UNIVERSIDAD ALBERTO HURTADO FACULTAD DE PSICOLOGÍA Contribuciones a la Terapia Familiar desde el pensamiento de Kenneth Gergen. Tesis para Optar al Grado de Magíster en Psicología Clínica: Estudios Sistémicos Avanzados de la Familia y la Pareja Por: Darío Gonzalo Martínez Machado Profesora Guía: Dra. María Teresa del Rio Santiago de Chile, Noviembre de 2010 DEDICATORIA A mi familia en especial a mi madre María Cristina Machado de Martínez por su cariño y apoyo incondicional y a la Arquidiócesis de Medellín. AGRADECIMIENTOS Agradecer a Dios y a la Santísima Virgen María por la oportunidad que me han dado como colombiano de realizar esta maestría en Santiago de Chile. Motivado a continuar mi formación como construccionista social en Medellín, Colombia. A la Doctora María Teresa del Rio por permitirme dialogar con ella acerca del construccionismo social, por su cariño, su generosidad, por su bondad para conmigo y por valorar la diversidad de culturas. INDICE Contenido Páginas RESUMEN DE LA TESIS iv I. INTRODUCCIÓN 1 II. PREGUNTA DE INVESTIGACIÓN 6 III. OBJETIVOS DE INVESTIGACIÓN 7 IV. MARCO METODOLOGICO 9 V. ANÁLISIS TEÓRICO 11 5.1. Tradición y modernismo y el paso a la modernidad 11 5.1.1. Características generales de la modernidad 13 5.1.2. La ciencia y los avances tecnológicos como marco de la modernidad 17 5.1.3. Del concepto de hombre moderno al nuevo concepto de yo postmoderno desde la propuesta de Kenneth Gergen como Construccionista Social 27 5.1.4. La familia moderna y el surgimiento de la familia postmoderna y sus nuevos roles en el sistema 5.2. 38 La comunicación Coordinada Colaborativa y en ella el lenguaje, las narraciones y el suplemento como agente de cambio desde Kenneth Gergen 46 5.2.1. El lenguaje en la modernidad 49 5.2.2. El lenguaje desde el Construccionismo social 52 5.2.3. El lenguaje dentro de las narraciones 57 5.2.4. El suplemento como base esencial en la Comunicación Coordinada Colaborativa desde Kenneth Gergen 59 5.3. Aplicación a los conceptos de Kenneth Gergen a la Terapia Familiar 71 5.3.1. Comunicación Coordinada Colaborativa en la Terapia Familiar 5.3.2. 72 El rol del terapeuta familiar desde la propuesta de Kenneth Gergen 85 5.3.3. Emergencia del suplemento en la Terapia Familiar 93 5.3.4. El terapeuta en atención a las narraciones familiares. 96 VI. CONCLUSIONES VII. CONSIDERACIONES ÉTICAS REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 99 109 112 RESUMEN Esta tesis es un análisis teórico del aporte del construccionismos social desde la propuesta de Kenneth Gergen a la Terapia Familiar, a través de un recorrido por sus escritos más relevantes y reflexionar en el rol del terapeuta como ignorante ante la experiencia de vida narrada de parte de la familia en consulta. Para esto se hizo necesario una revisión de postulados propuestos por la modernidad y como a través del inconformismo epistemológico hacia lo tradicional, los avances de la ciencia y la aparición de la tecnología, permiten un nuevo paradigma, tal es la postmodernidad y consigo el construccionismo social. Por tanto, se tomaron en cuenta varios conceptos con especial énfasis en el lenguaje y su papel dentro de las narraciones, los significados que se generan dentro de la comunicación coordinada colaborativa desde nuestras constantes relaciones y la aparición del suplemento como agente de cambio dentro de la Terapia Familiar. El concepto de Suplemento que emerge a partir de la comunicación, las narraciones, las preguntas centradas en la familia en consulta y la actitud de escucha. Es desde esta perspectiva del construccionismo social que se busca analizar el rol de no saber del terapeuta y de la familia como experta de sus narraciones, para que emerja desde dichos vínculos afectivos cercanos el suplemento, entendido como lo novedoso y creativo que aparece en la comunicación terapéutica donde se percibe un cambio narrativo y por ende una nueva experiencia de vida. I.- INTRODUCCIÓN Es evidente que en la psicología del siglo XIX y XX los ideales de la ciencia moderna se han venido cuestionando debido al deseo desmesurado de encontrar la verdad absoluta de las cosas y del querer explicar el mundo de forma rigurosa y exacta. Se ha intentado imponer principios generales, todo por el afán de solucionar los problemas que se le van presentando no sólo al ser humano, sino a la concepción del mundo como tal. Pero es esta inconformidad la que permite el surgimiento de un nuevo enfoque denominado construccionismo social que consiste básicamente en dar relevancia al individuo como ser relacional y no como un ser individual, lo que lleva a reconsiderar la importancia de las diversas conversaciones que surgen en el mundo y que conlleva elementos importantes como son los significados, las comprensiones, los conocimientos y todos aquellos valores colectivos (Gergen, 2005, p. 34) que hacen parte de las diversas culturas. Estas conversaciones no tienen como finalidad el imponer una verdad que será una autoridad en el saber y que se convertiría en ley universal. Lo más importante es que las múltiples conversaciones se consideran como un elemento heurístico que se coordinan mutuamente y que aportarán de manera significativa al campo académico como forma de reflexión y al ejercicio mismo de la terapia, donde el diálogo es relevante porque es allí donde se construye y reconstruye la experiencia de vida y es el interés en ésta investigación. Es el construccionismo social fruto de la postmodernidad, que nos posibilita nuevas perspectivas tanto en el pensamiento social, como en la psicología, ya que no busca exactitud, sino enriquecernos con su diversidad de diálogos donde cada uno de estos aportará con un valor relevante y significativo. El Construccionismo Social no pretende imponer una teoría que describe la realidad puntual, intentamos acceder a la emoción de éste diálogo que surge de la experiencia entre individuos, donde la forma de comunicación cobra significado en la vivencia con los otros dentro de la cultura y el contexto social, permitiendo escuchar diversas opiniones. Esto no cierra las construccionismo puertas social de otras intenta posturas, liberarnos de por el las contrario, exigencias el del modernismo para favorecer el valor de la diversidad de opiniones y estimar la experiencia de la comunicación no solo en la vida cotidiana, sino en el hacer ciencia y en su aplicación como el campo de la Terapia Familiar. De esta manera, esta tesis teórica ahonda en el construccionismo social, desde el pensamiento de Kenneth Gergen y específicamente cómo la comunicación es esencial dentro de la Terapia Familiar. El compendio de investigaciones y ensayos teóricos en relación al construccionismo social han aumentado por la novedad que trae el paradigma. Toda esta nueva postura que día a día toma más fuerza ha permitido el surgimiento de representantes como es el caso de John Shotter (2001), Este autor resalta el valor del habla como elemento relacional y de qué manera las palabras y el sentido que ésta imprime, permite el surgimiento de los conceptos y por lo tanto de la explicación sobre el mundo. Adicionalmente, Shotter considera el diálogo como una acción dentro de lo relacional y que a su vez se entiende dentro de la experiencia cultural. Algo interesante en este autor es su visión de vida como un diálogo abierto en que se formulan preguntas, respuestas y opiniones constantemente enmarcadas en un conjunto relacional y tiende a perder su cualidad individual. Otro autor construccionista social, que si bien denomina este paradigma como construccionismo relacional es Edgardo Morales (2003) quien habla de la danza conversacional (p. 3) en el campo de la Terapia Familiar. Según Edgardo Morales (2003) la Terapia Familiar sería una conversación donde se construyen múltiples experiencias narrativas dentro de un contexto social y que se expresan a través de historias, cuentos, parábolas, metáforas y muchas otras figuras lingüísticas, permitiendo identificar la manera como nos movemos relacionalmente. También podríamos nombrar a Harlene Anderson (2003), quien en una conferencia realizada en Tornio, Finlandia, resalta tres elementos fundamentales dentro de la comunicación como son: el escuchar, oír y hablar, que se entrelazan dentro de una relación de diálogo. Estos tres actos no son considerados como técnicas, sino más bien como constituyentes de una relación que permite la empatía, el acceso a los sentimientos, pensamientos y significados de los otros. Uno de los fundadores y de los grandes representantes del construccionismo social es Kenneth Gergen, quien es nuestro principal interés por ser una fuente primaria del construccionismo social siendo uno de los pioneros del tema. Se nos hace interesante su postura crítica, rigurosa y constante a la modernidad y al concepto de individuo como mente individual. Es novedosa la propuesta desde una visión distinta y nueva del yo que lo presentará como un yo saturado por las nuevas apariciones de formas diversas de comunicación que surgen en la postmodernidad. Adicionalmente, nos parece fundamental el énfasis que él hace al tema del lenguaje y la comunicación desde el construccionismo social y el aporte de dichos elementos a la práctica terapéutica familiar, que será fundamental para nuestra investigación, a diferencia de la postura tradicional donde el lenguaje y la comunicación pierde su valor esencial. El problema y desafío es el de favorecer más el desarrollo de la comunicación dentro de la terapia y cómo se enriquece la práctica y el rol del terapeuta desde el construccionismo social basados en los planteamientos de Kenneth Gergen. Por tanto, la manera como se abordó nuestra propuesta investigativa fue desde la revisión de los escritos más sobresaliente de Kenneth Gergen y otras fuentes actualizadas hasta el 2009. De Gergen resaltamos: - La terapia como construcción social (1992). - Realidades y relaciones (1999). - El yo saturado (2001). - Construir la realidad (2005). Entre otros texto y escrito de Kenneth Gergen, todo con el fin de conocer cuál es su postura en relación a la construcción del yo, el mundo y la relación terapéutica, donde los psicólogos con intereses construccionistas y con énfasis en el trabajo clínico con familias podrán ser beneficiados. Al estilo de una tesis teórica, se señalaron las fuentes secundarias de información disponibles del autor de interés. Esta tesis intenta hacer un enlace de los conceptos de Kenneth Gergen desde sus libros y documentos más significativos, donde las investigaciones encontradas en la base de datos de información científica en la web o revistas de publicación de investigaciones permitieron el análisis, donde se atendieron los siguientes puntos: - La crítica desde Kenneth Gergen al modernismo, la visión tradicional y el inicio de la postmodernidad. - La comunicación coordinada colaborativa y en ella el lenguaje, las narraciones y el suplemento como elementos relevantes desde la propuesta de Kenneth Gergen. - Finalmente, la aplicación de los conceptos de Kenneth Gergen expuestos en las dos primeras partes en la práctica a la Terapia Familiar. II.- PREGUNTA DE INVESTIGACIÓN Desde la teoría del Construccionismo Social de Kenneth Gergen se pueden tomar los elementos teóricos básicos para dar cuenta del proceso de Terapia Familiar como una forma de comunicación en Terapia. Dicho lo anterior, la comunicación desde este marco teórico es vista como un acto constitutivo de realidad en el intercambio entre individuos. La pregunta central será entonces: ¿Es la comunicación, tal como Kenneth Gergen la plantea a través de sus conceptos: Comunicación Coordinada Colaborativa y Suplemento los que permiten dar cuenta de la transformación y cambio de significado en la experiencia subjetiva, lo que transforma la relación entre las personas y podemos denominar este acto cambio terapéutico? III.- OBJETIVOS DE INVESTIGACIÓN Objetivo General Este estudio teórico pretende explorar algunos elementos desde la visión de Kenneth Gergen como construccionista social. De manera particular la importancia de la comunicación como componente fundamental dentro de la Terapia Familiar, con el fin de identificar instrumentos teóricos que aporten a la práctica de la terapia. Objetivos Específicos 1. Revisar teóricamente desde Kenneth Gergen, la relevancia del lenguaje en las relaciones socio-culturales y de qué manera dentro de éste el significado tiene su énfasis dentro del contexto social. 2. Revisar el concepto de yo desde el pensamiento de Kenneth Gergen como base epistemológica esencial para el trabajo terapéutico. 3. Analizar los conceptos teóricos en relación a la comunicación en la terapia social. desde el pensamiento de Kenneth Gergen como construccionista 4. Indagar acerca del suplemento como elemento relevante que constituye la comunicación según Kenneth Gergen y de qué forma se convierte en agente de cambio dentro de la Terapia Familiar. 5. Identificar el rol del terapeuta familiar como construccionista social desde los postulados de Kenneth Gergen IV.- MARCO METODOLÓGICO El problema que planteamos anteriormente es un tema abstracto que requiere un análisis teórico. En esta investigación, la metodología utilizada fueron las fuentes secundarias como libros, documentos, revistas y documentos en base de datos científicas en línea que tendrán como base específicamente a Kenneth Gergen desde el construccionismo social, donde los niveles de análisis se realizarán desde cada eje temático. Se pretende abordar literatura que abarca una producción en los últimos 15 años y lo más esencial de su producción. Nos basamos en las lecturas específicas de dicho autor, el análisis de los contenidos respectivo con el fin de interpretarlos y desde allí damos razón a la propuesta investigativa. Básicamente la investigación teórica que proponemos consta de tres ejes fundamentales: 1. La visión crítica a lo tradicional y un concepto nuevo de yo, donde se aborda a partir de textos de Kenneth Gergen como El yo saturado (2001) Conferencia del construccionismo social en la universidad Adolfo Ibáñez, Santiago de Chile (2008). 2. Un segundo eje presentamos los elementos fundamentales la comunicación coordinada colaborativa y en ella el lenguaje, las narraciones y el suplemento, donde se aborda desde los textos: La terapia como construcción social (1996). Realidades y relaciones (1999). Construir la realidad (2005). 3. Finalmente, se realiza el análisis en la práctica de la Terapia Familiar y rol del terapeuta donde se revisó el recorrido teórico realizado dentro de la práctica clínica con familias, donde se abordó a partir de los textos de Kenneth Gergen y en las investigaciones publicadas con marco teórico desde el construccionismo social como: La terapia como construcción social (1996). Construir la realidad (2005). La terapia como una construcción social. Dimensiones, deliberaciones, y divergencias (2001b). Investigaciones publicadas en bases de datos científicas en línea o en revistas. La manera de abordar los diversos ejes temáticos no se limitaron a los textos propuestos anteriormente, debido a que en el transcurso de la investigación se encontró otros más textos publicados por Kenneth Gergen y otros construccionistas sociales comentando a Gergen, los cuales se aprovecharon y a su vez enriquecieron la investigación propuesta. V.- ANÁLISIS TEÓRICO Este análisis teórico presenta tres apartados como ejes centrales de nuestra investigación: la modernidad, avances que la caracterizan y el paso a la postmodernidad y como las familias postmodernas presentan nuevas configuraciones. Además reflexionamos en la comunicación coordinada colaborativa desde Kenneth Gergen y los aportes del lenguaje, las narraciones y el suplemento, y finalmente desde un análisis a través de la revisión de investigaciones científicas publicadas, nos permitimos analizar los conceptos planteados anteriormente como elementos relevantes en la Terapia Familiar y el rol del terapeuta desde el construccionismo social desde la propuesta de Kenneth Gergen. 5.1. Tradición, modernismo y el paso a la postmodernidad Cuando un nuevo paradigma emerge, necesariamente su fuerza deviene de la manera como puede satisfacer la reflexión acerca de las preguntas por el hombre, el conocimiento, la realidad que pretende estudiar y la postura que tenga en relación a la verdad filosófica. Esta tesis se enmarca en la postmodernidad como respuesta a muchas de las promesas no cumplidas de la idea de progreso moderno y de sus planteamientos universales del siglo XX. La postmodernidad es el resultado de la insatisfacción que emerge históricamente como resultado de la modernidad, una fatiga por dicho paradigma que pretendía imponer sus leyes, limitando los significados relacionales dentro de la experiencia social. Emerge una postmodernidad que nos permite tener bases epistemológicas distintas a las que nos planteaba la modernidad donde el ordenamiento de las cosas, la rigidez de las leyes se imponían y se hacían esenciales para los resultados científicos de finales del siglo XIX y el siglo XX. Poco a poco, se va evidenciando la pérdida de la confianza hacia los presupuestos de la modernidad, porque la manera ilustrada de encontrar la verdad y de presentarla con tanta autoridad de mandato y con tanta exactitud no satisfacía enteramente las necesidades de las nuevas lecturas de las experiencias humanas y expresiones que iban surgiendo de diversas culturas, lenguas, creencias, múltiples discursos, puntos de vista y estilos de vida, es decir, es el origen de la diversidad y el pluralismo que se iba presentando con el pasar de los años. El postmodernismo hace referencia a una crisis de los valores culturales y científicos del pensamiento moderno. Modernidad que es necesario conocerla, saber sus características y sus bases epistemológicas para poder llegar a una comprensión de la postmodernidad. Es importante comenzar por analizar los postulados modernos los cuales se ahondarán en esta primera parte de nuestra investigación. A fines del siglo XIX e inicios del siglo XX se inicia la época moderna y llega con fuerza a través de hechos significativos. El primero está relacionado con los grandes logros de la ciencia que se fundamentaba en predecir, medir o cuantificar la vida humana. Como segundo, se dan avances de manera vertiginosa en el campo tecnológico que permitirá una nueva visión de hombre postmoderno. 5.1.1. Características generales de la modernidad. Para quienes hemos vivido parte de la época moderna y somos participes de la postmoderna, éste primer periodo se ubica cronológicamente entre finales del siglo XIX y el siglo XX. Un poco antes, en el siglo XVII aparece al que muchos han llamado como el padre de la modernidad. Descartes (1641) plantea el discurso del método, que pretende explicar al hombre por las ideas claras y distintas que él tenía en su mente porque, según su método cartesiano, había que pasar del pensamiento a la realidad, no de la realidad al pensamiento, de ahí que en la cultura occidental el pensamiento lógico será el punto de partida de toda explicación de la realidad. El ser queda subordinado al pensar. Vale más el pensamiento lógico, racional, matemático, que el ser, en adelante importará más lo objetivo que lo subjetivo, la realidad que la representación, el fenómeno que el ser, lo ontológico que lo psicológico, las ciencias de lo mensurable o cuantificable que las ciencias humanas, aun que la misma filosofía o teología (Gevaer, 1976). Descartes (1641) (citado por Gevaer, 1976) dividió las ciencias en dos mundos, res extensa que significaba el mundo que se relacionaba con lo cuantificable, medible y observable, lo matemático o mundo de lo extenso y el otro mundo, es el de la res cognitans, localizada en el pensamientos y la razón. Descartes iniciará el planteamiento del modelo positivista, el cual planteaba que lo científico es lo medible, observable y cuantificable siendo este modelo característica fundamental de la modernidad. A finales del siglo XIX aparece dentro de la modernidad el paradigma positivista que surge a partir de los viajes transoceánicos de los navegantes portugueses y españoles y con estos aparecen los grandes imperios (Gevaer, 1976). El positivismo planteaba que la realidad es externa, objetiva, aprehensible y universal, y que bastaría con la observación para poder acceder a ella, a lo que está afuera y que se puede percibir objetivamente, no es nada relacional, ya que la modernidad se olvida totalmente de las relaciones existentes entre unos y otros. Es extenuante ver al mundo y al hombre como una cosa más cuando su esencia misma es lo relacional. La realidad para el positivismo existe independiente de los sujetos, y de lo que estos puedan pensar y experimentar de ella. El observador simplemente debe mirarla sin prejuicios, ni distorsiones para verla tal cual es. Para el positivista el conocimiento se forma y se aumenta dependiendo de la cantidad de datos observados, como si todos los seres humanos fueran idénticos e iguales todos, como si no existiera diferencia alguna entre una experiencia u otra o como si los elementos socio-culturales fueran estándar en todo el mundo. El siglo XX plantea la existencia de una verdad que es única y como lo propone el positivista debía ser descubierta de manera progresiva y el conocimiento de ésta nos haría felices y buenos, pero con una dificultad, que nos llevaba a un hombre individual, solitario y se dejaba totalmente de lado al ser comunicacional que lenguajeaba y que sus significados eran parte de las constantes relaciones. De la misma manera, el positivismo postula la existencia de verdades absolutas, que se asociaban a unos principios universales, los cuales son independientes de la subjetividad y de las culturas humanas. Es así como para los positivistas el conocimiento científico, representa la verdad y éste se refleja tal cual en la conciencia del individuo. En cuanto a la relación entre el sujeto y el objeto en la modernidad (Balbi, 2004) se puede decir que el observador, no cumple ningún papel importante, simplemente es un testigo de la realidad, que ve las cosas tal cual son presentadas. Nada de subjetivismo, su observación es neutra, objetiva y pasiva y tanto el sujeto como el objeto son independientes el uno del otro, y ambos están frente a una realidad objetiva, que también existe independiente de ellos. Por tal motivo temas como la mente, el pensamiento, la imaginación, el deseo o las emociones no eran observables y medibles, por tanto no eran relevantes dentro de la ciencia moderna. También en la época moderna, aparece la psicología, uniéndose al deseo de ser una ciencia más y hace lo imposible para lograrlo y para ello se une a los planteamientos positivistas. Esta aproximación era considerada como científicamente válida e intenta asociarse a las ciencias exactas. Pero tendría una dificultad y es que la exigencia de la ciencia era que el objeto de estudio fuera observable, lo que implicaba que su mejor opción era el positivismo y lo hace a través del conductismo y su posterior evolución en la psicología cognitiva llamada como la Psicología Cognitiva Tradicional. Los conductistas se basaban en el método de la observación (Balbi, 2004), método que cualquier hombre de ciencia pudiera aplicar y medir si se quería que una disciplina fuera científica. Lo más observable podría ser la conducta humana en el caso de la psicología y es allí donde centran su atención y es tomada en cuenta para llevarse dicha conducta humana a la investigación científica rigurosa (Gergen, 2001). El conductismo, como paradigma positivista, busca descubrir la verdad y solucionar todas las enfermedades mentales que se manifestaban en conductas desadaptadas y tienen especial desarrollo durante las guerras mundiales y sus consecuencias. Conocer para el conductismo era saber las reglas universales de la mente, la cual la llamaban caja negra que se activaba por medio de patrones de conducta universales y que en esa medida pueden ser perfectamente modificables (Balbi, 2004). En pocas palabras, el conocimiento para el conductismo consiste en patrones de conducta condicionados y que son globales. La psicología si bien reconoce que el conductismo aportó en su momento con las técnicas de modificación de conducta y que muchos terapeutas utilizaron por varios años, es lamentable como lo que se diagnosticaba como fobias, depresiones y la homosexualidad entre otras, se quería sanar con dichas técnicas conductuales, lo que llevaba a considerar al hombre como si fuera una maquina que se reparaba como una cosa descompuesta y el terapeuta tenía el rol de mecánico especializado. Inconformes con el positivismo, pero paradójicamente influidos por éste, surge el modelo cognitivo tradicional, donde la visión que se tiene del hombre y de la realidad, es similar a la del conductismo, sin embargo, evoluciona respecto a su conceptualización sobre la existencia y participación de la mente en el actuar humano. Para el modelo cognitivo, el hombre es racional y reactivo ante lo que le ofrece el medio de donde recibe sus estímulos, los cuales los procesa internamente para almacenar la información y finalmente, como resultado de este proceso, el hombre proporciona unos productos que son las conductas y los pensamientos. Este postulado lo podríamos comparar con los conceptos de los dos mundos planteados por Descartes (1641) siglos atrás, el mundo de lo observable y el mundo de la razón. Lo particular de los diversos modelos modernistas es que se les olvidó que lo que influye realmente al hombre no es el pensamiento en sí, sino el significado relacional que se le da a la experiencia de vida, lo social y lo cultural, conceptos que en los planteamientos modernos parecen haber olvidado o hasta ignorado ya que no se tuvo en cuenta el hombre como ser socio-relacional, es decir, inmerso en un contexto del cual no puede ser aislado. Lo anterior nos permite comprender como para la psicología moderna su afán era entrar en el campo científico a toda costa, utilizar el método científico para demostrar de manera contundente la descripción de sus descubrimientos observados para llevarlos a un lugar, el laboratorio, lugar destinado para el anuncio de las verdades universales y la aceptación dentro del campo científico y por tanto la ciencia en si misma toma fuerza en esta época. 5.1.2. La ciencia y los avances tecnológicos como marco de la modernidad. Hemos revisado elementos importantes dentro de la modernidad y es importante enfatizarlos porque serán para nosotros el motivo de dar paso a la postmodernidad como respuesta a la inconformidad ante tanta estructura rígida entre la ciencia y el olvido de lo relacional como esencia fundamental de la vida humana. En el siglo XX, la influencia de las llamadas ciencias duras fue primordial (Balbi, 2004) ya que éstas comprenden los campos de las ciencias naturales, entre ellas está la física, la química, las matemáticas y la biología y desde su marco epistémico se han interesado por buscar la experimentación, la utilización de datos cuantificables y sobre todo el uso del método científico para acceder a ese objeto real. Están muy enfocadas en conseguir la exactitud y la objetividad, sin embargo, las ciencias duras empiezan a encontrar unos vacíos, los cuales no se pueden explicar a partir del método científico. Es entonces cuando comienzan a adoptarse en estas ciencias modelos más flexibles para comprender y dirimir los datos confusos lo que va dando paso de alguna manera al paradigma postmoderno. Si reflexionamos en algunos de las ciencias duras, una de las más conocida es la física (Feixas, 2000), encargada de estudiar todos los fenómenos naturales desde la perspectiva clásica. La física concebía que todo el universo podía conocerse y predecirse hasta el más mínimo detalle. Pretendieron controlar y predecir todos los fenómenos naturales a partir de la construcción de leyes universales. De esta manera asumen que la realidad es objetiva y cognoscible, que está en el exterior y que existe independiente del observador, sin embargo, la física moderna, fundamentada en la teoría de la relatividad y en la mecánica cuántica, cambia esta visión de realidad, puesto que empieza a tener en cuenta al observador teniendo presente el efecto que produce en lo observado, cuestionando la lectura objetiva de la realidad. Es así como a finales del siglo XIX: La física creía poder explicar todos los fenómenos observables de la materia a partir de las leyes del comportamiento de las partículas de Newton y las leyes del comportamiento de las ondas electromagnéticas de Maxwell (Feixas, 2000, p.45). Sin embargo, empezaron a descubrir que estas leyes podían describir el funcionamiento de las entidades microscópicas. Pero a nivel subatómico el funcionamiento se regía distinto, puesto que estas últimas pueden manifestarse como ondas o como partículas dependiendo del instrumento de medida que se esté empleando. A estos físicos de principio de siglo les parecía imposible aceptar que algo podía ser al mismo tiempo partícula y onda. Esta contradicción tardó unos años en aclararse, hasta que Bohr en 1913 (citado por Feixas, 2000) lo retoma afirmando que los comportamientos de las partículas y de las ondas son complementarios y dependen de la interacción del investigador y su instrumento de medida, lo que lleva a pensar que el universo no puede considerarse como independientemente del acto de registro u observación. Adicionalmente, aparece otro descubrimiento que influyó en el desarrollo de la física cuántica y fue el logró de Heisenberg en 1927 (citado por Feixas, 2000) que con el principio de la indeterminación, planteó la imposibilidad de la medición exacta y simultanea de la posición y el momento de las partículas subatómicas; puesto que cuando el investigador determina la primera no puede apreciar la segunda (Feixas, 2000). El descubrimiento de Heisenberg permite entonces, ratificar la idea de que el observador altera lo observado y con esta afirmación se destruyeron los principios clásicos de la realidad, la objetividad y la verdad desde la física contemporánea y aún de la misma modernidad. Otra de las ciencias en la cual se evidencia un cambio en su forma de entender su objeto de estudio y la forma de abordarlo es la biología. Ciencia que estudia los seres vivos, su origen, evolución y características, logrando grandes comprensiones y hallazgos a partir de las perspectivas postmodernas. Uno de los biólogos destacados es Humberto Maturana que en 1975 (citado por Ruiz, 1997), sostiene que lo que un observador evidencia como conducta es una dinámica de cambios que involucra a dos sistemas independientes: el sistema viviente y el medio, La conducta, por lo tanto, pertenece al dominio de las relaciones del organismo, no al organismo. La conducta surge y toma lugar a través de las interacciones de un organismo y el medio y es una relación dinámica entre los dos. (p.2) Frente a los determinantes de la conducta como propiedad de relación, Maturana (1975) propone el concepto de interacción instructiva haciendo referencia a como los individuos de acuerdo a su estructura pueden reaccionar ante el mismo fenómeno de diferentes maneras, igualmente la forma en la que se relacionan los individuos unos con otros también varía dependiendo de la estructura de cada uno. A su vez, plantea como alternativa a este concepto el de acoplamiento estructural definido como: El encaje íntimo de las estructuras de dos o más organismos, en este sentido, la historia de interacciones entre dichas estructuras fija las condiciones para la coordinación mutua de la conducta (citado por Ruiz, 1997, p.5). Maturana y Varela (1973), definen el esfuerzo de los organismos por la sobrevivencia bajo los principios de la organización autopoyética o la capacidad de autogeneración afirmando que la autopoiesis: Es la manera de existir de un sistema viviente y su manera de ser una entidad autónoma. Como tal, los sistemas vivientes viven tanto como conserven su organización y todos sus cambios estructurales ocurren con la conservación de su adaptación al medio en el cual ellos existen. (Citado por Ruiz, 1997, p.5). De esta manera, para Maturana (citado por Ruiz, 1997) la supervivencia depende de las interacciones entre el sistema viviente y el medio, en donde se dan una serie de cambios estructurales congruentes y recíprocos. Los sistemas vivientes y el ambiente cambian juntos de una manera dinámica y congruente, sin embargo, el sistema viviente conserva su organización viviente (autopoiesis) y se adapta al medio. Es así como la historia de vida individual sigue un curso en el que tanto el sistema viviente como el medio sufren cambios, hasta que el sistema viviente muere. Los seres humanos, por ejemplo pueden vivir determinadas experiencias gracias a como el organismo está constituido, pero también hay experiencias que con base en esa constitución, no es posible que sean vivenciadas. Un ejemplo de esto es el ultrasonido, éste es una realidad que existe independientemente de que los seres humanos puedan percibirlo, pero por las condiciones biológicas que se tienen, éste no puede ser captado por los seres humanos. Es así como la estructura biológica limita a cada especie de organismos y el conocimiento que se tenga de la realidad va a estar muy ligado a esto. Desde esta nueva perspectiva biológica, las contribuciones de Maturana (1975), han generado una visión sistémica, circular y no lineal de los sistemas vivientes, lo cual lleva al entendimiento de la vida como un proceso de conocimiento y del vivir en congruencia con el medio. Por lo tanto desde la biología se permite algo nuevo, donde el ser humano es influido por el medio en el cual habita y así vamos avanzando hacia la postmodernidad. La cibernética es otra de las ciencias duras y tradicionalmente positivista, donde se generan desarrollos fundamentales en la consolidación teórica de modelos de conocimiento postmoderno que aportan a las ciencias y de manera especial a las ciencias sociales como a la psicología y la aplicación a la psicoterapia. La cibernética es la ciencia que estudia la actividad proactiva e intencional de los seres humanos, asunto que coincide con uno de los postulados básicos de la postmodernidad (Jutorán, 1994), donde su objetivo no es el de explicar los fenómenos observados, sino aplicar los conocimientos que podamos alcanzar de estos fenómenos. Feixas (2000), comentando a Tous (1997) plantea que el objetivo de la cibernética no está en adquirir una comprensión de la naturaleza de los elementos que actúan y así poder explicar el comportamiento de los mismos, sino en obtener un conocimiento de la acción misma que nos permita comprenderla, reproducirla y hacerla más eficaz. La cibernética debe considerarse entonces como el control de los sistemas. De allí que se presente la cibernética de primer orden que da importancia a la realidad en sí misma y que debe ser vista desde lo racional. Es una postura que podríamos considerar cognitiva tradicional como si la realidad fuese asumida en nosotros como procesadores de información. Una de las tantas críticas que desde la postmodernidad se le hace a la cibernética de primer orden es la conceptualización de un hombre autómata que recibe retroalimentación creando un círculo inacabable, convirtiéndolo junto con la psicóloga cognitiva como una cosa que se repara, se arregla y sigue funcionando, pero que muy posiblemente se vuelva a trastornar. Pero la cibernética de segundo orden ya no sólo estudia al sistema o al concepto cibernético, sino también al cibernetista (Feixas, 2000), es decir, al observador, como parte del sistema mismo, en ella emergen diversas preguntas: ¿Cómo operan los sistemas y en ellos los observadores?, ¿cómo operan ellos mismos en su observar, siendo que toda variación perceptual en ellos (su propio conocer) es función de las variaciones perceptuales que ellos mismos experimentan? Ya desde la perspectiva del conocer humano ¿Cómo puede una persona conocer su propia actividad cognoscitiva (aquello que desea conocer) si es a la vez su propio instrumento del conocer? Por tanto estas preguntas comienzan a dar paso a una nueva postura de hombre en relación al mundo y a la misma ciencia, proponiendo no un solo camino sesgado a la descripción observada, sino permitiendo la aparición a la pluralidad de caminos en la relación hombre y mundo y dicha diversidad será fundamental para la postmodernidad. El desarrollo de la cibernética de segundo orden, presenta profundas similitudes con respecto al de la teoría general de sistemas propuesto por Ludwing Von Bertalanffy (1976) puesto que tiene una concepción sistémica de la realidad (Jutorán, 1994). Bertalanffy (1976, citado por Jutorán, 1994), definió el concepto de sistema como estructuras de elementos complejos en interacción (p.11). Son un conjunto de elementos dinámicamente estructurados cuya totalidad genera unas normas de funcionamiento en parte independientes de aquellas que rigen el comportamiento de sus unidades. Tanto la teoría general de sistemas como la cibernética, (Feixas 2000) confluyen en una definición del ser humano considerándolo como un sistema viviente que se construye y desarrolla en interacción con el entorno e impacta sustancialmente desde su experiencia en la construcción de conocimiento de sí mismo y de su entorno. Para muchos autores postmodernos, los sistemas son considerados como aquellas constantes conversaciones o diálogos que giran en torno a un problema, resaltando básicamente las diversas conversaciones que pueden emerger (Anderson y Goolishian, 1996) Es paradójico como a pesar de la rigurosidad de la modernidad y el sesgo que se exigía dentro de la ciencia, el que todos deberían caminar por un solo camino llamado la verdad única y donde en este supuesto único camino se comienza a darse una cantidad de cambios que conllevaran a una nueva visión epistemológica. Cambios y descubrimientos que permitirán al hombre mantenerse en constante comunicación unos con otros como resultado de la aparición de la tecnología y que cambiará la forma de vivir, sentir y de ver el mundo. Otra característica de la modernidad es el surgimiento de los avances tecnológicos como consecuencia de la guerras mundiales, ya que el deseo humano era el perfeccionamiento de las armas, pero a su vez la innovación de objetos observables que facilitarán nuevas conquistas, aumentando el progreso de la humanidad. De los primeros avances tecnológicos que surgen en la modernidad es la máquina, ya que con todo el desarrollo mercantil e industrial, dicho artefacto produciría no solo más recursos económicos, sino que daría trabajo a muchos hombres, pues tendrían que ser operada por alguien, lo que conlleva a un enriquecimiento en el campo industrial. Pero no es sólo en el trabajo lo que la tecnología influye, también en el campo social y esto nos parece fundamental, ya que permite la aparición de la saturación de información y por tanto del pluralismo como elemento importante en la postmodernidad y a su vez un cambio de manera significativa en la nueva formulación de yo. Lo que surge son formas en un primer momento de medios para que lo lejano geográficamente se haga más posible y fácil de acceder y el desplazamiento del hombre que a través de sus viajes, le permite enlaces interculturales que van haciendo que los aspectos sociales se vayan modificando por la influencia de otros. Aparecen medios de transporte como el ferrocarril que posibilita el desplazamiento de un lugar a otro y de la disponibilidad de agilizar y mejorar la comunicación escrita o envíos postales a diversos destinos portando consigo expresiones culturales, emocionales e intelectuales. Pero este descubrimiento sigue impulsando al hombre a nuevas creaciones y aparece el teléfono, la radio, la televisión y el cine, que le permiten recibir información constante de diversas partes del mundo en un mismo instante y que antes era imposible de lograrse. Estos avances tecnológicos permitirán abrir un vasto abanico de expresiones de comunicación verbal e impersonal donde se amplía rápidamente la comunicación local, nacional, pero también internacional. Aparecen los sofisticados medios de comunicación aéreos donde el ser humano comienza a tener acceso a estar en diversos lugares del mundo en corto tiempo lo que posibilita un intercambio de significaciones culturales y los seres humanos van ampliando la información comunicacional de manera constante y rápida comenzando a ser influidos por dichos factores culturales. Surge el ordenador, los computadores y el internet que nos da la posibilidad de estar comunicados en un mismo instante con diversas personas en un mismo momento desde cualquier parte del mundo, aun con personas desconocidas, pero que entran en la experiencia de interacción humana, recibiendo información de diversos países, lugares, lenguas, culturas, llegando a saturar la información que diariamente recibimos. Finalmente, aparecen los avances satelitales y el deseo de gobernar el universo entero, construyendo los cohetes y las naves que llevaran al hombre a lugares impensables en la edad moderna, como el viaje a la luna y a la ubicación de diversos satélites artificiales en la órbita espacial, con diversos fines científicos comunicacionales, donde se abrirá aún más la comunicación portátil manual y viajes espaciales, entre otros. Con todos estos nuevos avances en la modernidad, nos surgen las siguientes preguntas: ¿De qué manera dicha innovación cambia la forma de vida en el hombre?, ¿frente a tanta información constante que recibimos de qué manera se afecta el concepto de yo individual de la modernidad?. Dichas preguntas se analizaran en el siguiente apartado. 5.1.3. Del concepto de hombre moderno al nuevo concepto de yo postmoderno desde la propuesta de Kenneth Gergen como construccionista social. El concepto de hombre moderno es totalmente positivista considerado igual a cualquier otro organismo de la naturaleza, es decir, responde de la misma manera que un animal ante diferentes estímulos del medio. Es por esta razón que el concepto de hombre se homologa con un ser mecánico, condicionado, determinado por el medio y por los estímulos que reciba de éste, afirmando la individualidad y olvidando al hombre como ser emocional y más aún relacional. La ciencias cognitivas por su parte, comparan al hombre como si fuera un ordenador que recibe información y la almacena en su disco duro o mente, permitiendo identificarlo como un ser racional que a través de sus procesos psicológicos superiores conoce el mundo en su descripción exacta, un ser riguroso e individual que solo él y pareciera que sin la ayuda de los demás, sería el conocedor de las verdades totalizantes y universales. Para estos nuevos científicos modernos, como esbozamos anteriormente, el hombre era también conducta donde es de suma importancia el medio, ya que consideraban que los individuos no actuaban a partir de sus ideas, sino que operaban como reflectores pasivos de diversas fuerzas y factores presentes en su medio (Balbi, 2004). Se postuló un elaborado conjunto de explicaciones que detallaban los principios del condicionamiento y del refuerzo, con el fin de explicar cómo se producía el aprendizaje y se formaban las conductas particulares. Se suponía que la ciencia de la conducta, tal y como lo proponía Thorndike (1904), Watson (1913), Pavlov (1930) y Skinner (1948), podía dar cuenta de cualquier cosa que un individuo hiciera. Por tal motivo, el pensamiento no importaba mucho, a no ser que se redefiniera simplemente como conducta encubierta, entonces los modelos mecanicistas en lo referente al arco reflejo explicarían la conducta humana. En este momento de la historia el conductismo vino a responder las inquietudes de la comunidad científica. Es el caso de Skinner (1948), que se interesa por el método experimental y la forma de estudiar al hombre como un ser totalmente conductual siendo este el objeto de estudio y llegó a la conclusión que no eran los pensamientos o ideas del hombre que lo llevaban a realizar la conducta, sino, los reflejos pasivos de diversas fuerzas y factores presentes en el medio. Además, el objetivo de la psicología de Watson (1913) comentado por Balbi, (2004), fue la de regular la conducta humana y para lograrlo se requieren métodos más veraces que la introspección donde las variables fueran observables. Pavlov (1930) con su condicionamiento reflejo cumple de manera acertada con lo que en el momento esperaba y cumplía con los requisitos del método conductista. En realidad daba cuenta de que la personalidad de un individuo eran sus condicionamientos asumidos por sus experiencias de estimulo-respuesta. Pero, no son los hechos los que nos afectan, sino el significado personal atribuido a ellos (Beck at t, 1985, citado por Botella, 2002), es decir, no son los sucesos en sí mismos los que producen en los seres humanos determinado tipo de comportamiento, como lo planteaba por ejemplo el conductismo, sino que es la interpretación que cada persona le da a los acontecimientos, lo que produce en ella, unas emociones y unas formas de reaccionar y de enfrentar los hechos, lo que la edad moderna había ignorado casi que por completo. A finales de la modernidad e inicios de la postmodernidad, se va considerando al hombre como un sistema abierto (Balbi 2004), dado que experimenta trasformaciones y es permeable al entorno en que se constituye e interactúa. Las propiedades de los sistemas abiertos, en los que se encuentra inmerso el hombre, son planteadas por Balbi, (2004) y fundamentalmente son tres: Totalidad: donde cada parte del sistema se relaciona con el resto, de manera que un cambio en un elemento provoca cambios en los otros y define al sistema como un todo. La Retroalimentación: en la interacción con el medio, el sistema recibe información que puede ser positiva o negativa, existe entonces, una relación recíproca entre el sistema y su entorno y finalmente la Equifinalidad: donde los sistemas llegan a tener características similares a pesar de haber sido diferentes en su estado inicial. Esto va permitiendo el paso de un nuevo concepto de ser humano, donde Jerome Bruner (2000) acogerá el planteamiento de Wilhelm Dilthey (1907) que basa su teoría en el ser humano como un ser cultural que puede formarlo y guiarlo, ya que las personas están en un perpetuo cambio. Se resalta en el individuo la manera como el significado de la cultura es lo que lo hace como tal, más que la biología que lo limita, pero como afirma Bruner (2000) La cultura tiene incluso el poder de ablandar esas limitaciones. Además, se da cuenta cómo las mentes comienzan a formarse a partir de la cultura y es allí donde el hombre se adapta para vivir. Bruner (2000) propone que sin el papel constitutivo de la cultura somos monstruosidades imposibles (…) animales incompletos que nos completamos y terminamos a través de la cultura (p.54), por tal motivo, el hombre es y se va construyendo en la cultura, donde se encuentran símbolos comunes con significados e interpretaciones compartidos desde la experiencia individual. Pero es desde la relación hombre - cultura, que precisamente Vygotsky (1979), explica la construcción y transformación de la acción mental, es el caso de los procesos psicológicos superiores y la acción humana quienes tienen sus raíces en la vida social. Plantea que en la medida que va evolucionando lo social y cultural de igual modo ocurre con el desarrollo cognoscitivo del sujeto, ya que está unido a los miembros de la comunidad, lo que significa que las operaciones mentales se realizan desde la transformación que se hace desde lo social a lo individual. Lourdes Sánchez (2003) lo expone como una operación que inicialmente representa una actividad externa que se reconstruye y comienza a suceder internamente, pero también es un proceso interpersonal que queda transformado en otro intrapersonal y adicionalmente la transformación de un proceso intrapersonal es el resultado de una prolongada serie de sucesos evolutivos. Las propuestas sociales dejadas a un lado por la modernidad, se van rescatando no solo por los cambios culturales predominantes en la postmodernidad, sino por la importancia que van teniendo las relaciones interpersonales a partir de los avances comunicacionales de la modernidad, ya que no puede existir un rompimiento en la relación existente entre la realidad y su conocimiento, siendo este último un producto de la construcción social (Gergen, 1999). Lo que nos lleva a pensar que el hombre conoce a través de los intercambios constantes entre las personas a través de instrumentos como el lenguaje, el significado y la comunicación. Vygotsky (1979), plantea un concepto que nos llama la atención y es el de mediación que surge de la relación existente entre el ser humano con el ambiente, donde se hace necesario mediar a través de los signos siendo estos el lenguaje, la escritura con toda su riqueza literaria y los números, que son creados por las sociedades y las culturas en diversos contextos temporales y que de alguna forma evolucionan con el cambio del desarrollo socio-cultural. Estos signos, según Vygotsky eran internalizados desde las primeras etapas del desarrollo infantil y transformaban la conducta de los hombres, llegando a concluir que el mecanismo de cambio evolutivo del individuo halla sus raíces en la sociedad y la cultura. (p.26) Para Vygotsky (1979) tanto el conocimiento lego como el científico dependerán siempre de lo cultural y social. En la misma línea, pensaríamos que Gergen (1999) coincide con Vygotsky(1979), porque para ambos el elemento social juega un papel primordial en el conocimiento y en el hombre definiéndolo como un ser social y relacional. Adicionalmente, Kenneth Gergen postula que para los construccionistas sociales, el hombre se hace en la relación social, que Vygostky (1979) llamaría una construcción interindividual, donde por medio de la comunicación y el lenguaje se llega al conocimiento. Pero no solo Vygostky (1979) da visos de considerar a un hombre social, sino que también podríamos hacer referencia de George H. Mead (1934) pensador norteamericano, que se esfuerza por demostrar que la persona es el producto final del proceso de interacción social y tiene un carácter distinto al del organismo fisiológico. La persona sufre un desarrollo que surge en el proceso de la experiencia y de las actividades sociales. Así mismo, dentro de las teorías evolutivas, sostiene que un niño presenta la capacidad de ponerse en el lugar de los otros y puede adoptar los roles y actitudes de los demás. Plantea además, que dentro de dicha evolución del niño está el gesto significante (Mead, 1934, citado por Balbi, 2004) siendo un elemento que anticipa acciones, avisando lo que va a ocurrir y no como elemento comunicativo, pero a su vez, los seres humanos nos comunicamos a través de los gestos y que el otro los significa, lo que implica que se anticipa el efecto que generará el receptor, generando una respuesta con quien se está comunicando o a quien se está dirigiendo. Para Mead (1934), la experiencia humana es un acto constructivo desde lo relacional y lo social. Y el ser humano es un constructor de su entorno y desde su planteamiento del interaccionismo simbólico plantea a un ser individual, pero con una fuerte influencia social, donde el conocimiento es posible en el campo social y la comunicación es relevante como elemento relacional con contenidos simbólicos que permiten la significación de la conducta. Algo que nos parece importante resaltar de Mead (1934) es como los seres humanos tienen la capacidad de autoreflexión y como puede pensar en sí mismo y a su vez en sus propias acciones, pero lo interesante es que para Mead dicha autoreflexión o la autoconciencia siempre se ve influenciado por los otros. Por tanto, el hombre es un ser que está ligado a los demás seres humanos desde sus acciones y como dice Gergen (1999), desde un sentido de significativa dependencia, donde las relaciones se hacen esenciales. Esto dio paso a un nuevo concepto de individuo relacional, como fruto del deseo crítico hacia la modernidad y que Kenneth Gergen desde 1970 había planteado con el deseo de dar mayor importancia a lo humano y resaltar la experiencia social que se iba convirtiendo en algo más prometedor, apartándose de las ideologías tradicionales, considerando al hombre no como un ser individual y solitario, sino como un ser social, contenido por una amplia gama de elementos comunicacionales con una influencia social que invaden la vida del hombre, permitiendo a éste ampliar cada vez más su campo relacional. Una multitud de información que influye en el ser humano y que Gergen (2001) llamará saturación, término que ampliaremos más adelante, pero que surge como producto del avance en las comunicaciones descritas anteriormente, que posibilita al individuo a recibir información constante en un mismo tiempo desde diversos lugares de personas que posiblemente no conoce. A su vez, se van entrelazando constantemente relaciones que se van convirtiendo en significados relacionales importantes (Gergen, 2001). Todo lo anterior, nos permite dar paso al concepto de hombre social y relacional y para ello Gergen (2001) desde el construccionismo social será de nuestro interés, ya que nos plantea un nuevo concepto de yo como base epistemológica para la conceptualización de la subjetividad y surge como fruto de la aparición de la tecnología que trajo consigo un gran número de relaciones que Gergen (2001) llamaría el yo saturado. El término saturación desde Gergen (2001), es comprendido como la constante presencia de muchas personas que en el diario vivir circulan a nuestro alrededor en un mismo instante en el desplazamiento a sus lugares laborales, a la visita al médico o en el devenir de los constantes negocios o actividades diarias y que a pesar de buscar independencia es necesario ser reconocidos por otros, por tanto estamos en relaciones constantes a pesar del esfuerzo por ser independientes y autónomos, ya que estamos expuestos a infinidad de información a través de la constante interacción social tanto personal como a través de los novedosos y sofisticados medios de comunicación de la cual somos saturados y a pesar de que en algún momento nos sintamos solos o busquemos aislarnos, siempre estaremos entramados en las experiencias relacionales que hemos tenido desde el mismo instante de nuestro nacimiento. Además, dicha saturación comunicacional influye en el concepto de yo, ya no entendiéndolo como un yo individual, sino un yo que tiene la posibilidad de reformular cada nueva relación con una gama de información que lo lleva a convertirlo en un yo múltiple (Gergen, 2001). El yo saturado (Gergen, 2001) comienza a ser parte de las múltiples relaciones que cada vez van apareciendo por medio de los avances técnicos, los cuales dan pasos a nuevas tareas que llevan a ahogar las actividades cotidianas de los seres humanos, como es el caso de responder a las exigentes comunidades de chat o respuestas a correos por internet llamados comúnmente como live-Messenger que traduciéndolo textual sería algo así como vida mensajero o simplemente las innumerables nuevas formas de conexiones que llenan al hombre en un ilimitado y constante saturación social, pero a su vez, permiten reducir el tiempo y el espacio a través de modernos medios de comunicación entre unos y otros, incrementando el contacto y el enlace de pensamientos, expresiones e ideas que se van manifestando a través de la diversidad relacional. Es un yo saturado influido por una cantidad de otros yoes al mismo instante, que lleva a un cambio de ese yo individual modernista, no siendo un yo básico, sino un yo relacional. Por tanto, si cada voz expresa a un individuo diferente, por la misma razón no podríamos hablar de un ser humano independiente, de un ser simplemente biológico o un hombre conformado por átomos o reducido en el concepto de un ser vivo que aprende y reproduce lo aprendido como una máquina. La pluralidad, multidiversidad o la multitud de avances tecnológicos, específicamente, las innumerables formas de comunicación que surge en la postmodernidad, permiten avisar un nuevo concepto de hombre relacional que se construye y reconstruye. El yo se fundamenta en las relaciones (Gergen, 2001), pero esa conciencia de construcción va influyendo en el concepto de yo y de las relaciones, donde la conciencia sufre un cambio cualitativo. En el mundo posmoderno, el yo puede convertirse en una variedad de expresiones relacionales. El yo postmoderno se construye en tres fases esenciales que Gergen (2001) nos propone en su libro. El yo saturado y nos parece importantes para nuestra base epistemológica desde el construccionismo social para los resultados de nuestra investigación teórica. Una primera fase la denomina el manipulador estratégico (Gergen, 2001, p.207) donde entra a consideración el concepto modernista de la confiabilidad y la continuidad del sentido mismo del yo. Pero con la aparición de las múltiples formas de comunicación, nos vemos influenciados por la cantidad de variadas relaciones constantes a través de todo el mundo en un mismo momento, lo que hace que el yo se transforme y se reconstruya de manera permanente, siendo influidos por los otros, las demás culturas y por las diversas experiencias sociales. Ya no existe una identidad totalizante y tangible como en la modernidad, ya que el hombre postmoderno participa de diversos roles de manera estratégica, según su encuentro relacional sea laboral, familiar, lúdica, espiritual y muchas otras formas de vida que se hacen presente en la experiencia cotidiana y por tal, el yo actúa en estos casos como un manipulador estratégico ante las diferentes situaciones. En una segunda fase de la formación del yo postmoderno lo encontramos en lo que Gergen (2001) llama la personalidad pastiche (p. 211). Personalidad que imita elementos de identidades de diversos orígenes y que se adaptan a una determinada situación desde las diversas formas sociales que se presentan y que puede ser beneficioso en lo familiar, laboral, lúdico y social en la vida del hombre, permitiendo un cambio en el yo que se hace cambiante por el mismo desarrollo evolutivo de la cultural y por la influencia de otros, donde se abre a la mayor amplitud de posibles experiencias y roles que día a día vivimos. Para la personalidad pastiche, el yo siempre estará en un constante cambio ya que se construye en el ambiente social, donde el pluralismo hace énfasis en la multiplicidad de expresiones y manifestaciones que surgen de manera constante en el espacio y el tiempo. En la última fase, se hace frente al yo autónomo que abre camino al yo relacional (Gergen, 2001, p.218) que podríamos llamar un nosotros, entendiendo este concepto como un proceso social y no como una imposición de la identidad de otros. Esto nos permite discutir y transformar el concepto de individuo como centro del saber, como heredero de lo racional y dar paso a un yo que se construye y reconstruye en el mundo social y este yo relacional está determinado por otras personas de la misma o de distintas culturas y manifestaciones sociales. Adicionalmente, el yo relacional tiene su base y expresión máxima en el lenguaje que cobra sentido en relación a los demás. Las palabras y los gestos serán relevantes en la medida que tengan sentido con otro, de lo contrario sería palabrería. Cada silaba, cada gesto, cada movimiento, cada silencio tiene su sentido y significado cuando el otro se lo quiera dar a través de los intercambios de significado que se presentan a través de la comunicación, lo que implica que sin relaciones no hay lenguaje que conceptualice las emociones, pensamientos o intenciones del yo relacional. Además, podríamos pensar que el yo deja de ser el foco de los triunfos o frustraciones y esto queda determinado por las relaciones. Solo alcanzamos a ser interesantes o atendidos o nos podemos lamentar si hay otro que signifique nuestra experiencia de vida. Lo que nos llevaría a pensar que no es el sujeto el que se consideraría enfermo, sino las redes sociales de las que formamos parte, siendo un concepto esencial en el momento de pensar en la importancia de la práctica terapéutica. Finalmente, sí el yo individual de la modernidad ha dado paso a un yo relacional en la postmodernidad y si hemos enfatizado en la importancia de la comunicación con diversidad de matices y formas, influidos por culturas, tradiciones y grupos sociales en este siglo XXI, también las familias se han venido transformando por dicha saturación, permitiendo nuevos roles en sus miembros y abre nuevos espacio de relaciones y de comunicación familiar, tema que ampliaremos a continuación. 5.1.4. La familia moderna y el surgimiento de la familia postmoderna y sus nuevos roles en el sistema. El siglo XIX, se caracterizó por ser la época del romanticismo y la relevancia del ser humano de estar en la cercanía de la deidad. Una deidad que estaba estrechamente relacionada con el alma, lo cual se experimentaba a través de la experiencia interior y era allí donde habitaba los sentimientos y las emociones. El amor es el sentimiento más relevante en este siglo relacionándolo básicamente con la cortesía, la galantería de los hombres hacia las mujeres, específicamente en las clases sociales económicamente altas, pero a su vez dentro del pueblo, el puritanismo y la virginidad se convierten en factores importantes de dicha época (Gergen, 2001). Por ende, la aspiración era el de descifrar el significado de lo que era el amor, definiéndolo como la unión entre dos almas, enmarcado en lo misterioso, pero también en lo místico, en lo profundo del interior de cada ser (Gergen, 2001) y en el campo de lo sagrado. La amistad y la conformación de la pareja se convertían en una relación de veneración y adoración dentro de un contexto hierático. El amor profundo era esencial, los vínculos románticos, tiernos, cariñosos se convertían en relaciones de devoción, lo que implicaba que la pérdida de un amigo, la pareja o un hijo, era un dolor intenso en el interior del alma. Esto da paso a lo que Gergen (2001) denomina como la concepción romántica del yo (p.43). Un yo romántico que en algunas culturas sigue vigente y que permite idealizar las relaciones humanas, donde la vida y la base de las familias se fundamentan en relaciones de amor. En la época del romanticismo, se deseaba la muerte para el encuentro con los seres que se aman y han partido. La angustia era constante y el deseo de morir aumentaba, algo desastroso para la humanidad frente a esta visión reduccionista de las relaciones. El yo romántico (Gergen, 2001) se unificaba al alma y ésta por tanto a Dios, lo que permitía la unión entre el individuo y Dios, conceptualizando las relaciones en el campo divino e inmortal. Es por esto que los brujos, espiritista y las sesiones de comunicación con los del más allá se hacen comunes en esta época romántica. El siglo XX, por su parte, marca un nuevo concepto de relación, de familia y de pareja. La pareja (Campo, C. l Linares, J. 2002) se definía básicamente en la unión de dos personas, casi siempre de distinto genero y de diversos vínculos cercanos que desean compartir un mismo proyecto de vida con el objetivo de apoyarse mutuamente. A inicios de este siglo XX, el patriarcado era característica esencial en las familias, desafortunadamente primaba la desigualdad y las relaciones comunicacionales y el valor de la palabra y la expresión se contextualizaban dentro de lo jerárquico. Las familias patriarcales se conformaban por medio de acuerdos y negociaciones entre familias, lo que se llamaban parejas concertadas (Troya, E. 2000), donde la elección de la pareja era definida por los padres y se contraía matrimonio aun sin ni siquiera conocerse, pero se tenía en cuenta elementos como la religión, el lugar geográfico donde vivían, el apellido o generaciones anteriores familiares, la nacionalidad, entre otros factores para dicha decisión. Esta malograda conformación familiar estaba representada por rangos claramente definidos y una desigualdad marcada entre el hombre y la mujer. El hombre tenía el rol de ser la figura que trabajaba y que aportaba con la solvencia económica en la familia, lo que le permitía tener el poder de exigir y gobernar casi que a su antojo y capricho. Duraba largas horas ausente del hogar por su labor y era quien tomaba las decisiones fundamentales dentro de los vínculos afectivos cercanos, lo que hacía que dentro de las familias existiera una comunicación unidireccional, monologa, mandataria de parte del esposo, del padre y el diálogo era totalmente limitado o en ocasiones escaso. Por su parte la mujer dentro de estas familias patriarcales tenía un rol inferior dentro de este nivel jerárquico (Troya, E. 2000), con una actitud de sumisión y obediencia. Su papel era reducido a los asuntos domésticos y a la crianza de los hijos, impidiéndole la participación social. En este tipo de conformación familiar, se caracteriza por la ausencia de sentimientos y la aparición de familias extensas, donde el número de hijos era ilimitado y el deber de educarlos pasaba a manos de la madre. Dentro de las familias modernas, se conforman códigos, normas y reglas de forma ordenada y estructurada que permiten el desarrollo familiar, más sin embargo, a semejanza de las características modernas, podríamos pensar que se centran en la importancia de las normas legalistas, olvidando el diálogo entre sus integrantes, convirtiéndose el padre en el impositor de leyes y la esposa e hijos en cumplidores. Pero con la aparición de la revolución industrial y el avance tecnológico en la modernidad, no solamente se plantea un yo saturado (Gergen, 2001). La familia también se satura y se han visto socialmente inundadas de nueva información, familias llenas de demandas por la saturación de información y de nuevos roles, donde se hace necesario la comunicación coordinada colaborativa y el suplemento, concepto que reflexionaremos en el próximo numeral de nuestra investigación. Las nuevas formas de roles dentro de las familias se inicia en la década de los cincuenta, donde a la mujer se le permite entrar en el campo laboral y académico y ella en relación al hombre asume un rol de igualdad. Padre y madre en relación de iguales, pero ambos jerárquicamente en un nivel más alto en relación a los hijos. A mediados del siglo XX, las mujeres salen a trabajar después de tanto encierro en sus hogares y el aspecto económico favorece el trabajo de la mujer donde ellas entran en el campo que anteriormente era restringido solo para el hombre (Troya, E. 2000). La negociación familiar se hace de forma diferente. No son las familias quienes toman la decisión de con quién y porque casar a sus hijas. Ahora se hace entre la pareja quienes deciden con quien hacerlo y entre ellos conforman su proyecto de vida. De familias extensas se pasa a familias nucleares, conformadas por ambos padres y pocos hijos por el nuevo rol laboral de la mujer. Este nuevo rol femenino trae consigo una crisis en las familias, donde se ve la necesidad de resignificar si es la mujer quien solo se encarga de la educación de los hijos y de las tareas domésticas o si el hombre le corresponde participar de dicha responsabilidad, ya que la mujer permanece menos tiempo en el hogar por los horarios de trabajo. Con la propuesta postmoderna, donde el concepto de yo tiene su origen en las relaciones sociales y como lo relacional es el centro de todo (Gergen, 2006) y en estas relaciones sociales como decíamos en el apartado anterior, se presenta una expansión de múltiples relaciones, nos damos paso a otro nuevo concepto o estilo familiar que denominaremos en esta tesis teórica como familia postmoderna, siendo el concepto de familia tradicional devastado por el avance tecnológico y la influencia de ideas que viene con la creatividad comunicacional. Básicamente, las familias postmodernas tienen la posibilidad de disminuir y planear el número de hijos a tener, también en ellas aumenta considerablemente las relaciones sociales, producto de los avances tecnológicos y la aparición de los modernos medios de comunicación. Las familias postmodernas se ven saturadas o llenas de información y comunicación, dedicando parte de su tiempo en responder correos, o en conversaciones en chat o también revisando páginas virtuales sociales entre otras, lo que lleva a sus miembros a aislarsen con la aparición de los nuevos medios de comunicación. Esto si bien permite que los vínculos afectivos cercanos se encuentren en la misma casa, también como afirma Gergen (2006) se ausentan psicológicamente por estar en sintonía con la televisión, el internet o el teléfono en sus diversas formas. Hasta el punto que los hijos prestan más atención a la sabiduría encontrada en estos medios de comunicación que a la educación que sus padres les brindan. Adicionalmente, la familia postmoderna se caracteriza por el cambio de roles entre el hombre y la mujer ya que aparece el deseo democrático de ella de buscar la igualdad tanto en el campo laboral, como académico, profesional y social en relación al hombre y él se esforzará por hacer resurgir de las cenizas el patriarcado moderno. Los hijos pequeños, en este nuevo rol familiar, pasan su gran parte de tiempo en el cuidado de instituciones encargadas para ellos y los valores dan un vuelco dramático dentro de la familia. Este cambio de roles han dado como resultado el surgimiento de familias monoparentales donde las madres se hacen cargo solas de la educación de sus hijos creando redes sociales de apoyo como instituciones, amigos, vecinos, parientes cercanos para el cuidado de éstos mientras trabajan. Además ha aumentado el deseo de padres separados de sus cónyuges que se quieren hacer cargo de sus hijos. Esto trae consecuencias en el aumento de mujeres que desean vivir un estilo de vida más independiente, divorciadas y solas profesionales, con insatisfacción sentimental y hombres que aun no aceptan dichos cambios en la mujer ya que sienten que siguen teniendo más poder. Adicionalmente, aparece la crisis de la mediana edad en los matrimonios entre dieciocho a veinte años donde la causa de dichos conflictos surgen de los deseos de poder de parte de cada uno de los miembros de la familia (Beck, 2001). Esta crisis se compara con la de los adolescentes que buscan autonomía y autoafirmación por la vida, desean liberarse de la unión simbiótica del otro. Todo a causa del proceso de individuación. Pero ahora, en la familia postmoderna se le da énfasis a la educación y la socialización como unidad básica para el avance industrial y la prosperidad y como consecuencia de esto, los miembros en la familia se ven sin tiempo y sin espacio, estando sumidos y aislados en múltiples quehaceres y de ahí se ha venido cuestionando la dedicación por el mundo laboral, apartándose de las relaciones constantes e individuales entre los miembros familiares. Adicionalmente, se busca en las familias postmodernas el individualismo afectivo y la libertad del individuo (Roca, 2008), derogando el concepto del amor de pareja como el encuentro de la media naranja que se complementaban. Lo que da paso al aumento de divorcios y separaciones, desinstitucionalizando el matrimonio y aumentando aun la separación de las segundas nupcias. Pero a pesar de esto, la paternidad y maternidad se conservan lo que implica que si bien la separación de parejas ha aumentado, se conserva el estilo de familias con padres separados. La diversidad de tipos familiares en la postmodernidad (Roca, 2008) es ahora característica relevante, ya que surgen de manera más frecuente parejas en sus segundos o más matrimonios, donde nos encontramos con hijos con varias madres o padres de complejidad parental. Familias conformadas por parejas de hecho, donde luego de la separación uno o ambos cónyuges inician una nueva relación sin ser formalizada por ningún tipo de vínculo matrimonial. Familias monoparentales donde los encuentros entre los ex-esposos se presentan de forma esporádica. Además, la soltería, antes considerada como un fracaso vital o algo inequívoco, donde la persona se consideraba con pocas virtudes para vincularse afectivamente, ahora es una posibilidad de vida entorno a la individualización. 5.2. La comunicación coordinada colaborativa y en ella el lenguaje, las narraciones y el suplemento como agente de cambio desde Kenneth Gergen Dentro de las diversas posturas que van apareciendo a finales del siglo XX y el siglo XXI y que han recibido el nombre de postmodernidad, presentan algunos elementos comunes que las caracterizan, entre ellas resaltamos la crítica a las prácticas y formas metodológicas del positivismo moderno, el paso del saber privilegiado a la relativización del mismo a través de la relevancia en la significación social y cultural y el salto de las perspectivas modernas científicas rigurosas a la importancia de la experiencia narrativa, el análisis del discurso y el valor de las relaciones y no el del individuo con una mente individual. La inconformidad a la modernidad es lo que permite el surgimiento de los nuevos enfoques postmodernos, pero en nuestra investigación nos centraremos de manera específica en los planteamientos del construccionismo social desde la perspectiva de Kenneth Gergen. Ésta postura nos posibilita nuevas visiones tanto en el pensamiento social, como en la psicología, ya que no busca exactitud en el conocimiento, sino enriquecernos con su diversidad de diálogos donde cada uno aportará un valor relevante y significativo. El construccionismo social consiste básicamente en dar relevancia al individuo como ser relacional y no como un ser individual, lo que lleva a reconsiderar la importancia de las diversas conversaciones que surgen en el mundo y que conlleva elementos importantes como son los significados, las comprensiones, los conocimientos y todos aquellos valores colectivos (Gergen, 2005, p. 34) que hacen parte de las diversas culturas. Estas conversaciones no tienen como finalidad el imponer una verdad que será una autoridad en el saber y que se convertiría en ley universal. Lo más importante es que las múltiples conversaciones se consideran como un elemento heurístico que se coordinan mutuamente y que aportarán de manera significativa al campo académico como forma de reflexión y al ejercicio mismo de la terapia, donde el diálogo es fundamental porque es allí donde se construye y reconstruye la experiencia de vida y es lo que nos interesa específicamente en esta tesis. El construccionismo social rescata el valor de la comunicación, donde los diálogos de vida constantes nos permiten el encuentro de infinidad de ideas, sentimientos y experiencias vividas narradas de formas variadas y no se pretende reducir la vida a un acuerdo especifico. Se resalta el aporte del lenguaje en los constantes encuentros dialógicos siendo múltiples e importantes como parte misma de la comunicación. Por tanto, el Construccionismo Social no pretende imponer una teoría que describe la realidad puntual entendiendo éste concepto como el ver el mundo tal cual es. Para algunos como Morales, (2002) es una metateoría, donde la dinámica social se hace necesaria y parte de la crítica a los fundamentos modernos, para trasladarse a las disposiciones de la acción. La metateoría porta conceptos, ideas, pero básicamente acciones sociales, con una propuesta epistemológica específica, permitiendo miradas diversas a la realidad y a las experiencias de vida. El construccionismo social es por tanto, una forma de abrir camino a una nueva visión social que nos ayuda a repensar la sociedad y a los sujetos que hacen parte de ella (Gergen, 1999). De lo anterior, nos parece significativo como la psicología social, desde la mirada del construccionismo social dio un giro, de tratar las cosas que pasan en la cabeza del individuo, hacia la atención que se centra en lo que pasa entre, y no en lo que pasa dentro, en el interior (Gergen, 2006, p. 65). Es en la inmersión de las relaciones donde de manera constante estamos en procesos relacionales en sí mismos y donde la forma de comunicación, el lenguaje, y el significado hacen parte de dicho proceso. Todo se origina desde el mundo relacional y desde esta perspectiva se podría entender de manera diferente el mundo y el yo. A diferencia del constructivismo, el construccionismo social como base epistemológica propone que el individuo es definido en una constante dimensión social y no como seres humanos en mundos aislados. No es la realidad independiente la que lleva a los individuos a percibirla y leerla, por tanto, como cuestiona Gergen, (2005) de qué manera la interioridad psíquica puede reflejar el mundo exterior (p. 25). El individuo interioriza su contexto relacional y la expresión psíquica se canaliza relacionalmente y de acuerdo a parámetros socialmente sancionados. Si lo social es relevante para construccionismo social, necesariamente lo es también la comunicación y el lenguaje. Dentro de toda comunicación encontramos un lenguaje cargado de un sinnúmero de signos y éstos a su vez con una cantidad de significados e intenciones que son compartidos por diversos sujetos, dando así no una cualidad especifica y universal a los objetos, sino que simplemente el signo nomina al objeto para diferenciarlo de otros y así hacer parte del contexto socio cultural. Por tanto para esbozar el aporte de la comunicación con sus elementos esenciales ya nombrados, hagamos un rápido recorrido por el siglo XX y como la postmodernidad permite emerger la relevancia del lenguaje dentro de nuestras constantes relaciones. 5.2.1. El lenguaje en la modernidad. El lenguaje desde una visión moderna, estaba totalmente enmarcado en el día a día con características propiamente individuales y la descripción de los hechos o personas eran limitadas por esa misma individualidad, es decir, se reduce a detallar un mundo observado. Era un lenguaje rígido y soberbio, que giraba de manera constante alrededor de la supuesta verdad absoluta, esto posibilita el concepto de teoría que es la recolección de datos o hechos observados aceptados por un grupo de personas con fines comunes a dichos modos de acceder al conocimiento (Gergen, 2006). El lenguaje moderno era entendido como el canal entre el objeto y el observador (Gergen, 2006), convirtiéndose en un monólogo donde después de encontrar la verdad, se describía y se expresaba llegando a considerar que lo que no estuviera dentro de los parámetros de dicha verdad encontrada no interesaría o se consideraba como algo insignificante, fantasioso, imaginario o de poca importancia. El lenguaje era solamente expresión de lo que se observaba y tenía validez en la medida que permitiera hacer tangible el mundo que se describía. Pero es por esta razón que el lenguaje llega a correr peligro, porque es manipulado por la modernidad, con el fin de ser reflejo de una realidad supuestamente exacta y precisa, donde por medio de las palabras enlazadas en frases se da a conocer el mundo observado y su forma de funcionar, más sin embargo, como lo afirma Gergen, (2006) no existe ninguna relación exclusiva entre el lenguaje especifico y un estado de hechos. No existe una disposición de palabras y frases que esté cortada a la medida del – mundo tal como es- (Gergen, 2006, p.61). Este lenguaje rígido y tradicional, trae a su vez clasificaciones o jerarquías, donde las altas escalas serían para quienes enseñaban verdades absolutamente demostrables por el campo científico, para así, poder conocer el mundo y controlarlo. Así mismo, con el deseo de escalar la jerarquización de la época, aparecen grupos o instituciones que se doblegaban al poder científico, pero tendrían como consecuencia el surgimiento de un conocimiento específico expresado por un lenguaje particular. Cada especialización tendría su propio lenguaje. A modo de ejemplo, no sería lo mismo escuchar hablar de un mismo objeto, a un físico, que a un diseñador de exteriores o que a un comerciante, pero si cada uno opina de ese mismo objeto, entonces aparece la posibilidad de que el lenguaje se limite y se pierda indudablemente el valor de la descripción hecha por otros por el simple hecho de cuidar su propia opinión o concepto de verdad, lo que implicaría comprender el mundo fragmentado entre el mundo en el que estoy y otro mundo en el que otros están (Gergen, 2005), es como si se construyera un mundo privado, particular, un mundo de otros y hasta extraños el uno del otro. La psicología no estuvo exenta de dicha jerarquización modernista, su afán de ser una ciencia la llevó a crear un lenguaje jerárquico y descriptivo. Diagnosticar y etiquetar era su mayor interés, (Gergen, 2001) conocer el pensamiento e interpretar su discurso era característico del siglo XX, tanto que las personas se distinguían entre enfermas y sanas. Más aún, personas que no se sentían o sienten enfermas y por el hecho de que su lenguaje es poco comprensible o inusual, se etiquetaba como tal. Por ejemplo, Gergen (2008) pone el caso de niños cuyo diagnóstico aparece como distorsionado en sus colegios. De esta manera se produce un etiquetamiento que los caracteriza sufriendo un déficit de atención o falla en su proceso de asumir conocimientos en su mente y por tanto son considerados distintos a los otros niños no problema. Otra característica más de este lenguaje moderno es el de ser reduccionista, por la búsqueda misma de la exactitud, sin engaño y falsedad. Un lenguaje que su interés particular era la racionalidad de los acontecimientos y del mundo y esto conlleva a una guerra, por decirlo de alguna manera, de conocimientos donde se busca el premio por conseguir la verdad, lo que no se tenía en cuenta es que esto era un gran limitante ya que no somos seres solitarios e individuales, sino relacionales. Uno de los tantos legados de la modernidad es la desafortunada idea de que el lenguaje es una herramienta estratégica para lograr lo que queremos de modo que podemos influir en los demás a través de nuestro modo comunicacional y convencimiento lingüístico, como dice Gergen, (2006) es como si el lenguaje fuera una herramienta estratégica para lograr nuestros objetivos. Dicha estrategia no solo se ve claramente reflejada en la terapia tradicional, donde el terapeuta con su experticia lo que hace es planear, crear su sesión e imponerla a sus clientes, sino que también se vive en la cotidianidad, ya que la comunicación y el lenguaje se utilizan para la manipulación y la influencia hacia los otros dentro nuestras relaciones familiares, las relaciones de pareja o nuestros contactos laborales. Lo que plantea la modernidad es el imponer diálogos más que de construir experiencias relacionales, buscando quien nos obedezca, de tal manera que la comunicación manipulativa lo que pretende es reducir al otro a nuestro acomodo, por tanto nos permitimos reflexionar en la importancia de una comunicación coordinada, donde no hay categorías, sino que tanto los unos como los otros hacemos parte del entramado comunicacional desde la igualdad y el favor de los otros. 5.2.2. El Lenguaje desde el construccionismo social. Dentro de esta perspectiva histórica que realizamos en el transcurso de esta investigación, nos permitimos reflexionar en un vuelco en relación a la modernidad y lo tradicional dando paso al construccionismo social donde su intención no es la de rechazar los antecedentes históricos, sino dar vigencia y a su vez una nueva mirada desde Gergen (2008), acerca de la importancia de la comunicación dentro de la vida humana y allí al lenguaje postmoderno. El lenguaje del siglo XXI se identifica con la multiplicidad de perspectivas lingüísticas que habitan a nuestro alrededor. Es tener la posibilidad de intercambiar voces y expresiones del lenguaje para reconceptualizar elementos importantes que siguen influyendo en nuestro quehacer cotidiano, como lo es la educación, la política o más aún la terapia, de la cual se hace indispensable rescatar una nueva visión de lenguaje y comunicación dentro de dichos campos específicos. Para ello comencemos reflexionando acerca de lo que Gergen, (2008) ha llamado como la expansión lingüística, este concepto desde el construccionismo social da vía libre al mundo lingüístico diverso y no la búsqueda de una sola respuesta, se valora la diversidad de los distintos pensamientos abriendo un abanico de posibilidades, de opiniones y de pensamientos que no sesgan la visión de la realidad, la del conocimiento y tampoco la del lenguaje, sino que se permite como afirma Kenneth Gergen en su conferencia realizada en chile, un mundo de posibilidades en medio de posibilidades (2008). Toda esta postura del construccionista social desde Gergen (2006), resalta como el lenguaje trae multiplicidad de potencialidades y recursos y la mirada del objeto por tal se hace diferente, el lenguaje no refleja una realidad, cualquiera que sea, sino que constituye antes bien un dispositivo pragmático que no es más que un modo de relación (p. 33). Esto implica un conocimiento y una expresión lingüística humilde y no con soberbia como se ha venido presentando, es permitir que el otro pueda expresar su vida y sus relaciones sociales con toda la riqueza que ésta conlleva. Lo que se trata es de diálogos permanentes a través de las diversidades lingüísticas. Es conceder el cruce de lenguajes, de verbalizaciones y de expresiones con valores significativos como seres culturales que somos. Por lo tanto, la unidireccionalidad en la comunicación solo lleva al reduccionismo impositivo convirtiéndose en simplista, con una jerarquización conceptual que poco aporta dentro de nuestras relaciones sociales, más aún, esta investigación nos posibilita plantear que los diversos modos de comunicación postmodernos nos colocan de igual a igual en cada diálogo, donde todos se hacen relevantes y significativos en las distintas maneras de relacionarnos, por ejemplo, hoy nos permitimos con toda tranquilidad expresar como la voz del alumno no es menos que la del profesor, o que equivocadamente se cree que las expresiones lingüísticas masculinas son más poderosas que las expresiones narrativas femeninas o seria errado plantear que la democracia es la voz de uno solo. La postmodernidad nos lleva a dar relevancia al aporte comunicacional relacional de manera significativa desde todas las diversas experiencias de vida con los otros. Por tanto, la función del lenguaje desde el construccionismo social en base a la propuesta de Gergen (2006), es encontrar todas aquellas formas o maneras por las cuales describimos el mundo y toda explicación se hace dentro de una cultura específica que trae consigo un lenguaje particular. Esto no quiere decir que el lenguaje sea limitado, por el contrario, la expansión lingüística forma la diversidad de expresiones en la cultura, que como decía Wittgestein, el uso del lenguaje reside en lo denominado como formas de vida más amplias (citado por Gergen 2006, p.56). Las palabras como elementos constitutivos del lenguaje articulan y crean mundos de signos que denominan cada cosa para ser identificada y distinguida una de otra y dichas palabras son fundamentales al igual que el lenguaje para obtener o mantener relaciones de forma constante. Para Gergen (2006), si se modifica la manera del uso del lenguaje, si se desarrollan nuevas maneras de hablar o desplazar el contexto de su utilización, sembramos las semillas del cambio humano (p. 52), ya que cada palabra o expresión lingüística trae en sí mismo una consecuencia y que será relevante para la práctica terapéutica, lo cual retomaremos en la parte final de la investigación. El propósito del construccionismo social, no es la de privilegiar las palabras de un solo individuo o grupo teórico en particular. Antes bien, es necesario destacar que el individuo siendo relacional, su lenguaje, sus palabras o expresiones cobren sentido en lo social y específicamente desde el contacto con el otro, ya que éste es quien da significado a cada lenguaje dándose un compartir dialéctico. Es una combinación o como lo llamará Gergen (2006) una coordinación entre las palabras, gestos y significados que hacen parte de la interacción comunicacional y que se comparten dentro de un diálogo entre individuos inmiscuidos en un contexto sociocultural. Dentro de la comunicación, el lenguaje es considerado como un subproducto de una interrelación: no son los individuos quienes se dedican juntos a crear relaciones, sino que más bien resulta que la percepción misma de nuestra individualidad la debemos a estas relaciones (Gergen, 2005, p. 27). Por lo que podremos plantear que las relaciones no solamente se convierten en el eje de todo, sino que es allí donde se dan los significados y el sentido del mismo lenguaje y no en las mentes individuales. Uno de los elementos significativos dentro del lenguaje relacional es la aparición de los juegos de lenguaje (Gergen, 2005, p.51), donde las reglas, como en todo juego enmarcan la significación del discurso, por ejemplo, si tomamos un conocido refrán: el auto sacó la mano, socialmente conjeturamos que el auto se averió, pero dicho refrán dentro de tres siglo se podría entender como si en el siglo XXI los autos hubiesen tenido manos. Por tanto, el lenguaje cobra su valor en lo social y es importante jugar con las mismas reglas del juego lingüístico donde las palabras expresan la nominación de las cosas para así poder mantener las relaciones, las tradiciones y las diversas formas de vida permitiendo ingresar en el discurso jurídico, psicológico, espiritual y lo sociocultural de cada época. A su vez, el lenguaje cumple un papel esencial en la construcción de la realidad, dando cuenta de la subjetividad relacional, donde a través de éste, se expresa de forma nominal lo que se observa, por tanto culturalmente se nombran los objetos, utilizando los sustantivos y permite describirlos usando los adjetivos. Los nombres que se le dan a las cosas, son el resultado de convenios y a partir del lenguaje se pueden trasmitir dichos convenios a diversas culturas y generaciones. Los nombres facilitan a través de códigos lingüísticos la comunicación y el intercambio, posibilitando la sintonía de lo que se habla. Sin embargo, el lenguaje postmoderno trasciende este modo de juego lingüístico ya que es un elemento transformador, con experiencias amplias de vida y con un fuerte poder de cambio humano, pues en la medida que se vaya modificando, se van dando nuevas formas de hablar. (Gergen, 2005). Es así como dicho cambio influiría dentro de los diversos espacios relacionales como la familia, el trabajo y la vida social entre otros. El lenguaje siendo un elemento constitutivo y relevante dentro de toda comunicación, toma forma dentro de las narraciones. El hombre postmoderno es considerado un ser narrativo, contador de historias con significancia dentro de las relaciones sociales. 5.2.3. El lenguaje dentro de las narraciones. Si somos de la relación, entonces somos lenguaje, ya que las palabras van tomando un sentido en la medida en que el ser humano las usa como producto del contacto social y cultural. El discurso y la narración son la práctica del lenguaje entendido dentro de la diversidad del campo social quien es el que determina el tipo de discurso o narración que expresamos y que a su vez es comprensible dentro de los acuerdos sociales. A través del lenguaje se logra que las narraciones sean efectivas, posibilitando la utilización de metáforas, parábolas y metonimias y es el lenguaje la conexión entre lo principal de la narración y los elementos secundarios. Todos nosotros si revisamos nuestros diálogos cotidianos, somos contadores de historias de nuestras experiencias sociales vividas, las cuales tienen su mayor expresión en las narraciones. La existencia humana genera un mundo social y se construye a través de narrativas, que en los eventos de vida, el hombre se hace protagonista en ocasiones y en otras actor secundario, pero siempre al contarlas se evidencia su presencia en la narración. Las narraciones se presentan básicamente dentro de un contexto temporal, dentro de un hoy, o en un hoy contando un pasado, o un hoy narrando un esperado futuro, pero lo que se narra son vivencias que se vuelven a vivir cada vez que las contamos. Si las narraciones están dentro del campo relacional, el construccionismo social nos abre la posibilidad de reflexionar de que manera las narraciones son procesos que pueden pasar bien sea por la alegría, entrando a la nostalgia, tocando el sufrimiento y así en la diversidad de historias, se nos posibilita el poder reconstruir nuestras narraciones para poder dar un cambio significativo dentro de nuestros círculos cercanos. Como afirma Manuel Villegas i Besora (citado por Bruner, 2000), el hombre construye su vida misma teniendo como apoyo la estructura narrativa, de hecho, la vida humana es una narración y los seres humanos somos narradores por excelencia como si fuese parte de nuestro mismo vivir. Somos creativos para contar, seríamos como historias personificadas cuyo principal objetivo es tomar el rol de artistas que simbolizamos simultáneamente, convirtiéndonos en actores y en directores y en el proceso de la narración somos también los escritores, lo escrito y el crítico literario (Villegas, 2000). A su vez, el hombre a través de la narrativa puede reelaborar la experiencia de vida y reconstruirla (Gergen, 2005), pero también podríamos con nuestras historias convencer, persuadir e impresionar a los demás a fin de obtener comprensión, aceptación, valoración, ayuda o recompensas. Dentro de toda narrativa también existen términos, que son los que definen cada elemento que la conforman, teniendo su significado en lo cultural con el fin de organizar la historia particular que se está contando, contenida de emociones, construcciones, relaciones y connotaciones especificas de su experiencia temporal de vida. La narrativa no es considerada desde el construccionismo social como lineal, ya que si somos hechos con otros (Gergen, 2001), las experiencias narradas pueden tener un inicio, pero en la medida de su experiencia temporal, puede tornarse en otra historia y a si mismo se puede dar paso a otras historia vivenciales diferentes dentro de un contexto de relaciones, lo que puede presentar fluctuaciones o saltos según el narrador, ya que si nuestro yo está saturado, las narraciones lo están también. Además, los relatos son complejos, con elementos múltiples y no son estáticas, ya que surgen cambios en el transcurso del tiempo. Finalmente, todos los seres humanos siempre cargamos con una historia que contar, cargada de dolor, tristeza, llanto, alegría, miedo, según las experiencias de vida, más sin embargo, cualquier narración, siempre estará influenciada por lo cultural y lo social, lo que implica que por ninguna circunstancia pondríamos en duda cada narración contada cuando su significancia se encuentra en la cultura y en la historia de vida del otro, más que de quien escucha el relato. 5.2.4. El suplemento como base esencial en la comunicación coordinada colaborativa desde Kenneth Gergen. Si las narraciones son importantes para las propuestas postmodernas, también lo es para el construccionismo social, pero se hacen relevantes dentro de lo que Gergen (2005) propone como la comunicación coordinada colaborativa, siendo esencial no solo dentro de la narrativa, sino que también lo es para la Terapia Familiar contemporánea, pero dicha comunicación coordinada colaborativa presenta un elemento considerable para que sea coordinada como lo es el suplemento. En toda comunicación coordinada encontramos enunciados y éstos a su vez portan consigo un significado. El enunciado cobra sentido en la medida en que la comunicación con los otros u otro se coordina y es ahí donde surge una especie de acción suplementaria, lingüística o de otra índole (Gergen, 2006, p. 66) que se llamará suplemento. Cuando nos encontramos con el concepto de suplemento, podemos afirmar que los enunciados que expresamos constantemente cobran significancia en relación con otro, ya que el sentido que le damos a nuestros diálogos no son de nuestra propia exclusividad. Por lo tanto, todo lo que decimos al comunicarnos encuentra su importancia al coordinarnos con los demás en dicho diálogo y es allí donde aparece el suplemento (Gergen, 2005). El suplemento es lo que acompaña un diálogo entre dos o más individuos y le da sentido al lenguaje verbal y no verbal y a los enunciados dentro de toda comunicación, es la respuesta significativa que se da cuando se recibe una información dentro de la práctica comunicacional, por tanto una comunicación sin suplemento es una comunicación sin importancia por carecer de significado. Sin suplemento no habría comunicación ya que las palabras aisladas no tienen ningún sentido, pero cuando se coordinan con otro aparece el suplemento, por tanto la comunicación tiene fuerza cuando el otro a quien le hablamos le da un significado y a esto Gergen (2006) lo llama suplemento. Adicionalmente, el sentido no se da en el interior de la mente, sino en las mismas y propias relaciones, por tal, el sentido tendrá como elementos fundamentales la coordinación entre la acción y el suplemento. Lo que le da significado a la comunicación, al diálogo, al lenguaje, a los cuentos y a las narraciones de vida es el suplemento. Es una acción entre personas, o entre terapeuta y grupo familiar, ya que es fundamental que el uno pueda escuchar y el otro pueda comunicar y viceversa y de allí se dan diversas posibilidades ya que el mundo dialógico tiene como función la construcción y la reconstrucción relacional. Los suplementos que se presentan en una comunicación pueden aparecer desde lo más sencillo dentro de un diálogo común, comprendiéndolo como un enlace en el diálogo, pero a su vez su eficacia puede ser tan creativa, novedosa y traer consigo importantes connotaciones, ya que el suplemento contiene elementos emocionales, cognitivos, comportamentales, entre muchas otras, dando lo que Gergen (2005) llama como el privilegio del sentido (p. 65) donde la comunicación se coordina con cada nuevo suplemento que va surgiendo y que no nos deja caer en el absurdo comunicacional. En esta investigación resaltamos dos conceptos relevantes en relación al suplemento, en primer lugar el suplemento hace parte del diálogo constante como respuesta a algo comunicacional anterior, es decir, es el enlace entre un interlocutor y otro, en una comunicación sea cotidiana o en la relación terapéutica, pero no es entendible como un diálogo unidireccional como lo planteaba la modernidad, sino que el suplemento surge de las constantes relaciones comunicacionales con los otros. El suplemento está presente de manera constante en el diálogo continuo en el aquí y en el ahora. Se esperaría que un suplemento trajera consigo otro suplemento que lo supliera para que en la comunicación los enunciados se coordinen y se permite que la comunicación sea un acontecer colaborativo. En segundo lugar, el suplemento es lo creativo y expresa algo distinto tras una coordinación lingüística y ese algo distinto lo llamamos novedad, la cual, emerge de un intercambio comunicacional. Por lo tanto el suplemento como expresión de la novedad dentro de la comunicación nos permite seguir y hacer cambios en nuestra vida, es lo nuevo que emerge en medio de un diálogo coordinado colaborativo y que será este punto importante para la Terapia Familiar porque en el suplemento se expresa el cambio como la aparición de lo nuevo. Por lo anterior, afirmamos que el suplemento es la expresión del cambio expresado a través de la comunicación, pero dicha expresión es una acción, por eso se comprende como un cambio tanto en el diálogo, como en la vivencia cotidiana y como tal es el suplemento quien nos permite considerar que algo nuevo ocurre y redirecciona la intencionalidad. Adicionalmente, el suplemento como la manifestación de lo novedoso, puede parecer de diversos matices, bien sea a través de la palabra o por medio de un gesto o la aparición de un silencio significativo. Además, podría aparecer de forma sencilla al punto de no ser percibido dentro de la comunicación y es más constante en nuestros diálogos de lo que podríamos pensar. Algo que nos parece fundamental es como la colaboración se hace necesaria dentro de la comunicación, en la medida que si el suplemento y la acción se coordinan se permite que los diálogos y las narraciones tengan significancia. Lo fundamental es poder reflexionar de qué forma las palabras y el lenguaje no podrán cargar un significado en sí mismos, es indispensable que dicho sentido aparezca en el encuentro con otro y tener presente que este otro u otros deseen a su vez coordinarse y significar. Según Gergen (2005) el suplemento aparece de dos formas en la comunicación coordinada colaborativa. En una primera instancia confiere un significado a lo que antecede (Gergen, 2005, p.67) y el sentido de lo que antecede queda en stand by hasta que aparece un significado que permite la aparición del suplemento. Como afirma Gergen, (2005) los suplementos actúan hacia atrás (p. 68) ya que lo que hacen es darle sentido a lo acontecido anteriormente, lo que implica que quien habla se entrelaza con la acción del suplemento que surge expresando una cosa y no otra, ya que se origina como consecuencia de la comunicación coordinada colaborativa. Esto nos permite plantear la importancia del suplemento que como agente de cambio podría modificar la trayectoria de nuestra vida. Como segunda forma de surgir el suplemento en la comunicación, aparece como una acción que requiere en sí mismo un suplemento (Gergen, 2005). Esto significa que en nuestra vida cotidiana en nuestros diálogos y conversaciones no existen actos por sí mismos, sino que lo que decimos está dentro de un contexto de temporalidad que da sentido a lo que ha precedido y que al mismo tiempo es una nueva invitación a la suplementación (p.67). Esto nos permite pensar que si el suplemento esta dentro de una forma de temporalidad, por lo tanto el sentido que trae cada suplemento se redefine de manera constante, ya que estamos en un continuo crecimiento de suplementos dentro de nuestros diálogos. Tal y como se ha dicho, el suplemento como acto restringe ya que se van asumiendo dentro de un contexto cultural, pero nuestras palabras y nuestros actos funcionan sólo como restricciones y no como determinantes (Gergen, 2005, p.69), ya que como seres humanos que pertenecemos en el entrelazado cultural, importamos palabras y acciones antiguas pero que traen un significado distinto cada vez que surgen en las actuales y constantes comunicaciones que mantenemos con los demás. Lo que implica que cada suplemento porta consigo toda una tradición cultural que le da significado, pero que a su vez enriquece de manera fundamental una comunicación, ya que no podemos olvidarnos que las palabras van adquiriendo diversos significados dentro de cada cultura y una misma palabra puede tener varias formas lingüísticas a la vez. Si revisamos por ejemplo la palabra pena, culturalmente para muchos tendrá un significado de tristeza, para otros de vergüenza o para otros de duelo, pero es una misma palabra con diversidad de significaciones que hacen parte de nuestros suplementos. Palabras denominadas como polisémicas, ya que presentan diversas formas de utilizarse dentro de diversos contextos comunicacionales (Gergen, 2005). El suplemento contiene significados y estos últimos pueden tener carácter universal. Los significados son construidos de manera mutua entre unos y otros, convirtiéndose en valores colectivos ayudando a transformar la construcción que hemos venido haciendo en el transcurso de nuestra vida, por tanto, los seres humanos existimos en realidades múltiples (Gergen, 2005) y estas realidades participan de manera simultánea. Volviendo al concepto de yo saturado planteado en la parte anterior de nuestra investigación, se permite entonces replantear la visión tradicional que presentaba a un yo unitario e independiente, con características privadas y dar paso al construccionismo social que resalta todas las múltiples relaciones que tenemos, porque el yo siempre está relacionado con los otros y estas relaciones no son únicas, son múltiples, donde el yo está saturado dentro de la postmodernidad, por tanto el yo tiene múltiples expresiones y significados y dentro de la comunicación se puede presentar de múltiples formas, por ejemplo, lo que para alguien puede ser atroz, para otro puede ser divertido o para alguien agresividad y así participan en las relaciones múltiples voces comunicacionales, por tanto dentro de las múltiples voces comunicacionales, hay también múltiples formas de suplementos. Pero los significados en los suplementos pueden presentarse de manera específica, a pesar de ser universales ya que presentan características propias y quedan inmiscuidos en lo cultural, por ejemplo si estamos hablando de psicología social y de la importancia de los agentes sociales, tendría sentido si los demás suplementos están en sintonía con dicha temática, mas sin embargo, si alguien opina acerca de la parusía, dicha significación perdería sentido ya que dentro de la comunicación no todo suplemento vale, solo aquel que se coordina en dicho diálogo. Por tanto como afirma Gergen, (2005) la historia habitual permite que se unan o surgieran ciertos suplementos y no otros, porque sólo estos suplementos se consideran próximo o sensatos en el seno de una cierta tradición (p. 68), entendida dicha tradición no como lo planteaba la modernidad, sino aquellos potenciales que conlleva todo lenguaje y que se han prefigurado dentro de cada narración especifica. Los significados en el lenguaje humano toman su origen en las experiencias de las pautas relacionales (Gergen, 1996), es decir, los significados tienen su origen en la pragmática social, siendo formas de vida y por lo tanto, el significado es sostenido y mantenido por la cultura. Es importante anotar que los suplementos tienen sentido de manera específica en un aquí y en un ahora, esto significa que el suplemento tendrá una significancia en el momento y lugar de cada situación, sea en un consultorio, en la calle, en las aulas de clase o en los diversos lugares y ambientes haciendo del suplemento un elemento local, pero con aportes de diversas formas culturales tradicionales que combinan y enriquecen los diálogos y se abren de manera constantes nuevas posibilidades a pesar de que nuestras expresiones lingüísticas tengan efectos del pasado, ya que nuestras formas creativas de dar sentido a las cosas portan en sí mismas una historia. Más sin embargo, queremos hacer la anotación que no se impide el surgimiento de nuevas palabras, antes bien se hacen necesarias y van surgiendo en la cantidad de múltiples formas comunicacionales que tenemos los seres humanos y de diversas formas de vida las cuales nos enfrentamos de forma constante. Adicionalmente, los suplementos cargan estados emocionales significativos que también toman sentido en las relaciones sociales, dentro de la marcha dialogal, pero quisiéramos volver a hacer la aclaración que ni el suplemento, ni la inmensidad de emociones están dentro del ser humano y nos permitimos realizar una crítica a lo que se ha llamado subjetividad, ya que todo lo que ocurre en lo que se ha nominado interior del hombre es en sí mismo una acción externa, como afirma Gergen, (2005) el pensamiento es una forma de discurso interno, un acto público que se realiza en privado (p.72). El concepto de subjetividad ha sido utilizado de manera constante dentro del campo de la comunicación, pero de manera particular dentro de la terapia. Se ha definido como la recolección de experiencias que el ser humano tiene en su vida cotidiana y como van formando una realidad interior particular y por tanto, la subjetividad es la expresión de dicho mundo interior manifestado por medio de palabras o de gestos. Esto ha reforzado la experiencia moderna tradicional, la cual hemos venido cuestionando ya que podríamos pensar que la subjetividad es la reducción de la descripción del mundo exterior, es decir como afirma Gergen, (2005) requerimos que las observaciones sean comparadas para asegurarnos de que estas subjetividades se corroboran entre sí, es decir, la objetividad como intersubjetividad o subjetividad compartida- (p.62). Esta experiencia subjetiva mirándola desde Gergen (2005) la cuestiona desde dos puntos de vista. La primera es permitirnos preguntarle a lo que se ha llamado subjetividad si realmente se puede conocer el interior de los demás. Nadie desde la comprensión de hombre relacional podría saber lo que hay dentro de cada ser a pesar de que nos desgastemos intentando descifrar con exactitud sus expresiones lingüísticas, por tal, no hay modo alguno de saber qué es lo que nos muestran del estado subjetivo de quien las expone (Gergen, 2005, p.62). Un ejemplo que nos puede aclarar este punto de vista es cuando se lee un libro, existirán tantas interpretaciones de lo que el autor nos quiere expresar como lectores de dicho libro. La interpretación se hace desde las asociaciones y aprobaciones culturales y desde la experiencia relacional, por lo que no se puede acceder en ningún momento a la subjetividad de los otros. (Gergen, 2005). La segunda mirada crítica a la subjetividad es que si los demás tiene un mundo interior construido, entonces estaríamos aceptando los errores de la modernidad, ya que estaríamos cayendo en un mundo constituido de individuos, unos de otros aislados, con mundos diferentes como lo planteábamos en la primera parte de nuestra investigación. Como sí cada ser humano fuera un extraño para otro y la experiencia social no hiciera parte de nuestro existir. El tema de la subjetividad es un tema que sigue abierto en discusión desde Gergen y también de nuestra parte, ya que en nuestra investigación teórica podríamos plantear la subjetividad como una experiencia social y relacional, más que una mirada intima del ser humano y que da sentido en la comunicación. La pretensión no es la de encontrar la verdad absoluta en el interior de los individuos, es reflexionar acerca de la existencia del ser humano dentro de las constantes relaciones que surgen en nuestro diario vivir. Gergen no niega con sus posturas críticas la subjetividad, pero la cuestiona a pesar de la relevancia que dentro de la comunicación coordinada colaborativa le da al concepto de intencionalidad. Pero volviendo al tema del suplemento, éste tiene una intención. Si escuchamos una conversación, por ejemplo, el uno no sabe lo que el otro responderá y sentirá y por tanto, dicha conversación tendrá una intención que en el transcurso de la conversación podrá tomar otro rumbo distinto al que se pretendía, recordemos que no somos quienes poseemos la verdad y el conocimiento, sino que se da en las relaciones. Una intención son aquellas construcciones intimas, que resultan de mi participación en la vida pública (Gergen, 2005, p. 73) y que en última instancia resultan siendo relacionales. Las intenciones es lo que socialmente nos impulsa a manifestarnos dentro de la comunicación o hacia la acción. Finalmente, podemos decir y apoyados por la propuesta de Gergen, (2005) que la comunicación coordinada colaborativa no se entiende desde un estar cara a cara, ya que la limitaríamos y nos toparíamos en la jerarquización tradicional. Todos tenemos la capacidad de coordinarnos dentro de la comunicación, influidos por la historia, la cual la podemos redefinir con la riqueza que conlleva los nuevos y diversos suplementos que surgen de las diversas formas relacionales cotidianas de nuestra vida. Lo que incitamos a reflexionar es que el suplemento siendo innato, no se restringe por nuestras redes relacionales. La propuesta que presenta el construccionismo social de forma general y que planteamos en esta investigación, es asumir la comunicación, el lenguaje y el suplemento como elementos esenciales para el terapeuta, la terapia y sobre todo hacia la comunidad familiar, donde el terapeuta se permita el cambio a través de una narración novedosa, nueva y diferente, que opte por un rol más de igualdad con sus clientes y reflexione en la relevancia de la comunicación coordinada colaborativa relacional en la práctica terapéutica. 5.3. Aplicación de los conceptos de Kenneth Gergen a la Terapia Familiar En el transcurso de nuestra investigación teórica, en un primer momento hicimos un recorrido reflexionando acerca de las características de la modernidad, la cual traen consigo cierta caracterización de la ciencia y avances tecnológicos como elementos esenciales del siglo XXI. Las mismas ciencias duras comienzan a reconsiderar el pensamiento absoluto del siglo XIX dando paso a la postmodernidad. Posteriormente analizamos el paso del concepto de yo individual, hacia el concepto de yo saturado o yo relacional planteado por Gergen (2001) y así teorizamos acerca de los nuevos roles emergentes de los miembros de la familia en comparación con la modernidad y como el siglo XXI presenta una familia conformada por miembros en posiciones más igualitarias, sin jerarquías, ni autoritarismos. En la segunda parte de nuestra investigación nos centramos básicamente en la importancia de la comunicación coordinada colaborativa dentro de nuestras constantes relaciones con los demás y como la comunicación presenta elementos relevantes entre ellos el lenguaje como acción. Adicionalmente, analizamos la importancia de las narraciones como espacios expresivos del lenguaje donde aparece el suplemento como manifestación de lo nuevo y novedoso, el cual permite el cambio y la aparición de nuevas formas narrativas como a su vez nuevas formas de vida. Concepto de suplemento tal como lo plantea Gergen (2006) y que es de interés para nuestra tesis. En ésta tercera y última parte de nuestra investigación realizaremos un análisis retomando los elementos anteriores y de qué forma se hacen parte importante en la práctica terapéutica familiar. Para ello realizamos un recorrido por algunos buscadores de base de datos de información científica en la web, revistas o publicaciones de investigaciones que presentan un marco teórico desde el construccionismo social que nos pudieran permitir dicho análisis en relación a la práctica clínica con familias y de que forma la crítica a la modernidad, la comunicación coordinada colaborativa, el lenguaje, las narraciones y el suplemento son importantes para el trabajo clínico con familias. Quisiéramos permitirnos aclarar que en este análisis teórico con aplicación a la Terapia Familiar que cuando nos referimos a la familia, estamos aludiendo a aquellos vínculos afectivos cercanos que buscan apoyo terapéutico clínico y han llevado un proceso a través de los aportes del construccionismo social específicamente desde los aportes de la propuesta de Kenneth Gergen. Por lo anterior pasamos a revisar los conceptos más relevantes desde Kenneth Gergen como son la comunicación coordinada colaborativa, el aporte del suplemento en la Terapia Familiar, el nuevo rol del terapeuta y finalmente como la entrevista y la escucha como instrumentos que permiten emerger el cambio significativo en la práctica terapéutica con familias. 5.3.1. Comunicación Coordinada Colaborativa en la Terapia Familiar. Este nuevo enfoque postmoderno denominado construccionismo social contribuye epistemológicamente de manera diferente a la psicoterapia familiar en relación a la modernidad. Tanto el concepto de individuo, como el de realidad son diversos, por lo tanto influirá de forma novedosa en el proceso terapéutico, donde la manera de intervenir será consecuente con los planteamientos del construccionismo social alejándose de la objetividad y racionalidad. De acuerdo con lo anterior, vale la pena recordar que para el enfoque racionalista las personas normales son las que ven la realidad tal cual es, mientras que los individuos con un trastorno mental tienen una visión distorsionada de la realidad. Esta nueva reflexión del enfoque terapéutico construccionista social difiere en gran medida del enfoque cognitivo tradicional, puesto que este último sostiene como punto central que la perturbación emocional o las reacciones afectivas intensas, dependen de las creencias irracionales y que sólo en la medida en que el paciente pueda lograr cambiarlas, cambiarán también las emociones. Por esta razón se entrena al paciente en estrategias cognitivas, se le enseña a identificar su irracionalidad y a detectar cómo estos causan lo que sienten y lo que ocurre de manera perturbadora en la experiencia de vida. Reyes, R. y Mendoza, R. (1999), en su investigación que lleva por nombre de la ontología muda a las retóricas de la calidad: aproximaciones al construccionismo social, hace un interesante paralelo entre la modernidad y la postmodernidad. En la modernidad el ser humano conoce por sí mismo, como afirmaba Descarte pienso luego existo, pero para el construccionismo social, se propone una visión comunitaria, donde el conocer hace parte del entrelazado colectivo como afirma Gergen Me comunico luego existo. (citado por Reyes, R. y Mendoza, R. 1999, p.72). Conocer para la modernidad es necesitar de los órganos de los sentidos, donde el conocimiento pasa por ellos al entendimiento de manera jerárquica. El hombre se considera como una tabula rasa. Para el construccionismo social y también para nuestra investigación, toda nominación es una construcción social que se va dando a través de las experiencias culturales tradicionales. Son procesos sociales o negociaciones colectivas que van enmarcando los significados. Y finalmente para la modernidad, el lenguaje es un descriptor de lo que se observa en el mundo, siendo esta observación rigurosa y precisa. Un lenguaje totalmente objetivo. En cambio, para el construccionismo social el lenguaje no describe una acción, es en sí misma una acción. El lenguaje es un espacio social de constitución de las relaciones sociales (Reyes, R. y Mendoza, R. 1999). El problema no es de número, sino de colectividad que implica la relacionalidad. El concepto de sanación es sustituido por el de cambio dado en el suplemento que implica una dimensión temporal y evolutiva. En esta forma de hacer terapia, el objetivo no es combatir las ideas irracionales del paciente o modificar o corregir sus hábitos disfuncionales, sino entender el sentido de la acción humana a lo largo del tiempo. Es importante aclarar que cuando hablamos de construccionismo social, no estamos hablando de una nueva técnica que le aporta a la Terapia Familiar, se está es planteando un nuevo enfoque paradigmático que permite revisar la postura epistemológica en relación a la modernidad y la noción de sujeto. Por lo tanto, desde el construccionismo social, las críticas al paradigma moderno estarán presentes ya que se evita caer en el peligro de que el lenguaje sea descriptivo, único y unidireccional, lo que implica que el construccionismo social cuestiona el modelo médico y la supuesta transformación que producían las técnicas dentro de la Terapia Familiar. El aporte desde el pensamiento de Gergen (1996b) hacia la Terapia Familiar es fruto del descontento por aquellas técnicas terapéuticas tradicionales y por los libros que nosológicamente describen diagnósticos, dando paso a ubicar no de manera secundaria, sino primordial a la comunicación coordinada colaborativa expresada a través de la narrativa, donde el esfuerzo por entender la vida se da en dicha narración y es aquí donde se apoya la idea de la acción humana que está dentro de la construcción social de la cual nos referíamos anteriormente. La psicoterapia desde el construccionismo social como paradigma propuesto del siglo XXI y que le aporta al trabajo clínico con familias, da lugar a las narraciones, ya que es aquí donde se permite que el hombre construya y reconstruya sus significados a través de elementos centrales como son el lenguaje, la comunicación, la significación, el suplemento y también las emociones. Este modelo alternativo, ha concebido de una manera distinta, los postulados de la cognitiva tradicional, puesto que este nuevo enfoque afirma que es en la aparición del suplemento dentro de nuestros diálogos que surge el cambio ya que somos seres relacionales, sociales y culturales. Es por esto, por ejemplo, que difieren en considerar que las emociones son productos secundarios del pensamiento como lo plantean las terapias racionalistas, porque para el enfoque posmodernista tanto los pensamientos como las emociones son considerados como procesos constantes que surgen en la relación con los demás. Botella, Pacheco y Herrero (1999) en su artículo: Pensamiento postmoderno constructivo y psicoterapia plantean en sus reflexiones finales que: La psicoterapia es un escenario bien establecido para explicar y fabricar historias... Los clientes comienzan a reconocerse a sí mismos en el espejo de sus historias, siendo simultáneamente objetos, sujetos, y proyectos de sí mismos. En la protección del nicho terapéutico, pretenden conquistar la versatilidad de un texto (p.14). La terapia se concibe como un proceso dialéctico, el cual, tiene un carácter bidireccional y el resultado de una terapia satisfactoria a menudo implica un cambio tanto en el paciente como en el terapeuta. Esta nueva mirada se centra en aspectos más importantes del individuo y que no han sido abarcados por otros modelos. Por muchos años, el trabajo terapéutico con familias estaba en el marco de la cibernética que consideraba que la familia como sistema buscaba la homeostasis, entendida como metáfora de retorno a su estado de equilibrio anterior. Desde el construccionismo social, este concepto de homeostasis no está presente, pues no se espera volver a un retorno previamente establecido, siendo esta una característica importante que nos diferencia de las nociones tempranas de la Terapia Familiar, ya que dentro del trabajo clínico con familias desde el construccionismo social, las narraciones son reconstruidas a través de un proceso temporal por la relación con el ambiente y con el medio. Adicionalmente, resaltamos nuevamente el concepto de Gergen de suplemento que surge en el discurso, en los intercambios de diálogos y que conlleva a algo nuevo y novedoso, que no existía anteriormente y que no se trata de retornar a algo anterior como sí se planteaba con el concepto de homeostasis, por lo que nos despedimos del concepto de equilibrio estable sin dimensión de transcurso de temporalidad, ya que es en el discurso y en el suplemento que se posibilita dar el proceso de construcción y este esfuerzo está inextricablemente entrelazado con procesos de intercambio social, la historia y la cultura. (Reyes, R. y Mendoza, R. 1999, p.76). En relación a la afectividad es importante relevar que los vínculos cercanos, tal como se expresan en la postmodernidad son distintos a la modernidad, siendo el lenguaje el vehículo de éste cambio. Se hace primordial la evolución del concepto de lenguaje postmoderno considerado como una acción y no como una técnica donde la práctica terapéutica proponía sus teorías y el terapeuta las imponía. El lenguaje, más que decir frases o palabras, nos mueve a hacer cosas o a realizar actos dentro del mundo relacional. El lenguaje es aquel espacio social de constitución de las relaciones sociales (Reyes, R. y Mendoza, R. 1999, p.76). Por ende es en los discursos o narraciones, donde allí anida el lenguaje, donde se da el proceso de construcción o de-construcciones en la Terapia Familiar, dándose el cambio significativo en la expresión de la emoción y es lo que nosotros resaltamos basados en Gergen (2005) como suplemento. Reyes, R. y Mendoza, R. (1999) resaltan dentro del trabajo clínico con familias tres elementos relevantes, los cuales son: la función de las narraciones como la máxima expresión social, el análisis del discurso y los modos sociales que definen, modifican y se resignifican la misma experiencia social y es desde esta forma metodológica donde encontramos la manifestación de máxima productividad comunicacional. Por tanto, en línea con lo propuesto por Reyes y Mendoza y basados en el construccionismo social, colocamos en esta tesis teórica nuestro énfasis en la comunicación coordinada colaborativa como base fundamental del diálogo terapéutico. Se entiende por esto expresiones comunicacionales de parte de la familia dentro de terapia, las que son atentamente escuchadas y no pretendiendo dar consejos o recomendaciones directivas. Esto implica permitir el surgimiento de un abanico de discursos, dando paso a nuevas interpretaciones y nuevos suplementos en el intercambio comunicacional. Molinari, (2003), en su investigación denominada: Psicología clínica en la postmodernidad: perspectivas desde el construccionismo social, presenta cuatro puntos de análisis para el trabajo práctico en psicología clínica en el aporte a las diversas formas de trabajo específicamente con familias. En una primera instancia dentro del trabajo en psicología clínica es importante comprender desde el construccionismo social que el discurso y el lenguaje son expresiones de distintas posturas vitales, por tanto si planteamos una reflexión desde los aportes del construccionismo social a la Terapia Familiar, de alguna manera estamos proponiendo una práctica terapéutica validada por las relaciones o la experiencia cultural. Es participar de un convenio de conjunto de convenciones sociales (Molinari, 2003, p. 8), tanto en las relaciones del entorno familiar, como en la misma comunidad terapéutica, donde Gergen (2005) plantea que dentro del espacio terapéutico se presenta un espacio de encuentro de diálogos y conversaciones que se van entrelazando, dando la posibilidad de emerger importantes cruces culturales y diversas expresiones, permitiendo así una nueva co-construcción de la vivencia familiar. Como segundo, en la Terapia Familiar, es importante la forma particular y única como la familia expresa, describe o verbaliza la experiencia de la realidad desde las representaciones que se dan en las relaciones, ya que es aquí donde el lenguaje adquiere su significado basados en el contexto social, lo que implica que la coordinación de la que nos habla Gergen (2005) permite acceder al problema a partir de la comunicación para coordinarse socialmente dentro del dialogo terapéutico y pueda darse el cambio o suplemento como expresión de la comunicación coordinada colaborativa. Como tercer aporte al trabajo clínico encontrado en esta investigación, Molinari (2003), nos permite analizar que dentro de la comunicación coordinada colaborativa, cualquier forma de descripción del mundo que se haga es válida y será siempre una acción social, lo que implica que cuando se habla de temas concretos, aparecen consigo construcciones sociales especificas, las cuales son creaciones de una realidad particular que por medio del lenguaje se accede a determinado contexto cultural especifico, por lo tanto, si planteamos una conversación entre terapeuta y familia en relación a la educación, por ejemplo, pueden aparecer palabras como estudiante, currículum, aula, profesor, diario de campo, pruebas, notas, números entre otras, las que van contextualizando dicha forma de comunicación . Y finalmente como cuarto, las diversas formas de vida que surgen en las experiencias sociales, permiten dar paso al pluralismo y a las diferentes formas de expresar el mundo y la realidad, lo que enriquece el trabajo terapéutico con las múltiples posturas y visiones de vida y no solamente desde los lentes del terapeuta, lo que implica que en la práctica terapéutica no prima una única visión sobre otra, todas las expresiones lingüísticas son significativas dentro del espacio terapéutico (Gergen, 2005). Básicamente, desde el construccionismo social se permite des-configurar esa asimetría dentro de la terapia clínica que seguían la línea de enfermedad, diagnosticar, recetar y supuestamente sanar, pero con la relevancia que le damos a la comunicación, al lenguaje y al suplemento, se posibilita la terapia como un encuentro donde la construcción de nuevos significados a partir del suplemento se da en la comunicación colaborativa. Molinari afirma que (2003), La metáfora de pelar la cebolla, de bucear en las profundidades del inconsciente para hallar la verdad oculta, o de modelar la conducta de un hombre pasivo, cede lugar a la metáfora conversacional, donde la narración del paciente es reconstruido y la verdad surge del diálogo, en un proceso circular hermenéutico. (p.10) Pero más que una verdad, es identificar la aparición del suplemento que permite dentro de la Terapia Familiar reconstruir experiencias, ya que el suplemento se convierte en un signo que al aparecer nos permite reflexionar en que algo ha ocurrido dentro de las relaciones sociales y que da paso a la reconstrucción narrativa y por tanto a una forma de vida diferente (Gergen 2005). Por tanto para Molinari (2003), la intención de la terapia construccionista social es la de transformar la narrativas regresivas en narrativas mas progresivas, por ejemplo, que las narraciones de pánico (narraciones regresivas) se tornen más divertidas (narraciones progresivas) o que las narraciones dentro de un contexto de tristeza tomen un giro mas aliviadoras y esto es relevante rescatarlo desde el concepto de suplemento como elemento de cambio. Los construccionistas social, consideran que el suplemento comienza a emerger en la Terapia Familiar desde los primeros momentos en que la familia empieza a expresar el motivo por el cual llegan a consulta. Narrar el problema es parte de la narrativa que permite iniciar una co-construcción de la dificultad familiar y que ellos esperan menguar dicha problemática dentro del espacio clínico al cual han accedido. En la investigación titulada de la demanda a la alarma de Ricardo Ramos (2002), psiquiatra terapeuta familiar, se pone en consideración el concepto de alarma como motor de consulta en las familias, resaltando la postura del terapeuta de not knowing, de no saber, donde sitúan dentro de la narración a los clientes como los expertos, al igual que lo plantea Gergen y que lo analizaremos más adelante. La alarma o el problema surge cuando el sistema familiar no soporta más la conducta o alguna situación de uno o varios miembros de la familia, lo que implica que cuando los clientes piden ayuda al surgir un problema, el terapeuta de familia debe de enlazarse en diálogos comunicacionales que permiten entre todos formar una comunidad y dar paso a las narraciones que manifiestan la inconformidad familiar. Dicho lo anterior, no es el esfuerzo del terapeuta el de silenciar la alarma, sino de reconstruir la dificultad o lo que han denominado problema a través de la comunidad técnica como lo llama Ramos (2002) haciendo alusión al encuentro clínico con el terapeuta. La comunicación coordinada colaborativa posibilita dialogar los acontecimientos que producen la alarma o el problema dentro de la familia y que no son idénticos a la forma como los distintos miembros de la misma familia los narra y los expresa en terapia. Más aún, se modifica la forma de la narración de dicho acontecimiento o dificultad si ésta se realiza a diferentes personas en diversos roles, es decir, no sería lo mismo la manera como la familia narra el problema al terapeuta o como lo cuenta a un amigo o diferente si lo hace a un médico. Tampoco es igual la manera como el problema es contado por la esposa a como lo narra el esposo o el hijo adolescente. Esto permite enlazarse a nuestra investigación en la medida que la comunicación se expresa de diversos modos con sentimientos y emociones diferentes en cada persona. Adicionalmente, siendo la misma narración contada por una misma persona, pero narrada en diferentes días, podría ser expresada de forma totalmente diferente. Por lo tanto, al igual que la investigación de Ramos (2002). Para nuestra investigación, la objetividad se hace innecesaria y por consiguiente perjudicial para los clientes, ya que los impulsa a una insatisfacción de no ser comprendidos y vivir lo que el terapeuta les impone desde su diagnóstico o su etiquetamiento teórico disfuncional. Laura Fruggeri (1996) en su artículo el proceso terapéutico como construcción social de cambio plantea el decaimiento de una terapia instructiva de la cual es característica en la modernidad y la relevancia de la hermenéutica dentro de las conversaciones terapéuticas, donde los terapeutas de familia están en un proceso de transición de lo unidireccional hacia lo relacional. Investigaciones realizadas sobre la conexión entre terapeuta y familia en diversas formas de intervención, manifiestan que la terapia instructiva ha causado desconfianza de parte de las familias hacia los terapeutas, familias con dificultades y que se niegan a buscar ayuda terapéutica dando como razón que nadie puede hacer nada por mí y como plantea Fruggeri (1996), ni siquiera las técnicas pueden hacer por el cliente. El construccionismo social accede a un universo social múltiple (Fruggeri, 1996, p.65), lo que nos permite reflexionar que enfatizar en el proceso comunicacional en la Terapia Familiar es relevante ya que allí todos hacemos parte dentro de un contexto interpersonal en un ambiente consensual, por tal motivo, el terapeuta por medio de la entrevista tendrá la finalidad de cooperar a re-construir la realidad, permitiendo la aparición del suplemento y de nuevos significados. La psicoterapia familiar planteada desde Fruggeri, (1996) es considerada como un proceso de co-construcción de un contexto en el que sea posible un cambio dentro del conjunto de alternativas de entre las que se elige (p.70). Esto implica que la terapia esta predispuesta a ser un proceso que permite el suplemento, a partir múltiples alternativas que pueda la familia elegir y que aparecen en la comunicación terapéutica. El terapeuta cumplirá la función de desencadenar un proceso de suplemento o suplementos que rompen con la repetición situacional que los llevó a consulta, ya que el terapeuta desde el construccionismo social cumplirá la función de permitir abrir horizontes y diversos caminos, más que dirigirla por un solo camino objetivo como se presentaba en la terapia tradicional. En relación con el estancamiento terapéutico, Fruggeri (1996) y Ricardo Ramos (2002), consideran que se puede presentar en la terapia, cuando la importancia o el énfasis se focaliza en el problema o la alarma que la familia narra. Por tanto, la relevancia se pone en las narraciones como lo hemos venido presentando en el construccionismo social y también en nuestra investigación. La importancia se traslada al discurso para que éste se haga cada vez más fluido para así poder abrir más posibilidades de interacción. Esto implica que no se conceptualiza a la familia como un sistema que busca la homeostasis, sino que como dice Lax (1996) en su análisis investigativo: El pensamiento postmoderno en una práctica clínica, la idea es que los sistemas sociales son generativos y los estados de desequilibrio son productivos y normales (p. 94). Son generativos en la medida que es en la familia como sistema social donde se producen las significaciones y en el cual se organizan o reorganizan los problemas y son a su vez mediados por el lenguaje, enfatizando en la flexibilidad narrativa donde las personas comparten allí significados. Cuando estamos compartiendo un discurso dentro de un proceso terapéutico, son en las narraciones donde nos definimos, porque son los demás quienes perciben y dan significado a lo que decimos en cada conversación, por lo que cada uno de nosotros construimos nuestra experiencia de mundo en la medida que nos estamos relacionando con las otras personas. No es el discurso, es nuestro discurso con otros que tiene unos parámetros sociales que limitan, sean los económicos, políticos, religiosos y culturales, por tanto no existe un yo oculto, sino como afirma Lax (1996) desde su experiencia clínica y en el trabajo que realiza en el Brattleboro Family Institute que nos revelamos a nosotros mismos en cada momento de la interacción, por medio de las continuas narraciones que intercambiamos con los otros (p. 95). Cuando hacemos parte del trabajo terapéutico, en ella pueden aparecer suplementos nuevos pero ocultos que la familia no ha expresado, el terapeuta podría provocar cierta tensión o como lo llama Lax (1996) en su investigación différance, donde permitirá un nuevo suplemento o narración que no se expresaba. Afirma además, que dicha inexpresión narrativa aparece en algunas ocasiones cuando uno de los miembros de la familia o los que conforman una relación de pareja presentan discrepancias claras con respecto a cierto tema evitando aumentar el problema, por tanto, con la tensión provocada por el terapeuta se podría permitir un nuevo repertorio narrativo. 5.3.2. El rol del terapeuta familiar desde la propuesta de Kenneth Gergen. El rol del terapeuta desde el construccionismo social dentro del campo clínico en el trabajo con familias adquiere una posición distinta. En el modelo tradicional el terapeuta era el conocedor de todas las problemáticas y era quien con su conocimiento sobre patologías y formas de intervención, buscaba curar dichas desviaciones o enfermedades mentales, guiaba la terapia con objetivos claros, planeando con antelación sesiones y casi siempre acomodando la realidad subjetiva a una objetiva previamente establecida en la que se encierra la normalidad (Gergen, 2005). En el paradigma cognitivo, por ejemplo, el terapeuta puede compararse con un director, quien se encarga de identificar y eliminar las ideas y pensamientos distorsionados sobre la realidad, esto se logra debatiendo cada uno de éstos, donde el psicólogo le indicaría como hacerlo para que el paciente los modifique utilizando un pensamiento lógico a través de una mirada objetiva de la realidad. El terapeuta es entonces, una autoridad y es quien tiene el conocimiento y puede sanar. El mundo objetivo se vislumbra tras los ojos del terapeuta. Para el construccionismo social, la jerarquización en la Terapia Familiar es dejada de lado y se comienza a ver al terapeuta como un facilitador y estimulador de nuevas experiencias y nuevas construcciones que se evidenciarán en la narrativa del paciente, igualmente favorece la creatividad y la reflexión durante el proceso terapéutico (Gergen y Mcnamee, 1996). Su papel no es el de modificar pensamientos, ideas o esquemas sino que centra toda su atención en la experiencia del paciente dándole mayor relevancia a los aspectos narrados y contados por ellos. El trabajo del terapeuta en conjunto con la familia puede explicarse utilizando la metáfora de una orquesta, donde finalmente se logra entre el psicólogo clínico y la familia que todos los instrumentos suenen armónicamente, traduciendo una melodía, la cual no se estaba produciendo cuando el paciente llega a consulta, porque presenta un desconcierto en aspectos de su vida que no logra articular. Es como si el paciente tuviera una mirada transversal de ciertas experiencias, mira una parte pero no se logra conectar con la experiencia del ciclo vital, lo que el terapeuta hace es tratar de que juntos con el paciente logren tener una mirada más integral y que se consigan construir algo más armónico, para entender, cómo y para qué pasó eso y que se responsabilicen de alguna manera de lo ocurrido, si es necesario (Gergen, 2006). Es importante aclarar la razón por la cual el terapeuta construccionista social no puede considerarse intérprete de la experiencia del paciente. Desde la terapia cognitiva tradicional, el paciente muestra unos síntomas, unos signos y el terapeuta los enmarca en un cuadro clínico y de acuerdo a esto se realizaría con él una psicoeducación acerca de lo que le está sucediendo o podría sucederle, esto implica que el terapeuta estaba en la posición del que sabe, pero bajo el enfoque construccionista social el que sabe es el paciente. No se le daría entonces, una conferencia sobre lo que le pasa a la familia y porqué eso es disfuncional, sino que se generarán estrategias para que a través de las preguntas que haga el terapeuta, de las curiosidades y de una actitud tranquila y abierta, se pueda ir caminando junto con la familia a un punto distinto del que llegó a terapia, por lo tanto a la familia se le otorga la posición de experta de sí misma y se logra una relación terapéutica más igualitaria (Mcnamee y Gergen, 1996). Es por esto que el terapeuta tendrá la posibilidad de ayudar en el desarrollo narrativo de la familia y la mejor forma de ayudarlos es permitiendo la expresión de dicha narración, es dejar que salgan a flote los significados que ellos quieran darle a su historia que están contando para así, de-construir e identificar posibles significados alternativos, los cuales llamamos suplementos y a su vez posibilitando nuevas narraciones emergentes (Gergen, 1996). Es importante tener en cuenta que el terapeuta que trabaje con base al construccionismo social desde la comunicación coordinada colaborativa acepta que la realidad puede ser vista desde diferentes puntos, por lo tanto el concepto de distorsión de la realidad desaparece, lo que implica que en la terapia ya no se buscará que el paciente pueda percibir de una manera adecuada la realidad, sino que por el contrario, se intentará lograr en el proceso terapéutico construcciones alternativas y ampliar la manera de explicar lo que se está percibiendo en ella, dando nuevos significados a lo que se vivencia. Así se elaborarán aspectos mediante un trabajo conjunto, comunitario y activo entre terapeuta y paciente, en donde ambos son intérpretes, construyen juntos una realidad y algunas veces coinciden y en otras no (Anderson y Goolishian, 1996). El terapeuta de familia concebirá al hombre como seres generadores de significados dentro de un contexto relacional y no como una máquina retroalimentadora como se pensaba en el siglo pasado. En la actualidad, la hermenéutica y la forma interpretativa se hacen cada vez más importantes, como dicen Anderson y Goolishian la hermenéutica y la interpretativa destacan que los significados los crean y experimentan los individuos que conversan (1996, p.46). Para estos autores en su artículo el experto es el cliente: la ignorancia como enfoque terapéutico plantean que el terapeuta se moverá a través de una comprensión desde la construcción social y el diálogo, ya que es por medio de las narrativas que son construidas socialmente nuestras experiencias de vida. De igual manera, Tom Andersen (1991), que si bien para muchos es considerado como constructivista, resaltamos de él su cercanía a ciertos postulados construccionistas sociales. Andersen plantea que si se da relevancia a las interpretaciones y a los significados en la comunicación terapeuta, entonces, la posición del terapeuta en relación a la familia no es la de una postura con soberbia, de sentir que tiene el conocimiento suficiente para curar la disfuncionalidad familiar. Por tanto, cuando se presenta el terapeuta como ignorante de la experiencia de vida del cliente o grupo relacional cercano, éste último pasa a ser experto de su propia vida y el terapeuta familiar será un colaborador que apuntará a la heterarquía, que consiste en crear una colaboración democrática e igualitaria y no jerárquica donde el gobierno estaba en manos del terapeuta como lo presentaba la postura tradicional. El terapeuta se colocara en la posición del que no sabe ya que no tiene paso a cierta información privilegiada y que nunca como tal entenderá al otro u otros de manera completa y total. Es importante considerar que no se está afirmando que el terapeuta no tenga habilidades dentro de su campo formativo o académico ya que sus conocimientos son un valor agregado para la terapia, pero, es necesario pensar en el cómo, que no, en lo que pueda saber (Gergen,1996). El terapeuta no es un agente manipulador donde él dice y el paciente hace, como si fuera un monólogo. La idea es que sea un experto colaborativo y un especialista en la diversidad de diálogos. Como plantea Bebchuk, (2000), en su investigación publicada en la revista sistemas familiares, denominada la posición de no saber, el rol de ignorante no es negar los conocimientos académicos: Desde la posición de no saber no niego todo lo que estudié, aprendí y experimenté. Simplemente trato de ser modesto con respecto de lo que creo que sé. Aquello que leí, escuché y asimilé es un saber para ensayarlo en el diálogo, o sea, conocimiento tentativo que pongo a prueba en la conversación (p.71). Pero, en la posición de no saber, se nos permite desaprender lo aprendido, para aprender del otro y convertirnos en terapeutas aprendices. Por tanto, ser ignorante no es ser una tabula rasa, ya que lo académico está con nosotros, pero mis expectativas, certezas y valores se vuelven oportunidades para indagar el mundo de expectativas, certezas y valores de mis interlocutores. (Bebchuk, 2000, p.71). Diagnosticar, identificar el trastorno de personalidad, planear las intervenciones son anestesias para la familia, es como si se preocupara por el diagnóstico y no por el cliente, es preocuparse por la estructura de personalidad y no por la familia (Bebchuk, 2000). Retomando la investigación de Lax (1996), él plantea desde su trabajo clínico en el Brattleboro Family Institute y nos parece relevante en la práctica terapéutica con familias, que la función del terapeuta es permitir que el suplemento emerja desde la experiencia relacional. La familia lo que hace es contar su historia de vida junto con alguien que escucha - aprendiendo y que en este caso es el terapeuta, por lo tanto, este último se convierte en un co-autor de la narración suplementaria contada y la familia el otro co-autor, por lo que lo construido en terapia es de ambos. Pero si el terapeuta es co-autor, entonces facilita generar suplementos o nuevas historias. Esto es posible en la medida que el discurso en el que el cliente está comprometido en ese momento, se pueda llevar a otro discurso en el que el problema no existe (Lax, 1996, p. 99), lo que nos permite analizar que muchas veces las familias se limitan en la medida en que se estancan en su propia narración sin la elaboración de nuevas narraciones que posibilitan suplementos. Por lo anterior, el terapeuta no se hace de lado de ninguno de los miembros de la familia, su rol es la de ser facilitador- cocrear – coescribir (Lax, 1996, p. 99) de una nueva historia narrativa sin imponer comentarios o historias. Se parte siempre desde la narración del cliente y su visión de la realidad, por lo que el diálogo del psicólogo no estará por encima de la narración de la familia, siendo éste un ignorante de la significación que hace el otro de su vida, pero un experto en el arte de conversar. José Bebchuk (2000), valora dicha actitud de parte del terapeuta ya que posibilita que la familia pueda estar en un escenario más amplio de probabilidades conversacionales, valorar y reconocer aún más su narración. Si se valora la narración en la terapia, es relevante tener en cuenta que cuando estamos enlazados con otros dentro de una comunicación coordinada, el terapeuta dará importancia a cada persona que narra desde su propia velocidad y ritmo, lo que significa que la forma como contamos nuestras historias o hablamos con metáforas se verán expresadas también por nuestra respiración, de ahí la aparición de suspiros y quiebres respiratorios dentro de nuestras conversaciones terapéuticas que enriquecen nuestra coordinación colaborativa dentro de la comunicación y que a su vez el suplemento puede presentarse a través de estos signos no verbales pero que expresan novedad. Adicionalmente, la posición de no saber de parte del terapeuta de familia, le permite presentarse dentro de un proceso de recibir constante información, con el deseo de enterarse, abriendo la posibilidad de significados, explicaciones y comprensiones en la familia, por lo tanto Bebchuk, (2000), desde su experiencia clínica manifiesta que dicha postura abre la comprensión de quien sufre ya que es más fácil expresar dolor a alguien sensible, receptivo y abierto al aprendizaje. Los discursos o narraciones se construyen o de-construyen en una relación conjunta entre familia y terapeuta. Como afirma Lax (1996), los discursos no son fijos, pero se desarrollan al unísono entre la familia y el terapeuta, siempre en un trabajo en conjunto. Este trabajo en conjunto dentro de la comunidad terapéutica es relevante en el Brattleboro Family Institute. Lax y sus colaboradores tiene en cuenta que no se presenten conversación secretas o a espaldas de la familia, todas las conversaciones ocurren con ellos y cuando hay un equipo tras el espejo, este grupo sale y participa junto con el terapeuta y la familia, dando a conocer sus ideas o también sus suplementos para conversarlos. La prioridad es involucrar a todos en el desarrollo del proceso comunicacional y narrativo. El énfasis está es en el proceso y no en los objetivos si es que los hay (Lax, 1996), por lo que las sesiones no son predeterminadas o programadas con anterioridad. La familia y el terapeuta se embarcan en un recorrido conjunto. El no saber es el escuchar atento, es la inocencia de parte del terapeuta que los llevará tanto a éste como a la familia a toda una acción de aprendizaje dialógico (Bebchuk, 2000). 5.3.3. Emergencia del suplemento en la Terapia Familiar. Si los clientes son los expertos y el terapeuta está en un rol humilde, para Anderson y Goolishian (1996) el terapeuta también debe de permitir un espacio donde de manera libre y cómoda se den los diálogos y conversaciones siendo un facilitador. Pero para cumplir con dicha función facilitadora, se hace necesario la entrevista o las preguntas que permiten la conversación dentro de la terapia, siendo éste el mejor medio para que la comunicación se desarrolle y se dé el proceso dialógico, lo que colocará nuevamente al terapeuta en el papel de ignorante, ya que los problemas son significados desde el grupo familiar especifico de donde surgen, y desde este nuevo rol planteará los interrogantes pertinentes evitando respuestas esperadas o especificas recordando que no se trata de la búsqueda de la objetividad. En el Brattleboro Family Institute, (Lax, 1996), se realiza un trabajo clínico con familias, donde se enlaza con el artículo de Anderson y Goolishian (1996) y con nuestra investigación en la medida en que las preguntas que surgen dentro de la comunicación coordinada colaborativa son relevantes ya que en algunos casos producen cierta tensión que permiten la aparición del suplemento. Tensión que debe de ser realizada con precaución ya que dicha situación podría llevar a que la familia abandone el proceso terapéutico, pero tampoco con mano suave ya que es importante la fuerza comunicacional, comprendida desde las narrativas de la familia. Como afirma Bebchuk, (2000), Querer saber me conduce a preguntar. Después de preguntar empiezo a saber y al escuchar la narración quiero saber más, motivo por el cual vuelvo a preguntar. (p.70). Lo que se presenta es considerar de manera significativa el dialogo intersubjetivo. A través de la entrevista clínica se espera que el estilo comunicativo del terapeuta en el momento de indagar no sea diferente en relación al de la familia, estilo en relación al ritmo y al vocabulario ya que la diferencia podría llevar a la interrupción de la narración de parte de la familia en consulta o a la incomprensión de la misma, es decir, cuando es poco claro el estilo discursivo del terapeuta haciendo énfasis en términos técnico, posiblemente la familia no comprenderá y no se presentaría una coordinación dentro de la comunicación, por tanto, las preguntas en la entrevista no deben de presentarse en un orden jerárquico. Lax (1996) expone algún tipo de preguntas no jerárquicas: ¿Cómo surgió la idea de venir a terapia?, ¿Quién estuvo más de acuerdo con la idea?, ¿Creen ustedes que sería conveniente incluir a alguien en esta conversación? (p.104). La intención con este ejemplo, no es la de llegar a la verdad del problema, o mucho menos la de proponer preguntas rigurosas que otros terapeutas deberán utilizar, la finalidad es dar valor tanto al contexto como a su contenido de parte de la familia, ya que las preguntas son de utilidad para los consultantes y no para corroborar el diagnóstico del terapeuta. Lo que se espera es que las preguntas permitan la aparición del suplemento desde las mismas familias. Adicionalmente, Hoffman L, (2001), en su artículo de la sabiduría sistémica a la responsabilidad relacional: una perspectiva comunal resalta aquellas preguntas relacionales que permitirán afirmar no la dificultades o el problema que emerge dentro de la familia, sino lo relevante que puede ser el suplemento cuando aparece como una reafirmación de lo positivo dentro de los vínculos afectivos cercanos, lo que llama él como indagación apreciativa y que nosotros podríamos llamar como suplemento valorativo. Está indagación abre espacios de confianza dentro de la comunicación coordinada colaborativa, posibilitando dentro de la comunidad terapéutica la valoración y el desarrollo de la creatividad. Lo que se pretende es favorecer el talento de los que hacen parte de las relaciones comunicacionales y por tanto permitir la multiplicidad de voces dentro de la comunicación, aunque estas voces sean opuestas, como afirma Hoffman: la finalidad es lograr que la gente se escuche mutuamente, en lugar de que cada cual procure convertir al otro o al mundo entero. (p.23) La pretensión es que el terapeuta como la familia se sientan con libertad de expresión y el clínico pueda recurrir a lo que necesite, pero no es caer en un nihilismo o a la indiferencia ya que el terapeuta lleva consigo su propia experiencia relación. El construccionismo social no nos propone una única forma de intervención o a una única forma de preguntar, ya que esto limitaría las expresiones culturales y no es esta la pretensión. Lo importante es que todo conocimiento se entienda como una construcción y que ésta esté inmiscuida en la cultura con diversidad de voces. (Gergen, 1996) y es allí desde las preguntas donde emerge ésta diversidad conversacional. Para Anderson y Goolishian (1996), este nuevo rol terapéutico favorecerá siempre a la familia dentro del proceso de terapia, ya que podrán moverse libremente dentro de las narraciones y conversaciones y no desgastarse por hacer comprender al terapeuta de su significación respecto de sus ideas. La terapia familiar es entonces una participación conjunta (...) donde cada persona habla CON el otro y no le habla AL otro (Anderson y Goolishian, 1996, p.49). El terapeuta se esforzará por colaborar en la comunicación, facilitando el proceso de diálogos constantes a través de las preguntas centradas en la familia y por lo tanto permitir el surgimiento del suplemento, pero es de aclarar que el énfasis estaría tanto en los cambios, como también en posibilitar espacios de diálogo y comunicación. Entonces, no solamente se debe de replantear la entrevista clínica dentro de la práctica terapéutica, sino que el rol del terapeuta cambia por uno situado desde la ignorancia, siendo la familia los expertos. Esto implica que el terapeuta debe de presentar una constante actitud de escucha reflexiva. 5.3.4. El terapeuta en atención a las narraciones familiares. Como puntualizábamos anteriormente, los postulados modernos, ubicaban a los clientes lejos del terapeuta, no solo físicamente ya que éste último se colocaba detrás de un escritorio, sino que la comunicación era distante, por lo que la actitud de escucha era escasa. El terapeuta dirigía e imponía su teoría según su padecer. Para Maida, A.; Molina, M. y Del Rio, M, (2003), en el taller “la persona del terapeuta”: Una experiencia de formación que promueve el aprendizaje, resaltan la relevancia de las habilidades de escucha que debe presentar el terapeuta de familia y la forma comprensiva de acercarse al llamado problema familiar que conlleva a un esfuerzo constante dentro del diálogo terapeutico. El terapeuta considerará que el problema no está en el interior de la persona o en su mente, sino en lo complejo de las relaciones (Maida, A.; Molina, M. y Del Rio, M, 2003), por lo que si llevamos esta idea a la práctica terapéutica, se piensa que tanto el proceso de acompañamiento de la familia, como los resultados de la práctica relacional en la terapia se derivan de las relaciones, por lo que el terapeuta es un generador de procesos sociales, mediados por la comunicación, el lenguaje y el suplemento como la significación nueva dentro de la comunicación. Escuchar nos posibilita nuevas ideas y éstas nos llevan a una acción que se expresa por medio del lenguaje y a su vez, dichas ideas están contenidas en las narraciones, pero cuando aparece el suplemento dentro de los discursos y narraciones, éste entra con tal fuerza que permite que las personas reconstruyan su experiencia de vida permitiendo la transformación de su mundo y de su historia (Maida, A.; Molina, M. y Del Rio, M, 2003, p.113). Además, al surgir el suplemento, éste a su vez permite nuevas conversaciones. El rol del terapeuta implica la actitud de escucha de manera constante y reiterada hacia la familia en terapia. El psicólogo clínico se convierte en testigo de otros relatos, participa en la búsqueda de nuevos significados, permite la comprensión y el deseo de ampliar las perspectivas, pero a su vez en el terapeuta que conforma una comunidad, el suplemento podría aparecer transformando su propia experiencia de vida a partir de la atención como oyente participante de lo que la familia le está narrando. (Maida, A.; Molina, M. y Del Rio, M, 2003). Es por esto que la investigación desde un trabajo de taller formativo (Maida, A.; Molina, M. y Del Rio, M, 2003) pretende que los terapeutas o los futuros terapeutas den relevancia a la actitud de escuchar, de atender, de permitir que las expresiones en terapia afloren sin la necesidad de interrupciones y por tanto se permita las resignificaciones de las vivencias constantes con los otros. Hoffman (2001), comenta un video donde aparece en terapia Harlen Anderson en 1998. En esta cinta Anderson estaba como terapeuta en una actitud de escucha permanente por largo tiempo hacia una joven que estaba en terapia con su familia y su acción era la de escuchar. Para quienes puedan observar esta cinta, puntualiza Hoffman, Anderson podría aparecer como una terapeuta que no lograba mucho dentro de su sesión, pero luego se observa que la actitud de escucha de Anderson hacia la joven no estaba centrada tanto en el mismo acto del habla, sino en su actitud de escuchar y de qué manera la familia también estaba en esa misma actitud como lo estaba haciendo la terapeuta, permitiendo a los presentes, en este caso a la familia de la joven, atender y escuchar, sin estar a la defensiva, sin retarla o intervenir en dicho diálogo. Un suplemento que puede aparecer de manera sencilla pero relevante como lo es la necesidad de escucha, lo que posiblemente en la vida cotidiana dentro de la familia en consulta no ocurría hasta ese momento, pero que era esencial hacerlo. Escuchar es poder legitimar al otro en relación con el clínico. Finalmente, Laura Fruggeri, (1996), plantea que el terapeuta, dará paso al proceso del habla dentro de la terapia, sin posibilidad de interrumpirlo, ya que el habla y la escucha son la búsqueda del deseo emergente de suplementos creativos y para que dichos suplementos emerjan se necesita oír al otro como elemento necesario de comunicación en toda comunidad, sea familiar o terapéutica. VI.- CONCLUSIONES En esta tesis teórica nos hicimos la siguiente pregunta de investigación: ¿Es la comunicación, tal como Kenneth Gergen la plantea a través de sus conceptos: comunicación coordinada colaborativa y suplemento, los que permiten dar cuenta de la transformación y cambio de significado en la experiencia subjetiva, lo que transforma la relación entre las personas y podemos denominar este acto como cambio terapéutico? Para resolver ésta pregunta, tuvimos presente los siguientes objetivos: de manera general, la exploración de algunos elementos desde la visión de Kenneth Gergen como construccionista social. De manera particular la importancia de la comunicación como componente fundamental dentro de la Terapia Familiar, con el fin de identificar instrumentos teóricos que aportan a la práctica de la terapia. Para ello nos apoyamos de los objetivos específicos, los cuales nos encaminaron a una revisión teórica desde Kenneth Gergen, destacando el concepto de yo relacional como base epistemológica esencial para el trabajo terapéutico, para así dar relevancia al lenguaje en las relaciones socioculturales y de qué manera dentro de éste el significado tiene su énfasis dentro del contexto social. Además, se analizaron los conceptos teóricos en relación a la comunicación en la terapia desde el pensamiento de Kenneth Gergen como construccionista social y se indagó acerca del concepto de suplemento como elemento relevante que constituye la comunicación y de qué forma se convierte en agente de cambio dentro de la Terapia Familiar. Finalmente se identifica el rol del terapeuta construccionista social desde los postulados de Gergen. A partir de lo anterior y luego de haber analizado y utilizado temas propuestos por Kenneth Gergen y de habernos apropiado de sus conceptos, concluimos que: El aporte de Kenneth Gergen a la psicología clínica es la visión de un individuo esencialmente social A partir de esta investigación consideramos la importancia que ha tenido Kenneth Gergen desde hace 30 años en la psicología clínica y en la Terapia Familiar, conceptualizando al individuo como un ser que se apropia de lo social, dándose aquí su núcleo de identidad, en las relaciones con los otros, en el que el lenguaje cobra vital importancia en la práctica terapéutica y esto se evidencia en este análisis teórico. Este autor es un referente fundamental en el construccionismo social, relevando la inserción del ser humano en la realidad postmoderna y logra dar cuenta como los cambios y avances culturales tanto subjetivos como relacionales, influyen en cada sujeto y en las familias postmodernas. Además, es considerado por algunos como el padre del construccionismo social, que a partir de su enfoque pretende enriquecer nuestra manera específica de hablar relevando las múltiples voces comunicacionales (Gergen, 2006). Considera a su vez, como todo es producto de las relaciones humanas y es aquí donde se da la significación de la experiencia y de las cosas. Su foco de interés no es lo individual y tampoco se refiere a lo intrapsíquico, donde respetamos su desarrollo y asumimos su postura de evitar ver a los sujetos como seres individuales, donde es imposible plasmar con precisión en el cerebro humano la realidad exterior (Gergen, 2006). Resalta la riqueza comunicacional con el otro en la relación sujeto y mundo y no da cuenta de temas como es el caso del autodiálogo o dejando abierta su postura en relación al tema de la subjetividad. Por lo tanto, el construccionismo social ha venido madurando y desarrollándose por la atracción, que en este caso particular Kenneth Gergen tiene por el pensamiento postmoderno, haciéndose necesaria las constantes críticas hacia los postulados teóricos de la modernidad. La postmodernidad, planteada desde el construccionismo social en la propuesta de Kenneth Gergen posibilita una base epistemológica coherente que se diferencia de las premisas teóricas de la modernidad como lo concibe este periodo el autor La propuesta epistemológica en la relación entre el sujeto y el mundo, es que el primero no es un simple testigo de la realidad, sino que hace parte de la misma. El significado que le damos a las cosas y a la realidad es fruto de nuestras constantes relaciones socioculturales. Las ciencias exactas características de la modernidad, con sus postulados rígidos y universales, se replantean y flexibilizan la relación entre el sujeto y el objeto, considerando como éste primero influye subjetivamente en la experiencia del entorno al cual se acerca. Esto permite generar un cambio significativo sobre la conceptualización de mundo y surge la posibilidad de replantear la realidad objetiva en una realidad más coloreada subjetivamente. Por lo tanto, de la objetividad y la cognición se pasa a la flexibilidad teórica, donde el observador altera lo observado echando abajo los principios clásicos modernistas de la realidad y dando paso al valor de la pluralidad y diversidad de experiencias y diálogos, esencial dentro de la epistemología postmoderna, específicamente desde el construccionismo social. Se identifica, el concepto de hombre desde el construccionismo social desde Kenneth Gergen, considerándolo como un ser social y relacional y no individual y racional, ya que el ser humano se hace de las relaciones sociales y es aquí donde da significado a su experiencia de vida y construye su mundo cognitivo y afectivo. El concepto de yo relacional como esencia fundamental en la epistemología construccionista social y la influencia en las familias postmodernas Nos apropiamos del concepto de yo relacional desde Kenneth Gergen, como fruto del concepto de yo saturado donde las diversas formas de comunicación permiten diversas voces comunicacionales y de yoes que hacen del concepto de hombre postmoderno un ser de relaciones en constante cambio, debido a la diversidad de expresiones. El individuo interioriza sus experiencias con los otros y su psique se regula relacionalmente. Ahora bien, para comprender la nueva forma de hacer terapia en relación crítica hacia los postulados terapéuticos modernos y considerando al sujeto como un ser social y relacional, es esencial evidenciar los cambios significativos que adquieren las familias con el devenir de la postmodernidad, ya que se saturan de la misma manera que el yo y por lo tanto sus roles y expresiones son diferentes. Las distinciones entre el hombre y la mujer han cambiado, existiendo dificultad de aceptar la igualdad de consideraciones que tienen los distintos géneros en los vínculos afectivos cercanos y desde esta nueva visión de familia es que el terapeuta debe de proponer sus diálogos, relevando lo que pasa no en la cabeza de los individuos, sino lo que pasa entre las relaciones. La práctica terapéutica desde el construccionismo social basados en Kenneth Gergen, enfatizan en la comunicación coordinada colaborativa, resaltando el valor del lenguaje y las narraciones Si la relevancia está puesta en las relaciones y desde allí se plantea el construccionismo social, por lo tanto la comunicación y con ello el lenguaje y los significados hacen parte de las experiencias significativas con los otros específicamente con los vínculos afectivos cercanos. Además la investigación, nos conduce a una propuesta novedosa, ya que la práctica terapéutica da un giro importante en relación a la terapia tradicional, desde los conceptos de Kenneth Gergen. El lenguaje dentro de los procesos terapéuticos se presenta como intercambio de voces, manifestaciones culturales y expresiones que surgen de la expansión lingüística (Gergen, 2008), como valor esencial en el surgimiento de los modos diversos de posibilidades que aparecen en el habla y que el terapeuta reconocerá como un lenguaje con potencialidades e importante fuente de recursos relacionales, dando cuenta el lenguaje de la subjetividad relacional. Otro elemento significativo dentro de la nueva práctica terapéutica desde Kenneth Gergen son las diversas formas narrativas como fruto de nuestra experiencia social y se logran por medio del lenguaje. Las narraciones reviven cada experiencia de vida al ser contadas y siempre al expresarlas nos hacemos parte de ellas. Las narraciones, en la terapia serán relevantes ya que permiten acceder a acciones y emociones, no siendo estáticas, sino más bien, de qué manera las historias contadas se pueden reelaborar, resignificar, siendo fluctuantes y teniendo su significancia en el encuentro con el otro. El suplemento como agente de cambio en la Terapia Familiar, desde la comunicación coordinada colaborativa Valoramos de manera significativa en nuestro análisis teórico el concepto de suplemento, como respuesta significativa ante una acción verbal o gestual que la antecede. El suplemento se crea en una coordinación lingüística y es la novedad que aparece como manifestación de cambio en una comunicación coordinada entre la comunidad terapéutica. El suplemento se expresa en el lenguaje y si el lenguaje es acción, por tanto también podría serlo el suplemento. El suplemento carga con estados emocionales que adquieren sentido en las relaciones sociales, específicamente familiares. Adicionalmente, tiene siempre una intención que proviene de la familia en consulta y que surge de nuestra participación social. La importancia asignada al suplemento en esta investigación, se centra de manera directa con los cambios narrativos y los cambios de vida familiar que aparecen en el proceso terapéutico, ya que al emerger el suplemento aparece una nueva posibilidad de resignificar cada experiencia de vida y por lo tanto las familias pueden acceder a nuevas narraciones, significaciones y nuevos diálogos menos problemáticos dentro de los vínculos afectivos cercanos. En la Terapia Familiar, la aparición del suplemento se da por medio de los procesos de co-construcciones, interrumpiendo el ciclo a favor del problema que los agobia y dando así la posibilidad de desencadenamiento de algo nuevo y distinto a favor de la familia. Respondiendo a la pregunta de investigación uno podría concluir que tomando los elementos de Kenneth Gergen de la comunicación coordinada colaborativa y el suplemento, surge en el intercambio de conversaciones dentro de la Terapia Clínica la novedad, la cual, puede ser utilizada para producir un cambio en la significación de las personas. Desde ese punto de vista se puede pensar que se permite producir cambios por medio del suplemento, porque se da la posibilidad de resignificar la conducta y los actos relacionales en la familia, en la relación de pareja y en nuestras constantes relaciones con los demás. Por lo anterior, en esta investigación consideramos relevante el suplemento como elemento esencial en el cambio terapéutico. El rol del terapeuta familiar desde el construccionismo social basados en la propuesta de Kenneth Gergen, permite el surgimiento del suplemento Basándonos en el análisis anterior, identificamos una postura particular del rol del terapeuta en comparación al papel jerárquico y dominante que presentaba la modernidad. El terapeuta construccionista social trabajará al unísono con las familias permitiendo el suplemento también para él mismo. Resaltamos, la hermenéutica como expresión de interpretación social en las narraciones y en la comunicación coordinada colaborativa posibilitando la multiplicidad y las libres expresiones lingüísticas sin impedimentos, ni interrupciones. El terapeuta no se quedará girando alrededor del problema de la familia en consulta y se apartará de la terapia instructiva. La importancia es asignada al ambiente consensual, donde a partir de la igualdad entre la familia y el terapeuta se permiten los procesos comunicacionales como medios emergentes del suplemento. Destacamos desde la propuesta de Kenneth Gergen, el papel del terapeuta como facilitador en la comunicación y estimulador de nuevas formas constructivas de vida, sin despojarse de sus relaciones y conocimientos académicos, solo que se hace igual que los clientes, terminándose la jerarquización en la terapia. En este sentido, el terapeuta se hace un experto colaborativo y un maestro en la diversidad de diálogos. Es un aprendiz de la vida relacional de la familia, siendo un co-constructor de experiencias, su postura será de ignorante en relación a la familia quienes serán los expertos de su propia experiencia relacional. El facilitador, accederá a las preguntas como herramienta relevantes en la terapia construccionista social para facilitar diálogos centrados en la familia y permitirán la aparición de suplementos siguiendo la línea humilde de la experiencia conversacional de los clientes y posibilitando en los diálogos constantes que emerjan suplementos valorativos, favoreciendo el talento y las cualidades dentro de los vínculos afectivos cercanos. Finalmente, también concluimos la importancia en el arte de escuchar de parte del terapeuta y de quienes conforman la familia en terapia, como una forma de permitir nuevas ideas, nuevas conversaciones y suplementos contenidos en las narraciones e historias familiares. El terapeuta es testigo de lo contado por las familias, comprendiendo y dando paso a diversas perspectivas que son ocultadas por el problema. El suplemento podría surgir de la escucha atenta hacia el otro dentro de la Terapia Familiar con énfasis desde el construccionismo social desde una visión de Kenneth Gergen. VII.- CONSIDERACIONES ÉTICAS Teniendo en cuenta la ley que regula el ejercicio de la psicología en Colombia y el estatuto de propiedad intelectual, se pueden deducir las implicaciones éticas que comprende este trabajo investigativo. Es importante tener en cuenta que éste tiene un enfoque de investigación teórica, por esto la población son todas las fuentes bibliográficas que comprendan el tema de interés. Al trabajar directamente con fuentes bibliográficas se debe tener en cuenta el artículo 49 y 56 del capítulo VII de la ley que regula el ejercicio de la psicología; este capítulo hace referencia a la investigación científica, la propiedad intelectual y las publicaciones; los artículos explican los elementos que se deben tener presentes al elaborar un trabajo investigativo de este tipo y hacen énfasis, por supuesto, en los derechos de propiedad intelectual que tiene cada persona cuando elabora cualquier tipo de investigación. Concretamente el artículo 49 plantea que, Los profesionales de la psicología dedicados a la investigación son responsables de los temas de estudio, la metodología usada en la investigación y los materiales empleados en la misma, del análisis de sus conclusiones y resultados, así como de su divulgación y pautas para su correcta utilización (Congreso de la República de Colombia, 2006), Este artículo presenta con claridad, la responsabilidad que tiene cada investigador de respetar en cada uno de los pasos del trabajo las normas que rigen las investigaciones, puesto que es importante que se utilice de una manera adecuada cada una de las fuentes de apoyo que se empleen para beneficio del proceso investigativo. En cuanto al artículo 56, este plantea que: Todo profesional de la psicología tiene derecho a la propiedad intelectual sobre los trabajos que elabore en forma individual o colectiva, de acuerdo con los derechos de autor establecidos en Colombia. Estos trabajos podrán ser divulgados o publicados con la debida autorización de los autores (Congreso de la República de Colombia, 2006). Este artículo se enfoca más al derecho de propiedad intelectual, es decir, las personas al elaborar un trabajo investigativo tienen derecho a que esa construcción sea respetada por los que se sirvan de ella para cualquier fin, si en algún momento alguna parte de la obra se considera útil, es importante que se haga la referencia a este trabajo, puesto que es de esta manera que se están respetando los derechos que tiene cada autor. Adicionalmente, la Universidad Pontificia Bolivariana de la ciudad de Medellín, nos recuerda que los derechos de autor comprenden las facultades morales y las patrimoniales; la primera hace referencia a la autoridad que tiene cada autor sobre su construcción por el hecho de haber creado la obra, así ésta aún no haya sido publicada, ni registrada ante la Dirección Nacional del Derecho de Autor; las facultades morales surgen desde el momento en que la obra se crea. Las facultades patrimoniales se relacionan con el beneficio económico que tiene el autor cuando la obra sea publicada o divulgada. A su vez el estatuto de propiedad intelectual presenta el artículo 28, que se refiere a la producción de los estudiantes: Pertenecen al estudiante los derechos morales y patrimoniales sobre la producción intelectual que realicen personalmente o con orientación de un asesor o director, en desarrollo de las actividades académicas, tales como trabajos de grado, tesis de maestría o de doctorado (Congreso de la República de Colombia, 2006). REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Andersen, T. (1996). Reflexiones sobre la reflexión con familias. En: Kenneth, G. y Sheila M. La terapia como construcción social. (pp. 77 - 92). Barcelona España: Paidós. Anderson, H. (2003). Escuchar, oír y hablar: Reflexiones sobre la Relación con el diálogo. En: Octava conferencia anual de puertas abiertas: 29 agosto de 2003. Tornio, Finlandia. The Taos Institute. Anderson, H. y Goolishian, H. (1996). El experto es el cliente: la ignorancia como enfoque terapéutico. En: Kenneth, G. y Sheila M. 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