UNIVERSIDAD MARIANO GALVEZ DE GUATEMALA FACULTAD DE PSICOLOGIA TEORIAS DE LA PERSONALIDAD LIC. FEDERICO ALVAREZ ETAPA LATENCIA GRUPO NO. 3 SECCIÓN B GUATEMALA, 09 DE AGOSTO DE 2014 INTRODUCCIÓN Según la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud de las pulsaciones sexuales sostiene que el ser humano posee una energía sexual que se desarrolla a través de cinco etapas, etapa oral, anal, fálica, latencia y genital. La etapa de latencia es la cuarta etapa en la cual los deseos permanecen ocultos, es decir que estos están presentes pero no se manifiestan. Esta etapa tiene inicio cuando finaliza el complejo de Edipo que se manifiesta durante la etapa fálica, y su finalidad se da cuando inician los cambios de la pubertad; se caracteriza por una canalización de pulsiones y deseos sexuales para dar prioridad a nuevos intereses como la socialización y la necesidad de conocimiento. Durante esta etapa la sexualidad no desaparece, únicamente las energías se manifiestan de distintas maneras, al igual que se produce una especie de sentimiento de asco en el ámbito sexual, se reprime en los niños de ambos géneros algún estimulo de placer ligado al sexo ya que el placer se encuentra en el descubrimiento a otras cosas exteriores. ETAPA DE LATENCIA Surgió en el siglo XIX, cuando el medico vienes Sigmund Freud desarrollo el psicoanálisis, que es un enfoque terapéutico que rastrea los conflictos inconscientes de las personas, los cuales provienen de la niñez y afecta sus comportamientos y emociones. Dentro de sus principales representantes podemos mencionar a: Erikson y Jean Miller. Origen de la palabra: Etimológicamente la palabra latencia procede del latín: “latens o letentis”, y a su vez procede de la raíz indoeuropea: ladh, que significa oculto, o lo que se incuba ocultamente dentro de otra cosa sin mostrar actividad. En la mitología griega, Lete o Leteo es uno de los ríos del Hades. Beber de sus aguas provoca un olvido completo. Algunos griegos antiguos creían que se hacía beber de este río a las almas antes de reencarnarlas, de forma que no recordasen sus vidas pasadas. Etapa de latencia (de los 6 años a la pubertad) Latencia es una palabra que se emplea para describir un asunto u objeto que se encuentra en estado latente. Este adjetivo, por su parte, sirve para describir el estado de algo que se encuentra oculto, no está a la vista o que, en apariencia, no está activo. Esta fase es muda en cuanto a sus manifestaciones y curiosidades sexuales. Cronológicamente, la latencia suele ubicarse entre los seis y los doce años de edad. Partiendo desde la metapsicología, durante esta etapa se transforma el aparato psíquico, ya que se incorpora el Superyó, una instancia que internaliza las figuras de los padres junto con los límites por ellos expuestos y las expectativas que han depositado en sus hijos; el encargado de satisfacer todas estas exigencias es el Yo. Es notable el aumento del pensamiento en contraste con la disminución de la impulsividad, ya que entran en juego conceptos como la honestidad, la compasión y la responsabilidad, hasta ese momento inexistente. Es el aspecto cultural de la fase de latencia, fase no solamente pasiva, sino altiva, puesto que implica la síntesis de los elementos así recibidos y su integración al conjunto de la personalidad irreversiblemente marcado por su sello masculino y femenino. Aquí el niño comienza a sublimar todos los impulsos que tenga actividades importantes, sociales, culturales, para que crezca su autoestima. La salud mental del padre y la madre, o bien de quien o quienes ocupen su lugar en el desarrollo de los niños es muy importante, ya que de ella dependerá el correcto rompimiento con el Complejo de Edipo y un sano acercamiento a la sexualidad. El niño mantiene un desarrollo bastante rápido pero los patrones de éste siguen las líneas establecidas en las etapas previas, se aguardan los cambios fisiológicos, psicológicos y sociales que ocurren durante la adolescencia, cuando comienza a surgir nuevas fuentes de placer y por tanto nuevos conflictos y frustraciones. Dentro del psicoanálisis: La latencia es una fase que indica un cierto momento en la evolución libidinal de los niños. Sigmund Freud distinguía entre dos periodos en el desarrollo sexual: uno que comienza al nacer y llega hasta el denominado complejo de Edipo y otro que se inicia en la pubertad y se prolonga hasta la madurez sexual. El periodo de latencia sería entonces el momento intermedio entre ambas etapas. El período de latencia tiene su origen en la declinación del Complejo de Edipo; corresponde a una intensificación de la represión (que provoca una amnesia que abarca los primeros años), una transformación de las catexis de objetos en identificaciones con los padres y un desarrollo de las sublimaciones. Del olvido que hablamos dentro de esta etapa es la sexualidad, el niño gracias a la represión secundaria olvida las atracciones incestuosas propias de los primeros años de vida; logrando así un sepultamiento del complejo de Edipo. Los juegos que realizaba con sus genitales comienzan a avergonzarlo. Aparece el pudor y el asco, ya no le gusta que lo cambien delante de otras personas ajenas a su entorno íntimo, no va al baño con desconocidos. Sus intereses se dirigen hacia otros destinos, hacia fuera, hacia el mundo extra familiar, y dado que no cuenta con la maduración genital necesaria para encarar sexualmente este destino, el niño sepulta su sexualidad hasta los tiempos de la pubertad y adolescencia; lo cual es provocado por un dinamismo inconsciente del psiquismo. Fantasías, deseos y agresiones sexuales permanecen inmersas a nivel inconsciente, y las energías infantiles van a ser dirigidas hacia un tipo de búsquedas más socialmente aceptables y concretas. El clima personal se abre a las actividades intelectuales, los deportes y los juegos. Esto no quiere decir que la vida del niño esté libre de conflictos. Los que ocurre es que los impulsos sexuales lucen temporalmente aplazados y existen ya evidencias más claras de un mayor autocontrol. CARACTERISTICAS Tipos de Vínculos Poco a poco, el niño va estableciendo nuevas formas de relacionarse con los otros, con el objetivo de trasladarse de un estado de dependencia absoluta hacia la independencia. El niño comienza el pasaje de la intra familiar a lo extra familiar. En la Latencia el niño le otorga gran importancia a la integración con sus pares, la pertenencia de un grupo es de los asuntos más importantes. Se juega en este “pertenecer” los logros del niño, es decir, pone a prueba frente a otros sus cualidades y capacidades. Es necesario que el valor que antes se adjudicaba a los padres comience a disminuir a partir del sepultamiento del complejo de Edipo, con el fin de anular los deseos incestuosos y adquirir mayor autonomía. También se produce el pasaje de lo familiar a lo extra familiar. El paso decisivo de este pasaje se dará en la adolescencia cuando el sujeto se rebele contra lo familiar y priorice lo extra familiar. Sin embargo en la latencia comienza a darse lentamente este pasaje de una manera no traumática. Recordemos que en el octavo mes el bebé experimenta una angustia nueva al percibir la irrupción de lo extra familiar en los rostros de extraños. Cuando comienza a desconocer los rostros de las personas que se le acercan, llora, no quiere ir a parar a brazos desconocidos. Si en el octavo mes lo extra familiar produce angustia, en la latencia por el contrario presenta gran atractivo. Los amigos cobran una relevancia desconocida hasta ese momento, no le quitan a lo familiar su primacía, como ocurre en la adolescencia, pero ya comienza a vislumbrarse este pasaje de lo familiar a lo extra familiar. Es muy frecuente ver en los recreos a los niños pasear abrazados con sus pares del mismo sexo, disfrutan mucho de la mutua compañía, necesitan la aprobación de los semejantes y la inclusión en los grupos de compañeros, Quedar excluíos de los juegos o en las actividades en el aula es de los episodios más dolorosos para el latente. Identificaciones Nacen nuevas figuras donde identificarse pueden ser maestros, instructores o pares, el niño los inviste libidinalmente. Los niños atribuyen en esta etapa gran importancia a la autoridad de los maestros, “me lo dijo la maestra” es la expresión con la que suelen zanjar muchas discusiones en la casa. También los pares son investidos con particular intensidad, con frecuencia escuchamos en boca de los niños en latencia “un amigo….” “el papá de un amigo…hizo o dijo…..” Los modelos que vienen de afuera de la casa comienzan a quitarles a los padres el protagonismo y la exclusividad que hasta el momento gozaban. Desarrollo cognitivo En la latencia cobra protagonismo la reflexión y cede la imaginación. El deseo por aprender lidera la escala de intereses del latente, la energía (libido) se dispone al servicio del descubrimiento de nuevas fronteras dentro del ambiente en el que viven. El niño abre camino al placer a partir de la actividad intelectual. La curiosidad es la característica principal de los niños en latencia y es por ello que en estos años se desarrolla el conocimiento muy rápidamente. Con frecuencia escuchamos en boca de los niños preguntas acerca del porqué de las cosas, de su origen, parecen filósofos o científicos explorando el mundo y tratando de entenderlo. Observamos que los niños de 6 a 11 años aprenden más rápido que los más pequeños, porque a la hora de pensar estos niños manejan todos los datos, pues son mucho más lógicos y además están realizando estrategias de planificación. A la vez son niños que utilizan la coherencia en su pensamiento, son capaces de elaborar hipótesis e incluso manejan varias alternativas para buscar varias soluciones o el camino correcto para la solución. También en este tiempo aumenta la capacidad de concentración gracias a la atención selectiva. Se pueden concentrar en la información relevante y olvidan la que no lo es ahora. Lenguaje La herramienta fundamental de este período es el discurso, lo verbal. Esta es la fuente que le permite al niño sublimar toda esa energía reprimida, y es así como se abren caminos a nuevas sublimaciones. La acción se minimiza y se maximiza el discurso, el lenguaje le da sentido a su vida anímica. Los niños en esta etapa pueden ser grandes conversadores en casa y sobre todo con sus amigos y buenos constructores de relatos interminables. En niños con mayor capacidad simbólica disfrutan de los chistes escuchándolos o narrándolos y las ironías en los que se pone en juego lo ambiguo del lenguaje convocan su interés. Actividad motriz y juego El juego cambia, el placer se ubica en la evaluación de la realidad, las posibilidades y obstáculos que en este se presenten. En la Latencia temprana, el juego, se caracteriza por la utilización de la actividad motriz gruesa (juego con pelota, correr, etc.), la fortaleza es, considerablemente, estimada a la hora de jugar. Los varones suelen mostrar sus músculos flexionando el brazo o desafían a los padres a jugar pulseadas o luchas cuerpo a cuerpo para mostrar su fortaleza. En la Latencia tardía, prevalecen los juegos de roles, el ingenio, dónde el acento está puesto sobre las habilidades con las que el niño cuente. Las reglas y las normas adquieren alta relevancia en los juegos de mesa. Expresión Gráfica El dibujo más recurrente del niño en Latencia, es aquel dónde la hoja se divide en dos, y se ubican dos actividades diferentes pero consecuentes una con otra, esto evidencia la inscripción de la temporalidad y la mayor capacidad de organización mental. Sentimientos El desarrollo del área sentimental es de suma importancia, ya que se vincula directamente con la percepción de sí mismo, y en consecuencia de ello se modela la autoestima y la autoimagen positiva, se dan comparaciones entre el Yo real con el Yo ideal. La presencia de la vergüenza característica de este tiempo, se evidencia a partir de un otro que da a conocer la inadecuación del niño, “el niño es descubierto en algo que no debería ser visto y reacciona con vergüenza” “La vergüenza aparece ante una acción en la que se falla, es vivido como descontrol o incumplimiento de un ideal esperado. Los sentimientos de inferioridad son determinados en relación con uno mismo, acompañados de tristeza e impotencia. El niño expresa la frustración como resultante de una falla del Yo. Los sentimientos de culpa se dan a conocer a partir de un daño real o fantaseado hacia otro, resulta por la ineficiencia del Yo de cumplir las exigencias del Superyó. Agresión La agresividad viene de la mano de la instancia superyoica recientemente configurada en este período, y el modo de presenciar el acto agresivo sólo es posible de forma encubierta, es decir, este tipo de agresividad indirecta se manifiesta a través de, por ejemplo, el juego. La competencia cruel es una de las manifestaciones más evidentes, aunque de todas formas el niño intentará que tal agresividad se produzca de manera disimulada a los ojos de los demás. El doble sentido también es un arma muy utilizada en esta época. Periodos de Latencia El complejo de Edipo es un momento de grandes transformaciones, los procesos de complejización psíquica no se dan de manera lineal ni inmediata; por esta razón B. Borstein diferencio dos periodos: Latencia temprana y latencia tardía. Este cambio se sitúa alrededor de los 8 años donde según Piaget se organizan las estructuras concretas. 1. Primer subperíodo. Latencia temprana En este subperíodo la nueva organización psíquica aún no está consolidada. El nuevo funcionamiento es precario y frágil. La represión se va instalando lentamente y por lo tanto el control sobre los impulsos es inestable. Es frecuente la emergencia de angustia y la necesidad de presencia del adulto como reaseguro afectivo. Esto se observa fácilmente en los grupos de niños que aun cuando están realizando y participando de actividades de su interés requieren reiteradamente de la intervención del adulto ante desbordes emocionales que se suscitan como consecuencia de conflictos entre pares, que ellos no pueden resolver por sí mismos, es decir con sus propios recursos psíquicos. En la latencia se produce un gran desarrollo del yo que comienza en este subperíodo, siendo característica principal de esta instancia la demora de la descarga inmediata, los niños y niñas de estas edades mostrarán conductas de postergación y control de la satisfacción de los impulsos, que durante este primer subperíodo se centrarán principalmente en intentar controlar la motricidad. Frecuentemente en este subperíodo no logran “quedarse quietos”, al menos por mucho tiempo. La actividad motriz permite el incremento de la capacidad para hacer prueba de realidad, facilitando el aprendizaje por la experiencia. Los niños que realizan experiencias participativas de aprendizaje, por ejemplo cuando participan en un taller de papel reciclado, utilizan la actividad motora al servicio de descubrir y comprobar cómo es el proceso de elaboración del mismo. Otra característica propia de este subperíodo es la ambivalencia del niño frente a mandatos del superyó y la imposibilidad por determinar si lo imperativo categórico proviene de una voz interior o exterior. Las conductas manifiestas que se observan frente a las prescripciones y prohibiciones en estas edades son también ambivalentes pues van desde la obediencia complaciente hasta la rebeldía, aunque culposa. 2. Segundo subperiodo. Latencia tardía Está caracterizado por un mayor equilibrio y una mayor estabilidad de las diferentes instancias. En esta etapa, tanto como en la anterior, no aparecen nuevas metas instintivas y se consolidan el desarrollo del yo y del superyó, ejerciendo un control más eficaz y autónomo sobre los impulsos. La maduración neurobiológica producida entre los 6 y los 8 años colabora en este proceso. El superyó se afianza como instancia interior fortaleciéndose los procesos de abandono de las investiduras libidinales y su sustitución por identificaciones. Se desarrolla claramente un sentido de autovaloración, que se apoya en los logros y el autocontrol, lo cuales son reconocidos con valor positivo por el entorno escolar y familiar. Al volverse gradualmente más autocríticos, su autoestima se vuelve más vulnerable ya que empieza a verse en forma más realista, con sus debilidades y sus fortalezas, lo que impacta sobre el sentimiento de omnipotencia Adquieren una perspectiva de sí mismos más integrada y compleja al reconocer y diferenciar los roles que desempeñan en distintos espacios sociales (miembros de una familia, integrantes de una clase, de un club, etc.) y sus distintas habilidades (para los deportes, para la música, etc.). Van afianzando un sentido de identidad. Pueden pensarse a sí mismos y relacionar sus acciones con sus rasgos de personalidad y con sus sentimientos. Alcanzan mayor estabilidad en los estados afectivos. Inicia construcciones lógicas en lo intelectual lo cual le permite comprender los sistemas de relaciones, la coordinación de distintos puntos de vista, un sistema de valores, lograr una moral de cooperación y autonomía personal. Aparecen nuevos sentimientos morales como la honestidad, la camaradería, la justicia, y una organización de la voluntad. El equilibrio afectivo se hace más estable. Se atenúa la ambivalencia. El juego cambia: se complejiza y mediatiza ya que se combinan habilidades con el azar, se inventan reglas o se modifican las transmitidas de generación en generación como una forma de expresar la verdadera comprensión del consenso que subyace a las mismas. Se juega cooperativamente, se reparten roles. El desarrollo del lenguaje, que deja de ser egocéntrico, da cuenta de las justificaciones lógicas utilizadas para la conexión entre ideas. Las posibilidades de discusión, la comprensión de distintos puntos de vista y valores y la justificación de las propias afirmaciones, hacen que las explicaciones entre los niños se den en el plano de la palabra y del pensamiento y no tanto en la acción ANEXOS DEFINICIONES GENERALES Ello: Su contenido es inconsciente y consiste fundamentalmente en la expresión psíquica de las pulsiones y deseos. Yo: El Yo tiene como fin cumplir de manera realista los deseos y demandas del Ello con el mundo exterior, a la vez conciliándose con las exigencias del Superyó. Superyó: instancia moral, enjuiciadora de la actividad yoica. El Superyó es para Freud una instancia que surge como resultado de la resolución del complejo de Edipo y constituye la internalización de las normas, reglas y prohibiciones parentales. Libido: (del lat. libido: «deseo», «pulsión» y en un sentido estricto: «lascivia») es un término que se usa en medicina y psicoanálisis de manera general para denominar al deseo sexual de una persona Altiva: altanero Edipo: representación inconsciente a través de la que se expresa el deseo sexual o amoroso del niño Catexis: Concepto económico, la catexis hace que cierta energía psíquica se halle unida a una representación o grupo de representaciones, una parte del cuerpo, un objeto, etcétera Ambivalencia: Estado de ánimo, transitorio o permanente, en el que coexisten dos emociones o sentimientos opuestos CONCLUSIÓN El proceso que transcurre en la etapa de latencia es muy importante como parte del desarrollo ya que ella se logran hábitos que no se habían desarrollado en las tres etapas anteriores como el autodescubrimiento interno que es muy importante para llevar una adolescencia no conflictiva, se descubre el placer por las amistades, el sentido de pertenencia y se desarrollan los pasatiempos, es de suma importancia durante la adultez ya que refuerza el autocontrol de las pulsiones y deseos sexuales canalizándolos a través del placer que encuentran en otras áreas. Durante esta etapa se desarrollan las habilidades sociales y se desarrolla una conducta socialmente aceptada que no se centra únicamente en la sexualidad sino que en la adaptación. E-GRAFIA http://www.educacioninicial.com/ei/contenidos/00/0400/430.ASP www.literatura.org/Dolina/AngelGris.html www.monografias.com: Trabajo llamado “Latencia” realizado por Luciana Carballido, Lic. En Musicoterapia UBA, año 2008. http://es.wikipedia.org/wiki/Per%C3%ADodo_de_latencia http://www.educacioninicial.com/ei/contenidos/00/0400/430.ASP http://es.slideshare.net/vaiellorocha/etapa-de-latencia-presentation-929942 http://www.edipica.com.ar/archivos/leandro/psicoanalisis/psiconinios/dolto10.pdf http://definicion.de/latencia/