La ley Natural a la luz de la razón

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La ley Natural a la luz de la razón
Sofía
Pacheco López
El concepto de ley natural es un concepto muy amplio que engloba no solo al ser
humano sino a todo ser y su comportamiento natural. Pero aquí lo enfocaremos al ser
humano y a la tendencia de elegir el bien, mediante su libertad, hecho muy debatido
actualmente. En este trabajo intentaré exponer de forma muy breve mi opinión sobre el
tema.
Para comprender el concepto de ley natural primero deberíamos aclarar
conceptos como ley, naturaleza o libertad, los cuales están muy relacionados con ella.
Si buscamos en el diccionario de la RAE el significado de ley encontraremos:
“Regla y norma constante e invariable de las cosas, nacida de la causa primera o de
las cualidades y condiciones de las mismas”, naturaleza: “Esencia y propiedad
característica de cada ser” y libertad: “Facultad natural que tiene el hombre de obrar
de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos”.
De todo esto podríamos sacar varias conclusiones: que la ley natural es
constante, invariable y esencia y propiedad del ser y, como nos referimos al ser humano,
diremos que la ley natural es una ley inscrita en el interior del ser humano, inherente a él
y esencia y propiedad suya por lo que no podemos dudar de ella.
Según la ley natural el hombre tiene dos opciones: el bien o el mal, sin embargo
nuestro interior nos conduce siempre al bien, y por ello lo relacionaremos con el
concepto de libertad. Sin embargo actualmente esto está muy debatido puesto que nos
podríamos preguntar: ¿un terrorista no obra mal a sabiendas? No solo un terrorista sino
cualquier ser humano es capaz de elegir el bien o el mal haciendo uso de su libertad y,
en mi opinión, en todo ser humano siempre hay un mínimo resquicio de saber que lo
que hace está mal y no debería hacerlo, pero lo hace por conseguir aquello en lo que
cree; por ejemplo la religión musulmana con la guerra santa, un militar o un ciudadano
cualquiera pidiendo su independencia y libertad.
Como ya hemos dicho esta ley es una ley verdadera, de acuerdo con la
naturaleza, conocida por todos y constante, por ello a esta ley no es lícito agregarle ni
eliminarle nada, no podemos disolverla por medio de los gobiernos, esta ley no es
diferente en Atenas o Esparta (como pensaban los sofistas negando la existencia de
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normas morales o jurídicas inmutables y necesarias) ni varía en el tiempo, sino que es
una misma ley, eterna e inmutable, sujeta a todos los seres humanos en todo el tiempo.
La ley civil, definida por la RAE como “Precepto dictado por la autoridad
competente, en que se manda o prohíbe algo en consonancia con la justicia y para el
bien de los gobernados”, se ha fundamentado siempre en el principio de la ley natural,
para conseguir que sea en bien de los gobernados, sin embargo últimamente se está
perdiendo este acercamiento de la ley civil a la ley natural y está dando lugar a ciertas
consecuencias como la legislación favorable al aborto.
Muchos podrían pensar que todo esto está sujeto a la religión, sin embargo no
creo que sea así, puesto que lo podríamos ver desde ambos puntos de vista: para un
religioso y para un ateo o un agnóstico.
Desde el punto de vista religioso todo esto es muy sencillo, puesto que si crees
en Dios, la conciencia la puedes considerar como la voz de Dios en tu interior
ayudándote a elegir el bien, y guiándote para llegar al cielo. Desde este punto de vista
vamos a tomar como ejemplo a uno de los más grandes filósofos de la historia: Santo
Tomás de Aquino, que afirmaba que “la ley moral natural es la luz de la inteligencia
infundida en nosotros por Dios. Gracias a ella conocemos lo que se debe hacer y lo que
se debe evitar. Dios ha donado esta luz y esta ley en la creación".
Pero podríamos preguntarnos: y la gente que no tiene ley, que no está sujeto a
ninguna religión, ¿por qué sin creer en ella la cumplen? Esto es porque la cumplen de
forma natural, sin tenerla, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la
realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia, y como muestran
a su vez los juicios contrapuestos de condenación o alabanza...
Todos nos hemos encontrado alguna vez en esa situación en la que dudamos si
hacer una cosa o la otra (gracias a nuestra libertad), por ejemplo, al robar en una tienda.
Nuestro interior, por ley natural, sabe que no deberíamos hacerlo sin que nos lo haya
dicho nadie, sin embargo sabemos que está mal, independientemente de lo que
posteriormente hagamos.
Por ello desde este punto de vista he tomado como referencia a uno de los
mejores, por no decir el mejor filósofo de la historia de la humanidad: Aristóteles, para
analizarlo a la luz de la razón. Para él “La ley es o particular o común; llamo particular
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a aquella que, escrita, sirve de norma en cada ciudad; común, las que parecen, sin
estar escritas, admitidas en todas partes” y por otro lado “Llamo ley, de una parte, la
que es particular, y de otra, a la que es común. Es ley particular la que cada pueblo se
ha señalado para sí mismo, y de éstas unas son no escritas y otras escritas. Común es la
conforme a la naturaleza. Pues existe algo que todos en cierto modo adivinamos, lo
cual por naturaleza es justo e injusto en común, aunque no haya ninguna mutua
comunidad ni acuerdo”.
Aristóteles en el S. IV a.C ya admitía la existencia de una ley particular, que hoy
en día llamamos ley civil, y una ley común, la actual ley natural. Aristóteles nos
muestra la existencia de una ley (común) que tiene el hombre por naturaleza por la que
adivina lo que es justo o injusto, sin acuerdo alguno, independientemente de lo que se
lleve a cabo, es decir, podemos saber que matar a alguien está mal pero si lo hacemos
por amor a una causa justa podríamos engañarnos pensando que está bien, sabiendo de
ante mano que no es así. En mi opinión, el amor es, en la mayoría de los casos, la causa
o el motivo de saltarnos la ley natural, por ejemplo el amor a un dios (Alá), a una
persona, a unas causas como son la independencia, u otros muchos más.
Podemos decir que todo ser humano está sujeto a esta ley, sin excepción alguna,
ya que contiene sólo los deberes derivados de la misma naturaleza humana y porque
puede ser captada por la luz de la razón sin ayuda sobrenatural.
Sabemos, por ejemplo, por la ley natural, que el robo, adulterio o el aborto son
males porque podemos razonar que violan derechos humanos fundamentales.
Sabiendo esto podemos introducir otro término: los derechos humanos
claramente muy relacionados con la ley natural, pues son unos derechos que el ser
humano ha redactado sacándolo de su ley natural (deduciéndolos de su naturaleza
humana) de las leyes comunes a todos los humanos sin distinción.
Sin embargo, hay algunas doctrinas como el historicismo, que afirma que los
derechos humanos son una creación histórica; el contractualismo, que los seres
humanos se han puesto de acuerdo para favorecer la armonía global y la convivencia de
la sociedad, o el relativismo que no es algo absoluto sino relativo a los tiempos y
culturas.
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A pesar de ello sí que hay una gran aceptación, tanto por la religión como por la
razón, de la existencia de esta ley, un claro ejemplo de ello es el iusnaturalismo,
doctrina que afirma la existencia de los derechos personales, imprescriptibles, que se
derivan de la misma naturaleza humana, igual para todos los hombres (naturaleza tanto
biológica como racional y libre).
La ley natural es una ley común que se funda en la razón universal. No tiene su
origen en ninguna convención y, en muchas ocasiones, sus principios pueden entrar en
colisión con los establecidos en las leyes particulares propias de cada pueblo.
Con todo esto podemos concluir que la ley natural es una ley, universal e
inmutable, común a todo ser humano desde su nacimiento, por el simple hecho de su
condición humana, por la que sabemos si una acción está bien o está mal, si algo es
justo o injusto (independientemente de su posterior realización), que podemos
contradecir debido al amor a unas causas propias, y cuya aceptación afirmamos sin
ayuda de ninguna persona o ayuda sobrenatural, fundada por la luz de la razón.
Afirmamos la existencia de derechos del hombre fundados en la naturaleza
humana, universales, anteriores y superiores (o independientes) al ordenamiento
jurídico positivo y al derecho fundado en la costumbre o derecho consuetudinario.
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