DE HISTORIA NATURAL 379 ! rro es fácil de lograr después de fijación breve, cuando ésta se prolonga algunos meses ofrece gran dificultad. Esto se explica admitiendo la presencia de hierro en los fijadores o en el material de vidrio y recordando la posibilidad (señalada por Hueck, Noesske y Sumita) de que el hierro de los tejidos, difundido en el líquido fijador, sea incorporado por algunas células. Cuando, como en el caso nuestro, no se trata de revelar mediante reacciones específicas el hierro de los tejidos, sino de aprovechar determinadas apetencias celulares para impregnar su protoplasma con azul de Prusia, el problema ofrece nuevo aspecto, ya que lo que interesa es determinar el por qué de tales apetencias. El primer hecho que se observa después de efectuada la reacción del azul de Prusia es la tendencia que manifiestan los elementos constituyentes del sistema retículo-endotelial a fijar el hierro en estado coloide. Cuando se practica la simple reacción de Perl para la demostración del hierro intracelular, las diferentes especies de macrófagos que lo contienen muéstranse con variable carga de inclusiones grumosas de tinte azul obscuro, y a veces difusamente coloreados. Después de la doble o triple impregnación ferro-clorhídrica, no sólo las células portadoras de hierro hemoglóbico aparecen azules, sino también todas las de su misma especie, aunque se encuentren exentas de productos hemáticos. En virtud de la siderofilia del sistema retículo-endotelial, es fácil obtener tinciones electivas de las células de Kupffer; de las que constituyen el estroma del bazo, ganglios linfáticos, amígdalas y demás órganos linfoides; de los macrófagos existentes en multitud de neoplasias y procesos inflamatorios, amén de coloraciones más o menos completas, según las circunstancias, de ciertos endotelios vasculares, y hasta, en ocasiones, de algunas fibras conjuntivas. Los macrófagos que habitan en los centros nerviosos (microglía) participan de idéntica apetencia por el hierro en los frecuentes casos patológicos del encéfalo en que se presentan hipertrofiados, mostrándose entonces teñidos con electividad semejante a la que poseen respecto al carbonato de plata. La impregnación argéntica de la microglía, aunque posible previa fijación en formol, exige, para ser completa, el empleo del fijador de Cajal (formol-bromuro amónico), excepto algunos casos especiales. Igualmente hace falta la fijación en formol-bromuro para que la impregnación férrica alcance toda su eficacia. Esto parece indicar que la siderofilia de algunos elementos, aunque sea una cualidad consustancial ligada a funciones específicas, puede acrecentarse incorporando al protoplasma substancias propicias a la