El Gaucho a través de los años. El gaucho nunca llevaba las bolas1 en el recado, cosa de verse apurado de un tirón las desataba. Es así que se colgaba alguna que otra potrera2 a más de las ñanduceras3, para tenerlas seguras, una o dos en la cintura y otras más en bandolera. Un buen boleador, primero, elegía en el corral, de seguro un animal blando de boca4 y ligero. Desechaba del apero las prendas que no iba a usar y ahí nomás iba acortar, para afirmarse en el tiro, media cuarta del estribo que está del la’o de enlazar. Ya con todo preparado, encaraba el pastizal, media rienda5 al animal para no llegar cansado. En el sitio señalado, entre risas y aguardiente, estaba toda la gente esperando que un puntero6 revoleara su sombrero para partir de repente. Convocados pa´ bolear, y sin mediar seña alguna 1 Boleadoras. Boleadoras más grandes para potros. 3 Boleadoras para ñandúes. 4 Que obedece a las riendas. 5 Despacio, sin apurar al animal. 6 Los que partían adelante y al medio. 2 Los Boleadores (1840) armaban la media luna7 y echaban a galopear. Solo era cosa de arrear gamas, ñanduces, venados, que al sentirse atropellados de semejante manera, partían a la carrera muy nerviosos y asustados Gritos, espuma, sudor. La pampa que se estremece... Y entre la paja aparece, el suri8 gambeteador, detrás se escucha un fragor y envueltos en polvadera bestias y hombres en carrera y en sus derechas, silbando, el aire que iba cortando las temidas ñanduceras. esos gauchos corajudos, acaban medios desnudos, cansados pero contentos. Es al llegar la oración, la señal para volver, y de paso recoger, lo que voleó en la ocasión. Una picana9, un alón10, todo vale, pesa o suma, a más de un montón de pluma, que con placer y alegría cambiará en la pulpería por todo lo que consuma Con tan solo una mirada, el gaucho elige su presa, y con notable destreza las bolas son arrojadas. Surcan el aire guiadas por la experiencia que encierra años de práctica y guerra y dan contra el avestruz, que con sus alas en cruz, boleado, cae en la tierra. Se detiene con presteza, tira una pilcha a su lado, de esta manera ha marcado la propiedad de la pieza. A pura espuela regresa, para algún último intento y sudorosos, sedientos, 9 7 Semicírculo que hacían los jinetes para encerrar los animales a bolear. 8 Ñandú Anca del ñandú, plato preferido por el gaucho para comer. 10 Ala. Otra parte del ñandú que el gaucho consumía con placer. Nota N° 16 Por Carlos Ernesto Pieske Estas décimas de mi autoría sintetizan de alguna manera lo que era una boleada de avestruces en esta época. El gaucho se adueñó de las boleadoras del indio y les agregó un ramal más, por lo general con una bola más pequeña, que le llamó manija. Al principio estas boleadas se realizaban como diversión o como demostración de su destreza pero con el tiempo las plumas del ñandú comenzaron a ser muy requeridas para la ornamentación de sombreros, tanto de señoras como de militares, pues aceptan muy bien las tinturas, también se las usaba en aplicaciones de labor y trenzado, con las más largas de las alas se fabricaban “parasoles” y plumeros. El gaucho, ante este requerimiento, boleaba para comprar en las pulperías sus vicios y mantenerse entre changa y changa. Este boleador ha eliminado de su apero muchas prendas haciéndolo más liviano. Monta un criollo con fiador y bocado. Estriba con botón pampa entre los dedos. Lleva vincha, pañuelo al cuello, camisa, chaleco, chiripá, calzoncillo cribado y botas de potro con espuelas. Las boleadoras a punto de ser revoleadas. Corriendo a su lado un perro compañero.