1 TEMA 11: LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN 11.1. La crisis de 1808. La Guerra de la Independencia y los comienzos de la revolución liberal 11.1.1. Los antecedentes de la crisis Desde el momento en que se inició la revolución en Francia, Carlos IV (1788-1808) y su ministro Floridablanca intentaron evitar cualquier “contagio” procedente del país vecino, para lo cual impusieron un férreo control en las aduanas y una estricta censura. Tras un corto período de gobierno del Conde de Aranda, Carlos IV nombró ministro en 1792 a Manuel Godoy, que se convirtió en la figura clave durante el resto del reinado. Tras la ejecución de Luis XVI en enero de 1793, España se unió a una coalición internacional contra la Convención francesa, pero la derrota militar española fue rápida y concluyente; en la Paz de Basilea (1795) se estableció la pérdida de la parte española de la isla de Sto. Domingo y la vuelta a la tradicional alianza con Francia contra Inglaterra (Tratado de San Ildefonso, 1796). Se iniciaba así una deriva diplomática en la que el ascenso al poder de Napoleón en 1799 y la debilidad del gobierno de Godoy llevaron a España a una creciente dependencia de la política exterior francesa y, por tanto, al enfrentamiento con Inglaterra. A pesar de la victoria española sobre Portugal --fiel aliada de Inglaterra-- en 1801 (“Guerra de las Naranjas") y la consiguiente anexión de Olivenza, la armada franco-española fue estrepitosamente derrotada por el almirante inglés Nelson en Trafalgar (1805). No obstante, Godoy firmó con Napoleón el Tratado de Fontainebleau (1807), que autorizaba la entrada y el establecimiento de tropas francesas en España con el propósito de invadir Portugal. Todo ello se produce en un contexto económico-social caracterizado por: ⇒ Crisis de subsistencias: malas cosechas, inflación, epidemias (fiebre amarilla, paludismo), por lo que aumentó la mortalidad. ⇒ Disminución del comercio con las colonias por las guerras. ⇒ Endeudamiento del Estado por el creciente gasto militar, que obligó a Godoy a decretar una tímida desamortización eclesiástica. ⇒ Revueltas populares, con un carácter “primitivo” (espontáneas, sin ideario, contra los estamentos privilegiados, las autoridades o los especuladores de granos). 11.1.2. La crisis de 1808 El creciente descontento con Godoy cristalizó en la formación de un grupo opositor (de nobles y clérigos, en torno al Príncipe de Asturias, futuro Fernando VII), que fue el instigador del Motín de Aranjuez (19 de marzo de 1808), adonde Godoy había decidido 2 trasladar la Corte para huir de las tropas francesas. Por ello, se produjo la caída del valido y Carlos IV abdicó en su hijo con el título de Fernando VII. Napoleón llamó a padre e hijo a Bayona (Francia) y les forzó a abdicar en su hermano José Bonaparte (“Abdicaciones de Bayona”). Tratando de atraerse a la opinión ilustrada, el nuevo monarca José I publicó el Estatuto de Bayona, Carta Otorgada que concedía algunos derechos más allá del absolutismo. Por otra parte, el 2 de mayo de 1808 se inició una insurrección en Madrid, abortada por la represión de las tropas napoleónicas. En los días siguientes los levantamientos antifranceses se extienden por todo el país, lo que da inicio a la Guerra de la Independencia (1808-1814). 11.1.3. La Guerra de la Independencia ⇒ Ejército francés y tropas leales a José I⇔tropas de la Junta Suprema, guerrilla y Ejército inglés (factor decisivo para la victoria final). ⇒ Detonante de conflictos sociales: o Partidarios del Antiguo Régimen (mayoría de nobles, clérigos y jefes militares). o Burguesía (importante en los puertos –Cádiz, Barcelona, La Coruña, Valencia, Bilbao—y Madrid). o Sectores populares (aprovechan el conflicto para dejar de pagar el diezmo, ocupar tierras comunales, incumplir los privilegios de la Mesta, etc.). ⇒ División en el seno de los ilustrados: afrancesados y liberales, que comparten muchos objetivos (abolición de señoríos e Inquisición, nueva división provincial, códigos de leyes...), pero difieren en los métodos (los afrancesados defienden el reformismo monárquico ilustrado; los liberales, la revolución que implante un régimen constitucional basado en la soberanía nacional). Tras el levantamiento general contra los invasores, las tropas españolas consiguieron algún triunfo como la victoria de Bailén en julio de 1808. Para poner fin a la insurrección, el propio Napoleón, al frente de 250.000 hombres, vino en otoño a la Península ocupando la mayor parte del país, excepto las zonas periféricas y montañosas donde se inició la "guerra de guerrillas" contra el ejército francés. 1812 fue el año decisivo. El ejército del general británico Wellington, con el apoyo de españoles y portugueses, infligió sucesivas derrotas a los franceses (Arapiles, San Marcial). Tras la catástrofe de la Grande Armée en Rusia, un Napoleón completamente debilitado devolvió la corona a Fernando VII por el Tratado de Valençay (diciembre de 1813), que supuso la salida de las tropas francesas y el fin de la guerra. 11.1.4. Los comienzos de la revolución liberal Las abdicaciones de Bayona y la insurrección contra José I provocaron un "vacío de poder" que desencadenó la quiebra de las instituciones del Antiguo Régimen en España (monarquía, Consejo de Castilla, Audiencias, Capitanes Generales). Para hacer frente al invasor, se constituyeron Juntas Revolucionarias (locales y provinciales), que asumen la soberanía en nombre del rey ausente. En septiembre de 1808, las Juntas Provinciales se coordinaron y se constituyó la Junta Central Suprema. Pese a que gran parte de los 3 miembros de estas juntas eran conservadores y partidarios del Antiguo Régimen, la situación bélica provocó la adopción de medidas revolucionarias como la convocatoria de Cortes. 11.2. Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812 11.2.1. Las Cortes de Cádiz La celebración de las elecciones en situación de guerra propició que se reunieran unas Cortes con predominio de elementos burgueses y cultos procedentes de las ciudades comerciales del litoral. Las sesiones comenzaron el 24/9/1810 y muy pronto se formaron dos grupos de diputados enfrentados: a) Liberales: partidarios de cambios revolucionarios, inspiradas en los principios de la Revolución Francesa. b) Absolutistas o “serviles”: partidarios del mantenimiento del Antiguo Régimen (monarquía absoluta, sociedad estamental, economía mercantilista). La mayoría liberal, aprovechándose de la ausencia del rey, inició la primera revolución liberal burguesa en España, con dos objetivos: acabar con el Antiguo Régimen y aprobar una Constitución que cambiara el sistema político del país. Además de la Constitución de 1812, la obra de las Cortes de Cádiz puede resumirse en: ⇒ Libertad de imprenta (1810). ⇒ Abolición del régimen señorial (comentario del texto). ⇒ Supresión de la Inquisición (1813). ⇒ Abolición de los gremios. Libertad económica, comercial, de trabajo y de fabricación (1813). ⇒ Tímida desamortización eclesiástica. 11.2.2. La Constitución de 1812 Aprobada el 19 de marzo de 1812 (y por ello conocida popularmente como “La Pepa”), fue la primera constitución liberal del país. Los diputados Agustín Argüelles, Diego Muñoz Torrero y Pérez de Castro son las figuras más destacadas en su elaboración. Sus rasgos principales son: ⇒ Soberanía nacional. ⇒ División de Poderes: o Poder legislativo: Cortes unicamerales o Poder judicial: tribunales o Poder ejecutivo: Rey, pero con importantes limitaciones: § Sus órdenes deben ir validadas por la firma del Ministro correspondiente. § No puede disolver las Cortes. § Veto suspensivo transitorio durante dos años, tras ello la decisión de las Cortes se convierte en ley. § Nombra a los ministros, pero estos deben ser refrendados por las Cortes (“doble confianza”). ⇒ Nuevo derecho de representación. La nación ejerce su soberanía mediante sus representantes en Cortes. 4 ⇒ Complicado procedimiento electoral por sufragio “universal” masculino indirecto en cuarto grado. ⇒ Igualdad de los ciudadanos ante la ley. ⇒ Se omite toda referencia a los territorios con fueros, lo que equivalía a su no reconocimiento. No obstante, los regímenes forales de las provincias vascas y de Navarra no se derogaron explícitamente. ⇒ Reconocimiento de derechos individuales: a la educación, libertad de imprenta, inviolabilidad del domicilio, a la libertad y a la propiedad. ⇒ Estado confesional católico. 11.3. Fernando VII: absolutismo y liberalismo. La emancipación de la América española 11.3.1. El Sexenio Absolutista (1814-­‐1820) Fernando VII entró en España el 22 de marzo de 1814, recibido por continuas aclamaciones populares. El 12 de abril un grupo de diputados “serviles” le presentaron el conocido como “Manifiesto de los Persas”, en el que le reclamaban la vuelta al absolutismo. Al monarca no le costó demasiado decidirse: el 4 de mayo de 1814 publicó en Valencia un decreto por el que disolvía las Cortes, abolía toda la obra gaditana, la Constitución de 1812 y restablecía el absolutismo. Acto seguido, se inició una dura represión contra los liberales. Por otra parte, el inicio de la emancipación de las colonias americanas supuso la pérdida de este mercado vital, lo que inclinó a la burguesía que se beneficiaba de él a apoyar el liberalismo. La crisis económica –ya agravada por la guerra—se acentuó (inflación, descenso de la producción industrial, trastorno del comercio...), a la vez que el endeudamiento del Estado, lo que explica que cualquier intento de reforma fiscal chocará con la oposición de los privilegiados. Muchos militares, entre ellos antiguos héroes de la guerra de la Independencia, optaron por las posturas liberales y para hacer frente a la represión se integraron en sociedades secretas de ideología liberal como la masonería. Estos militares protagonizaron diversos pronunciamientos (Espoz y Mina en 1814, Díaz Porlier en 1815, Lacy en 1817…), todos ellos duramente reprimidos. 11.3.2. El Trienio Liberal (1820-­‐1823) Finalmente, un pronunciamiento liberal acabó triunfando. Poniéndose al frente de un ejército que en Cabezas de San Juan (Sevilla) estaba acantonado para marchar hacia América a luchar contra los rebeldes independentistas, el teniente coronel Riego proclamó la Constitución de 1812. Tras diferentes avatares la insurrección se generalizó y obligó a Fernando VII a restablecer el régimen liberal (10 de marzo de 1820). Por primera vez, se aplicaba la Constitución de 1812 en una situación de paz y con el monarca en el país. No obstante, el monarca, irreductible absolutista, trató de obstruir desde un principio la labor de los gobiernos liberales y el normal funcionamiento constitucional, lo que provocará la división de los liberales en dos grupos: 5 a) Los “doceañistas”, que pretenderán modificar la Constitución buscando una transacción con el Rey. Para ello, defendieron la concesión de más poder al monarca y la creación de una segunda cámara reservada a las clases más altas. Tras 1833, se convertirán en los moderados. b) Los “veinteañistas” pedían simplemente la aplicación estricta de la Constitución de 1812. Conocidos también como los exaltados, serán denominados progresistas tras 1833. Esta división explica la gran inestabilidad gubernamental en este período. Para debilitar a una poderosísima institución opuesta al desmantelamiento del Antiguo Régimen, se aplicaron un conjunto de medidas marcadamente anticlericales: expulsión de los jesuitas, abolición del diezmo, supresión de la Inquisición, desamortización de los bienes de las órdenes religiosas...Al mismo tiempo, la aplicación del decreto de abolición de señoríos y el aumento de los impuestos perjudicaron a los campesinos, que protagonizaron revueltas, legitimadas ideológicamente por el clero (País Vasco, Navarra, Aragón y Cataluña). Tras la derrota de Napoleón en 1815, las grandes potencias absolutistas (Prusia, Austria, Rusia y la Francia de Luis XVIII), reunidas en el Congreso de Viena y coaligadas en la Santa Alianza, se habían comprometido a intervenir ante cualquier amenaza liberal que surgiera en Europa contra los principios de la Restauración. Por ello, en el Congreso de Verona, se acordó la intervención en España y en 1823 un ejército francés, conocido como los “Cien Mil Hijos de San Luis”, entró y, sin encontrar resistencia popular, conquistó fácilmente el país y restableció el absolutismo. 11.3.3. La Ominosa Década (1823-­‐1833) El mismo día en que Fernando VII fue liberado por los Cien Mil Hijos de San Luis promulgó un decreto por el que anulaba todo lo legislado durante el Trienio. Inmediatamente se inició la represión contra los liberales, más dura aún que en 1814: Riego fue ahorcado en Madrid en noviembre y, aunque la Inquisición no llegó a ser restablecida, se crearon Juntas de Fe que ejercieron la función inquisitorial y represiva. El maestro valenciano Cayetano Ripoll fue la última víctima legal del fanatismo religioso. Pese a la represión, las conspiraciones militares liberales continuaron, lo que llevó a Fernando VII a tomar una medida extrema: la disolución del ejército y la petición a Francia de que se mantuvieran los Cien Mil Hijos de San Luis (cosa que hicieron hasta 1828, a cambio de lo cual se pagó adecuadamente) mientras se reorganizaban las fuerzas armadas. Paralelamente, el régimen absolutista abordó la depuración de la administración, lo que llevó a la expulsión de miles de funcionarios, especialmente docentes. Uno de los pocos factores positivos de esta última década absolutista fue la reforma de la Hacienda emprendida por el ministro López Ballesteros, que permitió un cierto equilibrio presupuestario a causa de la disminución de los gastos militares tras la independencia de las colonias. Hay que destacar, finalmente, dos aspectos que enlazan con la etapa siguiente: 6 a) La génesis del carlismo: liderado por el infante Don Carlos y opuesto a la línea reformista de los gobiernos de Fernando VII, protagonizó revueltas, conspiraciones y levantamientos (guerra de los agraviados en Cataluña, 1827), en los que participaron sobre todo campesinos y clérigos. b) El problema sucesorio. Al nacer su hija Isabel el 10 de octubre de 1830, Fernando VII decidió publicar la Pragmática Sanción de 1789 y anular la Ley Sálica que prohibía reinar a las mujeres, lo que provocó la oposición de los carlistas que conduciría a la guerra civil cuando murió el monarca. 11.3.4. La emancipación de la América española a) factores: ⇒ El creciente descontento de los criollos (descendientes de españoles nacidos en América), que pese a su riqueza y cultura tenían vedado el acceso a los grandes cargos políticos en las colonias, reservados para los peninsulares. ⇒ Las limitaciones al libre comercio y al desarrollo económico de las colonias impuestas por el régimen colonial, que perjudicaban a la burguesía criolla. ⇒ La influencia de las ideas ilustradas y ejemplo de la independencia de los Estados Unidos de América. ⇒ La crisis política producida por la invasión napoleónica, que privó de legitimidad a las autoridades que representaban a la monarquía de José I en las colonias. b) etapas: 1808-1814 Los territorios americanos se declararon independientes de la España napoleónica, pero mantuvieron sus lazos con las autoridades de Cádiz, enviando representantes a las Cortes. Cuando Fernando VII fue repuesto en el trono, todas las colonias, excepto Argentina, volvieron a unirse a la Corona española. 1814-1824 La vuelta al absolutismo favoreció pronunciamientos militares independentistas entre los criollos, que fueron apoyados por Gran Bretaña (que rápidamente se hizo con la influencia económica en la zona) y por Estados Unidos. Entre los caudillos independentistas sobresalen las figuras de San Martín y Bolívar. Las guerras de independencia siguieron una trayectoria compleja y culminaron con la derrota española en Ayacucho (1824).Sólo Cuba y Puerto Rico siguieron ligadas a la metrópoli. Simón Bolívar planteó la alternativa de la unidad americana tras el fin del imperio hispánico. Los localismos, las mezquindades de los nuevos dirigentes, el atraso económico, las dificultades de comunicación, ayudados por las maniobras de Estados Unidos, llevaron al fracaso del ideal bolivariano y a la fragmentación política de la América hispánica.