DE SOPLONES A SEDICIOSOS Y CONSPIRADORES… Jorge Isauro Rionda Ramírez Las infiltraciones no solo son a nivel gobierno de México, las hay en el propio aparato de gobierno estadounidense. Recientemente la DEA admite que por parte de la embajada estadounidense existe el servicio de otorgar pasaportes a personas que operan dentro del cártel de Sinaloa. La complicidad se realiza en todos los niveles. El dinero compra todo, memorias, responsabilidades, servidores, mercancías, personas. La red de corrupción permite la infiltración de operadores de los cárteles a las estructuras de gobierno de todo nivel y de toda nación. Su transnacionalización en México es evidente al verse la complicidad de autoridades aduaneras y de embajada sirviendo a este tipo de grupos criminales. Por otra parte, existe el espionaje. Se trata de anticiparse a las autoridades, controlarles, desinformarles, desorientarles, manipularles al grado que operen al margen del crimen. Así, gracias a poner “pájaros en los cables” logran saber con anticipación la maniobra de las autoridades y su saber al respecto del estado de las cosas, las personas y los informantes. Nadie escapa a la visión que los infiltrados tienen. Los soplones (sapos) dan información que comprometa a otros grupos, les eliminan valiéndose de las autoridades. Quien brinda información lo hace protegiendo intereses de su grupo y como parte de una estrategia de eliminación de los grupos contrarios. Se valen del espionaje mutuo para pasar información a judiciales que les combaten bajo los intereses de los propios narcotraficantes. Se sabe de operaciones que son bautizadas como de limpieza. Las conspiraciones y la sedición es otro tema de interés para las autoridades. Estos grupos de sicarios y mercenarios muchas veces también son parte incipiente de movimientos de insubordinación, sedición y conspiración contra el orden establecido. EL terrorismo se confunde con la guerrilla, la guerrilla urbana suena más a terrorismo. La guerrilla campesina protege intereses de rutas del narcotráfico, tal como el Ejército Revolucionario del Pueblo y el nuevo ERPI en la sierra de Guerrero más que una lucha del tipo zapatista por obtener servicios y atención pública de las autoridades, realmente opera para no permitir la entrada y operación del ejército en zonas que controla el narcotráfico. La insurgencia se ve aviada y comprometida con sicarios y narcos, desde Centroamérica hasta las costas del pacífico y del golfo de Cortés. El tráfico de influencias y la compra de favores como de información dota de logística y espionaje a los insurgentes como a los propios sicarios y capos. La infiltración es inminente y opera en todos los niveles y entre varias naciones (Aponte; 2012). Los infiltrados son los responsables de que programas como de testigos protegidos sean invalidados y los “ajustes de cuentas” alcanzan incluso a los supuestos protegidos. La inmunidad no se compra, ni se vende, nadie la puede otorgar ni la puede recibir. Vulnerables somos todos, mortales en toda condición y al alcance de la violencia que nos hace sus víctimas. Quien es un soplón sabe el riesgo pero goza de la protección de su grupo. De otra forma ser “sapo” no tiene valor alguno, que más para quien presta este tipo de apoyo, lo tiene para la agrupación al que se pertenece, obedece y sirve. FUENTE: Aponte, David (2012) Los infiltrados. El narco dentro de los gobiernos. Prólogo de Héctor de Mauleón. Colección crimen organizado. México. Grijalbo – Proceso. P. 168.