Psicosis; Alfred Hitchcok

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PSICOSIS
Psicosis (1960) es una película dirigida y co producida por Hitchcock (y la Paramount), con guión de Joseph
Stefano; fotografía de John L. Rusell; música de Bernand Hermann; y el reparo lo componen: Anthony
Perkins; Janet Leigh; Vera Miles; John Gavin; Martin Balsam.
Esta es la película, seguramente, más famosa de Alfred Hitchcock, además de la más terrorífica, aunque el
propio director la calificara como una comedia. Psicosis era una novela de poca tirada de un escritor apenas
conocido, Robert Bloch. Este escritor pasaría del anonimato a la fama cuando Hitchcock leyó su novela,
compró los derechos y la llevó al cine, no sin problemas, ya que al principio iba a ser una película producida
por la Paramount, dejó de serlo en el momento en el que los dirigentes tuvieron la novela y decidieron no
producirla. Hitchcock se había quedado sólo con un proyecto en el que apostaba firmemente pero en el que
nadie creía, por lo que decidió financiarla el mismo. Con un equipo televisivo, actores no muy conocidos y
mucha voluntad, filmó una película impresionante que rompería taquillas y que, años más tarde, se convertiría
en una de las películas mejores del cine.
Rodada en blanco y negro para aumentar el ambiente sombrío de la historia, Psicosis es una película pura en
la que el espectador no sólo queda aterrorizado por la historia y sus consecuencias, sino también maravillado
por la música, fotografía e interpretaciones. Objeto de muchas versiones, remakes e imitaciones, Psicosis ha
sido siempre una película vanguardista que cambió en su día radicalmente, el cine de terror. Recibió cuatro
nominaciones al Oscar, correspondientes a las categorías de mejor director, actriz secundaria, fotografía en
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blanco y negro y decoración en blanco y negro.
RESUMEN
Una muchacha llamada Marion, que es amante de Sam, en un momento de desvarío, huye de Phoenix en
automóvil llevándose consigo cuarenta mil dólares que su jefe le había encargado entregar en el banco.
Por la noche se detiene en un motel poco frecuentado, su joven dueño, Norman Bates, se confía a ella,
confesándole que vive en compañía de su anciana madre, a quien adora, aunque la vida con ella sea difícil.
Anteriormente Marion la oyó gritar a su hijo.
Antes de acostarse, Marion toma una ducha cuando de pronto aparece la anciana y la mata de doce
cuchilladas, desapareciendo después como había entrado.
Norman vuelve a aparecer gritando: ¡Madre no! ¡Dios mío!. Examina la sangrienta imagen y parece realmente
desolado. Inmediatamente procede a poner las cosas en orden, encierra el cadáver en el maletero del coche,
con su equipaje y sus vestidos (así como el dinero), y hunde el automóvil en un pantano.
Desaparecida Marion, pronto es buscada por su hermana Leira, por Sam y por un detective privado llamado
por Arbogast, quien se presenta en el motel. Norman le recibe cordialmente, aunque se muestra nervioso ante
las preguntas que le responde y se niega a que Arbogast se entreviste con su madre. Ante esto decide irse, pero
se cuela en la casa y lo asesina la madre.
La tercer parte de la película nos relata como Leila y Sam hablan con el Sheriff quien les asegura que la madre
de Norman lleva diez años muerta. Los dos se van al hotel y mientras Sam entretiene Norman, Leila logra
colarse en la vieja mansión, donde escapa por los pelos de una muerte segura, al ser desenmascarado Norman,
quien en un forcejeo con Sam pierde la peluca, desvelando que en su mente cohabitaban dos personas, la suya
y la de su madre.
ANÁLISIS
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El film por excelencia del maestro y su mayor éxito comercial, se conserva hoy día como un mito en la
historia del cine, casi en la misma medida que Casablanca o Lo que el viento se llevó, siendo todavía el motor
de la filmografía de directtores tan reputados como John Carpenter, Curtis Harringtono Brian de Palma.
Psicosis es una película en su estado más puro, en la que Hitchcock, sentó cátedra en el arte de dirigir y
manipular las emociones del público, en un continuo juego de pistas falsas, como ese arranque magistral que
pretende mantener la atención de los espectadores en el aspecto sexual, para apenas transcurriendo media hora
del film, asesinar por sorpresa a la protagonista, demostrando que incumpliendo todas las reglas clásicas y
rompiendo con todos los covencionalismos no sólo se podían fabricar obras maestras, sino que también
clamorosos éxtos de taquilla. Bueno, también se ha de decir que a este éxito también contribuyeron la
inolvidable banda sonora de Bernard Herrman y los diseños del Saul Bass, que tuvo mucho que ver en la
famosa escena de la ducha y e los no menos cortantes diseños de los títulos de crédito.
Las dos escenas cumbres de la película son sin lugar a dudas la de la ducha y cuando cae rodando por las
escaleras Arbogast... recojo aquí unas declaraciones del propio Hitchcock sobre ambas secuencias:
El rodaje de la escena de la ducha duró siete días y tuvimos que realizar setenta posiciones de cámara
distintas para obtener cuarenta y cinco segundos de película. Me había fabricado un torso artificial con
sangre que debía brotar bajo la presión del cuchillo, pero no me serví de él. Preferí usar una modelo desnuda
que doblase a Janet Leight. De esta no se ve más que la cara, los hombros y las manos. Naturalmente el
cuchillo nunca tocó su cuerpo y todo está hecho en el montaje. No se ve ninguna parte tabú del cuerpo,
filmamos al ralentí ciertos planos para evitar recoger la imagen de los senos, que posteriormente no fueron
acelerados pues su
intersección en el montaje da sensación de velocidad normal(...) Es la escena más violenta del film y fue lo
único que realmente me interesó de la novela. El recuerdo sólo de esa escena, basta para hacer angustiosos
los momentos posteriores del film en los que la violencia decrece...
Para la escena del asesinato de Arbogast me seví de una sóla toma del detective subiendo las escaleras y,
cuando se acerca al último peldaño, coloqué la cámara en el techo por dos razones: Para mostrar a la madre
verticalmente(de espaldas se sospecharía que se quiere ocultar el rostro) y para conseguir un fuerte contraste
entre el plano general de la escena y el primer plano de la madre con el cuchillo. Es exactamente como la
música: la cámara en lo alto, con los violínes, y de pronto, la gran cabeza, con los instrumentos de metal. En
el plano del techo tenía a la madre que llegaba de improviso y el cuchillo que atacaba. Cortaba en el
movimiento y pasaba al primer plano. Al detective le pegamos un tubito y plástico lleno de hemoglobina que
yo mismo accioné tirando de un hilo cuando el cuchillo cae sobre él... la caída está trucada: primero rodé
con la Dolli la caída por las escaleras sin personaje y luego coloqué a Arbogast sentado en una silla delante
de la pantalla de transparencia en la que se proyectaba la caída
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En resumen, un clásico impedecedero que destila cine puro por los cuatro costados y con el que Hitchcock
consiguió, a partir de una historia sencilla, unos personajes poco atractivos y un guión que hasta se podría
clasificar de convencional una apasionante obra visual que alcanza las más altas cotas de emoción mediante el
uso de la técnica exclusivamente y la inventiva visual que tanto caracterizó la carrera de uno de los directores
que más principios de cómo narrar cinematográficamente ha aportado en la historia del cine.
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