en grupos generalmente piramidales, caso curiosísimo, y digno de estudio, de la descomposición de las rocas calizas. En el Torcal agrio, como llaman los prácticos en el terreno á la parte mas escabrosa, no bay mas vereda, ni mas hilo de Ariadna, para poder salir del inmenso y peligroso laberinto formado por las rocas, que la línea de confusas manchas que sobre aquellas han dejado marcadas los pies de los cabreros á fuerza de pasar y repasar siempre por los mismos sitios, teniendo á veces que deslizarse por los allí llamados Gambetos, que son g a r g a n t a s , por donde apenas cabe un hombre, formadas por los peñascos. En algunas rocas se ven agujeros profundos, de boca circular ó elíptica, y de un diámetro que varía desde pocas pulgadas hasta mas de un pié, ya verticales, ya inclinados, y que, probablemente, no reconocen otra causa que la acción lenta de las aguas en huecos formados naturalmente por nodulos desprendidos de la roca y de distinta composición mineralógica que la de aquella. Escasa, pobre y raquítica es la vegetación leñosa entre los peñascos del Torcal, como que apenas existe tierra en que las matas puedan arraigar; veíanse, sin embarg o , algunas de espino, brusco, saúco, jazminicos, alaterno, torvisco, encina, algún durillo y abundantes yedras revistiendo algunos pintorescos grupos de rocas. Aliado del Torcal, ya fuera de él, se veia en flor el Ulex australis, entre cuyas matas abundaba el hermoso lirio azul llamado por Willkomm Costia scorpioides. No se ve en todo el Torcal ni una sola fuente. La excursión á ese sitio crece en interés para los geólogos cuando se hace desde Málaga, atravesando por la vía férrea el notable, atrevido, valentísimo camino que cruza el agreste y difícil paso de los «Gaitanes», donde el Guadalhorce se despeña por gargantas que apenas miden tres ó cuatro metros de anchura, encerradas entre elevadísimos picos calizos de capas casi verticales. Otra breve excursión, hicimos, al empezar el mes de Marzo, á la /Sierra del valle de Abdelaziz, que está enlazada con la de Antequera, y el 18 del mismo mes nos pusimos en camino para Ronda, yendo á esa ciudad por la Pizarra y el Burgo. Entre esos dos pueblos, poco después de dar vista á Casarabonela, que queda á la izquierda del camino, se pasa el puerto de Martínez; en la subida, por el lado del Sur, se encuentra un pequeño pinar de pino de Alepo; el 18 de Marzo se veian allí en flor la encina, la coscoja, el escobón (Saroth. bosticus), el palmito, y otras especies leñosas; y en la bajada, con exposición al N . y al N . O., además de las anteriores, florecían: el quejigo, el espino alhar, el lentisco, la aulaga andaluza, el jazminorro, la Coronilla júncea, el espantalobos, la Lonicera implexa, y otras. Entre el Burgo y Ronda se pasan los puertos de las Añoretas, de los Empedrados, y de los Vientos; el fuerte temporal de lluvia y granizo que, acompañado de huracán, castigó en todos ellos á los individuos de la Comisión, no les permitió recolectar p l a n tas ni hacer apenas observaciones sobre la vegetación; esta, en la subida del primer puerto, contrasta bastante con la del puerto de Martínez, que tiene enfrente, por su pobreza, debida sin duda á la exposición ( S . y S. E . ) y al suelo, seco y desnudo, de pizarra y caliza; apenas se veia mas que alguna mata del Ulex batíais, B. El 23 de Marzo, demasiado temprano, según vimos después, para estudiar botánicamente aquella localidad, subimos al Pinsapar de Ronda. Encuéntrase este en un estado bastante malo, pero no desesperado; si se deslinda y se amojona, si se constru-