necesitan el R e y y el E s t a d o . — D i o s guarde á V u e s a M e r c e d m u c h o s a ñ o s . — C a r t a g e n a , 26 de A b r i l de 1 7 8 7 . — A n t o n i o , A r zobispo, V i r r e y de S a n t a Fé.—Oficio del A r z o b i s p o V i r r e y » ( i ) . P o c o s sabios habrán vivido tan honrados y favorecidos por sus S o b e r a n o s c o m o Mutis lo estuvo por Carlos III, sus Ministros y sus V i r r e y e s . Si bien Mutis r e c u p e r ó la salud y volvió c o n nuevos bríos á sus habituales tareas científicas, contrariedades diversas, de las muchísimas que afligen á la humanidad y que vinculadas están á ella c o m o la s o m b r a al cuerpo, vinieron á turbar su a c e n d r a d o espíritu; de un lado, disgustábanle los negativos rendimientos que las minas le beneficiaron; de otro, ausentábase c o n harto dolor de su corazón el m e j o r a m i g o y más decidido p r o t e c t o r de las reformas que 61 había p r o y e c t a d o en favor de la cultura del Nuevo R e i n o de Granada, nos referimos al A r z o b i s p o V i r r e y don A n t o n i o Caballero y Góngora (2); y por último, á más de la inseparable melancolía de sus continuadas calenturas, enojábale que D . S e b a s t i á n J o s é L ó p e z Ruiz, le disputase, después de diez a ñ o s de silencio y de un modo artero, la primacía del descubrimiento de la quina en S a n t a F e de B o g o t á , asunto á c u y o e s t u dio prestó Mutis, desde el año 72, con indecible gozo y anhelante afán, la m a y o r atención, y del cual bastó que publicara su brev e trabajo sobre « E l arcano de la Quina» (3), años 1 7 9 3 á 1 7 9 4 , para que fuese elogiado u n á n i m e m e n t e por los sabios, m é d i c o s y naturalistas de todos los países, con legítimo orgullo del honrado s a c e r d o t e y de su patria. E m p e ñ a d o L ó p e z Ruiz en su c e n s u r a b l e c o n d u c t a , pues la idea q u e perseguía fué copiada de los m e m o r i a l e s q u e s o b r e el (1) González Suárez, ob. cit., pág. 84 (nota). (2) Volvió á España el Arzobispo, á petición suya, llegando á La C o runa el 19 de Enero de 1789; y fué agraciado con los honores de la Gran Cruz de Carlos III. Tomó posesión del Obispado de Córdoba, que el G o bierno le concedió. Sucedióle en el Virreinato de Santa F e D. Francisco Gil y Lemos. (3) Véase la nota de la pág. 124.