ÉTICA DIFUSA ) Las personas inteligentes cometen estupideces, las personas éticas nunca Enrique Campomanes, Experto en talento ético. E n el libro “¿Por qué las personas inteligentes pueden ser tan estúpidas?”, editado por Crítica en 2006, el psicólogo americano Robert Sternberg, de la Universidad de Yale, presenta diversas interpretaciones de reconocidos investigadores sobre el fenómeno de la estupidez que alcanza a la mayoría de personas, por muy inteligentes que estas sean. realidad del problema y conocimiento de las circunstancias que lo determinan. No podemos olvidar que inteligencia, según la RAE, es: “1. Capacidad de entender o comprender; 2. Capacidad de resolver problemas; 3. Conocimiento, comprensión, acto de entender”. Para ello, la inteligencia utiliza el conocimiento, las habilidades y las actitudes o, como dice la RAE, “5. Habilidad, destreza y experiencia”. Básicamente señala que las causas de estas pobres actuaciones se basan en un exceso de ego que genera un falso sentido de omnisciencia, omnipotencia o invulnerabilidad que les impide mirar las consecuencias de sus actos. Porque estúpido es tanto tener una inteligencia corta que apenas produce respuestas aceptables ante los problemas o los conflictos, como tener una pobre actitud desvalorada que no sabe elegir una respuesta adecuada al problema que se presenta. Los expertos están trabajando en el mapa de competencias que surgen de la inteligencia e intentan diferenciar las distintas inteligencias que culminan en el talento personal. Inteligencia y valores son los dos recursos de los que disponemos las personas para decidir nuestras acciones. Y si no desarrollamos ambos, nuestro comportamiento se puede ver seriamente afectado en la toma de decisiones. Con la inteligencia generamos soluciones a cualquier problema; cuánta más inteligencia tenemos, más y mejores soluciones creamos, ya que disponemos de mayor perspectiva, Los valores, en cambio, todavía transitan por el mundo de la moralidad y la religión. Aún no han encontrado acomodo en el perfil profesional de las personas y siguen caminando en la noria de lo bueno y lo malo sin aportar herramientas de trabajo en el mundo de los negocios. Por eso la ética profesional se para en seco en la evaluación de la bondad o maldad de las acciones laborales en base a oráculos interesados o ancestrales que han quedado en el recuerdo. Uno de los grandes debates que actualmente se está produciendo en el grupo profesional de Directivos y Dirigentes España está detrás de la pregunta: ¿puede ser un alto directivo Si reconoces comportamientos estúpidos en tus acciones, vigila tus niveles de ética porque puedes estar generando comportamientos poco valiosos ) pág 8/noviembre/13 OBSERVATORIO de recursos humanos y relaciones laborales Cuantas más verdades digamos, más fácil será ser honesto, más sencillo ser coherente y más importante ser responsable ) una persona ética? Mas de 3.500 comentarios avalan la actualidad de la ética; sabemos de su necesidad pero somos incapaces de hacerla real en nuestros comportamientos. ¿Se imaginan planteándonos si puede un alto directivo ser una persona inteligente?... Durante mucho tiempo nuestra referencia profesional ha estado secuestrada por la inteligencia racional y ha existido un desprecio prepotente de las emociones; lo mejor que se podía hacer era prescindir de ellas ya que influían negativamente en nuestras acciones profesionales. Hoy día las emociones han ascendido al nivel de inteligencia emocional. Ahora ha llegado el momento de los valores, de la ética (aunque tengamos que llamarla inteligencia ética para evitar falsos prejuicios). Creo que ya es hora de devastar los objetivos de la ética y adaptarlos al mundo empresarial. Para eso hace falta una verdadera y sincera revolución competencial para visualizar y definir las potencias que la ética puede aportar al comportamiento profesional. Pues bien, una de las cualidades que nos aporta el uso frecuente de valores es evitar las soluciones estúpidas; saber distinguir lo que son medios y fines, e intuir las consecuencias que pueden generar las distintas soluciones. Porque las soluciones estúpidas que muchas personas inteligentes eligen son debidas a no haber analizado las consecuencias de esas acciones y quedarse con el brillo de la inmediatez que nos multiplica los intereses, aunque podamos presumir problemas que, en nuestro exceso de confianza, estamos seguros que son irrelevantes. Sin embargo, con lo primero que debe luchar la ética es con la reivindicación de que debe aprenderse como cualquier recurso personal. En mis talleres de ética, que imparto en varias escuelas de negocio, comienzo con una petición: que levanten la mano las personas que consideran que no son éticas. Después de más de cuarenta talleres realizados, nadie ha OBSERVATORIO de recursos humanos y relaciones laborales levantado la mano, porque todos tienen una ética o creen tenerla... porque lo que realmente tienen son unos valores colocados en la vitrina teórica y desconectados con los procesos de decisión. Por eso, cuando tenemos que tomar una decisión en entornos complejos o estresantes no sabemos valorar adecuadamente qué solución es la mejor, y con la precipitación, escogemos la más brillante, sin tener en cuenta las consecuencias, o, en algunos casos incluso, escogemos una solución estúpida. La segunda lucha que debemos tener es comprender que desarrollar una buena ética que nos ayude a tomar decisiones valiosas exige un gran esfuerzo y perseverancia, ya que la ética es un saber práctico y solo se desarrolla con la práctica diaria. Y lo mismo que el deporte, con el uso se vuelve más fácil de practicar y genera satisfacciones. Cuantas más verdades digamos, más fácil será ser honesto, más sencillo ser coherente y más importante ser responsable. Porque la ética gestiona nuestros valores acercándolos a las decisiones finales para saber elegir la solución que mejor equilibre todos los intereses legítimos que intervienen en la situación y teniendo en cuenta las consecuencias que pueden tener. Si reconoces comportamientos estúpidos en tus acciones, vigila tus niveles de ética porque puedes estar generando comportamientos poco valiosos. Para mayor seguridad, practica, al menos siete días por semana, comportamientos éticos. Para ello, activa la conciencia y dirige el foco de tu atención a tu trabajo profesional; verás como la realidad se hace más sencilla, más entendible y más rica. Y comprenderás que generar confianza consiste sencillamente en ser una buena persona competente. Inteligencia y valores, dos formas complementarias que potencian tus resultados haciéndolos productivos y valiosos. No te contentes con menos. ) pág 9/noviembre/13