AMBASSADE DE FRANCE AU PARAGUAY Celebración franco-alemana del Tratado del Eliseo 31 de mayo de 2013 Sr Canciler, Estimadas autoridades paraguayas, Estimados colegas, Estimados amigos de Alemania y de Francia, Cuando era niño, siempre veía en la biblioteca de mi abuelo, el padre de mi padre, un trozo de metal pesado que tenía prohibido tocar. Más adelante, mi abuelo me comentó que era un recuerdo de la Primera Guerra Mundial, un trozo de bomba alemana que casi lo mató, joven soldado, cuando se lanzaron tiros de artillería en la región de Verdun. El recogió ese pedazo de metal ardiente, diciéndose que ese día la muerte no había querido llevárselo. Ese recuerdo familiar, mi padre, quien lo había recibido de su padre, me lo ha dado hace algunos meses y lo traje aquí hoy como un terrible testimonio de un tiempo pasado donde Alemania era enemiga de Francia. Un tiempo donde nuestras dos familias, la del embajador Ellner y la mía, eran enemigas. Un tiempo en el que nuestros países estaban en guerra. Nuestros países han sido la cuna del pensamiento de la Ilustracion. Han sobresalido en el desarrollo de las artes, de la literatura, de las ciencias, de la filosofía, de las técnicas. Han representado la cima de la cultura. Y, sin embargo, se han opuesto en numerosos conflictos pavorosos. Durante siglos, nuestros países han sido adversarios, es decir « enemigos hereditarios ». Su relación ha conocido el período más dramático en ocasión de las dos Guerras Mundiales, en particular con los crímenes cometidos por la dictadura nazi. Hay que tener conciencia de esta dimensión histórica para medir el coraje, la audacia de la que hicieron prueba el alemán Konrad Adenauer y el francés Charles de Gaulle firmando, el 22 de enero de 1963, el Tratado del Elíseo. El texto del Tratado es breve, pero su contenido es casi revolucionario : Alemania y Francia se comprometen nada más y nada menos que a « lograr, tanto como fuere posible, una posición análoga sobre todas las cuestiones económicas, políticas y culturales importantes ». Cincuenta años después, el Tratado conserva toda su vigencia. Las orientaciones de su preámbulo reconciliación, juventud, solidaridad y Europa- describen la esencia de nuestra asociación. El mismo ha permitido, luego de 50 años, más allá de las dificultades cotidianas, crear una proximidad y una amistad que pocos pueblos comparten. Una intimidad secular puede dar lugar a una amistad profunda : tal es el mensaje del Tratado del Elíseo, cuyo alcance es universal. Los sondeos muestran hoy que más del 85% de nuestros conciudadanos tienen una buena o muy buena imagen del país vecino. Tenemos un manual común de historia, una brigada franco-alemana, un canal binacional de televisión – ARTE- y varias otras instituciones de diálogo y de integración entre nuestros dos países. Existen hoy más de 2.000 hermanamientos entre ciudades alemanas y francesas que contribuyen de manera determinante en la intensidad de nuestros compromisos sociales y culturales. Nuestras economías están estrechamente ligadas. Sin embargo, no debemos ceder ante la ilusión que todo seguiría así automáticamente. Lo que ayer era cierto, lo es aún hoy : la juventud es la llave de nuestro futuro común. Nuestra misión consiste siempre en hacer comprender a los jóvenes de ambos países el interés y la importancia de conocer a su vecino. Corresponde a la Oficina franco-alemana para la juventud el mérito de haber permitido el encuentro de millones de jóvenes alemanes y franceses. La amistad franco-alemana reposa en un sólido pedestal de valores compartigos : nos comprometemos en favor de la libertad, de la tolerancia, de la ayuda a los más débiles y a la diversidad cultural. No obstante, en el curso de los 50 últimos años, Alemania y Francia han tenido a veces posiciones divergentes en el momento de ajustar temas importantes de interés común. Pero hemos demostrado que fuimos capaces de comprender la posición del otro y que estuvimos dispuestos a encontrar una solución aceptable para cada uno. Señoras y Señores, Más que nunca, Europa está en el corazón de nuestra cooperación. Los logros de la Unión Europea, del mercado único a la moneda común, pasando por la libre circulación de las personas y bienes, habrían sido inimaginables sin nuestra voluntad y nuestra acción común. Deseamos continuar poniendo la amistad franco-alemana al servicio de este proyecto e invitamos a quienes lo desean unirse a nosotros. Los desafíos que debemos relevar son inmensos. En el plano económico, permanece la prioridad de superar la crisis y las mutaciones económicas, consolidando las finanzas públicas pero también favoreciendo el crecimiento y la solidaridad, para permitir el redireccionamiento económico de Europa y afirmar su posición ante la competencia mundial. Nuestra relación que, en general es excelente, puede ser más que nunca un motor para Europa : contrariamente a lo que a veces se pretende, Europa no es el problema, ella debe ser la solución. Deseamos una Europa que responda plenamente a las expectativas de los pueblos a fin de que no aparezca como un costo sino primeramente como un progreso que nuestros conciudadanos aprovechen diariamente bajo forma de libertad, prosperidad y seguridad crecientes. Es lo que Konrad Adenauer y Charles de Gaulle nos dirían hoy. Tenemos el deber de proseguir esta aventura excepcional que es Europa unida, esta extraordinaria innovación institucional que ningún continente en el mundo ha podido crear. El Presidente de la República, Señor François Hollande, dijo el 22 de junio último en el Bundestag en Berlín: “Francia y Alemania tienen una responsabilidad particular por su historia, su geografía, su potencia económica pero sobre todo por la expectativa instalada en nuestros dos países. De la calidad de nuestra relación, de la confianza que nos une, de la capacidad a fijar un rumbo para nuestro continente, depende el futuro de Europa. El dijo tambien: Esta amistad no es exclusiva: ella está abierta y debe entusiasmar a Europa que, a su vez, debe avanzar con nosotros. Nuestra amistad no es una alineación o un renunciamiento a la soberanía, al contrario, es permaneciendo fieles a sí mismos que Francia y Alemania pueden ir en dirección de lo que les acerca, es decir, la voluntad común de promover un modelo económico y social original, de proteger el medio ambiente, de compartir una misma visión del mundo”. Porque Europa es una potencia mundial! Pero una potencia diferente de otras, una potencia que desea contribuir con la paz y que desea servir valores universales. Víctor Hugo decía que “de la unión de Francia y de Alemania, surgiría la paz del mundo”. Víctor Hugo fue profético, aún cuando no hemos logrado la paz en el mundo. El Premio Nobel de la Paz que ha sido otorgado a Europa -de hecho a la construcción europea- ha sido considerado por algunos como un anacronismo: qué error! Este Premio Nobel, nosotros europeos, lo hemos merecido porque recompensa los esfuerzos de generaciones que nos han precedido para hacer que Europa sea hoy un destino común. Este premio nos obliga a continuar este proyecto, a ir hacia delante. Así, la amistad franco-alemana que celebramos hoy es un homenaje a nuestra historia europea compartida, un homenaje a los visionarios que fueron Konrad Adenauer y Charles de Gaulle, pero también a los hombres y mujeres que lo han llevado a cabo, a los pueblos que se unieron y que han permitido que nuestra amistad sea reforzada, generación tras generación. Viva Francia ! Viva Alemania ! Viva la amistad franco-alemana !