Como actuar esguince de tobillo

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¿CÓMO ACTUAR ANTE UN ESGUINCE DE TOBILLO?
Por los Dres. Kepa Lizarraga y Javier Serra.
Los huesos de nuestro esqueleto se unen entre sí mediante las
articulaciones, que permiten el movimiento de unos respecto a otros gracias a la
actividad de los músculos.
Las articulaciones se encargan además de mantener dentro de ciertos
límites la posición y los gestos de dichos huesos, encargándose los ligamentos
articulares de evitar que se superen los márgenes de seguridad en sus
movimientos.
Sin embargo, hay veces en que gestos intempestivos pueden forzar de
forma brusca la capacidad de movimiento de una articulación, superando el límite
elástico de los ligamentos y llegando incluso a romperlos, con lo que se producirá
un esguince o incluso una luxación, en el caso de que los huesos de la articulación
pierdan su contacto normal.
Esa primera lesión, el esguince, en muchas actividades deportivas suele
afectar con especial frecuencia al ligamento lateral externo de los tobillos, y
concretamente, al fascículo que desde el maléolo peroneo (bulto exterior del tobillo)
va hacía abajo, casi en vertical.
Si la afectación es severa deberemos buscar ayuda para conseguir una
primera asistencia e inmovilización adecuadas, así como un traslado en
condiciones, pero en ciertas ocasiones esto puede no ser necesario o posible, por
levedad de la lesión o por dificultades de comunicación o desplazamiento.
En estos casos puede sernos útil aprender a hacer un vendaje denominado
"estribo" y que tiene como fin el de inmovilizar parcialmente el tobillo,
disminuyendo el riesgo de un agravamiento de su lesión y permitiéndonos, quizás,
salir por nuestros propios medios de un pequeño apuro.
Necesitaremos un rollo de esparadrapo de tela, de 5 cm de ancho,
elemento que siempre estará presente en el botiquín, especialmente si hacemos
deportes fuera de entornos urbanos, como el montañismo, en el que lo llevaremos
en la mochila.
Cortaremos dos tiras de unos 60 cm de largo y, tras secar la piel para
facilitar su adherencia, manteniendo el tobillo en ángulo recto, pasaremos bajo el
talón una de las tiras, dejando más largo el tramo que queda en el lado del
ligamento lesionado.
Pegaremos con cuidado todo el tramo corto y, manteniendo la tensión del
largo, lo estiraremos hacía arriba del lateral de la pierna, pegándolo a la piel tan
sólo en la zona superior y bien tirante.
Con la segunda tira de unos 60 cm repetiremos lo anterior, pero
desplazándola un par de centímetros adelante o atrás, para que también se pegue
a la piel e insistiendo en la tensión en el lado del ligamento lesionado (figura 2).
Para evitar que la sudoración o el vello puedan hacer que ambas tiras se
despeguen, pondremos sobre su zona superior una o dos vueltas, pero en esta
ocasión evitaremos al máximo el ponerlas tensas, ya que limitarían la circulación
sanguínea venosa.
Aun cuando existen variantes para hacer que este tipo de contención sea
más eficaz, lo aquí expuesto nos ha permitido salir de largas caminatas, como la de
la Brecha de Roldán al aparcamiento de Ordesa, sin más problemas que el esguince
inicial, así que, deseando que no lo tengáis que utilizar, evitaremos complicarlo
más.
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