu Santo. Para Juan, ésta es la Parusía que cuenta. Debido a esta certeza de que Cristo está con ellos, los discípulos no necesitan preocuparse o afanarse por nada. Dios está con ellos, viviendo en ellos. ¡No hay nada que temer! La lectura de hoy nos presenta tres ideas importantes: ● ● ● El Espíritu Santo no viene a traernos nuevas enseñanzas, sino a ayudar a los discípulos y a nosotros a entender las palabras y las acciones de Jesucristo. Cuando los cristianos creen y viven las palabras de Jesús, se convierten en la morada santa de Dios. El don de Cristo resucitado es la paz. Esta paz nos asegura que nada ni nadie nos podrá separar del amor de Dios. Para la reflexión personal o comunitaria: Después de una pausa breve para reflexionar en silencio, comparta con otros sus ideas o sentimientos. 1. Cuando me siento ansioso o angustiada o las cosas me van mal, ¿me siento confortado/a por el Espíritu Santo que vive en mi? Explica. 2. ¿Ayudo a otros a experimentar la paz que Cristo nos da? Da ejemplos concretos. Lecturas recomendadas: Catecismo de la Iglesia Católica, párrafos 2466; 2615; 2623. 243-244; 260-263; 692; 727-730;