“Les Vessenots” en Auvers, de Vincent Van Gogh Auvers-sur-Oise es el pueblo en el que Van Gogh pintó este paisaje, en la primavera y comienzo del verano de 1890. El tiempo que allí pasó fue de intenso trabajo, pues en apenas setenta días realizó setenta lienzos y un gran número de dibujos y bocetos, sin olvidar las cartas que, casi a diario, escribió a su hermano Théo, a su madre, hermana y amigos, y en las que describía los cuadros que pintaba. En Auvers, Van Gogh convirtió el pueblo al completo: casas, trigales, arboledas y habitantes, en el asunto indiscutible de sus cuadros. Antes de que Van Gogh llegara a Auvers el pueblo ya había acogido a otros artistas de generaciones anteriores e incluso contemporáneos, como Charles Daubigny, destacado miembro de la Escuela de Barbizon, quien se instaló en 1860, o Camille Pissarro y Paul Cézanne, quienes pasaron una larga temporada a lo largo de la década de 1870. VINCENT VAN GOGH “Les Vessenots” en Auvers, 1890 Óleo sobre lienzo. 55 x 65 cm Museo Thyssen-Bornemisza Les Vessenots es el nombre de un barrio de Auvers, en el que además vivía el Doctor Gachet, que entonces se hizo amigo de Van Gogh; era un apasionado del arte, le enseñó la técnica del grabado al aguafuerte y fue además el primer propietario de este cuadro. En este paisaje, Van Gogh nos ofrece una amplia vista de los campos de trigo en ligero picado y con la línea de horizonte bastante alta, de manera que el espacio reservado al celaje queda considerablemente reducido. Van Gogh, en esta y en todas las vistas que pintó de Auvers, privilegió voluntariamente los campos cultivados, la vegetación, los árboles y las casas y no tanto las variaciones atmosféricas o lumínicas, como sí habían hecho los pintores impresionistas. En esta obra Van Gogh nos coloca en el mismo plano desde donde él ha pintado este paisaje, casi a ras del suelo, para elevar y dirigir nuestra mirada hacia el campo de trigales y dar así cuenta de su exuberancia y de la capacidad curativa que en ellos encontró. En una carta dirigida a su hermano y a su cuñada, del 10 de julio, les contaba las ganas que tenía de que vieran sus pinturas de trigales, pues así comprenderían todo lo que no conseguía transmitirles con palabras acerca del poder reconstituyente que el campo ejercía sobre él. En Les Vessenots el vasto campo de trigo encumbra el conjunto de cabañas y granjas. Los montículos de perfiles suaves que cierran el paisaje al fondo le sirven también para enmarcar las casas. En cuanto a la composición y organización interna de este paisaje, Van Gogh lo ha estructurado mediante líneas trasversales y bandas cromáticas oblicuas con las que concede profundidad a esta vista de Auvers. Así, se distinguen las franjas verdes de los trigales, las fachadas ocres de las casas o las líneas verdes que conforman las copas de los árboles del fondo. La pincelada que caracteriza el conjunto de sus últimos cuadros, los realizados en Auvers, es suelta, despreocupada; Van Gogh ha aplicado el color de manera rápida y con los pinceles bien cargados de pintura. Su técnica nos deja entrever que no se proponía dar cuenta detallada y exacta del pueblo, sino que se proponía representarlo tal y como lo estaba experimentando.