Historia de la Iglesia Evangelica Metodista de Costa Rica

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Constitución y Disciplina de la Iglesia Evangélica Metodista de Costa Rica
Tercera edición 2010
Historia y Teología Metodista
INTRODUCCIÓN HISTÓRICA
RAZÓN IGLESIA
La Iglesia Evangélica Metodista de Costa Rica es parte del Cuerpo universal de Cristo. Se
declara como Pueblo redimido y reconciliado con Dios por medio de Jesucristo. Es la comunidad
que es depositaria de la Palabra de Dios, por lo tanto como Iglesia Cristiana debidamente
identificada con el amar a Cristo, guardar y obedecer la Palabra de Dios. Sus raíces surgen y le
hacen pertenece al gran movimiento Metodista, que surgió en el seno de la Iglesia Anglicana en
el siglo XVIII. La Iglesia confiesa su fe en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo.
1. EL METODISMO EN LA GRAN BRETANA
El movimiento Metodista se inició con el gran avivamiento evangélico que conmovió y
transformó a la Inglaterra del siglo XVIII.
El Espíritu Santo usó como iniciador de este movimiento al Rev. Juan Wesley (1703-1791),
presbítero de la iglesia oficial y catedrático de la Universidad de Oxford; nacido en un hogar
esmeradamente piadoso, creado en un ambiente de austeras costumbres y elevados ideales, y
educado en la propia Universidad de Oxford, el joven Juan Wesley, como un segundo Saulo de
Tarso buscaba afanosamente, pero en vano, satisfacción espiritual mediante el estricto
cumplimiento de las reglas de la religión y las ordenanzas de la Iglesia.
La crisis de su vida se efectuó en una reunión de oración celebrada en una casa de las calles de
Aldersgate (Londres) el 24 de mayo de 1738. Pasó por la experiencia paulina de que no es por el
propio esfuerzo, por muy sincero o intenso que éste sea, sino por la gracia de Dios en Cristo Jesús
mediante la fe personal, que el hombre alcanza la vida y la paz. Fue tan intensa la experiencia de
su conversión evangélica que él mismo sintió que su corazón ardía con un calor extraño. “Siento
que es verdad, confío solamente en Cristo para ser salvo; y me ha sido dada la certidumbre de
que Cristo me ha redimido—de mis propios pecados, y me salva de la ley del pecado y de la
muerte”. (Testimonio textual de Juan Wesley).
Wesley, inmediatamente comenzó a proclamar a otros el evangelio que él mismo había
experimentado tan profundamente; primero a sus compañeros que buscaban su ayuda, y luego a
círculos más amplios, que lo llevaron a todas partes de la Gran Bretaña.
Su mensaje tenía dos rasgos muy señalados, los mismos que siguen caracterizando al Metodismo
hasta el día de hoy: primero estaba el evangelio de la Gracia de Dios, ofrecida a todos los seres
humanos por igual, y suficiente para todas las necesidades humanas. Luego está el ideal moral
que este evangelio nos presenta. La Biblia, afirmaba él, no conoce otra salvación que no sea la
salvación del pecado. El llamaba a la gente a la santidad debida, y esta santidad, insistía él, es
“santidad social”, el amor y el servicio a los semejantes. El Metodismo era “cristianismo en
verdad”.
Wesley jamás pensó organizar una nueva iglesia. En su obra él siguió, igual que Pablo, la clara
dirección de Dios: primero predicar el Evangelio a los grupos más pobres de la sociedad y que no
eran atendidos por la iglesia oficial ni por su clero: y luego, de cuidar de aquellos que se iniciaban
en la vida cristiana.
Los trabajos de Juan y Carlos Wesley fueron bendecidos por excepcional influencia Divina; otros
eminentes ministros anglicanos, como Jorge Whitefield (1714-1770), y Juan Fletcher (17291785) se unieron con ellos en la gran empresa de atraer más pecadores al servicio de Dios; todo
esto por medio de constante oración, incesante predicación e infatigable actividad.
En los cincuenta años de su ministerio itinerante, Juan Wesley viajó 400,000 km. Y predicó más
de 50,000 sermones; Carlos Wesley compuso cerca de 6,000 himnos. Whitefield, además de
extensas giras por todo el Reino Unido, hizo siete viajes de evangelización a la América del
Norte, y un sus 38 años de servicio predicó 18,000 sermones; y Fletcher, el Vicario de Madeley,
demostró admirablemente en su propia vida la excelencia de la santidad expresada en amor y
rectitud.
Gradual y vigorosamente, el Metodismo llegó a ser el gran movimiento religioso que sacudió y
regeneró a Inglaterra. Wesley organizó a sus seguidores en grupos, en clases y sociedades.
Redactó las reglas generales a fines de 1739, cuando se habían organizado las primeras
congregaciones o Iglesias Metodistas que él llamó “sociedades”. Aunque estas reglas contienen
algunos preceptos de otro contexto, se presentan más adelante en su forma original porque son la
expresión de un elevado concepto de conducta cristiana. El nombraba los directores. Halló
varones dispuestos a predicar en casas particulares. Estos varones no eran ministros ordenados,
sino predicadores laicos o “predicadores locales”. El los elegía, y les enseñaba tareas
específicas y él inspeccionaba sus trabajos.
Una vez al año, a partir de 1744, quedaron aceptadas las reglas de conducta de los predicadores,
reunía a todos. Ministros y laicos para celebrar juntos una conferencia cuyo objeto era revisar la
obra y a la vez hallar inspiración espiritual.
En Wesley convergían, de manera extraordinaria, tres facultades, y de las tres sobresalía en forma
excepcional: la evangelización; “el mundo es mi parroquia” declaró genialmente. Sus
predicadores iban al pueblo sin esperar que el pueblo viniera a ellos, y Wesley mismo conocía los
caminos y las veredas de Inglaterra mejor que cualquier otro en sus tiempos. Otra era la
organización y la administración por cuyo medio se conservaban los frutos de la predicación y se
extendía el radio de influencia. Y la otra era su aprecio de la educación y de la página impresa.
Convirtió a la imprenta en sierva de la Iglesia y fue organizador de la circulación en masa de
libros, folletos y periódicos fácilmente accesibles al pueblo.
Así, por toda Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda, se formaron las primitivas sociedades unidas”,
cada una de las cuales era una compañía de personas que teniendo y buscando el poder de la
santidad se reunían para orar juntos, recibir la palabra de exhortación y para vigilarse
mutuamente en amor, a fin de ayudarse uno a otro en la obra de su salvación.
Estas sociedades unidas constituyen el poderoso movimiento Metodista que tantos triunfos ha
logrado y sigue alcanzando en el Reino Unido de la Gran Bretaña. En 1795, cuatro años después
de la muerte de Wesley, este movimiento se independizó de la Iglesia Anglicana, después se
dividió en varios grupos; pero en 1932 se unificaron las diversas ramas del metodismo británico.
2. EL METODISMO EN LOS ESTADOS UNIDOS DE NORTEAMÉRICA
En el año de 1766, Felipe Embury, predicador local oriundo de Irlanda, empezó a predicar en la
ciudad de Nueva York y formó una sociedad Metodista, que hoy día es la Iglesia de la Calle
John; otro predicador local, Tomás Webb, capitán del ejército británico, se unió a Embury y
predicó en esa y otras ciudades. Por esos tiempos, Roberto Strawbridge, procedente de Irlanda,
se estableció en el Candado de Frederick colonia de Maryland y comenzó a predicar y organizar
sociedades. En 1769 el señor Wesley envió a América dos predicadores itinerantes: los Rvdos.
Ricardo Boardman y José Pilmoor. En 1771 envió otros dos, los Rvdos. Robrto Wright y
Francisco Asbury, quien llegó a ser el más grande adalid del metodismo norteamericano.
El metodismo se adaptaba providencialmente a la vida de la incipiente nación americana. Los
predicadores itinerantes servían al pueblo como no podía hacerlo un ministro. Visitaban los
establecimientos diseminados en el vasto territorio de las colonias, acudían a los hogares
escondidos en los bosques, seguían la marea de la migración rumbo a los territorios del oeste,
predicaban el Evangelio, fundaban sociedades, establecían puntos de predicación y los
organizaban en circuitos. La obra así iniciada fuer notablemente bendecida por Dios, de tal
manera que al terminar la guerra de independencia había cerca de 80 predicadores itinerantes y
alrededor de 15,000 miembros en las Sociedades Unidas.
Con la consumación de la independencia de los Estados Unidos en 1783, los Metodistas
americanos, que en su mayor parte eran miembros de la Iglseia Anglicana, se hallaron según la
declaración del señor Wesley: “totalmente desligados tanto del estado Inglés como de la
jerarquía Anglicana”. Agregó él: “Ahora tienen la completa libertad para seguir las Escrituras
y a la Iglesia Primitiva; y juzgamos que lo mejor para ellos es que permanezcan firmes en
aquella libertad con que Dios los ha hecho libres de manera tan extraordinaria”.
Los Metodistas americanos, como consecuencia de la emancipación nacional, carecían de número
suficiente de ministros ordenados que desempeñasen la obra pastoral y administrasen los
sacramentos; entonces acudieron al Rvdo. Wesley en demanda de consejo y auxilio. Wesley
suplicó al Obispo de Londres que confiriese las órdenes sagradas a algunos de los predicadores
Metodistas que no las tenían, pero el prelado inglés se negó. Entonces Wesley decidió ordenar él
mismo como presbíteros para América a los señores Ricardo Whatcoat y Tomás Vassey, y puesto
que él prefería la forma de gobierno eclesiástico episcopal consagró por la oración y la
imposición de manos como superintendente para presidir la “Grey de Cristo” en América, al
Rvdo. Francisco Asbury, el cual era entonces el ayudante general de las sociedades en
Norteamérica.
El Rvdo. Wesley también preparó unos ARTÍCULOS DE RELIGIÓN y un SERVICIO
DOMINICAL, extractándolos del Libro de Oración Común de la Iglesia Anglicana, e incluyó
igualmente una forma para la administración de los sacramentos y la ordenación de ministros.
Junto con todo esto, envió también una colección de Salmos e Himnos.
En la llamada Conferencia de Navidad, que se inauguró en la ciudad de Baltimore, estado de
Maryland, el día 24 de diciembre de 1784, se reunieron 60 ministros con el Dr. Coke y sus
compañeros. El plan del Rvdo. Wesley fue sometido a la consideración de todos y fue
cordialmente aprobado por unanimidad. En seguido fundaron y organizaron un nuevo cuerpo
eclesiástico con el nombre de Iglesia Metodista Episcopal, y se adoptaron los Artículos de
Religión y el Servicio Dominical preparados por el Rvdo. Wesley; añadieron a los artículos uno
en que se reconocía al nuevo Gobierno Civil, e insertaron en el ritual una plegaria a favor de las
autoridades supremas de los Estados Unidos. También promulgaron las leyes para el gobierno de
la nueva Iglesia, reconocieron como obispo al Rvdo. Tomás Coke, y luego eligieron como obispo
conjunto al Rvdo. Francisco Asbury, el cual fue consagrado como tal por el Dr. Coke, ayudado
por varios presbíteros. Tres fueron ordenados presbíteros y otros diáconos. Dos de ellos para la
obra misionera de la Nueva Escocia, y uno para la misma labor en la Isla de Antigua, de las
Indias Occidentales Británicas.
Tal fue el origen de la Iglesia Metodista Episcopal. Con santo fervor continuó trabajando y
creciendo asombrosamente en número y vigor. Ejemplo de esta singular actividad la hallamos en
el obispo Francisco Asbury; en los cuarenta y cinco años de su ministerio en América, predicó
unos 16,500 sermones, viajó 535,000 km., presidió no menos de 224 Conferencias Anuales y
ordenó cuando menos cuatro mil ministros. El año de su consagración como obispo, 1784, la
Iglesia Metodista contaba con unos 15,000 miembros; y en el año de su fallecimiento, 1816, esta
Iglesia tenía más de 214,000 miembros y unos 700 predicadores itinerantes y 2,000 predicadores
locales.
En 1828, un grupo de Metodistas sinceros y piadosos movidos en la mayor parte por la
insistencia sobre la necesidad de la representación de loa laicos, se independizó y se constituyó
en la llamada Iglesia Metodista Protestante.
En 1844 surgió otra división, la causa fue, según unos, la cuestión de la esclavitud, y según otros,
un conflicto constitucional respecto de los poderes episcopales. En la Conferencia General
celebrada ese año se acordó el plan de separación. El día 1 de mayo de 1845 se reunieron en la
ciudad de Louisville, Estado de Kentucky, los representantes oficiales de 14 Conferencias
Anuales del sur de los Estados Unidos. Esta Conferencia Constituyente procedió a establecer la
llamada Iglesia Metodista Episcopal del Sur. La primera Conferencia General de esta nueva
iglesia se reunión en la ciudad de Petersburg, Estado de Virginia en el mes de mayo de 1846.
Tanto l iglesia Metodista Protestante como la Iglesia Metodista Episcopal del Sur, conservaron
los postulados arminianos, las doctrinas wesleyanas, los usos peculiares y la organización general
de la Iglesia Metodista Episcopal.
La Iglesia Metodista Episcopal logró muchas y señaladas victorias en el Evangelio de Cristo
Jesús; se desarrolló notablemente en los Estados Unidos, y su labor misionera se extendió por
todo el mundo. Por ser muy grande, la mayoría de votos la Conferencia General de esta iglesia,
reunida en la ciudad de Columbus, Estado de Ohio, en mayo de 1936, aprobó el llamado Plan de
Unión.
La Iglesia Metodista Episcopal del Sur ministró especialmente en los estados meridionales de la
Unión Norteamericana; sus labores se extendieron hasta cubrir muchos países. El 13 de abril de
1938 su Conferencia General aprobó por grande mayoría de votos el Plan de unión.
Y así, en la llamada Conferencia unificadora, reunida en la ciudad de Kansas, Estado de
Missouri, el día 10 de mayo de 1939, se declararon unidas en una sola: La Iglesia Metodista
Episcopal, la Iglesia Metodista Episcopal del Sur, y la Iglesia Metodista Protestante, formando un
solo cuerpo eclesiástico, fundido y consolidado que llevó desde entonces el nombre oficial de
Iglesia Metodista.
La Iglesia Metodista de los Estados Unidos de Norteamérica ha continuado en ese espíritu de
apertura a la voluntad y dirección del Señor. En la Conferencia de Unificación celebrada en
Dallas, Texas, el 21 de abril de 1968, se unió formalmente con la Iglesia Evangélica de los
Hermanos Unidos.
Esta última surgió de la unión de los Hermanos Unidos en Cristo, grupo fundado por Phillip
William Otterbein, y la Iglesia Evangélica, fundada por Jacobo Albright, quienes trabajaron entre
gente de habla alemana, pero con énfasis en una experiencia personal y con semejanzas
estructurales e históricas que los emparentaban con los Metodistas. Fue así como surgió la actual
Iglesia Metodista Unida.
3. EL METODISMO EN COSTA RICA
A.
INICIOS – MISIÓN
Será en los principios del siglo XX que se inicia el peregrinar de la Iglesia Metodista en Costa
Rica como una misión de la Iglesia Metodista Episcopal de los Estados Unidos. La cual bajo su
Junta Metodista de Misiones Extranjeras, opta el 26 de abril de 1917 por abrir obra misionera en
Centroamérica. Los países escogidos fueron Costa Rica y Panamá. Estos países se organizaron
bajo el nombre de “Conferencia de la Misión Centroamericana de la Iglesia Metodista
Episcopal”, formando en cada República un Distrito. La primera sesión de la Conferencia Anual
se efectuó en la Ciudad de Panamá del 13 al 16 de enero de 1921, bajo la presidencia del Obispo
Wilbur Thirfierid. La segunda también se efectuó en Panamá bajo la misma presidencia el 19 de
enero de 1922. La tercera se celebró en San José en febrero de 1923, dirigida por el Obispo
Oidham. En 1924 el Rev. J.A. Miller fue consagrado Obispo y en 1925 presidió la quinta sesión
de la conferencia anual en la cual se celebró el culto de dedicación de la nave y torre de la iglesia
“El Redentor”. El edificio actual fue inaugurado el 198 de setiembre de 1940, siendo pastor el
Rvdo. J. Carlos Alpízar.
Esta unidad de un solo campo de ambas iglesias, se extendió hasta 1960. La Conferencia General
de la Iglesia Metodista de los Estados Unidos del año 1960 autorizó la formación de la
Conferencia Anual Provisional de Costa Rica, y en 1961 se celebró la primera sesión separada de
Panamá.
Ubicando la historia directamente sobre los sucesos en Costa Rica se puede decir que,
oficialmente en octubre de 1917, se inicia el ministerio de la Iglesia Evangélica Metodista en
Costa Rica. La obra fue empezada por los hermanos Eduardo Zapata de México, y el Obispo
Jorge Amos Miller, de Estados Unidos. En 1919 el obispo Miller compró propiedad
estratégicamente situada en la Avenida Central. El edificio había sido local del “Centro
Catalán”. Fue remodelado para posibilitar su uso como capilla, a la que dieron el nombre de
“Iglesia El Redentor”. Así que desde el principio la primera Iglesia Metodista en San José, gozó
de una ubicación excelente y de buenas instalaciones para sus actividades.
Bajo el Obispado del Rvdo. W.P. Thirkfield (1920-1924) llegaron más misioneros y se abrieron
nuevos centros de predicación. Se compraron propiedades en Alajuela, San Ramón y en Barrio
México. En la liberal ciudad de Alajuela los Metodistas se establecieron desde 1920; en 1924 se
organizó una escuela diurna y en 1928 de construyó una hermosa capilla.
La obra progresó lentamente durante los primeros años pero con el tiempo la Iglesia en Alajuela
se convirtió en una de las más vigorosas de la denominación.
Para 1934 ocurrió un cambio que empezó a manifestarse entre los Metodistas, el cual dio mayor
interés en la evangelización. Es así como se establecen nuevas iglesias y da forma a los distritos
de trabajo: Distrito Meseta Central y Distrito del Pacífico. Según la historia, el desarrollo de
líderes nacionales fue muy lento; pasaron años para que llegaran algunos nacionales a hacerse
cargo de la obra. Sin embargo, en este nuevo despertar se observa un ministerio agresivo de parte
de algunos laicos y posteriormente vamos a considerar también la acción vigorosa de algunos
pastores.
REGIÓN DEL PACÍFICO: En el año 1934 se despertó entre los laicos un interés por el
evangelismo. Un laico, Dionisio Mora, sin más apoyo o medios que sus manos y una fe
inquebrantable de que Dios lo había llamado a realizar esa labor, viajó por toda esa región
evangelizando con gran entusiasmo y logrando organizar la primera iglesia. La obra se extendió
en la región de Sierpe y Puerto Cortés. Una finca de 47 hectáreas fue comprada en Río Sierpe
con la esperanza de iniciar una obra social-agrícola.
Siendo Golfito el centro de las actividades de la Compañía Bananera en la Zona del Pacífico, se
inició la obra evangélica entre los empleados y peones de la misma. El Revdo. Roberto Eaker fue
el primer pastor Metodista en Golfito. En 1947 se inauguró el templo de la iglesia, situado en un
lugar pintoresco con vista hacia Golfito.
Bajo la superintendencia del Revdo. Marión F. Woods, durante los años 1951-1958, la obra
progresó y varias otras congregaciones fueron establecidas. Durante su pastorado en Golfito
fueron adiestrados muchos jóvenes para trabajar en las escuelas dominicales que se organizaron
en las fincas bananeras.
En Palmar Sur también se organizó una iglesia con la cooperación de la Compañía Bananera.
Estas dos iglesias comenzaron una obra evangelística que se extendió a las fincas bananeras y a
los pueblitos de esta región. Numerosas escuelas dominicales y puntos de predicación fueron
establecidos. Estas actividades se extendieron hacia Villa Briceño, Pueblo Nuevo de Coto,
Pueblo Civil de Golfito, Buenos Aires, Piedras Blancas, Maíz, Palmar Norte, Camíbar, Kilómetro
31 y Ollacero. El Rvdo. Russell Sargent, también trabajó en esta zona con mucho entusiasmo y
talento durante cinco años.
El trabajo en Villa Neily fue iniciado en 1952. Hoy es una iglesia activa que ha extendido su
labor a las fincas bananeras cercanas, Coto 47 y Río Claro. El laico Félix Barba y el pastor
Alexis Guevara, comenzaron la obra en San Isidro de Pérez Zeledón en 1962. Ahora es una
iglesia organizada.
REGIÓN DE SAN CARLOS: El inicio de la obra Metodista en la región de San Carlos se
efectuó bajo la dirección e iniciativa del Rvdo. Hernán Pérez, quien siendo pastor en Alajuela
acostumbraba a visitar esa zona periódicamente y en largos recorridos a caballo sembró la semilla
del evangelio, estableció muchos puntos de predicación y fundó la Iglesia de San Lorenzo.
Después de su traslado a la ciudad de Panamá, siguió visitando la zona el Rvdo. J. Carlos
Alpízar. El primer pastor residente en San Carlos fue el Rvdo. Carlos L. Jiménez. Bajo su
dirección se levantó la primera capilla evangélica de Ciudad Quesada, un campo que en sus
inicios sufrió de persecución religiosa.
MESETA CENTRAL: La ciudad de Cartago fue el primer lugar fuera de San José, donde se
trató de establecer la obra Metodista. Las actas de la primera Conferencia Anual demuestran que
en 1920, la misión de Cartago contaba con 19 miembros y una escuela dominical con un
promedio de 47 personas. Esta misión desapareció y no se ha vuelto a registrar en los informes
estadísticos de la Iglesia.
En la Conferencia Anual celebrada en 1933 se nombró como pastor de la Iglesia de Alajuela al
Rvdo. Hernán Pérez, graduado del Instituto Bíblico Latinoamericano. Este fue el primer
nombramiento de un pastor nacional Metodista. Ese mismo año se nombró a los señores Carlos
L. Jiménez y J. Carlos Alpízar como ayudantes en San José mientras terminaban sus estudios en
el mismo Instituto.
La segunda Iglesia Metodista en Costa Rica se estableció en Alajuela en 1920, siendo su templo
construido en 1928. Y para el año 1924, también se fundó una escuela primaria en ese lugar.
Durante los años de 1920-1924 se efectuó la compra de las propiedades en San Ramón y en
Barrio México. En esa misma época se inició la obra en ambos lugares. Después de años de
lucha y a causa de la dificultad de conseguir un obrero estable para el campo, se vendió la
propiedad en San Ramón.
La dimensión de servicio social no fue algo que estuvo ausente en este proceso de misión. Es así
como misioneros que eran nombrados y enviados a Costa Rica tomaron la iniciativa de crear
instituciones de servicio social tales como: el Colegio Metodista, que en 1921 se inicia como
Escuela Metodista en aulas del templo “El Redentor”, bajo la dirección del Rvdo. Louis Fiske y
su esposa Marión, con un total de 17 alumnos y 8 maestras. Después de muchos problemas la
institución se vio obligada a cerrar.
Es nuevamente abierto en el año 1949 bajo la dirección del Rvdo. Paul Royster y su señora
esposa Hellen. Por gestiones realizadas por los nuevos directores ante el Ministerio de Educación
Pública, se consiguió la autorización para que nuestro Colegio otorgara el título de bachiller de
Segunda Enseñanza. La presencia del Colegio Metodista en medio de la comunidad nacional fue
abriendo espacio y dando mayor credibilidad hacia el ministerio de la Iglesia, especialmente en la
capital.
La Escuela de Preparación de Obreros Metodistas (EPOM) será punto importante e histórico
como el núcleo central de la vida de la iglesia en su ministerio teológico, tanto en la preparación
de sus líderes como en su misión. Desde la llegada de la Iglesia Metodista a Costa Rica y a
Panamá siempre se soñó con un centro de formación de líderes. Por ejemplo, el Obispo Miller en
su libro publicado en 1927, Aventuras con Cristo en América Latina escribió lo siguiente:
“Nunca podremos tener dirigentes totalmente nacionales hasta que consciente y
deliberadamente comencemos a preparar a los ministros nacionales”. Sin embargo,
transcurrieron treinta años antes de poder iniciar sistemáticamente esta preparación. Tal fue su
sueño que el mismo Obispo Miller en un gesto de fe y entregando de sus propios ahorros donó el
dinero para la compra de la propiedad del Centro Metodista en Alajuela en lo que fue su primera
fase.
Esta verdad, que era una perspectiva real, sigue siendo un llamado en el seno de la Iglesia
Metodista en el cumplimiento de una misión integral. En el año 1957, en las aulas de la escuela
dominical de la iglesia “El Mesías” de la Ciudad de Alajuela, comenzó sus labores la EPOM.
Los requisitos de ingreso fueron a un nivel apenas suficiente como para despertar el reto en los
jóvenes que estaban surgiendo en la iglesia. Algunos de los cuales, habiendo sentido el llamado
del Señor, ingresaron a la Escuela e inauguraron con su presencia el trabajo de esta institución.
Frente al naciente esfuerzo de preparar líderes estuvo como primer director el Rvdo. Jaime
Snedeker y cuatro profesores, entre ellos su esposa. La primera clase de siete graduados
concluyó sus estudios en 1960.
Para 1968, según el acta de la Conferencia Anual, esta escuela cerró sus puertas aunque desde
1966 no se recibió ningún nuevo alumno, dejándose de lado el proceso de educación teológica
para la vida de la iglesia. Indiscutiblemente, que la falta de una orientación teológica y
misiológica siguió marcándose en la vida interna de la iglesia. Es cierto que hubo un intento de
crear un Seminario Teológico pero este esfuerzo no fructificó.
Para 1970 nuestra Iglesia estaba compuesta por tres distritos, cada uno con sus respectivas
iglesias. En la Meseta Central se contaban nueve iglesias con un total de setecientos nueve
miembros; en la zona del Pacífico se contaba con seis iglesias y una membresía de doscientostreinta-y-uno; en la zona norte, San Carlos, había tres iglesias y ciento-cincuenta-y-seis
miembros, lo que da un total de un-mil-setenta-y-siete miembros en 1970. Debe destacarse el
gran trabajo de extensión que realizó el Rvdo. Juan Sosa Rodríguez, especialmente en el Distrito
Central.
CENTRO RURAL – FINCA DE EXPERIMENTACIÓN
Este centro de experimentación fue iniciado en 1955 como un centro cafetalero. Posteriormente
se transformó en un centro experimental; su propósito fue trabajar en el problema de la
conservación de los recursos naturales como parte de la mayordomía cristiana. Esta finca ha
servido como centro operativo para desarrollar campamentos de jóvenes, intermedios, de parejas,
etc. También sirvió como un centro de extensión dando asistencia a los finqueros para enseñar
nuevos métodos para desarrollar alimentos. Este centro ha sido atendido en sus diversas etapas
por parejas norteamericanas en calidad de misioneros.
Una institución importante en el ministerio de servicio comunal es la Librería Metodista. Desde
1961 se inició como una proyección del Templo “El Redentor”. Para 1963, por un proceso de
expansión, se trasladó a Alajuela al Templo “El Mesías”. Aquí debe mencionarse el trabajo
pionero de la diaconisa Flora Duarte. Este ministerio se consolidó con la excelente contribución
de trabajo de parte de la hermana Barbara Floyd.
En 1968, oficialmente se inaugura el nuevo edificio que se dedica para la librería, para que a
mediados de la siguiente década se ampliara dándole mayor espacio.
Lo mismo, se reconoce la ayuda recibida años atrás por medio de Doris Hess, Secretaria Mundial
de literatura de la Iglesia Metodista Unida.
Otra institución es el Centro Metodista de Alajuela. Esta cuenta con edificaciones que fueran
levantadas para dar capacitación al liderazgo e la iglesia. Sin embargo, desde hace dos décadas
se abrió para dar lugar como centro de conferencias, al servicio de muchos grupo y
organizaciones crisitanas. Pero como centro operativo de servicio cumple las funciones de
institución.
Tal y como parte de un proceso de recuperación, según el propósito con que fue creada,
actualmente es sede del Seminario Evangélico Metodista de Costa Rica. Su labor es meritoria y
la iglesia hace buen uso de este recurso e institución.
Se puede afirmar que pese a los pocos recursos, la Iglesia Metodista acompañó su ministerio de la
proclamación con esa fuerza de servicio social en diferentes áreas.
B.
CONFERENCIA ANUAL PROVISIONAL 1961 – 1967
Esta etapa podríamos llamarla de consolidación de ese nacer de misión. Se entró en un evento
conmemorativo de sus cincuenta años de existencia. Para esa época existían 20 iglesias locales
debidamente organizadas. Algunos datos específicos nos indican el avance que hasta esa fecha se
tenía una membresía de 813 personas y la cantidad de 19 misioneros. En lo económico había una
alta dependencia de los Estados Unidos.
Lo que refleja claramente que la obra de esta Conferencia en Costa Rica era sostenida,
incluyendo parte de sus instituciones, por los dineros procedentes de la División de la Junta de
Misiones de New York, lo cual representa un 80% de sus gastos, mientras la iglesia nacional
aportaba un 20%. Evidentemente ya el proceso de dependencia estaba marcado y los números
van dándose sobre esa realidad.
Un elemento importante de análisis que debe mencionarse era la estructura que la iglesia exhibía
en ese momento. Para 1960 seguía el esquema sencillo. Sin embargo, el comité de estudio para
1967, aún cuando reconoció la poca existencia de personal preparado, recomendó una estructura
que funcionara diferente: con personal capacitado, dinero, dedicación y visión para llevarla
adelante.
También empezó a surgir el proceso de evaluación del ministerio hasta la fecha realizado. Y en
un estudio comparativo con la iglesia del Caribe se dijo: “…la obra era casi llevada por los
profesionales”, ministros ordenados o misioneros ordenados o misioneros que reciben su salario
de la Iglesia Metodista de los Estados Unidos. Los obreros nacionales eran 12, algunos en
proceso de preparación y 17 misioneros con cargos especiales y desempañando varias funciones a
la vez.
Sobre este tópico vale la pena destacar el poder de decisión que tenía el misionero cuando había
que tomar posición sobre asuntos de la iglesia nacional. En la evaluación que aparece en
diciembre de 1968 en su Conferencia Anual, dijo la comisión de estudios: “Aún queda el
paternalismo misionero que se manifiesta en forma indirecta. La posición del misionero en
puestos administrativos, su influencia dominante en las decisiones más importantes, su actitud
frente al nacional, su separatismo en la vida social, la desigualdad económica, sus fuentes
particulares de ingreso, etc. ha creado barreras entre misioneros y nacionales, perjudicando las
relaciones”.
Otro elemento de análisis en este proceso fue la poca participación del laico en la toma de
decisiones. Tanto en los asuntos internos como en los externos, y específicamente en su
compromiso. Tal y como lo revela un informe evaluativo:
1.
Existe una actitud de indiferencia de la membresía hacia sus propias actividades y
programas.
2. Sin conciencia de su misión par la cual ha sido llamada.
3. No ha tomado en cuenta las necesidades de la comunidad.
4. Sus métodos no están actualizados.
5. Tradicionalismo en el trabajo y en el programa.
6. Falta de liderazgo capacitado y poca promoción de nuevos miembros.
Es interesante notar que este mismo Comité de Estudio estaba compuesto por siete miembros
extranjeros y uno nacional. Otro factor de consideración es que el Obispo de la Iglesia nunca
residió en Costa Rica, sino que visitaba el país una o dos veces al año. Visita que coincidía con
las Conferencias Anuales, donde se tomaban decisiones de cambio de posiciones de los cargos.
Así el concepto de Obispo era aquel que llegaría a nombrar junto a su gabinete a los pastores y
misioneros. Este sistema más el modelo de itinerancia que se aplicaba había producido realmente
un vacio en las iglesias locales y e la vida de muchos líderes.
Ya para ese año la iglesia nacional había perdido varios pastores de experiencia que emigraron a
los Estados Unidos, otros salieron para otras denominaciones. Así que pese a los logros, la
evaluación se hizo presente trayendo como consecuencia observaciones de debilidades que ya se
hacían notorias. Y evidenciaban específicamente la urgencia de una mayor preparación del
obrero nacional.
C.
CONFERENCIA ANUAL DE COSTA RICA 9168-1972
Desde la sesión octava en enero de 1968, siempre bajo la Iglesia Metodista Unida de los Estados
Unidos, la iglesia empieza a operar con el nombre de Conferencia Anual. Esta nueva etapa se
compone de un lapso un tanto corto, pero a su vez significativa, ya que será la antesala para la
autonomía de la Iglesia en Costa Rica.
Varios son los cuadros que se presentan y que son de importancia en la vida de la Iglesia durante
este lapso.
•
PRIMERO, la Conferencia General de la Iglesia Metodista Unida, a través de su
Conferencia Central, procedió a nombrar un nuevo obispo de área, el Rev. Federico J.
Pagura, pastor argentino que en esos momentos hacía algunos estudios de teología en
Claremont, California; en sus funciones obispales decidió ubicar su sede en Costa Rica.
Fue la primera vez para la Iglesia Metodista de Costa Rica en que su máximo dirigente
radicaba en el país.
•
SEGUNDO, en el informe obispal de la sesión Décima de la Conferencia Anual de 1970,
se expresó claramente lo siguiente, a nivel de reflexión: “Creo que como iglesias
Metodistas, necesitamos clarificar y definir su misión … y tengo la impresión de que la
Iglesia Metodista no había encontrado aún su identidad y por eso se ha reducido a ser el
reflejo y el eco de otros grupos religiosos”.
En esta primera reflexión de 1970 se evidencia una vez más la carencia de identidad como cuerpo
Metodista, pese a que la obra que venía desarrollándose era netamente de corte misionero,
enviados por la Junta de Misiones (hoy Junta de Ministerios Globales de la Iglesia Metodista
Unida).
El informe que presentó el Comité de Estudio de la sesión Novena de la Conferencia Anual en
noviembre de 1968 había expresado también su disconformidad con el ministerio que la iglesia
estaba desarrollando. Este comité dijo: “Como resultado de este estudio presentamos el siguiente
informe: la hacemos con un doble sentimiento, dolidos y preocupados porque sentimos que la
iglesia, en gran parte, ha dejado de cumplir su misión; ha predicado un evangelio mutilado y
estrecho; no ha dado un verdadero testimonio ni manifestado con la acción el amor por nuestros
semejantes. Esta falta—de sentido de misión—ha reducido nuestro entusiasmo al mínimo y ha
sido un obstáculo para el crecimiento de la iglesia”.
También en esa sesión de 1970 se enumeraron como prioridad varios puntos, que se resumen así:
1. Preparación para la autonomía. Tal era el paso siguiente, estructuralmente hablando.
2. Renovación de la iglesia: pastoral, laicos y congregaciones.
En general, la iglesia siguió las mismas pautas de organización de la Iglesia en Estados Unidos,
cuya organización ha sido muy sólida. Después de 51 años de existencia como misión de la
Iglesia Metodista de los Estados Unidos y posteriormente como Conferencia Provisional, se
confirmó la Iglesia en Costa Rica en enero de 1968 como Conferencia Anual de Costa Rica.
D.
DE LA NUEVA IGLESIA Y SU AUTONOMIA – 1973
Fue en el año de 1968 cuando la Conferencia General de la Iglesia Metodista Unida otorgó
permiso para que las Conferencias Anuales de América Latina, si así lo deseaban, podían ir
alcanzando los requisitos disciplinarios que la Iglesia Metodista Unida demandaba para
declararse en Iglesias Autónomas Nacionales, esto cuando lo considerasen en consulta anticipada
con la dirección del obispo asignado.
Este paso para la autonomía lo tomaron casi de inmediato Argentina, Chile, Perú y Bolivia, y
posteriormente Uruguay. Las iglesias de México y Brasil desde 1930 ya habían adquirido su
autonomía. Para Costa Rica y Panamá surgió la idea de unir ambas iglesias, incluyendo el
Caribe, como una sola. Este pensamiento tomó forma y después de varias consultas fue aprobado
en principio por las Conferencias Anuales y el Sínodo del Caribe, respectivamente.
Después de dos años y medio en preparación, básicamente de la Disciplina y Constitución para la
Nueva Iglesia Unida, surgieron dos eventos:
PRIMERO, el Sínodo del Caribe no permitió que el Distrito de Panamá continuara con el
proceso (1971).
SEGUNDO, surgió de en medio de algunos laicos y la mayoría de los pastores de la
Iglesia en Costa Rica la interrogante de por qué una unidad de ambas iglesias cuando
realmente la cultura y el contexto eran totalmente diferentes. Este pensamiento originó
entrevistas entre los pastores, y un proceso especial de búsqueda en la oración. Después
de dos meses se llegó, por unanimidad de parte del grupo de pastores costarricenses, a la
convicción de optar por la autonomía pero como Iglesia Evangélica Metodista de Costa
Rica. Debe notarse que esto no fue movido por misioneros, que en ese entonces eran solo
dos.
A través de un documento debidamente firmado se comunicó la decisión el 16 de
noviembre de 1972 ante La Comisión de Unidad de ambas iglesias. Lógicamente que esto
provocó fuertes contradicciones ya que para enero de 1973 se preparaba la declaración de
unidad (Panamá, Costa Rica), el obispo encargado de ambas conferencias, en conjunto
con los representantes de la comisión de Panamá y Costa Rica, finalmente otorgó la
libertad de proceder para la declaración de autonomía, pero separadamente.
Esta decisión fue comunicada a la Junta de Misiones (hoy Junta de Ministerios Globales),
decisión que fue tomada firmemente por la mayoría del cuerpo pastoral de Costa Rica y
posteriormente apoyada por unanimidad de la Conferencia Anual de 1973. Concluye así el
período de Conferencia Anual.
La decisión de opción por una autonomía a nivel nacional que era avalada oficialmente por la
Iglesia Metodista Unida de los Estados Unidos, fue atacada duramente por algunos personeros de
la División Mundial e internamente por un grupo minoritario de nueve personas, miembros de la
iglesia, que de inmediato decidieron atacar la nueva iglesia autónoma y sus líderes. Al evaluar
esta posición de autonomía, que fue drástica, podemos sacar los siguientes puntos:
1.
Destacar que esta decisión marca un principio de libertad en la vida de la Iglesia
Metodista de Costa Rica, ya que por muchos años fueron personas del extranjero,
tanto el obispo asignado o misioneros, quienes tomaban las decisiones que aprobaban
y aplicaban en las Conferencias Anuales.
2. Marca un alto en ese proceso concientizador de un pensamiento ideológico, que hoy
es definido como Teología de la Liberación, que buscaba soslayar y aplastar la
posición evangélica que la Iglesia Metodista de Costa Rica confesaba como iglesia
evangélica en el contexto costarricense.
E.
DECLARACIÓN OFICIAL DE AUTONOMÍA – 1973
El día 13 de febrero de 1973, con la presencia del Obispo Charles Golden de la Iglesia Metodista
Unida de Los Angeles, California, el Obispo Sante Uberto Barbieri, Presidente de CIEMAL, el
Dr. Lewinstone McCoy y el Dr. Rene Bideaux, personeros de la División Mundial y con la
aprobación por unanimidad de la Conferencia Anual de Costa Rica, se declaró la autonomía de la
Iglesia Evangélica Metodista de Costa Rica.
Ambos obispos presentes procedieron a la consagración de las nuevas autoridades y con ello
empezó el proceso para la Nueva Iglesia Autónoma de Costa Rica. En esa fecha de 1973 fue
electo, como primer líder nacional, al Rvdo. Luis F. Palomo Bonilla, en su función de presidente
de la IEMCR.
Esta nueva situación polarizó la actitud de algunos hermanos que en su afán de destrucción,
provocaron serios problemas de lucha en su ataque a la Nueva Iglesia Autónoma.
El grupo que se levantó se denominó “Acción y Reflexión”. Su tarea fue crear documentos
anónimos, es decir, no los firmaban, pero los enviaban a todas las iglesias locales e inclusive al
exterior.
Lo que llamó la atención es que este grupo, con una posición política de línea socialista (algunos
de ellos con mucha valentía lo confesaron), no fue una acción aislada, sino que tenía el apoyo
inclusive de algunos dirigentes Metodistas del exterior. Esto pudo descubrirse gracias a un cable
que se recibió de parte del Secretario Ejecutivo de la Junta de Misiones para el área, ordenando al
tesorero de ellos en Costa Rica a que se girara un cheque por la suma de dos mil quinientos
dólares para el grupo de “Acción y Reflexión”.
Dicha decisión hizo que la Junta General—Órgano Directivo de la nueva Iglesia Evangélica
Metodista de Costa Rica—demandara una investigación de parte de la División Mundial sobre la
decisión tomada por el Secretario Ejecutivo en mención, ya que era una intervención directa en la
vida de una iglesia autónoma.
Después de varios meses de conversaciones e investigaciones directamente en Costa Rica, el
Coordinador General de la Junta de Ministerios Globales (Rvdo. Paúl Maclery), congeló la
decisión dando así respaldo a la Iglesia Nacional en su acción clara de trabajo. Procediendo a
una evaluación de la situación hasta ese momento se pudo extraer varias verdades:
1. Que este tipo de movimiento socialista y de opción hacia la izquierda estaba simplemente
usando a la iglesia.
2. Que tenía respaldo foráneo y dentro de la misma Iglesia Metodista.
3. Que no importaba el precio, ellos querían el poder dentro de la iglesia.
4. Provocó una lucha de desgaste por varios años que paralizó el desarrollo sólido de la
iglesia autónoma.
5. Demostró que realmente no estábamos preparados teológicamente para enfrentar una
batalla tan difícil.
6. Permitió que varias personas, miembros de la iglesia, empezaran a auto-descubrir su
verdadera identidad en su opción política.
7. Permitió que algunos de los líderes en ejercicio de la autoridad empezaran a descubrir
toda una realidad donde la intriga, calumnia, persecución, denigración, etc. estaba dentro
de la misma iglesia.
8. Demostró que si estábamos hablando de una Iglesia Evangélica Metodista de Costa Rica,
era por fe y la gracia de Dios en Cristo Jesús, era el único que podía sostenerla.
Hubo dos centros operativos con este problema en la vida de la iglesia: la Iglesia
Metodista Central “El Redentor” cuyo pastor sufrió juntamente con el resto de los líderes,
ya que de los miembros rebeldes, en su mayoría, procedían de su congregación. El otro
foco fue el Colegio Metodista cuyo director era un misionero y estaba provocando una
desestabilización en la institución. Prácticamente él concluyó confesándose contrario a la
iglesia, y jubo que expulsarlo como misionero; esto también llevó meses de atención y
también produjo mucho dolor.
No hay duda de que si había que madurar como líderes y como iglesia joven, toda esta etapa de
persecución ayudó a tal objetivo. Estos hechos impulsaron ambas cosas. Un aspecto importante
como un monumento, es que durante esos primeros cinco años se mantuvo una fe sólida, fuerte
en Jesucristo y la voluntad de Él se hizo, y no se desmayó en la responsabilidad como líderes en
medio de la autonomía naciente.
A la par de este fenómeno de posiciones políticas adversas, tratando de desestabilizar la dirección
de la iglesia en sus primeros años de vida, había toda otra realidad verdadera y es que durante la
preparación para la supuesta unidad (Costa Rica y Panamá) únicamente se había trabajado en lo
que fue Constitución y Disciplina, pero en lo que concernía a líneas de trabajo, programas y
administración, no existía ninguna propuesta.
En un documento escrito por el Rvdo. Palomo en Agosto de 1984, escribió lo siguiente: “si
procedemos a un análisis del pasado, arrancando de 20 años atrás, que sería lo más fresco que
se puede recordar de manera directa, veremos que la vida de la iglesia en su trayectoria ha sido
de sufrimiento, con altos y bajos. Una iglesia en misión, que se consolida como Conferencia
Anual hasta en 1968, para luego iniciarse o verse sometida a una lucha interna de pensamientos
ideológicos, ajenos a nuestra idiosincrasia costarricense y al evangelio de Cristo … Al empezar
la autonomía saltan preguntas de fondo: ¿Con cuál experiencia? ¿Con cuál plataforma de
trabajo? ¿Con cuál visión administrativa? ¿Con cuál visión de extensión? ¿Con cuáles
postulados de educación cristiana?, etc. No había programa. El calificativo de una iglesia
sufriente intensamente no cesó … continuó … todavía se mantiene”.
De manera que tenemos ahora una suma de factores que arremetían contra la posible continuidad
como Iglesia Autónoma en su nacimiento:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
Batallas ideológicas internas, con apoyo externo.
La no existencia de programas.
Un equipo de líderes no preparados para llevar adelante esta empresa.
Una joven institución con confusiones y problemas teológicos.
Extranjeros fuera de la problemática real que nosotros estábamos viviendo.
Confusión en la identidad de la Iglesia Metodista.
Deserción de miembros de sus iglesias locales.
Iglesias locales listas para ser cerradas por la escasez de membresía, como por ejemplo:
Barrio México, Palmar Norte y Puerto Cortés, y otras que fueron confundidas por las
pugnas ideológicas.
9. Una dependencia económica de la iglesia.
10. Una iglesia no comprometida con Cristo y una total dependencia que no permitía su
propio sostén.
11. Una iglesia económicamente pobre.
12. Una iglesia donde el celo por la evangelización estaba dormido y que hoy ha sido
despertado.
13. La vida misma de su membresía en medio del contexto Latinoamericano empezó a ser
atacada en lo religioso, por los factores socio-económicos.
Dado el permiso de Licencia Sabática otorgada al Presidente Rvdo. Luis F. Palomo el 7 de
noviembre de 1982, es nombrado por la Junta General como presidente interino el Rvdo. Samuel
Calvo Fernández, quien es ratificado por la Asamblea General en 1983 para que continúe con
este cargo durante dicho año. Posteriormente, el 26 de enero de 1984, es elegido presidente
interino el Rvdo. Roberto Díaz Cortés, para que concluyese ese período transitorio de dos años, y
uno año más tarde, el 23 de febrero de 1985, es electo obispo de nuestra iglesia, en la Décima
Tercera Asamblea General, dándose paso de esta manera al sistema episcopal. El nombramiento
según la Disciplina de la iglesia, es para períodos de cuatro años (1985-1989). Dicho nombra-
miento se extendió hasta 1991, pues hubo reelección en el nombramiento episcopal. En 1985, el
Obispo Díaz invitó a la Junta Misionera para los Metodistas Unidos, en Georgia, EE.UU., a
colaborar con la iglesia en el área del evangelismo, ayudando con programa y equipo. La
participación de esta Junta Misionera fue aprobada por la Asamblea General en el año de 1987.
Para 1991, bajo la dirección del Gabinete se apoya la iniciativa de abrir nueva obra Metodista en
Nicoya, Guanacaste. Contándose con el apoyo del Obispo Díaz, se hizo el llamamiento del
predicador laico Emmanuel Mora para que se hiciera cargo de este campo. Se espera recibir esta
nueva iglesia en enero de 1995 y continuar con la tarea de declarar un nuevo Distrito en la
provincia de Guanacaste.
En la Asamblea General de 1989 se crea el Seminario Evangélico Metodista de Costa Rica
(SEMCR). Importante paso a una de las visiones más fundamentales para el desarrollo y
crecimiento de la iglesia: la preparación de liderazgo. Para ello fue nombrado como rector de
esta institución el Dr. Luis F. Palomo B.
Se obre aquí la recuperación de la identidad Metodista teológica y bíblica y doctrinalmente
fundamentada, en la teología Wesleyana, dando con ello un vivo énfasis en la doctrina de la
santidad.
El día 6 de junio de 1992 los primeros 22 estudiantes son graduados en el nivel de Bachilleres en
Teología, cumpliendo el Seminario un trabajo efectivo. Además, y gracias a las excelentes
relaciones con la Universidad Nazarena, las cuales se mantiene hasta el día de hoy, los candidatos
que deseen continuar estudios avanzados se proyectan hacia dicha Universidad.
El SEMCR desarrollo su curriculum en coordinación con el Consejo Ministerial de la Iglesia. En
la actualidad, la proyección del Seminario está dirigida hacia el fortalecimiento de la Iglesia,
específicamente al laicado, lo cual se espera lograr a través de los Centros Teológicos Distritales,
que están en preparación para ser inaugurados en el año de 1995.
En este proceso de actualización de la historia de la Iglesia Evangélica Metodista en Costa Rica,
llegará el año de 1993, cuando en la Asamblea General del mes de enero se elige como nuevo
Obispo de la Iglesia al presbítero Dr. Luis F. Palomo B., para el período 1993-1997. En el culto
de consagración del Obispo, como dato importante, son ordenados 12 diáconos, llegando esto a
fortalecer el ministerio de la iglesia.
La iglesia se mueve en esperanza. Confiando en quien nos ha llamado para que le sirvamos. Así,
hoy oramos y clamamos ante quien es el dueño de su pueblo, de su iglesia … oramos y pedimos:
En el nombre de Cristo tu hijo: envía más obreros porque el trabajo crece. Amén. Confiando en
las palabras de nuestro Señor Jesucristo:
He aquí yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del
Mundo. Y el pueblo dice: Cristo, ven pronto.
TRASFONDO HISTÓRICO – DOCTRINAL
Al presentar los fundamentos doctrinales que la Iglesia Evangélica Metodista de Costa Rica
afirma y confiesa el propósito fundamental se centra en dar a conocer una herencia que emana
directamente de las Sagradas Escrituras, fue recogida en la enseñanza cristiana antigua mediante
los Credos ecuménicos históricos y que en el pensamiento de los fundadores del metodismo,
especialmente Juan Wesley, recibieron un énfasis especial y particular.
Juan Wesley explicó en diferentes oportunidades su entendimiento del significado y lugar de la
ortodoxia en la vida de la iglesia. Al catalogarla como “opiniones correctas”, pensaba que la
ortodoxia debía de ser cuidadosa y claramente establecida. La razón para esto puede encontrarse
en la influencia que tiene lo que pensamos y creemos (sana doctrina, especialmente aquella
doctrina de carácter esencial) sobre lo que hacemos (misión). Por esto, Wesley afirma sus
convicciones teológicas en la ortodoxia cristiana clásica, retomando especialmente el
pensamiento doctrinal de los Reformadores del siglo SVI y poniendo un énfasis particular y
esencial en algunas doctrinas que más tarde, se constituirían en doctrinas distintivas del
metodismo Wesleyano (por ejemplo, entre otras: la gracia preveniente, la santidad, el testimonio
del Espíritu).
Siendo su vida cristiana, en pensamiento y obra, de fuerte arraigo bíblico, permitía a Juan Wesley
estar seguro y confiado en esperar que la experiencia de la gracia de Dios en el corazón del
creyente (a la que llamaba también “verdadera religión”) fuera el balance apropiado. Es
importante definir y sostener la sana doctrina, de tal manera que nuestra experiencia vital con
Dios se vea nutrida y fortalecida, al afirmar tal doctrina en la práctica cristiana.
Fue durante el año 1738 que brotó un avivamiento evangélico entre las masas de Inglaterra. Este
movimiento tuvo líderes que le infundieron características particulares. Entre ellos se
encontraban los hermanos Juan y Carlos Wesley, ambos sacerdotes ordenados de la iglesia
Anglicana.
Durante la semana de Pentecostés de aquel año, precisamente el día 24 de mayo, Juan Wesley
asistió a la sesión de una sociedad religiosa que se reunía en la calle de Aldersgate en Londres.
Faltando quince minutos para las nueve de la noche, y mientras alguien leía el Prefacio de la
Epístola de San Pablo a los Romanos, escrito por Martín Lutero, en el que se describía el cambio
que Dios obra en el corazón por la fe en Cristo, Juan Wesley se apropió libre y definitivamente de
la declaración del apóstol Pablo en esa cata de que “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz
porque con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (5:1). En ese momento, nos dice
Wesley en su diario, “sentí arder mi corazón de una manera extraña … recibí la seguridad de que
Dios había perdonado mis pecados y que me salvaba a mí de la ley del pecado y de la muerte”.
Su hermano menor, Carlos, también había pasado por una experiencia similar tres días antes, pero
por estar enfermo y en cama no pudo compartir la experiencia junto a Juan.
En febrero de 1739, Jorge Whitefield—uno de los líderes de ese despertar evangélico—predicó
por primera vez al aire libre a los rudos e iletrados mineros de Kingswood. Para el mes de abril,
Wesley se paraba en el mismo lugar para continuar con la obra de la predicación a las masas y al
aire libre. A partir de entonces, el avivamiento evangélico cobró un impulso imposible de
detener y a través del cual la nación inglesa sería transformada.
Cuando la experiencia de la salvación por la fe fue predicada a las masas, el soplo del Espíritu
Santo hizo brotar un espontáneo avivamiento del Evangelio que se extendió por el reino de la
Gran Bretaña. Este avivamiento tomó una forma concreta cuando Juan organizó a los
convertidos en grupos—que llamó sociedades, clases y bandas—donde buscaban conservar su fe,
su nueva forma de vida, y mantenerse en el camino hacia la santidad.
Ese mismo año de 1739, nuestro prócer redactó dos documentos que serían básicos para el
desarrollo y la identidad de quienes se unirían al movimiento: Las Reglas Generales para las
Sociedades Unidas y El Carácter de un Metodista. En el primero se establecen aquellas cosas
que: a) el/la Metodista debe evitar: todo lo malo; b) el/la Metodista debe procurar hacer todo lo
bueno; c) el/la Metodista debe hacer para fomentar su comunión con Dios. Por tanto, ellos
deben, en la actualidad, informar y nutrir nuestro deseo y señalar el camino para “llegar a la
estatura del varón Perfecto”.
En El Carácter, el segundo documento, Wesley enfáticamente declara que la marca de una
persona Metodista es que “el amor de Dios ha sido derramado en su corazón por el Espíritu Santo
que le fue dado” (Ro. 5:5). Así pues, la/el Metodista halla su felicidad solamente en Dios, ora sin
cesar, está siempre gozoso, da gracias en todo, ama a su prójimo como a sí mismo haciendo bien
no sólo a sus almas sino a sus cuerpos también, y “no hace su voluntad sino la de Aquel que lo
envió” (Jn. 5:30) y todo lo que hace, lo hace para la gloria de Dios. Un Metodista, entonces,
“piensa, habla y vive de acuerdo al método establecido en la revelación de Jesucristo. Su alma ha
sido renovada en la imagen de Dios, en justicia y en toda verdadera santidad. Y teniendo la
mente que hubo en Cristo, anda como Cristo anduvo”. Por tanto, “en cuanto a todas las
opiniones que no lesionen la raíz del cristianismo, nosotros pensamos y dejamos pensar…. Por
opiniones, o términos no destruyamos la obra de Dios”.
HISTORIA DOCTRINAL
La obra Metodista de la Iglesia Metodista Episcopal Unida da inicio en Costa Rica por medio del
trabajo de dos misioneros: el Rvdo. Jorge A. Miller (de la Iglesia Metodista Episcopal de los
Estados Unidos) y el Rvdo. Eduardo Zapata (de la Iglesia Metodista de México). Sin embargo, el
desarrollo de dicha obra se dio bajo la dirección de la Iglesia Metodista Episcopal de los Estados
Unidos, que para aquel entonces era una Iglesia con una trayectoria de 133 años y que ya había
iniciado trabajo en la República de Panamá.
Desde sus inicios, por lo tanto, el metodismo en Costa Rica recibió en herencia la doctrina tal y
como se expresaba en el seno de la Iglesia Metodista Episcopal, específicamente en su Libro de
Disciplina.
Al pasar el metodismo de Inglaterra a los Estados Unidos y organizarse oficialmente la Iglesia
Metodista Episcopal el 24 de diciembre de 1784, Juan Wesley envía varios documentos que
sirvieron como fundamento para aspectos litúrgicos y doctrinales de aquella naciente iglesia.
Estos documentos eran básicamente:
(1) El Servicio Dominical, que era una versión simplificada del Libro de la Oración Común
de la Iglesia Anglicana; y (2) los Artículos de Fe, que también fueron una revisión hecha por
Wesley de los Treinta y Nueve Artículos de la Iglesia oficial de Inglaterra. Estos Artículos de
Fe, en cuanto a su número, fueron finalmente fijados en veinticinco.
La “Conferencia de Navidad” de 1784 invirtió una considerable cantidad de tiempo en la
adaptación de las “Large Minutes” provenientes de la Iglesia Anglicana. El esfuerzo que hacían
se centraba en ajustar las al estilo más libre del metodismo norteamericano. El documento que
resultó luego de varias ediciones llegó a ser conocido como “Doctrina y Disciplina de la Iglesia
Metodista Episcopal” (el Libro de Disciplina).
Desde aquellos primeros años del metodismo en los Estados Unidos el Libro de Disciplina, que
ya incluía los Artículos de Fe y las Reglas Generales, ha gobernado la vida y obra de la Iglesia
Metodista. Es así como la Iglesia Metodista que se funda en Costa Rica a partir de 1917 pasa,
igualmente, a ser gobernada por dicho Libro de Disciplina.
No es sino hasta enero de 1973 cuando se constituye la Iglesia Evangélica Metodista de Costa
Rica como iglesia autónoma, que un nuevo libro de Constitución y Disciplina pasa a regir a la
Iglesia Metodista nacional. Es, precisamente, en este documento que las normas doctrinales del
metodismo histórico son reafirmadas. De tal manera que los “Articulos de Fe”, las “Reglas
Generales de Juan Wesley”, los “Sermones” y las “Notas explicativas del Nuevo Testamento
de Juan Wesley”, se mantienen vigentes como expresiones de normal doctrinales para la Iglesia
Evangélica Metodista de Costa Rica.
La Iglesia Evangélica Metodista de Costa Rica es una iglesia cristiana que se fundamenta
completamente en las Sagradas Escrituras y las reconoce como la única y suficiente autoridad
para asuntos de fe y práctica.
La Iglesia Evangélica Metodista de Costa Rica profesa la fe cristiana histórica en Dios, encarnado
en Jesucristo para nuestra salvación y siempre activo en la historia humana en el Espíritu Santo.
La Iglesia Evangélica Metodista de Costa Rica comparte una fe común con el cristianismo
universal, tal como está expresada en el Credo de los Apóstoles y los Credos Ecuménicos
(Nicea, Calcedonia), y enfatizando en las verdades esenciales de la Reforma Protestante, tales
como: la primicia de las Escrituras, el sacerdocio universal y la justificación por la fe, entre
otros.
Fuente: Tomado del libro Constitución y Disciplina de la Iglesia Evangélica Metodista de Costa
Rica, Volumen Oficial, tercera edición 2010, publicada en español por las Oficinas Centrales de
la Iglesia Metodista de Costa Rica, en Tibás; con el permiso del Obispo Luis Fernando Palomo.
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