Contribuciones a la Terapia Familiar desde el pensamiento de

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UNIVERSIDAD ALBERTO HURTADO
FACULTAD DE PSICOLOGÍA
Contribuciones a la Terapia Familiar desde el pensamiento de
Kenneth Gergen.
Tesis para Optar al Grado de Magíster en Psicología Clínica: Estudios
Sistémicos Avanzados de la Familia y la Pareja
Por:
Darío Gonzalo Martínez Machado
Profesora Guía:
Dra. María Teresa del Rio
Santiago de Chile, Noviembre de 2010
DEDICATORIA
A mi familia en especial a mi madre María Cristina Machado de Martínez por su
cariño y apoyo incondicional y a la Arquidiócesis de Medellín.
AGRADECIMIENTOS
Agradecer a Dios y a la Santísima Virgen María por la oportunidad que me han
dado como colombiano de realizar esta maestría en Santiago de Chile.
Motivado a continuar mi formación como construccionista social en Medellín,
Colombia.
A la Doctora María Teresa del Rio por permitirme dialogar con ella acerca del
construccionismo social, por su cariño, su generosidad, por su bondad para
conmigo y por valorar la diversidad de culturas.
INDICE
Contenido
Páginas
RESUMEN DE LA TESIS
iv
I.
INTRODUCCIÓN
1
II.
PREGUNTA DE INVESTIGACIÓN
6
III.
OBJETIVOS DE INVESTIGACIÓN
7
IV.
MARCO METODOLOGICO
9
V.
ANÁLISIS TEÓRICO
11
5.1.
Tradición y modernismo y el paso a la modernidad
11
5.1.1. Características generales de la modernidad
13
5.1.2. La ciencia y los avances tecnológicos como
marco de la modernidad
17
5.1.3. Del concepto de hombre moderno al nuevo
concepto de yo postmoderno desde la propuesta de
Kenneth Gergen como Construccionista Social
27
5.1.4. La familia moderna y el surgimiento de la
familia postmoderna y sus nuevos roles en el sistema
5.2.
38
La comunicación Coordinada Colaborativa y en ella
el lenguaje, las narraciones y el suplemento como agente de
cambio desde Kenneth Gergen
46
5.2.1. El lenguaje en la modernidad
49
5.2.2. El lenguaje desde el Construccionismo social
52
5.2.3. El lenguaje dentro de las narraciones
57
5.2.4. El suplemento como base esencial en la
Comunicación Coordinada Colaborativa desde Kenneth Gergen
59
5.3.
Aplicación a los conceptos de Kenneth Gergen a la
Terapia Familiar
71
5.3.1. Comunicación Coordinada Colaborativa en la
Terapia Familiar
5.3.2.
72
El rol del terapeuta familiar desde la propuesta de
Kenneth Gergen
85
5.3.3. Emergencia del suplemento en la Terapia Familiar
93
5.3.4. El terapeuta en atención a las narraciones familiares.
96
VI.
CONCLUSIONES
VII.
CONSIDERACIONES ÉTICAS
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
99
109
112
RESUMEN
Esta tesis es un análisis teórico del aporte del construccionismos social desde
la propuesta de Kenneth Gergen a la Terapia Familiar, a través de un recorrido
por sus escritos más relevantes y reflexionar en el rol del terapeuta como
ignorante ante la experiencia de vida narrada de parte de la familia en consulta.
Para esto se hizo necesario una revisión de postulados propuestos por la
modernidad y como a través del inconformismo epistemológico hacia lo
tradicional, los avances de la ciencia y la aparición de la tecnología, permiten un
nuevo paradigma, tal es la postmodernidad y consigo el construccionismo
social. Por tanto, se tomaron en cuenta varios conceptos con especial énfasis
en el lenguaje y su papel dentro de las narraciones, los significados que se
generan dentro de la comunicación coordinada colaborativa desde nuestras
constantes relaciones y la aparición del suplemento como agente de cambio
dentro de la Terapia Familiar. El concepto de Suplemento que emerge a partir
de la comunicación, las narraciones, las preguntas centradas en la familia en
consulta y la actitud de escucha.
Es desde esta perspectiva del construccionismo social que se busca
analizar el rol de no saber del terapeuta y de la familia como experta de sus
narraciones, para que emerja desde dichos vínculos afectivos cercanos el
suplemento, entendido como lo novedoso y creativo que aparece en la
comunicación terapéutica donde se percibe un cambio narrativo y por ende una
nueva experiencia de vida.
I.- INTRODUCCIÓN
Es evidente que en la psicología del siglo XIX y XX los ideales de la ciencia
moderna se han venido cuestionando debido al deseo desmesurado de
encontrar la verdad absoluta de las cosas y del querer explicar el mundo de
forma rigurosa y exacta. Se ha intentado imponer principios generales, todo por
el afán de solucionar los problemas que se le van presentando no sólo al ser
humano, sino a la concepción del mundo como tal.
Pero es esta inconformidad la que permite el surgimiento de un nuevo
enfoque denominado construccionismo social que consiste básicamente en dar
relevancia al individuo como ser relacional y no como un ser individual, lo que
lleva a reconsiderar la importancia de las diversas conversaciones que surgen
en el mundo y que conlleva elementos importantes como son los significados,
las comprensiones, los conocimientos y todos aquellos valores colectivos
(Gergen, 2005, p. 34) que hacen parte de las diversas culturas. Estas
conversaciones no tienen como finalidad el imponer una verdad que será una
autoridad en el saber y que se convertiría en ley universal. Lo más importante
es que las múltiples conversaciones se consideran como un elemento heurístico
que se coordinan mutuamente y que aportarán de manera significativa al campo
académico como forma de reflexión y al ejercicio mismo de la terapia, donde el
diálogo es relevante porque es allí donde se construye y reconstruye la
experiencia de vida y es el interés en ésta investigación.
Es el construccionismo social fruto de la postmodernidad, que nos
posibilita nuevas perspectivas tanto en el pensamiento social, como en la
psicología, ya que no busca exactitud, sino enriquecernos con su
diversidad de diálogos donde cada uno de estos aportará con un valor
relevante y significativo.
El Construccionismo Social no pretende imponer una teoría que
describe la realidad puntual, intentamos acceder a la emoción de éste
diálogo que surge de la experiencia entre individuos, donde la forma de
comunicación cobra significado en la vivencia con los otros dentro de la
cultura y el contexto social, permitiendo escuchar diversas opiniones. Esto
no
cierra
las
construccionismo
puertas
social
de
otras
intenta
posturas,
liberarnos
de
por
el
las
contrario,
exigencias
el
del
modernismo para favorecer el valor de la diversidad de opiniones y
estimar la experiencia de la comunicación no solo en la vida cotidiana,
sino en el hacer ciencia y en su aplicación como el campo de la Terapia
Familiar.
De esta manera, esta tesis teórica ahonda en el construccionismo
social, desde el pensamiento de Kenneth Gergen y específicamente cómo
la comunicación es esencial dentro de la Terapia Familiar.
El compendio de investigaciones y ensayos teóricos en relación al
construccionismo social han aumentado por la novedad que trae el
paradigma. Toda esta nueva postura que día a día toma más fuerza ha
permitido el surgimiento de representantes como es el caso de John
Shotter (2001), Este autor resalta el valor del habla como elemento
relacional y de qué manera las palabras y el sentido que ésta imprime,
permite el surgimiento de los conceptos y por lo tanto de la explicación
sobre el mundo. Adicionalmente, Shotter considera el diálogo como una
acción dentro de lo relacional y que a su vez se entiende dentro de la
experiencia cultural. Algo interesante en este autor es su visión de vida
como un diálogo abierto en que se formulan preguntas, respuestas y
opiniones constantemente enmarcadas en un conjunto relacional y tiende
a perder su cualidad individual.
Otro autor construccionista social, que si bien denomina este
paradigma como construccionismo relacional es Edgardo Morales (2003)
quien habla de la danza conversacional (p. 3) en el campo de la Terapia
Familiar. Según Edgardo Morales (2003) la Terapia Familiar sería una
conversación donde se construyen múltiples experiencias narrativas
dentro de un contexto social y que se expresan a través de historias,
cuentos, parábolas, metáforas y muchas otras figuras lingüísticas,
permitiendo identificar la manera como nos movemos relacionalmente.
También podríamos nombrar a Harlene Anderson (2003), quien en
una conferencia realizada en Tornio, Finlandia, resalta tres elementos
fundamentales dentro de la comunicación como son: el escuchar, oír y
hablar, que se entrelazan dentro de una relación de diálogo. Estos tres
actos no son considerados como técnicas, sino más bien como
constituyentes de una relación que permite la empatía, el acceso a los
sentimientos, pensamientos y significados de los otros.
Uno de los fundadores y de los grandes representantes del
construccionismo social es Kenneth Gergen, quien es nuestro principal interés
por ser una fuente primaria del construccionismo social siendo uno de los
pioneros del tema. Se nos hace interesante su postura crítica, rigurosa y
constante a la modernidad y al concepto de individuo como mente individual. Es
novedosa la propuesta desde una visión distinta y nueva del yo que lo
presentará como un yo saturado por las nuevas apariciones de formas diversas
de comunicación que surgen en la postmodernidad. Adicionalmente, nos parece
fundamental el énfasis que él hace al tema del lenguaje y la comunicación
desde el construccionismo social y el aporte de dichos elementos a la práctica
terapéutica familiar, que será fundamental para nuestra investigación, a
diferencia de la postura tradicional donde el lenguaje y la comunicación pierde
su valor esencial.
El problema y desafío es el de favorecer más el desarrollo de la
comunicación dentro de la terapia y cómo se enriquece la práctica y el rol del
terapeuta desde el construccionismo social basados en los planteamientos de
Kenneth Gergen.
Por tanto, la manera como se abordó nuestra propuesta investigativa fue
desde la revisión de los escritos más sobresaliente de Kenneth Gergen y otras
fuentes actualizadas hasta el 2009. De Gergen resaltamos:
-
La terapia como construcción social (1992).
-
Realidades y relaciones (1999).
-
El yo saturado (2001).
-
Construir la realidad (2005).
Entre otros texto y escrito de Kenneth Gergen, todo con el fin de conocer cuál
es su postura en relación a la construcción del yo, el mundo y la relación
terapéutica, donde los psicólogos con intereses construccionistas y con énfasis
en el trabajo clínico con familias podrán ser beneficiados.
Al estilo de una tesis teórica, se señalaron las fuentes secundarias de
información disponibles del autor de interés. Esta tesis intenta hacer un enlace
de los conceptos de Kenneth Gergen desde sus libros y documentos más
significativos, donde las investigaciones encontradas en la base de datos de
información científica en la web o revistas de publicación de investigaciones
permitieron el análisis, donde se atendieron los siguientes puntos:
-
La crítica desde Kenneth Gergen al modernismo, la visión tradicional y el
inicio de la postmodernidad.
-
La comunicación coordinada colaborativa y en ella el lenguaje, las
narraciones y el suplemento como elementos relevantes desde la propuesta de
Kenneth Gergen.
-
Finalmente, la aplicación de los conceptos de Kenneth Gergen expuestos
en las dos primeras partes en la práctica a la Terapia Familiar.
II.- PREGUNTA DE INVESTIGACIÓN
Desde la teoría del Construccionismo Social de Kenneth Gergen se pueden
tomar los elementos teóricos básicos para dar cuenta del proceso de
Terapia Familiar como una forma de comunicación en Terapia.
Dicho lo anterior, la comunicación desde este marco teórico es vista
como un acto constitutivo de realidad en el intercambio entre individuos.
La pregunta central será entonces: ¿Es la comunicación, tal como
Kenneth Gergen la plantea a través de sus conceptos: Comunicación
Coordinada Colaborativa y Suplemento los que permiten dar cuenta de la
transformación y cambio de significado en la experiencia subjetiva, lo que
transforma la relación entre las personas y podemos denominar este acto
cambio terapéutico?
III.- OBJETIVOS DE INVESTIGACIÓN
Objetivo General
Este estudio teórico pretende explorar algunos elementos desde la visión de
Kenneth Gergen como construccionista social. De manera particular la
importancia de la comunicación como componente fundamental dentro de la
Terapia Familiar, con el fin de identificar instrumentos teóricos que aporten a la
práctica de la terapia.
Objetivos Específicos
1.
Revisar teóricamente desde Kenneth Gergen, la relevancia del lenguaje
en las relaciones socio-culturales y de qué manera dentro de éste el significado
tiene su énfasis dentro del contexto social.
2.
Revisar el concepto de yo desde el pensamiento de Kenneth Gergen
como base epistemológica esencial para el trabajo terapéutico.
3.
Analizar los conceptos teóricos en relación a la comunicación en la
terapia
social.
desde el pensamiento de Kenneth Gergen como construccionista
4.
Indagar acerca del suplemento como elemento relevante que constituye
la comunicación según Kenneth Gergen y de qué forma se convierte en agente
de cambio dentro de la Terapia Familiar.
5.
Identificar el rol del terapeuta familiar como construccionista social desde
los postulados de Kenneth Gergen
IV.- MARCO METODOLÓGICO
El problema que planteamos anteriormente es un tema abstracto que requiere
un análisis teórico. En esta investigación, la metodología utilizada fueron las
fuentes secundarias como libros, documentos, revistas y documentos en base
de datos científicas en línea que tendrán como base específicamente a Kenneth
Gergen desde el construccionismo social, donde los niveles de análisis se
realizarán desde cada eje temático. Se pretende abordar literatura que abarca
una producción en los últimos 15 años y lo más esencial de su producción.
Nos basamos en las lecturas específicas de dicho autor, el análisis de los
contenidos respectivo con el fin de interpretarlos y desde allí damos razón a la
propuesta investigativa.
Básicamente la investigación teórica que proponemos consta de tres ejes
fundamentales:
1.
La visión crítica a lo tradicional y un concepto nuevo de yo, donde se
aborda a partir de textos de Kenneth Gergen como
El yo saturado (2001)
Conferencia del construccionismo social en la universidad Adolfo Ibáñez,
Santiago de Chile (2008).
2.
Un
segundo
eje
presentamos
los
elementos
fundamentales
la
comunicación coordinada colaborativa y en ella el lenguaje, las narraciones y el
suplemento, donde se aborda desde los textos:
La terapia como construcción social (1996).
Realidades y relaciones (1999).
Construir la realidad (2005).
3.
Finalmente, se realiza el análisis en la práctica de la Terapia Familiar y
rol del terapeuta donde se revisó el recorrido teórico realizado dentro de la
práctica clínica con familias, donde se abordó a partir de los textos de Kenneth
Gergen y en las investigaciones publicadas con marco teórico desde el
construccionismo social como:
La terapia como construcción social (1996).
Construir la realidad (2005).
La terapia como una construcción social. Dimensiones, deliberaciones, y
divergencias (2001b).
Investigaciones publicadas en bases de datos científicas en línea o en
revistas.
La manera de abordar los diversos ejes temáticos no se limitaron a los
textos propuestos anteriormente, debido a que en el transcurso de la
investigación se encontró otros más textos publicados por Kenneth Gergen y
otros construccionistas sociales comentando a Gergen, los cuales se
aprovecharon y a su vez enriquecieron la investigación propuesta.
V.- ANÁLISIS TEÓRICO
Este análisis teórico presenta tres apartados como ejes centrales de nuestra
investigación: la modernidad, avances que la caracterizan y el paso a la
postmodernidad y como las familias postmodernas presentan nuevas
configuraciones. Además reflexionamos en la comunicación coordinada
colaborativa desde Kenneth Gergen y los aportes del lenguaje, las narraciones
y el suplemento, y finalmente desde un análisis a través de la revisión de
investigaciones científicas publicadas, nos permitimos analizar los conceptos
planteados anteriormente como elementos relevantes en la Terapia Familiar y el
rol del terapeuta desde el construccionismo social desde la propuesta de
Kenneth Gergen.
5.1.
Tradición, modernismo y el paso a la postmodernidad
Cuando un nuevo paradigma emerge, necesariamente su fuerza deviene de la
manera como puede satisfacer la reflexión acerca de las preguntas por el
hombre, el conocimiento, la realidad que pretende estudiar y la postura que
tenga en relación a la verdad filosófica. Esta tesis se enmarca en la
postmodernidad como respuesta a muchas de las promesas no cumplidas de la
idea de progreso moderno y de sus planteamientos universales del siglo XX.
La postmodernidad es el resultado de la insatisfacción que emerge
históricamente como resultado de la modernidad, una fatiga por dicho
paradigma que pretendía imponer sus leyes, limitando los significados
relacionales dentro de la experiencia social. Emerge una postmodernidad que
nos permite tener bases epistemológicas distintas a las que nos planteaba la
modernidad donde el ordenamiento de las cosas, la rigidez de las leyes se
imponían y se hacían esenciales para los resultados científicos de finales del
siglo XIX y el siglo XX.
Poco a poco, se va evidenciando la pérdida de la confianza hacia los
presupuestos de la modernidad, porque la manera ilustrada de encontrar la
verdad y de presentarla con tanta autoridad de mandato y con tanta exactitud
no satisfacía enteramente las necesidades de las nuevas lecturas de las
experiencias humanas y expresiones que iban surgiendo de diversas culturas,
lenguas, creencias, múltiples discursos, puntos de vista y estilos de vida, es
decir, es el origen de la diversidad y el pluralismo que se iba presentando con el
pasar de los años.
El postmodernismo hace referencia a una crisis de los valores culturales
y científicos del pensamiento moderno. Modernidad que es necesario
conocerla, saber sus características y sus bases epistemológicas para poder
llegar a una comprensión de la postmodernidad. Es importante comenzar por
analizar los postulados modernos los cuales se ahondarán en esta primera
parte de nuestra investigación.
A fines del siglo XIX e inicios del siglo XX se inicia la época moderna y
llega con fuerza a través de hechos significativos. El primero está relacionado
con los grandes logros de la ciencia que se fundamentaba en predecir, medir o
cuantificar la vida humana. Como segundo, se dan avances de manera
vertiginosa en el campo tecnológico que permitirá una nueva visión de hombre
postmoderno.
5.1.1. Características generales de la modernidad. Para quienes hemos vivido
parte de la época moderna y somos participes de la postmoderna, éste primer
periodo se ubica cronológicamente entre finales del siglo XIX y el siglo XX. Un
poco antes, en el siglo XVII aparece al que muchos han llamado como el padre
de la modernidad. Descartes (1641) plantea el discurso del método, que
pretende explicar al hombre por las ideas claras y distintas que él tenía en su
mente porque, según su método cartesiano, había que pasar del pensamiento a
la realidad, no de la realidad al pensamiento, de ahí que en la cultura occidental
el pensamiento lógico será el punto de partida de toda explicación de la
realidad. El ser queda subordinado al pensar. Vale más el pensamiento lógico,
racional, matemático, que el ser, en adelante importará más lo objetivo que lo
subjetivo, la realidad que la representación, el fenómeno que el ser, lo
ontológico que lo psicológico, las ciencias de lo mensurable o cuantificable que
las ciencias humanas, aun que la misma filosofía o teología (Gevaer, 1976).
Descartes (1641) (citado por Gevaer, 1976) dividió las ciencias en dos
mundos, res extensa que significaba el mundo que se relacionaba con lo
cuantificable, medible y observable, lo matemático o mundo de lo extenso y el
otro mundo, es el de la res cognitans, localizada en el pensamientos y la razón.
Descartes iniciará el planteamiento del modelo positivista, el cual planteaba que
lo científico es lo medible, observable y cuantificable siendo este modelo
característica fundamental de la modernidad.
A finales del siglo XIX aparece dentro de la modernidad el paradigma
positivista que surge a partir de los viajes transoceánicos de los navegantes
portugueses y españoles y con estos aparecen los grandes imperios (Gevaer,
1976). El positivismo planteaba que la realidad es externa, objetiva,
aprehensible y universal, y que bastaría con la observación para poder acceder
a ella, a lo que está afuera y que se puede percibir objetivamente, no es nada
relacional, ya que la modernidad se olvida totalmente de las relaciones
existentes entre unos y otros. Es extenuante ver al mundo y al hombre como
una cosa más cuando su esencia misma es lo relacional. La realidad para el
positivismo existe independiente de los sujetos, y de lo que estos puedan
pensar y experimentar de ella. El observador simplemente debe mirarla sin
prejuicios, ni distorsiones para verla tal cual es.
Para el positivista el conocimiento se forma y se aumenta dependiendo
de la cantidad de datos observados, como si todos los seres humanos fueran
idénticos e iguales todos, como si no existiera diferencia alguna entre una
experiencia u otra o como si los elementos socio-culturales fueran estándar en
todo el mundo.
El siglo XX plantea la existencia de una verdad que es única y como lo
propone el positivista debía ser descubierta de manera progresiva y el
conocimiento de ésta nos haría felices y buenos, pero con una dificultad, que
nos llevaba a un hombre individual, solitario y se dejaba totalmente de lado al
ser comunicacional que lenguajeaba y que sus significados eran parte de las
constantes relaciones. De la misma manera, el positivismo postula la existencia
de verdades absolutas, que se asociaban a unos principios universales, los
cuales son independientes de la subjetividad y de las culturas humanas. Es así
como para los positivistas el conocimiento científico, representa la verdad y éste
se refleja tal cual en la conciencia del individuo.
En cuanto a la relación entre el sujeto y el objeto en la modernidad (Balbi,
2004) se puede decir que el observador, no cumple ningún papel importante,
simplemente es un testigo de la realidad, que ve las cosas tal cual son
presentadas. Nada de subjetivismo, su observación es neutra, objetiva y pasiva
y tanto el sujeto como el objeto son independientes el uno del otro, y ambos
están frente a una realidad objetiva, que también existe independiente de ellos.
Por tal motivo temas como la mente, el pensamiento, la imaginación, el deseo o
las emociones no eran observables y medibles, por tanto no eran relevantes
dentro de la ciencia moderna.
También en la época moderna, aparece la psicología, uniéndose al
deseo de ser una ciencia más y hace lo imposible para lograrlo y para ello se
une a los planteamientos positivistas. Esta aproximación era considerada como
científicamente válida e intenta asociarse a las ciencias exactas. Pero tendría
una dificultad y es que la exigencia de la ciencia era que el objeto de estudio
fuera observable, lo que implicaba que su mejor opción era el positivismo y lo
hace a través del conductismo y su posterior evolución en la psicología
cognitiva llamada como la Psicología Cognitiva Tradicional.
Los conductistas se basaban en el método de la observación (Balbi,
2004), método que cualquier hombre de ciencia pudiera aplicar y medir si se
quería que una disciplina fuera científica. Lo más observable podría ser la
conducta humana en el caso de la psicología y es allí donde centran su
atención y es tomada en cuenta para llevarse dicha conducta humana a la
investigación científica rigurosa (Gergen, 2001).
El conductismo, como paradigma positivista, busca descubrir la verdad y
solucionar todas las enfermedades mentales que se manifestaban en conductas
desadaptadas y tienen especial desarrollo durante las guerras mundiales y sus
consecuencias. Conocer para el conductismo era saber las reglas universales
de la mente, la cual la llamaban caja negra que se activaba por medio de
patrones de conducta universales y que en esa medida pueden ser
perfectamente modificables (Balbi, 2004). En pocas palabras, el conocimiento
para el conductismo consiste en patrones de conducta condicionados y que son
globales.
La psicología si bien reconoce que el conductismo aportó en su momento
con las técnicas de modificación de conducta y que muchos terapeutas
utilizaron por varios años, es lamentable como lo que se diagnosticaba como
fobias, depresiones y la homosexualidad entre otras, se quería sanar con
dichas técnicas conductuales, lo que llevaba a considerar al hombre como si
fuera una maquina que se reparaba como una cosa descompuesta y el
terapeuta tenía el rol de mecánico especializado.
Inconformes con el positivismo, pero paradójicamente influidos por éste,
surge el modelo cognitivo tradicional, donde la visión que se tiene del hombre y
de la realidad, es similar a la del conductismo, sin embargo, evoluciona
respecto a su conceptualización sobre la existencia y participación de la mente
en el actuar humano.
Para el modelo cognitivo, el hombre es racional y reactivo ante lo que le
ofrece el medio de donde recibe sus estímulos, los cuales los procesa
internamente para almacenar la información y finalmente, como resultado de
este proceso, el hombre proporciona unos productos que son las conductas y
los pensamientos. Este postulado lo podríamos comparar con los conceptos de
los dos mundos planteados por Descartes (1641) siglos atrás, el mundo de lo
observable y el mundo de la razón. Lo particular de los diversos modelos
modernistas es que se les olvidó que lo que influye realmente al hombre no es
el pensamiento en sí, sino el significado relacional que se le da a la experiencia
de vida, lo social y lo cultural, conceptos que en los planteamientos modernos
parecen haber olvidado o hasta ignorado ya que no se tuvo en cuenta el
hombre como ser socio-relacional, es decir, inmerso en un contexto del cual no
puede ser aislado.
Lo anterior nos permite comprender como para la psicología moderna su
afán era entrar en el campo científico a toda costa, utilizar el método científico
para demostrar de manera contundente la descripción de sus descubrimientos
observados para llevarlos a un lugar, el laboratorio, lugar destinado para el
anuncio de las verdades universales y la aceptación dentro del campo científico
y por tanto la ciencia en si misma toma fuerza en esta época.
5.1.2. La ciencia y los avances tecnológicos como marco de la modernidad.
Hemos revisado elementos importantes dentro de la modernidad y es
importante enfatizarlos porque serán para nosotros el motivo de dar paso a la
postmodernidad como respuesta a la inconformidad ante tanta estructura rígida
entre la ciencia y el olvido de lo relacional como esencia fundamental de la vida
humana.
En el siglo XX, la influencia de las llamadas ciencias duras fue primordial
(Balbi, 2004) ya que éstas comprenden los campos de las ciencias naturales,
entre ellas está la física, la química, las matemáticas y la biología y desde su
marco epistémico se han interesado por buscar la experimentación, la
utilización de datos cuantificables y sobre todo el uso del método científico para
acceder a ese objeto real. Están muy enfocadas en conseguir la exactitud y la
objetividad, sin embargo, las ciencias duras empiezan a encontrar unos vacíos,
los cuales no se pueden explicar a partir del método científico. Es entonces
cuando comienzan a adoptarse en estas ciencias modelos más flexibles para
comprender y dirimir los datos confusos lo que va dando paso de alguna
manera al paradigma postmoderno.
Si reflexionamos en algunos de las ciencias duras, una de las más
conocida es la física (Feixas, 2000), encargada de estudiar todos los
fenómenos naturales desde la perspectiva clásica. La física concebía que todo
el universo podía conocerse y predecirse hasta el más mínimo detalle.
Pretendieron controlar y predecir todos los fenómenos naturales a partir de la
construcción de leyes universales. De esta manera asumen que la realidad es
objetiva y cognoscible, que está en el exterior y que existe independiente del
observador, sin embargo, la física moderna, fundamentada en la teoría de la
relatividad y en la mecánica cuántica, cambia esta visión de realidad, puesto
que empieza a tener en cuenta al observador teniendo presente el efecto que
produce en lo observado, cuestionando la lectura objetiva de la realidad.
Es así como a finales del siglo XIX:
La física creía poder explicar todos los fenómenos observables de la
materia a partir de las leyes del comportamiento de las partículas de
Newton
y
las
leyes
del
comportamiento
de
las
ondas
electromagnéticas de Maxwell (Feixas, 2000, p.45).
Sin embargo, empezaron a descubrir que estas leyes podían describir el
funcionamiento de las entidades microscópicas. Pero a nivel subatómico el
funcionamiento se regía distinto, puesto que estas últimas pueden manifestarse
como ondas o como partículas dependiendo del instrumento de medida que se
esté empleando. A estos físicos de principio de siglo les parecía imposible
aceptar que algo podía ser al mismo tiempo partícula y onda.
Esta contradicción tardó unos años en aclararse, hasta que Bohr en 1913
(citado por Feixas, 2000) lo retoma afirmando que los comportamientos de las
partículas y de las ondas son complementarios y dependen de la interacción del
investigador y su instrumento de medida, lo que lleva a pensar que el universo
no puede considerarse como independientemente del acto de registro u
observación.
Adicionalmente, aparece otro descubrimiento que influyó en el desarrollo
de la física cuántica y fue el logró de Heisenberg en 1927 (citado por Feixas,
2000) que con el principio de la indeterminación, planteó la imposibilidad de la
medición exacta y simultanea de la posición y el momento de las partículas
subatómicas; puesto que cuando el investigador determina la primera no puede
apreciar la segunda (Feixas, 2000). El descubrimiento de Heisenberg permite
entonces, ratificar la idea de que el observador altera lo observado y con esta
afirmación se destruyeron los principios clásicos de la realidad, la objetividad y
la verdad desde la física contemporánea y aún de la misma modernidad.
Otra de las ciencias en la cual se evidencia un cambio en su forma de
entender su objeto de estudio y la forma de abordarlo es la biología. Ciencia
que estudia los seres vivos, su origen, evolución y características, logrando
grandes comprensiones y hallazgos a partir de las perspectivas postmodernas.
Uno de los biólogos destacados es Humberto Maturana que en 1975
(citado por Ruiz, 1997), sostiene que lo que un observador evidencia como
conducta es una dinámica de cambios que involucra a dos sistemas
independientes: el sistema viviente y el medio,
La conducta, por lo tanto, pertenece al dominio de las relaciones del
organismo, no al organismo. La conducta surge y toma lugar a través
de las interacciones de un organismo y el medio y es una relación
dinámica entre los dos. (p.2)
Frente a los determinantes de la conducta como propiedad de relación,
Maturana (1975) propone el concepto de interacción instructiva haciendo
referencia a como los individuos de acuerdo a su estructura pueden reaccionar
ante el mismo fenómeno de diferentes maneras, igualmente la forma en la que
se relacionan los individuos unos con otros también varía dependiendo de la
estructura de cada uno. A su vez, plantea como alternativa a este concepto el
de acoplamiento estructural definido como:
El encaje íntimo de las estructuras de dos o más organismos, en este
sentido, la historia de interacciones entre dichas estructuras fija las
condiciones para la coordinación mutua de la conducta (citado por
Ruiz, 1997, p.5).
Maturana y Varela (1973), definen el esfuerzo de los organismos por la
sobrevivencia bajo los principios de la organización autopoyética o la capacidad
de autogeneración afirmando que la autopoiesis:
Es la manera de existir de un sistema viviente y su manera de ser
una entidad autónoma. Como tal, los sistemas vivientes viven tanto
como conserven su organización y todos sus cambios estructurales
ocurren con la conservación de su adaptación al medio en el cual
ellos existen. (Citado por Ruiz, 1997, p.5).
De esta manera, para Maturana (citado por Ruiz, 1997) la supervivencia
depende de las interacciones entre el sistema viviente y el medio, en donde se
dan una serie de cambios estructurales congruentes y recíprocos. Los sistemas
vivientes y el ambiente cambian juntos de una manera dinámica y congruente,
sin embargo, el sistema viviente conserva su organización viviente (autopoiesis)
y se adapta al medio. Es así como la historia de vida individual sigue un curso
en el que tanto el sistema viviente como el medio sufren cambios, hasta que el
sistema viviente muere.
Los seres humanos, por ejemplo pueden vivir determinadas experiencias
gracias a como el organismo está constituido, pero también hay experiencias
que con base en esa constitución, no es posible que sean vivenciadas. Un
ejemplo de esto es el ultrasonido, éste es una realidad que existe
independientemente de que los seres humanos puedan percibirlo, pero por las
condiciones biológicas que se tienen, éste no puede ser captado por los seres
humanos. Es así como la estructura biológica limita a cada especie de
organismos y el conocimiento que se tenga de la realidad va a estar muy ligado
a esto.
Desde esta nueva perspectiva biológica, las contribuciones de Maturana
(1975), han generado una visión sistémica, circular y no lineal de los sistemas
vivientes, lo cual lleva al entendimiento de la vida como un proceso de
conocimiento y del vivir en congruencia con el medio.
Por lo tanto desde la biología se permite algo nuevo, donde el ser
humano es influido por el medio en el cual habita y así vamos avanzando hacia
la postmodernidad.
La cibernética es otra de las ciencias duras y tradicionalmente positivista,
donde se generan desarrollos fundamentales en la consolidación teórica de
modelos de conocimiento postmoderno que aportan a las ciencias y de manera
especial a las ciencias sociales como a la psicología y la aplicación a la
psicoterapia.
La cibernética es la ciencia que estudia la actividad proactiva e
intencional de los seres humanos, asunto que coincide con uno de los
postulados básicos de la postmodernidad (Jutorán, 1994), donde su objetivo no
es el de explicar los fenómenos observados, sino aplicar los conocimientos que
podamos alcanzar de estos fenómenos.
Feixas (2000), comentando a Tous (1997) plantea que el objetivo de la
cibernética no está en adquirir una comprensión de la naturaleza de los
elementos que actúan y así poder explicar el comportamiento de los mismos,
sino en obtener un conocimiento de la acción misma que nos permita
comprenderla, reproducirla y hacerla más eficaz. La cibernética debe
considerarse entonces como el control de los sistemas. De allí que se presente
la cibernética de primer orden que da importancia a la realidad en sí misma y
que debe ser vista desde lo racional. Es una postura que podríamos considerar
cognitiva tradicional como si la realidad fuese asumida en nosotros como
procesadores de información. Una de las tantas críticas que desde la
postmodernidad se le hace a la cibernética de primer orden es la
conceptualización de un hombre autómata que recibe retroalimentación creando
un círculo inacabable, convirtiéndolo junto con la psicóloga cognitiva como una
cosa que se repara, se arregla y sigue funcionando, pero que muy posiblemente
se vuelva a trastornar.
Pero la cibernética de segundo orden ya no sólo estudia al sistema o al
concepto cibernético, sino también al cibernetista (Feixas, 2000), es decir, al
observador, como parte del sistema mismo, en ella emergen diversas
preguntas: ¿Cómo operan los sistemas y en ellos los observadores?, ¿cómo
operan ellos mismos en su observar, siendo que toda variación perceptual en
ellos (su propio conocer) es función de las variaciones perceptuales que ellos
mismos experimentan? Ya desde la perspectiva del conocer humano ¿Cómo
puede una persona conocer su propia actividad cognoscitiva (aquello que desea
conocer) si es a la vez su propio instrumento del conocer? Por tanto estas
preguntas comienzan a dar paso a una nueva postura de hombre en relación al
mundo y a la misma ciencia, proponiendo no un solo camino sesgado a la
descripción observada, sino permitiendo la aparición a la pluralidad de caminos
en la relación hombre y mundo y dicha diversidad será fundamental para la
postmodernidad.
El desarrollo de la cibernética de segundo orden, presenta profundas
similitudes con respecto al de la teoría general de sistemas propuesto por
Ludwing Von Bertalanffy (1976) puesto que tiene una concepción sistémica de
la realidad (Jutorán, 1994).
Bertalanffy (1976, citado por Jutorán, 1994), definió el concepto de
sistema como estructuras de elementos complejos en interacción (p.11). Son un
conjunto de elementos dinámicamente estructurados cuya totalidad genera
unas normas de funcionamiento en parte independientes de aquellas que rigen
el comportamiento de sus unidades.
Tanto la teoría general de sistemas como la cibernética, (Feixas 2000)
confluyen en una definición del ser humano considerándolo como un sistema
viviente que se construye y desarrolla en interacción con el entorno e impacta
sustancialmente desde su experiencia en la construcción de conocimiento de sí
mismo y de su entorno. Para muchos autores postmodernos, los sistemas son
considerados como aquellas constantes conversaciones o diálogos que giran
en torno a un problema, resaltando básicamente las diversas conversaciones
que pueden emerger (Anderson y Goolishian, 1996)
Es paradójico como a pesar de la rigurosidad de la modernidad y el
sesgo que se exigía dentro de la ciencia, el que todos deberían caminar por un
solo camino llamado la verdad única y donde en este supuesto único camino se
comienza a darse una cantidad de cambios que conllevaran a una nueva visión
epistemológica. Cambios y descubrimientos que permitirán al hombre
mantenerse en constante comunicación unos con otros como resultado de la
aparición de la tecnología y que cambiará la forma de vivir, sentir y de ver el
mundo.
Otra característica de la modernidad es el surgimiento de los avances
tecnológicos como consecuencia de la guerras mundiales, ya que el deseo
humano era el perfeccionamiento de las armas, pero a su vez la innovación de
objetos observables que facilitarán nuevas conquistas, aumentando el progreso
de la humanidad.
De los primeros avances tecnológicos que surgen en la modernidad es la
máquina, ya que con todo el desarrollo mercantil e industrial, dicho artefacto
produciría no solo más recursos económicos, sino que daría trabajo a muchos
hombres, pues tendrían que ser operada por alguien, lo que conlleva a un
enriquecimiento en el campo industrial.
Pero no es sólo en el trabajo lo que la tecnología influye, también en el
campo social y esto nos parece fundamental, ya que permite la aparición de la
saturación de información y por tanto del pluralismo como elemento importante
en la postmodernidad y a su vez un cambio de manera significativa en la nueva
formulación de yo. Lo que surge son formas en un primer momento de medios
para que lo lejano geográficamente se haga más posible y fácil de acceder y el
desplazamiento del hombre que a través de sus viajes, le permite enlaces
interculturales que van haciendo que los aspectos sociales se vayan
modificando por la influencia de otros. Aparecen medios de transporte como el
ferrocarril que posibilita el desplazamiento de un lugar a otro y de la
disponibilidad de agilizar y mejorar la comunicación escrita o envíos postales a
diversos destinos portando consigo expresiones culturales, emocionales e
intelectuales.
Pero este descubrimiento sigue impulsando al hombre a nuevas
creaciones y aparece el teléfono, la radio, la televisión y el cine, que le permiten
recibir información constante de diversas partes del mundo en un mismo
instante y que antes era imposible de lograrse. Estos avances tecnológicos
permitirán abrir un vasto abanico de expresiones de comunicación verbal e
impersonal donde se amplía rápidamente la comunicación local, nacional, pero
también internacional.
Aparecen los sofisticados medios de comunicación aéreos donde el ser
humano comienza a tener acceso a estar en diversos lugares del mundo en
corto tiempo lo que posibilita un intercambio de significaciones culturales y los
seres humanos van ampliando la información comunicacional de manera
constante y rápida comenzando a ser influidos por dichos factores culturales.
Surge el ordenador, los computadores y el internet que nos da la
posibilidad de estar comunicados en un mismo instante con diversas personas
en un mismo momento desde cualquier parte del mundo, aun con personas
desconocidas, pero que entran en la experiencia de interacción humana,
recibiendo información de diversos países, lugares, lenguas, culturas, llegando
a saturar la información que diariamente recibimos.
Finalmente, aparecen los avances satelitales y el deseo de gobernar el
universo entero, construyendo los cohetes y las naves que llevaran al hombre a
lugares impensables en la edad moderna, como el viaje a la luna y a la
ubicación de diversos satélites artificiales en la órbita espacial, con diversos
fines científicos comunicacionales, donde se abrirá aún más la comunicación
portátil manual y viajes espaciales, entre otros.
Con todos estos nuevos avances en la modernidad, nos surgen las
siguientes preguntas: ¿De qué manera dicha innovación cambia la forma de
vida en el hombre?, ¿frente a tanta información constante que recibimos de qué
manera se afecta el concepto de yo individual de la modernidad?. Dichas
preguntas se analizaran en el siguiente apartado.
5.1.3. Del concepto de hombre moderno al nuevo concepto de yo postmoderno
desde la propuesta de Kenneth Gergen como construccionista social.
El
concepto de hombre moderno es totalmente positivista considerado igual a
cualquier otro organismo de la naturaleza, es decir, responde de la misma
manera que un animal ante diferentes estímulos del medio. Es por esta razón
que el concepto de hombre se homologa con un ser mecánico, condicionado,
determinado por el medio y por los estímulos que reciba de éste, afirmando la
individualidad y olvidando al hombre como ser emocional y más aún relacional.
La ciencias cognitivas por su parte, comparan al hombre como si fuera
un ordenador que recibe información y la almacena en su disco duro o mente,
permitiendo identificarlo como un ser racional que a través de sus procesos
psicológicos superiores conoce el mundo en su descripción exacta, un ser
riguroso e individual que solo él y pareciera que sin la ayuda de los demás,
sería el conocedor de las verdades totalizantes y universales.
Para
estos
nuevos
científicos
modernos,
como
esbozamos
anteriormente, el hombre era también conducta donde es de suma importancia
el medio, ya que consideraban que los individuos no actuaban a partir de sus
ideas, sino que operaban como reflectores pasivos de diversas fuerzas y
factores presentes en su medio (Balbi, 2004). Se postuló un elaborado conjunto
de explicaciones que detallaban los principios del condicionamiento y del
refuerzo, con el fin de explicar cómo se producía el aprendizaje y se formaban
las conductas particulares. Se suponía que la ciencia de la conducta, tal y como
lo proponía Thorndike (1904), Watson (1913), Pavlov (1930) y Skinner (1948),
podía dar cuenta de cualquier cosa que un individuo hiciera. Por tal motivo, el
pensamiento no importaba mucho, a no ser que se redefiniera simplemente
como conducta encubierta, entonces los modelos mecanicistas en lo referente
al arco reflejo explicarían la conducta humana. En este momento de la historia
el conductismo vino a responder las inquietudes de la comunidad científica.
Es el caso de Skinner (1948), que se interesa por el método experimental
y la forma de estudiar al hombre como un ser totalmente conductual siendo este
el objeto de estudio y llegó a la conclusión que no eran los pensamientos o
ideas del hombre que lo llevaban a realizar la conducta, sino, los reflejos
pasivos de diversas fuerzas y factores presentes en el medio.
Además, el objetivo de la psicología de Watson (1913) comentado por
Balbi, (2004), fue la de regular la conducta humana y para lograrlo se requieren
métodos más veraces que la introspección donde las variables fueran
observables. Pavlov (1930) con su condicionamiento reflejo cumple de manera
acertada con lo que en el momento esperaba y cumplía con los requisitos del
método conductista. En realidad daba cuenta de que la personalidad de un
individuo eran sus condicionamientos asumidos por sus experiencias de
estimulo-respuesta.
Pero, no son los hechos los que nos afectan, sino el significado personal
atribuido a ellos (Beck at t, 1985, citado por Botella, 2002), es decir, no son los
sucesos en sí mismos los que producen en los seres humanos determinado tipo
de comportamiento, como lo planteaba por ejemplo el conductismo, sino que es
la interpretación que cada persona le da a los acontecimientos, lo que produce
en ella, unas emociones y unas formas de reaccionar y de enfrentar los hechos,
lo que la edad moderna había ignorado casi que por completo.
A finales de la modernidad e inicios de la postmodernidad, se va
considerando al hombre como un sistema abierto (Balbi 2004), dado que
experimenta trasformaciones y es permeable al entorno en que se constituye e
interactúa. Las propiedades de los sistemas abiertos, en los que se encuentra
inmerso el hombre, son planteadas por Balbi, (2004) y fundamentalmente son
tres: Totalidad: donde cada parte del sistema se relaciona con el resto, de
manera que un cambio en un elemento provoca cambios en los otros y define al
sistema como un todo. La Retroalimentación: en la interacción con el medio, el
sistema recibe información que puede ser positiva o negativa, existe entonces,
una relación recíproca entre el sistema y su entorno y finalmente la
Equifinalidad: donde los sistemas llegan a tener características similares a
pesar de haber sido diferentes en su estado inicial.
Esto va permitiendo el paso de un nuevo concepto de ser humano,
donde Jerome Bruner (2000) acogerá el planteamiento de Wilhelm Dilthey
(1907) que basa su teoría en el ser humano como un ser cultural que puede
formarlo y guiarlo, ya que las personas están en un perpetuo cambio. Se resalta
en el individuo la manera como el significado de la cultura es lo que lo hace
como tal, más que la biología que lo limita, pero como afirma Bruner (2000) La
cultura tiene incluso el poder de ablandar esas limitaciones. Además, se da
cuenta cómo las mentes comienzan a formarse a partir de la cultura y es allí
donde el hombre se adapta para vivir. Bruner (2000) propone que sin el papel
constitutivo de la cultura somos monstruosidades imposibles (…) animales
incompletos que nos completamos y terminamos a través de la cultura (p.54),
por tal motivo, el hombre es y se va construyendo en la cultura, donde se
encuentran símbolos comunes con significados e interpretaciones compartidos
desde la experiencia individual.
Pero es desde la relación hombre - cultura, que precisamente Vygotsky
(1979), explica la construcción y transformación de la acción mental, es el caso
de los procesos psicológicos superiores y la acción humana quienes tienen sus
raíces en la vida social. Plantea que en la medida que va evolucionando lo
social y cultural de igual modo ocurre con el desarrollo cognoscitivo del sujeto,
ya que está unido a los miembros de la comunidad, lo que significa que las
operaciones mentales se realizan desde la transformación que se hace desde lo
social a lo individual. Lourdes Sánchez (2003) lo expone como una operación
que inicialmente representa una actividad externa que se reconstruye y
comienza a suceder internamente, pero también es un proceso interpersonal
que
queda
transformado
en
otro
intrapersonal
y
adicionalmente
la
transformación de un proceso intrapersonal es el resultado de una prolongada
serie de sucesos evolutivos.
Las propuestas sociales dejadas a un lado por la modernidad, se van
rescatando no solo por los cambios culturales predominantes en la
postmodernidad, sino por la importancia que van teniendo las relaciones
interpersonales a partir de los avances comunicacionales de la modernidad, ya
que no puede existir un rompimiento en la relación existente entre la realidad y
su conocimiento, siendo este último un producto de la construcción social
(Gergen, 1999). Lo que nos lleva a pensar que el hombre conoce a través de
los intercambios constantes entre las personas a través de instrumentos como
el lenguaje, el significado y la comunicación.
Vygotsky (1979), plantea un concepto que nos llama la atención y es el
de mediación que surge de la relación existente entre el ser humano con el
ambiente, donde se hace necesario mediar a través de los signos siendo estos
el lenguaje, la escritura con toda su riqueza literaria y los números, que son
creados por las sociedades y las culturas en diversos contextos temporales y
que de alguna forma evolucionan con el cambio del desarrollo socio-cultural.
Estos signos, según Vygotsky eran internalizados desde las primeras etapas del
desarrollo infantil y transformaban la conducta de los hombres, llegando a
concluir que el mecanismo de cambio evolutivo del individuo halla sus raíces en
la sociedad y la cultura. (p.26)
Para Vygotsky (1979) tanto el conocimiento lego como el científico
dependerán siempre de lo cultural y social. En la misma línea, pensaríamos que
Gergen (1999) coincide con Vygotsky(1979), porque para ambos el elemento
social juega un papel primordial en el conocimiento y en el hombre definiéndolo
como un ser social y relacional.
Adicionalmente, Kenneth Gergen postula que para los construccionistas
sociales, el hombre se hace en la relación social, que Vygostky (1979) llamaría
una construcción interindividual, donde por medio de la comunicación y el
lenguaje se llega al conocimiento.
Pero no solo Vygostky (1979) da visos de considerar a un hombre social,
sino que también podríamos hacer referencia de George H. Mead (1934)
pensador norteamericano, que se esfuerza por demostrar que la persona es el
producto final del proceso de interacción social y tiene un carácter distinto al del
organismo fisiológico. La persona sufre un desarrollo que surge en el proceso
de la experiencia y de las actividades sociales. Así mismo, dentro de las teorías
evolutivas, sostiene que un niño presenta la capacidad de ponerse en el lugar
de los otros y puede adoptar los roles y actitudes de los demás. Plantea
además, que dentro de dicha evolución del niño está el gesto significante
(Mead, 1934, citado por Balbi, 2004) siendo un elemento que anticipa acciones,
avisando lo que va a ocurrir y no como elemento comunicativo, pero a su vez,
los seres humanos nos comunicamos a través de los gestos y que el otro los
significa, lo que implica que se anticipa el efecto que generará el receptor,
generando una respuesta con quien se está comunicando o a quien se está
dirigiendo.
Para Mead (1934), la experiencia humana es un acto constructivo desde
lo relacional y lo social. Y el ser humano es un constructor de su entorno y
desde su planteamiento del interaccionismo simbólico plantea a un ser
individual, pero con una fuerte influencia social, donde el conocimiento es
posible en el campo social y la comunicación es relevante como elemento
relacional con contenidos simbólicos que permiten la significación de la
conducta.
Algo que nos parece importante resaltar de Mead (1934) es como los
seres humanos tienen la capacidad de autoreflexión y como puede pensar en sí
mismo y a su vez en sus propias acciones, pero lo interesante es que para
Mead dicha autoreflexión o la autoconciencia siempre se ve influenciado por los
otros. Por tanto, el hombre es un ser que está ligado a los demás seres
humanos desde sus acciones y como dice Gergen (1999), desde un sentido de
significativa dependencia, donde las relaciones se hacen esenciales.
Esto dio paso a un nuevo concepto de individuo relacional, como fruto del
deseo crítico hacia la modernidad y que Kenneth Gergen desde 1970 había
planteado con el deseo de dar mayor importancia a lo humano y resaltar la
experiencia social que se iba convirtiendo en algo más prometedor,
apartándose de las ideologías tradicionales, considerando al hombre no como
un ser individual y solitario, sino como un ser social, contenido por una amplia
gama de elementos comunicacionales con una influencia social que invaden la
vida del hombre, permitiendo a éste ampliar cada vez más su campo relacional.
Una multitud de información que influye en el ser humano y que Gergen (2001)
llamará saturación, término que ampliaremos más adelante, pero que surge
como producto del avance en las comunicaciones descritas anteriormente, que
posibilita al individuo a recibir información constante en un mismo tiempo desde
diversos lugares de personas que posiblemente no conoce. A su vez, se van
entrelazando
constantemente
relaciones
que
se
van
convirtiendo
en
significados relacionales importantes (Gergen, 2001).
Todo lo anterior, nos permite dar paso al concepto de hombre social y
relacional y para ello Gergen (2001) desde el construccionismo social será de
nuestro interés, ya que nos plantea un nuevo concepto de yo como base
epistemológica para la conceptualización de la subjetividad y surge como fruto
de la aparición de la tecnología que trajo consigo un gran número de relaciones
que Gergen (2001) llamaría el yo saturado.
El término saturación desde Gergen (2001), es comprendido como la
constante presencia de muchas personas que en el diario vivir circulan a
nuestro alrededor en un mismo instante en el desplazamiento a sus lugares
laborales, a la visita al médico o en el devenir de los constantes negocios o
actividades diarias y que a pesar de buscar independencia es necesario ser
reconocidos por otros, por tanto estamos en relaciones constantes a pesar del
esfuerzo por ser independientes y autónomos, ya que estamos expuestos a
infinidad de información a través de la constante interacción social tanto
personal como a través de los novedosos y sofisticados medios de
comunicación de la cual somos saturados y a pesar de que en algún momento
nos sintamos solos o busquemos aislarnos, siempre estaremos entramados en
las experiencias relacionales que hemos tenido desde el mismo instante de
nuestro nacimiento.
Además, dicha saturación comunicacional influye en el concepto de yo,
ya no entendiéndolo como un yo individual, sino un yo que tiene la posibilidad
de reformular cada nueva relación con una gama de información que lo lleva a
convertirlo en un yo múltiple (Gergen, 2001).
El yo saturado (Gergen, 2001) comienza a ser parte de las múltiples
relaciones que cada vez van apareciendo por medio de los avances técnicos,
los cuales dan pasos a nuevas tareas que llevan a ahogar las actividades
cotidianas de los seres humanos, como es el caso de responder a las exigentes
comunidades de chat o respuestas a correos por internet llamados comúnmente
como live-Messenger que traduciéndolo textual sería algo así como vida mensajero o simplemente las innumerables nuevas formas de conexiones que
llenan al hombre en un ilimitado y constante saturación social, pero a su vez,
permiten reducir el tiempo y el espacio a través de modernos medios de
comunicación entre unos y otros, incrementando el contacto y el enlace de
pensamientos, expresiones e ideas que se van manifestando a través de la
diversidad relacional. Es un yo saturado influido por una cantidad de otros yoes
al mismo instante, que lleva a un cambio de ese yo individual modernista, no
siendo un yo básico, sino un yo relacional.
Por tanto, si cada voz expresa a un individuo diferente, por la misma
razón no podríamos hablar de un ser humano independiente, de un ser
simplemente biológico o un hombre conformado por átomos o reducido en el
concepto de un ser vivo que aprende y reproduce lo aprendido como una
máquina. La pluralidad, multidiversidad o la multitud de avances tecnológicos,
específicamente, las innumerables formas de comunicación que surge en la
postmodernidad, permiten avisar un nuevo concepto de hombre relacional que
se construye y reconstruye. El yo se fundamenta en las relaciones (Gergen,
2001), pero esa conciencia de construcción va influyendo en el concepto de yo
y de las relaciones, donde la conciencia sufre un cambio cualitativo. En el
mundo posmoderno, el yo puede convertirse en una variedad de expresiones
relacionales.
El yo postmoderno se construye en tres fases esenciales que Gergen
(2001) nos propone en su libro. El yo saturado y nos parece importantes para
nuestra base epistemológica desde el construccionismo social para los
resultados de nuestra investigación teórica.
Una primera fase la denomina el manipulador estratégico (Gergen, 2001,
p.207) donde entra a consideración el concepto modernista de la confiabilidad y
la continuidad del sentido mismo del yo. Pero con la aparición de las múltiples
formas de comunicación, nos vemos influenciados por la cantidad de variadas
relaciones constantes a través de todo el mundo en un mismo momento, lo que
hace que el yo se transforme y se reconstruya de manera permanente, siendo
influidos por los otros, las demás culturas y por las diversas experiencias
sociales. Ya no existe una identidad totalizante y tangible como en la
modernidad, ya que el hombre postmoderno participa de diversos roles de
manera estratégica, según su encuentro relacional sea laboral, familiar, lúdica,
espiritual y muchas otras formas de vida que se hacen presente en la
experiencia cotidiana y por tal, el yo actúa en estos casos como un manipulador
estratégico ante las diferentes situaciones.
En una segunda fase de la formación del yo postmoderno lo
encontramos en lo que Gergen (2001) llama la personalidad pastiche (p. 211).
Personalidad que imita elementos de identidades de diversos orígenes y que se
adaptan a una determinada situación desde las diversas formas sociales que se
presentan y que puede ser beneficioso en lo familiar, laboral, lúdico y social en
la vida del hombre, permitiendo un cambio en el yo que se hace cambiante por
el mismo desarrollo evolutivo de la cultural y por la influencia de otros, donde se
abre a la mayor amplitud de posibles experiencias y roles que día a día vivimos.
Para la personalidad pastiche, el yo siempre estará en un constante
cambio ya que se construye en el ambiente social, donde el pluralismo hace
énfasis en la multiplicidad de expresiones y manifestaciones que surgen de
manera constante en el espacio y el tiempo.
En la última fase, se hace frente al yo autónomo que abre camino al yo
relacional (Gergen, 2001, p.218) que podríamos llamar un nosotros,
entendiendo este concepto como un proceso social y no como una imposición
de la identidad de otros. Esto nos permite discutir y transformar el concepto de
individuo como centro del saber, como heredero de lo racional y dar paso a un
yo que se construye y reconstruye en el mundo social y este yo relacional está
determinado por otras personas de la misma o de distintas culturas y
manifestaciones sociales.
Adicionalmente, el yo relacional tiene su base y expresión máxima en el
lenguaje que cobra sentido en relación a los demás. Las palabras y los gestos
serán relevantes en la medida que tengan sentido con otro, de lo contrario sería
palabrería. Cada silaba, cada gesto, cada movimiento, cada silencio tiene su
sentido y significado cuando el otro se lo quiera dar a través de los intercambios
de significado que se presentan a través de la comunicación, lo que implica que
sin relaciones no hay lenguaje que conceptualice las emociones, pensamientos
o intenciones del yo relacional.
Además, podríamos pensar que el yo deja de ser el foco de los triunfos o
frustraciones y esto queda determinado por las relaciones. Solo alcanzamos a
ser interesantes o atendidos o nos podemos lamentar si hay otro que signifique
nuestra experiencia de vida. Lo que nos llevaría a pensar que no es el sujeto el
que se consideraría enfermo, sino las redes sociales de las que formamos
parte, siendo un concepto esencial en el momento de pensar en la importancia
de la práctica terapéutica.
Finalmente, sí el yo individual de la modernidad ha dado paso a un yo
relacional en la postmodernidad y si hemos enfatizado en la importancia de la
comunicación con diversidad de matices y formas, influidos por culturas,
tradiciones y grupos sociales en este siglo XXI, también las familias se han
venido transformando por dicha saturación, permitiendo nuevos roles en sus
miembros y abre nuevos espacio de relaciones y de comunicación familiar,
tema que ampliaremos a continuación.
5.1.4. La familia moderna y el surgimiento de la familia postmoderna y sus
nuevos roles en el sistema. El siglo XIX, se caracterizó por ser la época del
romanticismo y la relevancia del ser humano de estar en la cercanía de la
deidad. Una deidad que estaba estrechamente relacionada con el alma, lo cual
se experimentaba a través de la experiencia interior y era allí donde habitaba
los sentimientos y las emociones. El amor es el sentimiento más relevante en
este siglo relacionándolo básicamente con la cortesía, la galantería de los
hombres
hacia
las
mujeres,
específicamente
en
las
clases
sociales
económicamente altas, pero a su vez dentro del pueblo, el puritanismo y la
virginidad se convierten en factores importantes de dicha época (Gergen, 2001).
Por ende, la aspiración era el de descifrar el significado de lo que era el
amor, definiéndolo como la unión entre dos almas, enmarcado en lo misterioso,
pero también en lo místico, en lo profundo del interior de cada ser (Gergen,
2001) y en el campo de lo sagrado. La amistad y la conformación de la pareja
se convertían en una relación de veneración y adoración dentro de un contexto
hierático.
El amor profundo era esencial, los vínculos románticos, tiernos, cariñosos
se convertían en relaciones de devoción, lo que implicaba que la pérdida de un
amigo, la pareja o un hijo, era un dolor intenso en el interior del alma. Esto da
paso a lo que Gergen (2001) denomina como la concepción romántica del yo
(p.43). Un yo romántico que en algunas culturas sigue vigente y que permite
idealizar las relaciones humanas, donde la vida y la base de las familias se
fundamentan en relaciones de amor. En la época del romanticismo, se deseaba
la muerte para el encuentro con los seres que se aman y han partido. La
angustia era constante y el deseo de morir aumentaba, algo desastroso para la
humanidad frente a esta visión reduccionista de las relaciones.
El yo romántico (Gergen, 2001) se unificaba al alma y ésta por tanto a
Dios, lo que permitía la unión entre el individuo y Dios, conceptualizando las
relaciones en el campo divino e inmortal. Es por esto que los brujos, espiritista y
las sesiones de comunicación con los del más allá se hacen comunes en esta
época romántica.
El siglo XX, por su parte, marca un nuevo concepto de relación, de
familia y de pareja. La pareja (Campo, C. l Linares, J. 2002) se definía
básicamente en la unión de dos personas, casi siempre de distinto genero y de
diversos vínculos cercanos que desean compartir un mismo proyecto de vida
con el objetivo de apoyarse mutuamente.
A inicios de este siglo XX, el patriarcado era característica esencial en las
familias, desafortunadamente primaba la desigualdad y las relaciones
comunicacionales y el valor de la palabra y la expresión se contextualizaban
dentro de lo jerárquico. Las familias patriarcales se conformaban por medio de
acuerdos y negociaciones entre familias, lo que se llamaban parejas
concertadas (Troya, E. 2000), donde la elección de la pareja era definida por los
padres y se contraía matrimonio aun sin ni siquiera conocerse, pero se tenía en
cuenta elementos como la religión, el lugar geográfico donde vivían, el apellido
o generaciones anteriores familiares, la nacionalidad, entre otros factores para
dicha decisión.
Esta malograda conformación familiar estaba representada por rangos
claramente definidos y una desigualdad marcada entre el hombre y la mujer. El
hombre tenía el rol de ser la figura que trabajaba y que aportaba con la
solvencia económica en la familia, lo que le permitía tener el poder de exigir y
gobernar casi que a su antojo y capricho. Duraba largas horas ausente del
hogar por su labor y era quien tomaba las decisiones fundamentales dentro de
los vínculos afectivos cercanos, lo que hacía que dentro de las familias existiera
una comunicación unidireccional, monologa, mandataria de parte del esposo,
del padre y el diálogo era totalmente limitado o en ocasiones escaso.
Por su parte la mujer dentro de estas familias patriarcales tenía un rol
inferior dentro de este nivel jerárquico (Troya, E. 2000), con una actitud de
sumisión y obediencia. Su papel era reducido a los asuntos domésticos y a la
crianza de los hijos, impidiéndole la participación social.
En este tipo de conformación familiar, se caracteriza por la ausencia de
sentimientos y la aparición de familias extensas, donde el número de hijos era
ilimitado y el deber de educarlos pasaba a manos de la madre.
Dentro de las familias modernas, se conforman códigos, normas y reglas
de forma ordenada y estructurada que permiten el desarrollo familiar, más sin
embargo, a semejanza de las características modernas, podríamos pensar que
se centran en la importancia de las normas legalistas, olvidando el diálogo entre
sus integrantes, convirtiéndose el padre en el impositor de leyes y la esposa e
hijos en cumplidores.
Pero con la aparición de la revolución industrial y el avance tecnológico
en la modernidad, no solamente se plantea un yo saturado (Gergen, 2001). La
familia también se satura y se han visto socialmente inundadas de nueva
información, familias llenas de demandas por la saturación de información y de
nuevos roles, donde se hace necesario la comunicación coordinada
colaborativa y el suplemento, concepto que reflexionaremos en el próximo
numeral de nuestra investigación.
Las nuevas formas de roles dentro de las familias se inicia en la década
de los cincuenta, donde a la mujer se le permite entrar en el campo laboral y
académico y ella en relación al hombre asume un rol de igualdad. Padre y
madre en relación de iguales, pero ambos jerárquicamente en un nivel más alto
en relación a los hijos. A mediados del siglo XX, las mujeres salen a trabajar
después de tanto encierro en sus hogares y el aspecto económico favorece el
trabajo de la mujer donde ellas entran en el campo que anteriormente era
restringido solo para el hombre (Troya, E. 2000).
La negociación familiar se hace de forma diferente. No son las familias
quienes toman la decisión de con quién y porque casar a sus hijas. Ahora se
hace entre la pareja quienes deciden con quien hacerlo y entre ellos conforman
su proyecto de vida. De familias extensas se pasa a familias nucleares,
conformadas por ambos padres y pocos hijos por el nuevo rol laboral de la
mujer.
Este nuevo rol femenino trae consigo una crisis en las familias, donde se
ve la necesidad de resignificar si es la mujer quien solo se encarga de la
educación de los hijos y de las tareas domésticas o si el hombre le corresponde
participar de dicha responsabilidad, ya que la mujer permanece menos tiempo
en el hogar por los horarios de trabajo.
Con la propuesta postmoderna, donde el concepto de yo tiene su origen
en las relaciones sociales y como lo relacional es el centro de todo (Gergen,
2006) y en estas relaciones sociales como decíamos en el apartado anterior, se
presenta una expansión de múltiples relaciones, nos damos paso a otro nuevo
concepto o estilo familiar que denominaremos en esta tesis teórica como familia
postmoderna, siendo el concepto de familia tradicional devastado por el avance
tecnológico y la influencia de ideas que viene con la creatividad comunicacional.
Básicamente, las familias postmodernas tienen la posibilidad de disminuir
y planear el número de hijos a tener, también en ellas aumenta
considerablemente
las
relaciones
sociales,
producto
de
los
avances
tecnológicos y la aparición de los modernos medios de comunicación. Las
familias postmodernas se ven saturadas o llenas de información y
comunicación, dedicando parte de su tiempo en responder correos, o en
conversaciones en chat o también revisando páginas virtuales sociales entre
otras, lo que lleva a sus miembros a aislarsen con la aparición de los nuevos
medios de comunicación. Esto si bien permite que los vínculos afectivos
cercanos se encuentren en la misma casa, también como afirma Gergen (2006)
se ausentan psicológicamente por estar en sintonía con la televisión, el internet
o el teléfono en sus diversas formas. Hasta el punto que los hijos prestan más
atención a la sabiduría encontrada en estos medios de comunicación que a la
educación que sus padres les brindan.
Adicionalmente, la familia postmoderna se caracteriza por el cambio de
roles entre el hombre y la mujer ya que aparece el deseo democrático de ella de
buscar la igualdad tanto en el campo laboral, como académico, profesional y
social en relación al hombre y él se esforzará por hacer resurgir de las cenizas
el patriarcado moderno. Los hijos pequeños, en este nuevo rol familiar, pasan
su gran parte de tiempo en el cuidado de instituciones encargadas para ellos y
los valores dan un vuelco dramático dentro de la familia.
Este cambio de roles han dado como resultado el surgimiento de familias
monoparentales donde las madres se hacen cargo solas de la educación de sus
hijos creando redes sociales de apoyo como instituciones, amigos, vecinos,
parientes cercanos para el cuidado de éstos mientras trabajan. Además ha
aumentado el deseo de padres separados de sus cónyuges que se quieren
hacer cargo de sus hijos.
Esto trae consecuencias en el aumento de mujeres que desean vivir un
estilo de vida más independiente, divorciadas y solas profesionales, con
insatisfacción sentimental y hombres que aun no aceptan dichos cambios en la
mujer ya que sienten que siguen teniendo más poder. Adicionalmente, aparece
la crisis de la mediana edad en los matrimonios entre dieciocho a veinte años
donde la causa de dichos conflictos surgen de los deseos de poder de parte de
cada uno de los miembros de la familia (Beck, 2001). Esta crisis se compara
con la de los adolescentes que buscan autonomía y autoafirmación por la vida,
desean liberarse de la unión simbiótica del otro. Todo a causa del proceso de
individuación.
Pero ahora, en la familia postmoderna se le da énfasis a la educación y
la socialización como unidad básica para el avance industrial y la prosperidad y
como consecuencia de esto, los miembros en la familia se ven sin tiempo y sin
espacio, estando sumidos y aislados en múltiples quehaceres y de ahí se ha
venido cuestionando la dedicación por el mundo laboral, apartándose de las
relaciones constantes e individuales entre los miembros familiares.
Adicionalmente, se busca en las familias postmodernas el individualismo
afectivo y la libertad del individuo (Roca, 2008), derogando el concepto del amor
de pareja como el encuentro de la media naranja que se complementaban. Lo
que da paso al aumento de divorcios y separaciones, desinstitucionalizando el
matrimonio y aumentando aun la separación de las segundas nupcias. Pero a
pesar de esto, la paternidad y maternidad se conservan lo que implica que si
bien la separación de parejas ha aumentado, se conserva el estilo de familias
con padres separados.
La diversidad de tipos familiares en la postmodernidad (Roca, 2008) es
ahora característica relevante, ya que surgen de manera más frecuente parejas
en sus segundos o más matrimonios, donde nos encontramos con hijos con
varias madres o padres de complejidad parental. Familias conformadas por
parejas de hecho, donde luego de la separación uno o ambos cónyuges inician
una nueva relación sin ser formalizada por ningún tipo de vínculo matrimonial.
Familias monoparentales donde los encuentros entre los ex-esposos se
presentan de forma esporádica. Además, la soltería, antes considerada como
un fracaso vital o algo inequívoco, donde la persona se consideraba con pocas
virtudes para vincularse afectivamente, ahora es una posibilidad de vida entorno
a la individualización.
5.2.
La comunicación coordinada colaborativa y en ella el lenguaje, las
narraciones y el suplemento como agente de cambio desde Kenneth
Gergen
Dentro de las diversas posturas que van apareciendo a finales del siglo XX y el
siglo XXI y que han recibido el nombre de postmodernidad, presentan algunos
elementos comunes que las caracterizan, entre ellas resaltamos la crítica a las
prácticas y formas metodológicas del positivismo moderno, el paso del saber
privilegiado a la relativización del mismo a través de la relevancia en la
significación social y cultural y el salto de las perspectivas modernas científicas
rigurosas a la importancia de la experiencia narrativa, el análisis del discurso y
el valor de las relaciones y no el del individuo con una mente individual.
La inconformidad a la modernidad es lo que permite el surgimiento de los
nuevos enfoques postmodernos, pero en nuestra investigación nos centraremos
de manera específica en los planteamientos del construccionismo social desde
la perspectiva de Kenneth Gergen. Ésta postura nos posibilita nuevas visiones
tanto en el pensamiento social, como en la psicología, ya que no busca
exactitud en el conocimiento, sino enriquecernos con su diversidad de diálogos
donde cada uno aportará un valor relevante y significativo.
El construccionismo social consiste básicamente en dar relevancia al
individuo como ser relacional y no como un ser individual, lo que lleva a
reconsiderar la importancia de las diversas conversaciones que surgen en el
mundo y que conlleva elementos importantes como son los significados, las
comprensiones, los conocimientos y todos aquellos valores colectivos (Gergen,
2005, p. 34) que hacen parte de las diversas culturas. Estas conversaciones no
tienen como finalidad el imponer una verdad que será una autoridad en el saber
y que se convertiría en ley universal. Lo más importante es que las múltiples
conversaciones se consideran como un elemento heurístico que se coordinan
mutuamente y que aportarán de manera significativa al campo académico como
forma de reflexión y al ejercicio mismo de la terapia, donde el diálogo es
fundamental porque es allí donde se construye y reconstruye la experiencia de
vida y es lo que nos interesa específicamente en esta tesis.
El construccionismo social rescata el valor de la comunicación, donde los
diálogos de vida constantes nos permiten el encuentro de infinidad de ideas,
sentimientos y experiencias vividas narradas de formas variadas y no se
pretende reducir la vida a un acuerdo especifico. Se resalta el aporte del
lenguaje en los constantes encuentros dialógicos siendo múltiples e importantes
como parte misma de la comunicación.
Por tanto, el Construccionismo Social no pretende imponer una
teoría que describe la realidad puntual entendiendo éste concepto como el
ver el mundo tal cual es. Para algunos como Morales, (2002) es una
metateoría, donde la dinámica social se hace necesaria y parte de la
crítica a los fundamentos modernos, para trasladarse a las disposiciones
de la acción. La metateoría porta conceptos, ideas, pero básicamente
acciones
sociales,
con
una
propuesta
epistemológica
específica,
permitiendo miradas diversas a la realidad y a las experiencias de vida. El
construccionismo social es por tanto, una forma de abrir camino a una
nueva visión social que nos ayuda a repensar la sociedad y a los sujetos
que hacen parte de ella (Gergen, 1999).
De lo anterior, nos parece significativo como la psicología social, desde la
mirada del construccionismo social dio un giro, de tratar las cosas que pasan en
la cabeza del individuo, hacia la atención que se centra en lo que pasa entre, y
no en lo que pasa dentro, en el interior (Gergen, 2006, p. 65). Es en la
inmersión de las relaciones donde de manera constante estamos en procesos
relacionales en sí mismos y donde la forma de comunicación, el lenguaje, y el
significado hacen parte de dicho proceso. Todo se origina desde el mundo
relacional y desde esta perspectiva se podría entender de manera diferente el
mundo y el yo.
A diferencia del constructivismo, el construccionismo social como base
epistemológica propone que el individuo es definido en una constante
dimensión social y no como seres humanos en mundos aislados. No es la
realidad independiente la que lleva a los individuos a percibirla y leerla, por
tanto, como cuestiona Gergen, (2005) de qué manera la interioridad psíquica
puede reflejar el mundo exterior (p. 25). El individuo interioriza su contexto
relacional y la expresión psíquica se canaliza relacionalmente y de acuerdo a
parámetros socialmente sancionados.
Si
lo
social
es
relevante
para
construccionismo
social,
necesariamente lo es también la comunicación y el lenguaje. Dentro de
toda comunicación encontramos un lenguaje cargado de un sinnúmero de
signos y éstos a su vez con una cantidad de significados e intenciones que
son compartidos por diversos sujetos, dando así no una cualidad
especifica y universal a los objetos, sino que simplemente el signo nomina
al objeto para diferenciarlo de otros y así hacer parte del contexto socio
cultural.
Por tanto para esbozar el aporte de la comunicación con sus
elementos esenciales ya nombrados, hagamos un rápido recorrido por el
siglo XX y como la postmodernidad permite emerger la relevancia del
lenguaje dentro de nuestras constantes relaciones.
5.2.1. El lenguaje en la modernidad. El lenguaje desde una visión moderna,
estaba totalmente enmarcado en el día a día con características propiamente
individuales y la descripción de los hechos o personas eran limitadas por esa
misma individualidad, es decir, se reduce a detallar un mundo observado. Era
un lenguaje rígido y soberbio, que giraba de manera constante alrededor de la
supuesta verdad absoluta, esto posibilita el concepto de teoría que es la
recolección de datos o hechos observados aceptados por un grupo de personas
con fines comunes a dichos modos de acceder al conocimiento (Gergen, 2006).
El lenguaje moderno era entendido como el canal entre el objeto y el
observador (Gergen, 2006), convirtiéndose en un monólogo donde después de
encontrar la verdad, se describía y se expresaba llegando a considerar que lo
que no estuviera dentro de los parámetros de dicha verdad encontrada no
interesaría o se consideraba como algo insignificante, fantasioso, imaginario o
de poca importancia. El lenguaje era solamente expresión de lo que se
observaba y tenía validez en la medida que permitiera hacer tangible el mundo
que se describía. Pero es por esta razón que el lenguaje llega a correr peligro,
porque es manipulado por la modernidad, con el fin de ser reflejo de una
realidad supuestamente exacta y precisa, donde por medio de las palabras
enlazadas en frases se da a conocer el mundo observado y su forma de
funcionar, más sin embargo, como lo afirma Gergen, (2006) no existe ninguna
relación exclusiva entre el lenguaje especifico y un estado de hechos. No existe
una disposición de palabras y frases que esté cortada a la medida del – mundo
tal como es- (Gergen, 2006, p.61).
Este lenguaje rígido y tradicional, trae a su vez clasificaciones o
jerarquías, donde las altas escalas serían para quienes enseñaban verdades
absolutamente demostrables por el campo científico, para así, poder conocer el
mundo y controlarlo. Así mismo, con el deseo de escalar la jerarquización de la
época, aparecen grupos o instituciones que se doblegaban al poder científico,
pero tendrían como consecuencia el surgimiento de un conocimiento específico
expresado por un lenguaje particular. Cada especialización tendría su propio
lenguaje. A modo de ejemplo, no sería lo mismo escuchar hablar de un mismo
objeto, a un físico, que a un diseñador de exteriores o que a un comerciante,
pero si cada uno opina de ese mismo objeto, entonces aparece la posibilidad de
que el lenguaje se limite y se pierda indudablemente el valor de la descripción
hecha por otros por el simple hecho de cuidar su propia opinión o concepto de
verdad, lo que implicaría comprender el mundo fragmentado entre el mundo en
el que estoy y otro mundo en el que otros están (Gergen, 2005), es como si se
construyera un mundo privado, particular, un mundo de otros y hasta extraños
el uno del otro.
La psicología no estuvo exenta de dicha jerarquización modernista, su
afán de ser una ciencia la llevó a crear un lenguaje jerárquico y descriptivo.
Diagnosticar y etiquetar era su mayor interés, (Gergen, 2001) conocer el
pensamiento e interpretar su discurso era característico del siglo XX, tanto que
las personas se distinguían entre enfermas y sanas. Más aún, personas que no
se sentían o sienten enfermas y por el hecho de que su lenguaje es poco
comprensible o inusual, se etiquetaba como tal. Por ejemplo, Gergen (2008)
pone el caso de niños cuyo diagnóstico aparece como distorsionado en sus
colegios. De esta manera se produce un etiquetamiento que los caracteriza
sufriendo un déficit de atención o falla en su proceso de asumir conocimientos
en su mente y por tanto son considerados distintos a los otros niños no
problema.
Otra característica más de este lenguaje moderno es el de ser
reduccionista, por la búsqueda misma de la exactitud, sin engaño y falsedad.
Un lenguaje que su interés particular era la racionalidad de los acontecimientos
y del mundo y esto conlleva a una guerra, por decirlo de alguna manera, de
conocimientos donde se busca el premio por conseguir la verdad, lo que no se
tenía en cuenta es que esto era un gran limitante ya que no somos seres
solitarios e individuales, sino relacionales.
Uno de los tantos legados de la modernidad es la desafortunada idea de
que el lenguaje es una herramienta estratégica para lograr lo que queremos de
modo que podemos influir en los demás a través de nuestro modo
comunicacional y convencimiento lingüístico, como dice Gergen, (2006) es
como si el lenguaje fuera una herramienta estratégica para lograr nuestros
objetivos. Dicha estrategia no solo se ve claramente reflejada en la terapia
tradicional, donde el terapeuta con su experticia lo que hace es planear, crear
su sesión e imponerla a sus clientes, sino que también se vive en la
cotidianidad, ya que la comunicación y el lenguaje se utilizan para la
manipulación y la influencia hacia los otros dentro nuestras relaciones
familiares, las relaciones de pareja o nuestros contactos laborales. Lo que
plantea la modernidad es el imponer diálogos más que de construir
experiencias relacionales, buscando quien nos obedezca, de tal manera que la
comunicación manipulativa lo que pretende es reducir al otro a nuestro
acomodo, por tanto nos permitimos reflexionar en la importancia de una
comunicación coordinada, donde no hay categorías, sino que tanto los unos
como los otros hacemos parte del entramado comunicacional desde la igualdad
y el favor de los otros.
5.2.2. El Lenguaje desde el construccionismo social.
Dentro de esta
perspectiva histórica que realizamos en el transcurso de esta investigación, nos
permitimos reflexionar en un vuelco en relación a la modernidad y lo tradicional
dando paso al construccionismo social donde su intención no es la de rechazar
los antecedentes históricos, sino dar vigencia y a su vez una nueva mirada
desde Gergen (2008), acerca de la importancia de la comunicación dentro de la
vida humana y allí al lenguaje postmoderno.
El lenguaje del siglo XXI se identifica con la multiplicidad de perspectivas
lingüísticas que habitan a nuestro alrededor. Es tener la posibilidad de
intercambiar voces y expresiones del lenguaje para reconceptualizar elementos
importantes que siguen influyendo en nuestro quehacer cotidiano, como lo es la
educación, la política o más aún la terapia, de la cual se hace indispensable
rescatar una nueva visión de lenguaje y comunicación dentro de dichos campos
específicos.
Para ello comencemos reflexionando acerca de lo que Gergen, (2008) ha
llamado
como
la
expansión
lingüística,
este
concepto
desde
el
construccionismo social da vía libre al mundo lingüístico diverso y no la
búsqueda de una sola respuesta, se valora la diversidad de los distintos
pensamientos abriendo un abanico de posibilidades, de opiniones y de
pensamientos que no sesgan la visión de la realidad, la del conocimiento y
tampoco la del lenguaje, sino que se permite como afirma Kenneth Gergen en
su conferencia realizada en chile, un mundo de posibilidades en medio de
posibilidades (2008).
Toda esta postura del construccionista social desde Gergen (2006),
resalta como el lenguaje trae multiplicidad de potencialidades y recursos y la
mirada del objeto por tal se hace diferente, el lenguaje no refleja una realidad,
cualquiera que sea, sino que constituye antes bien un dispositivo pragmático
que no es más que un modo de relación (p. 33).
Esto implica un conocimiento y una expresión lingüística humilde y no con
soberbia como se ha venido presentando, es permitir que el otro pueda
expresar su vida y sus relaciones sociales con toda la riqueza que ésta
conlleva. Lo que se trata es de diálogos permanentes a través de las
diversidades lingüísticas. Es conceder el cruce de lenguajes, de verbalizaciones
y de expresiones con valores significativos como seres culturales que somos.
Por lo tanto, la unidireccionalidad en la comunicación solo lleva al
reduccionismo impositivo convirtiéndose en simplista, con una jerarquización
conceptual que poco aporta dentro de nuestras relaciones sociales, más aún,
esta investigación nos posibilita plantear que los diversos modos de
comunicación postmodernos nos colocan de igual a igual en cada diálogo,
donde todos se hacen relevantes y significativos en las distintas maneras de
relacionarnos, por ejemplo, hoy nos permitimos con toda tranquilidad expresar
como la voz del alumno no es menos que la del profesor, o que
equivocadamente se cree que las expresiones lingüísticas masculinas son más
poderosas que las expresiones narrativas femeninas o seria errado plantear
que la democracia es la voz de uno solo. La postmodernidad nos lleva a dar
relevancia al aporte comunicacional relacional de manera significativa desde
todas las diversas experiencias de vida con los otros.
Por tanto, la función del lenguaje desde el construccionismo social en
base a la propuesta de Gergen (2006), es encontrar todas aquellas formas o
maneras por las cuales describimos el mundo y toda explicación se hace dentro
de una cultura específica que trae consigo un lenguaje particular. Esto no quiere
decir que el lenguaje sea limitado, por el contrario, la expansión lingüística
forma la diversidad de expresiones en la cultura, que como decía Wittgestein, el
uso del lenguaje reside en lo denominado como formas de vida más amplias
(citado por Gergen 2006, p.56).
Las palabras como elementos constitutivos del lenguaje articulan y crean
mundos de signos que denominan cada cosa para ser identificada y distinguida
una de otra y dichas palabras son fundamentales al igual que el lenguaje para
obtener o mantener relaciones de forma constante. Para Gergen (2006), si se
modifica la manera del uso del lenguaje, si se desarrollan nuevas maneras de
hablar o desplazar el contexto de su utilización, sembramos las semillas del
cambio humano (p. 52), ya que cada palabra o expresión lingüística trae en sí
mismo una consecuencia y que será relevante para la práctica terapéutica, lo
cual retomaremos en la parte final de la investigación.
El propósito del construccionismo social, no es la de privilegiar las
palabras de un solo individuo o grupo teórico en particular. Antes bien, es
necesario destacar que el individuo siendo relacional, su lenguaje, sus palabras
o expresiones cobren sentido en lo social y específicamente desde el contacto
con el otro, ya que éste es quien da significado a cada lenguaje dándose un
compartir dialéctico. Es una combinación o como lo llamará Gergen (2006) una
coordinación entre las palabras, gestos y significados que hacen parte de la
interacción comunicacional y que se comparten dentro de un diálogo entre
individuos inmiscuidos en un contexto sociocultural.
Dentro de la comunicación, el lenguaje es considerado como un
subproducto de una interrelación: no son los individuos quienes se dedican
juntos a crear relaciones, sino que más bien resulta que la percepción misma de
nuestra individualidad la debemos a estas relaciones (Gergen, 2005, p. 27). Por
lo que podremos plantear que las relaciones no solamente se convierten en el
eje de todo, sino que es allí donde se dan los significados y el sentido del
mismo lenguaje y no en las mentes individuales.
Uno de los elementos significativos dentro del lenguaje relacional es la
aparición de los juegos de lenguaje (Gergen, 2005, p.51), donde las reglas,
como en todo juego enmarcan la significación del discurso, por ejemplo, si
tomamos un conocido refrán: el auto sacó la mano, socialmente conjeturamos
que el auto se averió, pero dicho refrán dentro de tres siglo se podría entender
como si en el siglo XXI los autos hubiesen tenido manos. Por tanto, el lenguaje
cobra su valor en lo social y es importante jugar con las mismas reglas del
juego lingüístico donde las palabras expresan la nominación de las cosas para
así poder mantener las relaciones, las tradiciones y las diversas formas de vida
permitiendo ingresar en el discurso jurídico, psicológico, espiritual y lo
sociocultural de cada época.
A su vez, el lenguaje cumple un papel esencial en la construcción de la
realidad, dando cuenta de la subjetividad relacional, donde a través de éste, se
expresa de forma nominal lo que se observa, por tanto culturalmente se
nombran los objetos, utilizando los sustantivos y permite describirlos usando los
adjetivos. Los nombres que se le dan a las cosas, son el resultado de convenios
y a partir del lenguaje se pueden trasmitir dichos convenios a diversas culturas
y generaciones. Los nombres facilitan a través de códigos lingüísticos la
comunicación y el intercambio, posibilitando la sintonía de lo que se habla.
Sin embargo, el lenguaje postmoderno trasciende este modo de juego
lingüístico ya que es un elemento transformador, con experiencias amplias de
vida y con un fuerte poder de cambio humano, pues en la medida que se vaya
modificando, se van dando nuevas formas de hablar. (Gergen, 2005). Es así
como dicho cambio influiría dentro de los diversos espacios relacionales como
la familia, el trabajo y la vida social entre otros.
El lenguaje siendo un elemento constitutivo y relevante dentro de toda
comunicación, toma forma dentro de las narraciones. El hombre postmoderno
es considerado un ser narrativo, contador de historias con significancia dentro
de las relaciones sociales.
5.2.3. El lenguaje dentro de las narraciones. Si somos de la relación, entonces
somos lenguaje, ya que las palabras van tomando un sentido en la medida en
que el ser humano las usa como producto del contacto social y cultural. El
discurso y la narración son la práctica del lenguaje entendido dentro de la
diversidad del campo social quien es el que determina el tipo de discurso o
narración que expresamos y que a su vez es comprensible dentro de los
acuerdos sociales.
A través del lenguaje se logra que las narraciones sean efectivas,
posibilitando la utilización de metáforas, parábolas y metonimias y es el
lenguaje la conexión entre lo principal de la narración y los elementos
secundarios.
Todos nosotros si revisamos nuestros diálogos cotidianos, somos
contadores de historias de nuestras experiencias sociales vividas, las cuales
tienen su mayor expresión en las narraciones. La existencia humana genera un
mundo social y se construye a través de narrativas, que en los eventos de vida,
el hombre se hace protagonista en ocasiones y en otras actor secundario, pero
siempre al contarlas se evidencia su presencia en la narración.
Las narraciones se presentan básicamente dentro de un contexto
temporal, dentro de un hoy, o en un hoy contando un pasado, o un hoy
narrando un esperado futuro, pero lo que se narra son vivencias que se vuelven
a vivir cada vez que las contamos. Si las narraciones están dentro del campo
relacional, el construccionismo social nos abre la posibilidad de reflexionar de
que manera las narraciones son procesos que pueden pasar bien sea por la
alegría, entrando a la nostalgia, tocando el sufrimiento y así en la diversidad de
historias, se nos posibilita el poder reconstruir nuestras narraciones para poder
dar un cambio significativo dentro de nuestros círculos cercanos.
Como afirma Manuel Villegas i Besora (citado por Bruner, 2000), el
hombre construye su vida misma teniendo como apoyo la estructura narrativa,
de hecho, la vida humana es una narración y los seres humanos somos
narradores por excelencia como si fuese parte de nuestro mismo vivir. Somos
creativos para contar, seríamos como historias personificadas cuyo principal
objetivo es tomar el rol de artistas que simbolizamos simultáneamente,
convirtiéndonos en actores y en directores y en el proceso de la narración
somos también los escritores, lo escrito y el crítico literario (Villegas, 2000). A su
vez, el hombre a través de la narrativa puede reelaborar la experiencia de vida y
reconstruirla (Gergen, 2005), pero también podríamos con nuestras historias
convencer, persuadir e impresionar a los demás a fin de obtener comprensión,
aceptación, valoración, ayuda o recompensas.
Dentro de toda narrativa también existen términos, que son los que
definen cada elemento que la conforman, teniendo su significado en lo cultural
con el fin de organizar la historia particular que se está contando, contenida de
emociones, construcciones, relaciones y connotaciones especificas de su
experiencia temporal de vida.
La narrativa no es considerada desde el construccionismo social como
lineal, ya que si somos hechos con otros (Gergen, 2001), las experiencias
narradas pueden tener un inicio, pero en la medida de su experiencia temporal,
puede tornarse en otra historia y a si mismo se puede dar paso a otras historia
vivenciales diferentes dentro de un contexto de relaciones, lo que puede
presentar fluctuaciones o saltos según el narrador, ya que si nuestro yo está
saturado, las narraciones lo están también. Además, los relatos son complejos,
con elementos múltiples y no son estáticas, ya que surgen cambios en el
transcurso del tiempo.
Finalmente, todos los seres humanos siempre cargamos con una historia
que contar, cargada de dolor, tristeza, llanto, alegría, miedo, según las
experiencias de vida, más sin embargo, cualquier narración, siempre estará
influenciada por lo cultural y lo social, lo que implica que por ninguna
circunstancia pondríamos en duda cada narración contada cuando su
significancia se encuentra en la cultura y en la historia de vida del otro, más que
de quien escucha el relato.
5.2.4. El suplemento como base esencial en la comunicación coordinada
colaborativa desde Kenneth Gergen. Si las narraciones son importantes para
las propuestas postmodernas, también lo es para el construccionismo social,
pero se hacen relevantes dentro de lo que Gergen (2005) propone como la
comunicación coordinada colaborativa, siendo esencial no solo dentro de la
narrativa, sino que también lo es para la Terapia Familiar contemporánea, pero
dicha comunicación coordinada colaborativa presenta un elemento considerable
para que sea coordinada como lo es el suplemento.
En toda comunicación coordinada encontramos enunciados y éstos a su
vez portan consigo un significado. El enunciado cobra sentido en la medida en
que la comunicación con los otros u otro se coordina y es ahí donde surge una
especie de acción suplementaria, lingüística o de otra índole (Gergen, 2006, p.
66) que se llamará suplemento.
Cuando nos encontramos con el concepto de suplemento, podemos
afirmar
que
los
enunciados
que
expresamos
constantemente
cobran
significancia en relación con otro, ya que el sentido que le damos a nuestros
diálogos no son de nuestra propia exclusividad. Por lo tanto, todo lo que
decimos al comunicarnos encuentra su importancia al coordinarnos con los
demás en dicho diálogo y es allí donde aparece el suplemento (Gergen, 2005).
El suplemento es lo que acompaña un diálogo entre dos o más individuos
y le da sentido al lenguaje verbal y no verbal y a los enunciados dentro de toda
comunicación, es la respuesta significativa que se da cuando se recibe una
información dentro de la práctica comunicacional, por tanto una comunicación
sin suplemento es una comunicación sin importancia por carecer de significado.
Sin suplemento no habría comunicación ya que las palabras aisladas no
tienen ningún sentido, pero cuando se coordinan con otro aparece el
suplemento, por tanto la comunicación tiene fuerza cuando el otro a quien le
hablamos le da un significado y a esto Gergen (2006) lo llama suplemento.
Adicionalmente, el sentido no se da en el interior de la mente, sino en las
mismas y propias relaciones, por tal, el sentido tendrá como elementos
fundamentales la coordinación entre la acción y el suplemento.
Lo que le da significado a la comunicación, al diálogo, al lenguaje, a los
cuentos y a las narraciones de vida es el suplemento. Es una acción entre
personas, o entre terapeuta y grupo familiar, ya que es fundamental que el uno
pueda escuchar y el otro pueda comunicar y viceversa y de allí se dan diversas
posibilidades ya que el mundo dialógico tiene como función la construcción y la
reconstrucción relacional.
Los suplementos que se presentan en una comunicación pueden aparecer
desde lo más sencillo dentro de un diálogo común, comprendiéndolo como un
enlace en el diálogo, pero a su vez su eficacia puede ser tan creativa, novedosa
y traer consigo importantes connotaciones, ya que el suplemento contiene
elementos emocionales, cognitivos, comportamentales, entre muchas otras,
dando lo que Gergen (2005) llama como el privilegio del sentido (p. 65) donde la
comunicación se coordina con cada nuevo suplemento que va surgiendo y que
no nos deja caer en el absurdo comunicacional.
En esta investigación resaltamos dos conceptos relevantes en relación al
suplemento, en primer lugar el suplemento hace parte del diálogo constante
como respuesta a algo comunicacional anterior, es decir, es el enlace entre un
interlocutor y otro, en una comunicación sea cotidiana o en la relación
terapéutica, pero no es entendible como un diálogo unidireccional como lo
planteaba la modernidad, sino que el suplemento surge de las constantes
relaciones comunicacionales con los otros. El suplemento está presente de
manera constante en el diálogo continuo en el aquí y en el ahora. Se esperaría
que un suplemento trajera consigo otro suplemento que lo supliera para que en
la comunicación los enunciados se coordinen y se permite que la comunicación
sea un acontecer colaborativo.
En segundo lugar, el suplemento es lo creativo y expresa algo distinto tras
una coordinación lingüística y ese algo distinto lo llamamos novedad, la cual,
emerge de un intercambio comunicacional. Por lo tanto el suplemento como
expresión de la novedad dentro de la comunicación nos permite seguir y hacer
cambios en nuestra vida, es lo nuevo que emerge en medio de un diálogo
coordinado colaborativo y que será este punto importante para la Terapia
Familiar porque en el suplemento se expresa el cambio como la aparición de lo
nuevo.
Por lo anterior, afirmamos que el suplemento es la expresión del cambio
expresado a través de la comunicación, pero dicha expresión es una acción, por
eso se comprende como un cambio tanto en el diálogo, como en la vivencia
cotidiana y como tal es el suplemento quien nos permite considerar que algo
nuevo ocurre y redirecciona la intencionalidad.
Adicionalmente, el suplemento como la manifestación de lo novedoso,
puede parecer de diversos matices, bien sea a través de la palabra o por medio
de un gesto o la aparición de un silencio significativo. Además, podría aparecer
de forma sencilla al punto de no ser percibido dentro de la comunicación y es
más constante en nuestros diálogos de lo que podríamos pensar.
Algo que nos parece fundamental es como la colaboración se hace
necesaria dentro de la comunicación, en la medida que si el suplemento y la
acción se coordinan se permite que los diálogos y las narraciones tengan
significancia. Lo fundamental es poder reflexionar de qué forma las palabras y
el lenguaje no podrán cargar un significado en sí mismos, es indispensable que
dicho sentido aparezca en el encuentro con otro y tener presente que este otro
u otros deseen a su vez coordinarse y significar.
Según Gergen (2005) el suplemento aparece de dos formas en la
comunicación coordinada colaborativa. En una primera instancia confiere un
significado a lo que antecede (Gergen, 2005, p.67) y el sentido de lo que
antecede queda en stand by hasta que aparece un significado que permite la
aparición del suplemento. Como afirma Gergen, (2005) los suplementos actúan
hacia atrás (p. 68) ya que lo que hacen es darle sentido a lo acontecido
anteriormente, lo que implica que quien habla se entrelaza con la acción del
suplemento que surge expresando una cosa y no otra, ya que se origina como
consecuencia de la comunicación coordinada colaborativa. Esto nos permite
plantear la importancia del suplemento que como agente de cambio podría
modificar la trayectoria de nuestra vida.
Como segunda forma de surgir el suplemento en la comunicación,
aparece como una acción que requiere en sí mismo un suplemento (Gergen,
2005). Esto significa que en nuestra vida cotidiana en nuestros diálogos y
conversaciones no existen actos por sí mismos, sino que lo que decimos está
dentro de un contexto de temporalidad que da sentido a lo que ha precedido y
que al mismo tiempo es una nueva invitación a la suplementación (p.67). Esto
nos permite pensar que si el suplemento esta dentro de una forma de
temporalidad, por lo tanto el sentido que trae cada suplemento se redefine de
manera constante, ya que estamos en un continuo crecimiento de suplementos
dentro de nuestros diálogos.
Tal y como se ha dicho, el suplemento como acto restringe ya que se van
asumiendo dentro de un contexto cultural, pero nuestras palabras y nuestros
actos funcionan sólo como restricciones y no como determinantes (Gergen,
2005, p.69), ya que como seres humanos que pertenecemos en el entrelazado
cultural, importamos palabras y acciones antiguas pero que traen un significado
distinto cada vez que surgen en las actuales y constantes comunicaciones que
mantenemos con los demás. Lo que implica que cada suplemento porta consigo
toda una tradición cultural que le da significado, pero que a su vez enriquece de
manera fundamental una comunicación, ya que no podemos olvidarnos que las
palabras van adquiriendo diversos significados dentro de cada cultura y una
misma palabra puede tener varias formas lingüísticas a la vez. Si revisamos por
ejemplo la palabra pena, culturalmente para muchos tendrá un significado de
tristeza, para otros de vergüenza o para otros de duelo, pero es una misma
palabra con diversidad de significaciones que hacen parte de nuestros
suplementos. Palabras denominadas como polisémicas, ya que presentan
diversas formas de utilizarse dentro de diversos contextos comunicacionales
(Gergen, 2005).
El suplemento contiene significados y estos últimos pueden tener carácter
universal. Los significados son construidos de manera mutua entre unos y otros,
convirtiéndose en valores colectivos ayudando a transformar la construcción
que hemos venido haciendo en el transcurso de nuestra vida, por tanto, los
seres humanos existimos en realidades múltiples (Gergen, 2005) y estas
realidades participan de manera simultánea.
Volviendo al concepto de yo saturado planteado en la parte anterior de
nuestra investigación, se permite entonces replantear la visión tradicional que
presentaba a un yo unitario e independiente, con características privadas y dar
paso al construccionismo social que resalta todas las múltiples relaciones que
tenemos, porque el yo siempre está relacionado con los otros y estas relaciones
no son únicas, son múltiples, donde el yo está saturado dentro de la
postmodernidad, por tanto el yo tiene múltiples expresiones y significados y
dentro de la comunicación se puede presentar de múltiples formas, por ejemplo,
lo que para alguien puede ser atroz, para otro puede ser divertido o para
alguien agresividad y así participan en las relaciones múltiples voces
comunicacionales, por tanto dentro de las múltiples voces comunicacionales,
hay también múltiples formas de suplementos.
Pero los significados en los suplementos pueden presentarse de manera
específica, a pesar de ser universales ya que presentan características propias
y quedan inmiscuidos en lo cultural, por ejemplo si estamos hablando de
psicología social y de la importancia de los agentes sociales, tendría sentido si
los demás suplementos están en sintonía con dicha temática, mas sin embargo,
si alguien opina acerca de la parusía, dicha significación perdería sentido ya
que dentro de la comunicación no todo suplemento vale, solo aquel que se
coordina en dicho diálogo. Por tanto como afirma Gergen, (2005) la historia
habitual permite que se unan o surgieran ciertos suplementos y no otros,
porque sólo estos suplementos se consideran próximo o sensatos en el seno de
una cierta tradición (p. 68), entendida dicha tradición no como lo planteaba la
modernidad, sino aquellos potenciales que conlleva todo lenguaje y que se han
prefigurado dentro de cada narración especifica.
Los significados en el lenguaje humano toman su origen en las
experiencias de las pautas relacionales (Gergen, 1996), es decir, los
significados tienen su origen en la pragmática social, siendo formas de vida y
por lo tanto, el significado es sostenido y mantenido por la cultura.
Es importante anotar que los suplementos tienen sentido de manera
específica en un aquí y en un ahora, esto significa que el suplemento tendrá
una significancia en el momento y lugar de cada situación, sea en un
consultorio, en la calle, en las aulas de clase o en los diversos lugares y
ambientes haciendo del suplemento un elemento local, pero con aportes de
diversas formas culturales tradicionales que combinan y enriquecen los diálogos
y se abren de manera constantes nuevas posibilidades a pesar de que nuestras
expresiones lingüísticas tengan efectos del pasado, ya que nuestras formas
creativas de dar sentido a las cosas portan en sí mismas una historia. Más sin
embargo, queremos hacer la anotación que no se impide el surgimiento de
nuevas palabras, antes bien se hacen necesarias y van surgiendo en la
cantidad de múltiples formas comunicacionales que tenemos los seres
humanos y de diversas formas de vida las cuales nos enfrentamos de forma
constante.
Adicionalmente,
los
suplementos
cargan
estados
emocionales
significativos que también toman sentido en las relaciones sociales, dentro de la
marcha dialogal, pero quisiéramos volver a hacer la aclaración que ni el
suplemento, ni la inmensidad de emociones están dentro del ser humano y nos
permitimos realizar una crítica a lo que se ha llamado subjetividad, ya que todo
lo que ocurre en lo que se ha nominado interior del hombre es en sí mismo una
acción externa, como afirma Gergen, (2005) el pensamiento es una forma de
discurso interno, un acto público que se realiza en privado (p.72).
El concepto de subjetividad ha sido utilizado de manera constante dentro
del campo de la comunicación, pero de manera particular dentro de la terapia.
Se ha definido como la recolección de experiencias que el ser humano tiene en
su vida cotidiana y como van formando una realidad interior particular y por
tanto, la subjetividad es la expresión de dicho mundo interior manifestado por
medio de palabras o de gestos. Esto ha reforzado la experiencia moderna
tradicional, la cual hemos venido cuestionando ya que podríamos pensar que la
subjetividad es la reducción de la descripción del mundo exterior, es decir como
afirma Gergen, (2005) requerimos que las observaciones sean comparadas
para asegurarnos de que estas subjetividades se corroboran entre sí, es decir, la objetividad como intersubjetividad o subjetividad compartida- (p.62).
Esta experiencia subjetiva mirándola desde Gergen (2005) la cuestiona
desde dos puntos de vista. La primera es permitirnos preguntarle a lo que se ha
llamado subjetividad si realmente se puede conocer el interior de los demás.
Nadie desde la comprensión de hombre relacional podría saber lo que hay
dentro de cada ser a pesar de que nos desgastemos intentando descifrar con
exactitud sus expresiones lingüísticas, por tal, no hay modo alguno de saber
qué es lo que nos muestran del estado subjetivo de quien las expone (Gergen,
2005, p.62). Un ejemplo que nos puede aclarar este punto de vista es cuando
se lee un libro, existirán tantas interpretaciones de lo que el autor nos quiere
expresar como lectores de dicho libro. La interpretación se hace desde las
asociaciones y aprobaciones culturales y desde la experiencia relacional, por lo
que no se puede acceder en ningún momento a la subjetividad de los otros.
(Gergen, 2005).
La segunda mirada crítica a la subjetividad es que si los demás tiene un
mundo interior construido, entonces estaríamos aceptando los errores de la
modernidad, ya que estaríamos cayendo en un mundo constituido de
individuos, unos de otros aislados, con mundos diferentes como lo
planteábamos en la primera parte de nuestra investigación. Como sí cada ser
humano fuera un extraño para otro y la experiencia social no hiciera parte de
nuestro existir.
El tema de la subjetividad es un tema que sigue abierto en discusión
desde Gergen y también de nuestra parte, ya que en nuestra investigación
teórica podríamos plantear la subjetividad como una experiencia social y
relacional, más que una mirada intima del ser humano y que da sentido en la
comunicación. La pretensión no es la de encontrar la verdad absoluta en el
interior de los individuos, es reflexionar acerca de la existencia del ser humano
dentro de las constantes relaciones que surgen en nuestro diario vivir. Gergen
no niega con sus posturas críticas la subjetividad, pero la cuestiona a pesar de
la relevancia que dentro de la comunicación coordinada colaborativa le da al
concepto de intencionalidad.
Pero volviendo al tema del suplemento, éste tiene una intención. Si
escuchamos una conversación, por ejemplo, el uno no sabe lo que el otro
responderá y sentirá y por tanto, dicha conversación tendrá una intención que
en el transcurso de la conversación podrá tomar otro rumbo distinto al que se
pretendía, recordemos que no somos quienes poseemos la verdad y el
conocimiento, sino que se da en las relaciones. Una intención son aquellas
construcciones intimas, que resultan de mi participación en la vida pública
(Gergen, 2005, p. 73) y que en última instancia resultan siendo relacionales.
Las intenciones es lo que socialmente nos impulsa a manifestarnos dentro de la
comunicación o hacia la acción.
Finalmente, podemos decir y apoyados por la propuesta de Gergen,
(2005) que la comunicación coordinada colaborativa no se entiende desde un
estar cara a cara, ya que la limitaríamos y nos toparíamos en la jerarquización
tradicional. Todos tenemos la capacidad de coordinarnos dentro de la
comunicación, influidos por la historia, la cual la podemos redefinir con la
riqueza que conlleva los nuevos y diversos suplementos que surgen de las
diversas formas relacionales cotidianas de nuestra vida. Lo que incitamos a
reflexionar es que el suplemento siendo innato, no se restringe por nuestras
redes relacionales.
La propuesta que presenta el construccionismo social de forma general y
que planteamos en esta investigación, es asumir la comunicación, el lenguaje y
el suplemento como elementos esenciales para el terapeuta, la terapia y sobre
todo hacia la comunidad familiar, donde el terapeuta se permita el cambio a
través de una narración novedosa, nueva y diferente, que opte por un rol más
de igualdad con sus clientes y reflexione en la relevancia de la comunicación
coordinada colaborativa relacional en la práctica terapéutica.
5.3.
Aplicación de los conceptos de Kenneth Gergen a la Terapia
Familiar
En el transcurso de nuestra investigación teórica, en un primer momento
hicimos un recorrido reflexionando acerca de las características de la
modernidad, la cual traen consigo cierta caracterización de la ciencia y avances
tecnológicos como elementos esenciales del siglo XXI. Las mismas ciencias
duras comienzan a reconsiderar el pensamiento absoluto del siglo XIX dando
paso a la postmodernidad. Posteriormente analizamos el paso del concepto de
yo individual, hacia el concepto de yo saturado o yo relacional planteado por
Gergen (2001) y así teorizamos acerca de los nuevos roles emergentes de los
miembros de la familia en comparación con la modernidad y como el siglo XXI
presenta una familia conformada por miembros en posiciones más igualitarias,
sin jerarquías, ni autoritarismos.
En la segunda parte de nuestra investigación nos centramos
básicamente en la importancia de la comunicación coordinada colaborativa
dentro de nuestras constantes relaciones con los demás y como la
comunicación presenta elementos relevantes entre ellos el lenguaje como
acción. Adicionalmente, analizamos la importancia de las narraciones como
espacios expresivos del lenguaje donde aparece el suplemento como
manifestación de lo nuevo y novedoso, el cual permite el cambio y la aparición
de nuevas formas narrativas como a su vez nuevas formas de vida. Concepto
de suplemento tal como lo plantea Gergen (2006) y que es de interés para
nuestra tesis.
En ésta tercera y última parte de nuestra investigación realizaremos un
análisis retomando los elementos anteriores y de qué forma se hacen parte
importante en la práctica terapéutica familiar. Para ello realizamos un recorrido
por algunos buscadores de base de datos de información científica en la web,
revistas o publicaciones de investigaciones que presentan un marco teórico
desde el construccionismo social que nos pudieran permitir dicho análisis en
relación a la práctica clínica con familias y de que forma la crítica a la
modernidad, la comunicación coordinada colaborativa, el lenguaje, las
narraciones y el suplemento son importantes para el trabajo clínico con familias.
Quisiéramos permitirnos aclarar que en este análisis teórico con
aplicación a la Terapia Familiar que cuando nos referimos a la familia, estamos
aludiendo a aquellos vínculos afectivos cercanos que buscan apoyo terapéutico
clínico y han llevado un proceso a través de los aportes del construccionismo
social específicamente desde los aportes de la propuesta de Kenneth Gergen.
Por lo anterior pasamos a revisar los conceptos más relevantes desde
Kenneth Gergen como son la comunicación coordinada colaborativa, el aporte
del suplemento en la Terapia Familiar, el nuevo rol del terapeuta y finalmente
como la entrevista y la escucha como instrumentos que permiten emerger el
cambio significativo en la práctica terapéutica con familias.
5.3.1. Comunicación Coordinada Colaborativa en la Terapia Familiar.
Este
nuevo enfoque postmoderno denominado construccionismo social contribuye
epistemológicamente de manera diferente a la psicoterapia familiar en relación
a la modernidad. Tanto el concepto de individuo, como el de realidad son
diversos, por lo tanto influirá de forma novedosa en el proceso terapéutico,
donde la manera de intervenir será consecuente con los planteamientos del
construccionismo social alejándose de la objetividad y racionalidad.
De acuerdo con lo anterior, vale la pena recordar que para el enfoque
racionalista las personas normales son las que ven la realidad tal cual es,
mientras que los individuos con un trastorno mental tienen una visión
distorsionada de la realidad.
Esta nueva reflexión del enfoque terapéutico construccionista social
difiere en gran medida del enfoque cognitivo tradicional, puesto que este último
sostiene como punto central que la perturbación emocional o las reacciones
afectivas intensas, dependen de las creencias irracionales y que sólo en la
medida en que el paciente pueda lograr cambiarlas, cambiarán también las
emociones. Por esta razón se entrena al paciente en estrategias cognitivas, se
le enseña a identificar su irracionalidad y a detectar cómo estos causan lo que
sienten y lo que ocurre de manera perturbadora en la experiencia de vida.
Reyes, R. y Mendoza, R. (1999), en su investigación que lleva por
nombre de la ontología muda a las retóricas de la calidad: aproximaciones al
construccionismo social, hace un interesante paralelo entre la modernidad y la
postmodernidad. En la modernidad el ser humano conoce por sí mismo, como
afirmaba Descarte pienso luego existo, pero para el construccionismo social, se
propone una visión comunitaria, donde el conocer hace parte del entrelazado
colectivo como afirma Gergen Me comunico luego existo. (citado por Reyes, R.
y Mendoza, R. 1999, p.72). Conocer para la modernidad es necesitar de los
órganos de los sentidos, donde el conocimiento pasa por ellos al entendimiento
de manera jerárquica. El hombre se considera como una tabula rasa. Para el
construccionismo social y también para nuestra investigación, toda nominación
es una construcción social que se va dando a través de las experiencias
culturales tradicionales. Son procesos sociales o negociaciones colectivas que
van enmarcando los significados. Y finalmente para la modernidad, el lenguaje
es un descriptor de lo que se observa en el mundo, siendo esta observación
rigurosa y precisa. Un lenguaje totalmente objetivo. En cambio, para el
construccionismo social el lenguaje no describe una acción, es en sí misma una
acción. El lenguaje es un espacio social de constitución de las relaciones
sociales (Reyes, R. y Mendoza, R. 1999). El problema no es de número, sino de
colectividad que implica la relacionalidad.
El concepto de sanación es sustituido por el de cambio dado en el
suplemento que implica una dimensión temporal y evolutiva. En esta forma de
hacer terapia, el objetivo no es combatir las ideas irracionales del paciente o
modificar o corregir sus hábitos disfuncionales, sino entender el sentido de la
acción humana a lo largo del tiempo.
Es importante aclarar que cuando hablamos de construccionismo social,
no estamos hablando de una nueva técnica que le aporta a la Terapia Familiar,
se está es planteando un nuevo enfoque paradigmático que permite revisar la
postura epistemológica en relación a la modernidad y la noción de sujeto. Por lo
tanto, desde el construccionismo social, las críticas al paradigma moderno
estarán presentes ya que se evita caer en el peligro de que el lenguaje sea
descriptivo, único y unidireccional, lo que implica que el construccionismo social
cuestiona el modelo médico y la supuesta transformación que producían las
técnicas dentro de la Terapia Familiar.
El aporte desde el pensamiento de Gergen (1996b) hacia la Terapia
Familiar es fruto del descontento por aquellas técnicas terapéuticas
tradicionales y por los libros que nosológicamente describen diagnósticos,
dando paso a ubicar no de manera secundaria, sino primordial a la
comunicación coordinada colaborativa expresada a través de la narrativa,
donde el esfuerzo por entender la vida se da en dicha narración y es aquí
donde se apoya la idea de la acción humana que está dentro de la construcción
social de la cual nos referíamos anteriormente.
La psicoterapia desde el construccionismo social como paradigma
propuesto del siglo XXI y que le aporta al trabajo clínico con familias, da lugar a
las narraciones, ya que es aquí donde se permite que el hombre construya y
reconstruya sus significados a través de elementos centrales como son el
lenguaje, la comunicación, la significación, el suplemento y también las
emociones.
Este modelo alternativo, ha concebido de una manera distinta, los
postulados de la cognitiva tradicional, puesto que este nuevo enfoque afirma
que es en la aparición del suplemento dentro de nuestros diálogos que surge el
cambio ya que somos seres relacionales, sociales y culturales. Es por esto, por
ejemplo, que difieren en considerar que las emociones son productos
secundarios del pensamiento como lo plantean las terapias racionalistas,
porque para el enfoque posmodernista tanto los pensamientos como las
emociones son considerados como procesos constantes que surgen en la
relación con los demás.
Botella, Pacheco y Herrero (1999) en su artículo: Pensamiento
postmoderno constructivo y psicoterapia plantean en sus reflexiones finales
que:
La psicoterapia es un escenario bien establecido para explicar y
fabricar historias... Los clientes comienzan a reconocerse a sí
mismos en el espejo de sus historias, siendo simultáneamente
objetos, sujetos, y proyectos de sí mismos. En la protección del nicho
terapéutico, pretenden conquistar la versatilidad de un texto (p.14).
La terapia se concibe como un proceso dialéctico, el cual, tiene un
carácter bidireccional y el resultado de una terapia satisfactoria a menudo
implica un cambio tanto en el paciente como en el terapeuta. Esta nueva mirada
se centra en aspectos más importantes del individuo y que no han sido
abarcados por otros modelos.
Por muchos años, el trabajo terapéutico con familias estaba en el marco
de la cibernética que consideraba que la familia como sistema buscaba la
homeostasis, entendida como metáfora de retorno a su estado de equilibrio
anterior. Desde el construccionismo social, este concepto de homeostasis no
está presente, pues no se espera volver a un retorno previamente establecido,
siendo esta una característica importante que nos diferencia de las nociones
tempranas de la Terapia Familiar, ya que dentro del trabajo clínico con familias
desde el construccionismo social, las narraciones son reconstruidas a través de
un proceso temporal por la relación con el ambiente y con el medio.
Adicionalmente, resaltamos nuevamente el concepto de Gergen de suplemento
que surge en el discurso, en los intercambios de diálogos y que conlleva a algo
nuevo y novedoso, que no existía anteriormente y que no se trata de retornar a
algo anterior como sí se planteaba con el concepto de homeostasis, por lo que
nos despedimos del concepto de equilibrio estable sin dimensión de transcurso
de temporalidad, ya que es en el discurso y en el suplemento que se posibilita
dar el proceso de construcción y este esfuerzo está inextricablemente
entrelazado con procesos de intercambio social, la historia y la cultura. (Reyes,
R. y Mendoza, R. 1999, p.76).
En relación a la afectividad es importante relevar que los vínculos
cercanos, tal como se expresan en la postmodernidad son distintos a la
modernidad, siendo el lenguaje el vehículo de éste cambio. Se hace primordial
la evolución del concepto de lenguaje postmoderno considerado como una
acción y no como una técnica donde la práctica terapéutica proponía sus
teorías y el terapeuta las imponía. El lenguaje, más que decir frases o palabras,
nos mueve a hacer cosas o a realizar actos dentro del mundo relacional. El
lenguaje es aquel espacio social de constitución de las relaciones sociales
(Reyes, R. y Mendoza, R. 1999, p.76). Por ende es en los discursos o
narraciones, donde allí anida el lenguaje, donde se da el proceso de
construcción o de-construcciones en la Terapia Familiar, dándose el cambio
significativo en la expresión de la emoción y es lo que nosotros resaltamos
basados en Gergen (2005) como suplemento.
Reyes, R. y Mendoza, R. (1999) resaltan dentro del trabajo clínico con
familias tres elementos relevantes, los cuales son: la función de las narraciones
como la máxima expresión social, el análisis del discurso y los modos sociales
que definen, modifican y se resignifican la misma experiencia social y es desde
esta forma metodológica donde encontramos la manifestación de máxima
productividad comunicacional. Por tanto, en línea con lo propuesto por Reyes y
Mendoza y basados en el construccionismo social, colocamos en esta tesis
teórica nuestro énfasis en la comunicación coordinada colaborativa como base
fundamental del diálogo terapéutico. Se entiende por esto expresiones
comunicacionales de parte de la familia dentro de terapia, las que son
atentamente escuchadas y no pretendiendo dar consejos o recomendaciones
directivas. Esto implica permitir el surgimiento de un abanico de discursos,
dando paso a nuevas interpretaciones y nuevos suplementos en el intercambio
comunicacional.
Molinari, (2003), en su investigación denominada: Psicología clínica en la
postmodernidad: perspectivas desde el construccionismo social, presenta
cuatro puntos de análisis para el trabajo práctico en psicología clínica en el
aporte a las diversas formas de trabajo específicamente con familias.
En una primera instancia dentro del trabajo en psicología clínica es
importante comprender desde el construccionismo social que el discurso y el
lenguaje son expresiones de distintas posturas vitales, por tanto si planteamos
una reflexión desde los aportes del construccionismo social a la Terapia
Familiar, de alguna manera estamos proponiendo una práctica terapéutica
validada por las relaciones o la experiencia cultural. Es participar de un
convenio de conjunto de convenciones sociales (Molinari, 2003, p. 8), tanto en
las relaciones del entorno familiar, como en la misma comunidad terapéutica,
donde Gergen (2005) plantea que dentro del espacio terapéutico se presenta un
espacio de encuentro de diálogos y conversaciones que se van entrelazando,
dando la posibilidad de emerger importantes cruces culturales y diversas
expresiones, permitiendo así una nueva co-construcción de la vivencia familiar.
Como segundo, en la Terapia Familiar, es importante la forma particular y
única como la familia expresa, describe o verbaliza la experiencia de la realidad
desde las representaciones que se dan en las relaciones, ya que es aquí donde
el lenguaje adquiere su significado basados en el contexto social, lo que implica
que la coordinación de la que nos habla Gergen (2005) permite acceder al
problema a partir de la comunicación para coordinarse socialmente dentro del
dialogo terapéutico y pueda darse el cambio o suplemento como expresión de
la comunicación coordinada colaborativa.
Como tercer aporte al trabajo clínico encontrado en esta investigación,
Molinari (2003), nos permite analizar que dentro de la comunicación coordinada
colaborativa, cualquier forma de descripción del mundo que se haga es válida y
será siempre una acción social, lo que implica que cuando se habla de temas
concretos, aparecen consigo construcciones sociales especificas, las cuales
son creaciones de una realidad particular que por medio del lenguaje se accede
a determinado contexto cultural especifico, por lo tanto, si planteamos una
conversación entre terapeuta y familia en relación a la educación, por ejemplo,
pueden aparecer palabras como estudiante, currículum, aula, profesor, diario de
campo, pruebas, notas, números entre otras, las que van contextualizando
dicha forma de comunicación .
Y finalmente como cuarto, las diversas formas de vida que surgen en las
experiencias sociales, permiten dar paso al pluralismo y a las diferentes formas
de expresar el mundo y la realidad, lo que enriquece el trabajo terapéutico con
las múltiples posturas y visiones de vida y no solamente desde los lentes del
terapeuta, lo que implica que en la práctica terapéutica no prima una única
visión sobre otra, todas las expresiones lingüísticas son significativas dentro del
espacio terapéutico (Gergen, 2005).
Básicamente, desde el construccionismo social se permite des-configurar
esa asimetría dentro de la terapia clínica que seguían la línea de enfermedad,
diagnosticar, recetar y supuestamente sanar, pero con la relevancia que le
damos a la comunicación, al lenguaje y al suplemento, se posibilita la terapia
como un encuentro donde la construcción de nuevos significados a partir del
suplemento se da en la comunicación colaborativa. Molinari afirma que (2003),
La metáfora de pelar la cebolla, de bucear en las profundidades del
inconsciente para hallar la verdad oculta, o de modelar la conducta
de un hombre pasivo, cede lugar a la metáfora conversacional,
donde la narración del paciente es reconstruido y la verdad surge del
diálogo, en un proceso circular hermenéutico. (p.10)
Pero más que una verdad, es identificar la aparición del suplemento que
permite dentro de la Terapia Familiar reconstruir experiencias, ya que el
suplemento se convierte en un signo que al aparecer nos permite reflexionar en
que algo ha ocurrido dentro de las relaciones sociales y que da paso a la
reconstrucción narrativa y por tanto a una forma de vida diferente (Gergen
2005).
Por tanto para Molinari (2003), la intención de la terapia construccionista
social es la de transformar la narrativas regresivas en narrativas mas
progresivas, por ejemplo, que las narraciones de pánico (narraciones
regresivas) se tornen más divertidas (narraciones progresivas) o que las
narraciones dentro de un contexto de tristeza tomen un giro mas aliviadoras y
esto es relevante rescatarlo desde el concepto de suplemento como elemento
de cambio.
Los construccionistas social, consideran que el suplemento comienza a
emerger en la Terapia Familiar desde los primeros momentos en que la familia
empieza a expresar el motivo por el cual llegan a consulta. Narrar el problema
es parte de la narrativa que permite iniciar una co-construcción de la dificultad
familiar y que ellos esperan menguar dicha problemática dentro del espacio
clínico al cual han accedido.
En la investigación titulada de la demanda a la alarma de Ricardo Ramos
(2002), psiquiatra terapeuta familiar, se pone en consideración el concepto de
alarma como motor de consulta en las familias, resaltando la postura del
terapeuta de not knowing, de no saber, donde sitúan dentro de la narración a
los clientes como los expertos, al igual que lo plantea Gergen y que lo
analizaremos más adelante.
La alarma o el problema surge cuando el sistema familiar no soporta más
la conducta o alguna situación de uno o varios miembros de la familia, lo que
implica que cuando los clientes piden ayuda al surgir un problema, el terapeuta
de familia debe de enlazarse en diálogos comunicacionales que permiten entre
todos formar una comunidad y dar paso a las narraciones que manifiestan la
inconformidad familiar. Dicho lo anterior, no es el esfuerzo del terapeuta el de
silenciar la alarma, sino de reconstruir la dificultad o lo que han denominado
problema a través de la comunidad técnica como lo llama Ramos (2002)
haciendo alusión al encuentro clínico con el terapeuta.
La
comunicación
coordinada
colaborativa
posibilita
dialogar
los
acontecimientos que producen la alarma o el problema dentro de la familia y
que no son idénticos a la forma como los distintos miembros de la misma familia
los narra y los expresa en terapia. Más aún, se modifica la forma de la narración
de dicho acontecimiento o dificultad si ésta se realiza a diferentes personas en
diversos roles, es decir, no sería lo mismo la manera como la familia narra el
problema al terapeuta o como lo cuenta a un amigo o diferente si lo hace a un
médico. Tampoco es igual la manera como el problema es contado por la
esposa a como lo narra el esposo o el hijo adolescente. Esto permite enlazarse
a nuestra investigación en la medida que la comunicación se expresa de
diversos modos con sentimientos y emociones diferentes en cada persona.
Adicionalmente, siendo la misma narración contada por una misma persona,
pero narrada en diferentes días, podría ser expresada de forma totalmente
diferente. Por lo tanto, al igual que la investigación de Ramos (2002). Para
nuestra investigación, la objetividad se hace innecesaria y por consiguiente
perjudicial para los clientes, ya que los impulsa a una insatisfacción de no ser
comprendidos y vivir lo que el terapeuta les impone desde su diagnóstico o su
etiquetamiento teórico disfuncional.
Laura Fruggeri (1996) en su artículo el proceso terapéutico como
construcción social de cambio plantea el decaimiento de una terapia instructiva
de la cual es característica en la modernidad y la relevancia de la hermenéutica
dentro de las conversaciones terapéuticas, donde los terapeutas de familia
están en un proceso de transición de lo unidireccional hacia lo relacional.
Investigaciones realizadas sobre la conexión entre terapeuta y familia en
diversas formas de intervención, manifiestan que la terapia instructiva ha
causado desconfianza de parte de las familias hacia los terapeutas, familias con
dificultades y que se niegan a buscar ayuda terapéutica dando como razón que
nadie puede hacer nada por mí y como plantea Fruggeri (1996), ni siquiera las
técnicas pueden hacer por el cliente.
El construccionismo social accede a un universo social múltiple (Fruggeri,
1996, p.65), lo que nos permite reflexionar que enfatizar en el proceso
comunicacional en la Terapia Familiar es relevante ya que allí todos hacemos
parte dentro de un contexto interpersonal en un ambiente consensual, por tal
motivo, el terapeuta por medio de la entrevista tendrá la finalidad de cooperar a
re-construir la realidad, permitiendo la aparición del suplemento y de nuevos
significados.
La psicoterapia familiar planteada desde Fruggeri, (1996) es considerada
como un proceso de co-construcción de un contexto en el que sea posible un
cambio dentro del conjunto de alternativas de entre las que se elige (p.70). Esto
implica que la terapia esta predispuesta a ser un proceso que permite el
suplemento, a partir múltiples alternativas que pueda la familia elegir y que
aparecen en la comunicación terapéutica. El terapeuta cumplirá la función de
desencadenar un proceso de suplemento o suplementos que rompen con la
repetición situacional que los llevó a consulta, ya que el terapeuta desde el
construccionismo social cumplirá la función de permitir abrir horizontes y
diversos caminos, más que dirigirla por un solo camino objetivo como se
presentaba en la terapia tradicional.
En relación con el estancamiento terapéutico, Fruggeri (1996) y Ricardo
Ramos (2002), consideran que se puede presentar en la terapia, cuando la
importancia o el énfasis se focaliza en el problema o la alarma que la familia
narra. Por tanto, la relevancia se pone en las narraciones como lo hemos
venido presentando en el construccionismo social y también en nuestra
investigación. La importancia se traslada al discurso para que éste se haga
cada vez más fluido para así poder abrir más posibilidades de interacción. Esto
implica que no se conceptualiza a la familia como un sistema que busca la
homeostasis, sino que como dice Lax (1996) en su análisis investigativo: El
pensamiento postmoderno en una práctica clínica, la idea es que los sistemas
sociales son generativos y los estados de desequilibrio son productivos y
normales (p. 94). Son generativos en la medida que es en la familia como
sistema social donde se producen las significaciones y en el cual se organizan o
reorganizan los problemas y son a su vez mediados por el lenguaje, enfatizando
en la flexibilidad narrativa donde las personas comparten allí significados.
Cuando estamos compartiendo un discurso dentro de un proceso
terapéutico, son en las narraciones donde nos definimos, porque son los demás
quienes perciben y dan significado a lo que decimos en cada conversación, por
lo que cada uno de nosotros construimos nuestra experiencia de mundo en la
medida que nos estamos relacionando con las otras personas. No es el
discurso, es nuestro discurso con otros que tiene unos parámetros sociales que
limitan, sean los económicos, políticos, religiosos y culturales, por tanto no
existe un yo oculto, sino como afirma Lax (1996) desde su experiencia clínica y
en el trabajo que realiza en el Brattleboro Family Institute que nos revelamos a
nosotros mismos en cada momento de la interacción, por medio de las
continuas narraciones que intercambiamos con los otros (p. 95).
Cuando hacemos parte del trabajo terapéutico, en ella pueden aparecer
suplementos nuevos pero ocultos que la familia no ha expresado, el terapeuta
podría provocar cierta tensión o como lo llama Lax (1996) en su investigación
différance, donde permitirá un nuevo suplemento o narración que no se
expresaba. Afirma además, que dicha inexpresión narrativa aparece en algunas
ocasiones cuando uno de los miembros de la familia o los que conforman una
relación de pareja presentan discrepancias claras con respecto a cierto tema
evitando aumentar el problema, por tanto, con la tensión provocada por el
terapeuta se podría permitir un nuevo repertorio narrativo.
5.3.2. El rol del terapeuta familiar desde la propuesta de Kenneth Gergen. El
rol del terapeuta desde el construccionismo social dentro del campo clínico en
el trabajo con familias adquiere una posición distinta. En el modelo tradicional el
terapeuta era el conocedor de todas las problemáticas y era quien con su
conocimiento sobre patologías y formas de intervención, buscaba curar dichas
desviaciones o enfermedades mentales, guiaba la terapia con objetivos claros,
planeando con antelación sesiones y casi siempre acomodando la realidad
subjetiva a una objetiva previamente establecida en la que se encierra la
normalidad (Gergen, 2005).
En el paradigma cognitivo, por ejemplo, el terapeuta puede compararse
con un director, quien se encarga de identificar y eliminar las ideas y
pensamientos distorsionados sobre la realidad, esto se logra debatiendo cada
uno de éstos, donde el psicólogo le indicaría como hacerlo para que el paciente
los modifique utilizando un pensamiento lógico a través de una mirada objetiva
de la realidad. El terapeuta es entonces, una autoridad y es quien tiene el
conocimiento y puede sanar. El mundo objetivo se vislumbra tras los ojos del
terapeuta.
Para el construccionismo social, la jerarquización en la Terapia Familiar
es dejada de lado y se comienza a ver al terapeuta como un facilitador y
estimulador de nuevas experiencias y nuevas construcciones que se
evidenciarán en la narrativa del paciente, igualmente favorece la creatividad y la
reflexión durante el proceso terapéutico (Gergen y Mcnamee, 1996).
Su papel no es el de modificar pensamientos, ideas o esquemas sino que
centra toda su atención en la experiencia del paciente dándole mayor relevancia
a los aspectos narrados y contados por ellos.
El trabajo del terapeuta en conjunto con la familia puede explicarse
utilizando la metáfora de una orquesta, donde finalmente se logra entre el
psicólogo clínico y la familia que todos los instrumentos suenen armónicamente,
traduciendo una melodía, la cual no se estaba produciendo cuando el paciente
llega a consulta, porque presenta un desconcierto en aspectos de su vida que
no logra articular. Es como si el paciente tuviera una mirada transversal de
ciertas experiencias, mira una parte pero no se logra conectar con la
experiencia del ciclo vital, lo que el terapeuta hace es tratar de que juntos con el
paciente logren tener una mirada más integral y que se consigan construir algo
más armónico, para entender, cómo y para qué pasó eso y que se
responsabilicen de alguna manera de lo ocurrido, si es necesario (Gergen,
2006).
Es importante aclarar la razón por la cual el terapeuta construccionista
social no puede considerarse intérprete de la experiencia del paciente. Desde la
terapia cognitiva tradicional, el paciente muestra unos síntomas, unos signos y
el terapeuta los enmarca en un cuadro clínico y de acuerdo a esto se realizaría
con él una psicoeducación acerca de lo que le está sucediendo o podría
sucederle, esto implica que el terapeuta estaba en la posición del que sabe,
pero bajo el enfoque construccionista social el que sabe es el paciente. No se le
daría entonces, una conferencia sobre lo que le pasa a la familia y porqué eso
es disfuncional, sino que se generarán estrategias para que a través de las
preguntas que haga el terapeuta, de las curiosidades y de una actitud tranquila
y abierta, se pueda ir caminando junto con la familia a un punto distinto del que
llegó a terapia, por lo tanto a la familia se le otorga la posición de experta de sí
misma y se logra una relación terapéutica más igualitaria (Mcnamee y Gergen,
1996).
Es por esto que el terapeuta tendrá la posibilidad de ayudar en el
desarrollo narrativo de la familia y la mejor forma de ayudarlos es permitiendo la
expresión de dicha narración, es dejar que salgan a flote los significados que
ellos quieran darle a su historia que están contando para así, de-construir e
identificar posibles significados alternativos, los cuales llamamos suplementos y
a su vez posibilitando nuevas narraciones emergentes (Gergen, 1996).
Es importante tener en cuenta que el terapeuta que trabaje con base al
construccionismo social desde la comunicación coordinada colaborativa acepta
que la realidad puede ser vista desde diferentes puntos, por lo tanto el concepto
de distorsión de la realidad desaparece, lo que implica que en la terapia ya no
se buscará que el paciente pueda percibir de una manera adecuada la realidad,
sino que por el contrario, se intentará lograr en el proceso terapéutico
construcciones alternativas y ampliar la manera de explicar lo que se está
percibiendo en ella, dando nuevos significados a lo que se vivencia. Así se
elaborarán aspectos mediante un trabajo conjunto, comunitario y activo entre
terapeuta y paciente, en donde ambos son intérpretes, construyen juntos una
realidad y algunas veces coinciden y en otras no (Anderson y Goolishian, 1996).
El terapeuta de familia concebirá al hombre como seres generadores de
significados dentro de un contexto relacional y no como una máquina
retroalimentadora como se pensaba en el siglo pasado. En la actualidad, la
hermenéutica y la forma interpretativa se hacen cada vez más importantes,
como dicen Anderson y Goolishian la hermenéutica y la interpretativa destacan
que los significados los crean y experimentan los individuos que conversan
(1996, p.46). Para estos autores en su artículo el experto es el cliente: la
ignorancia como enfoque terapéutico plantean que el terapeuta se moverá a
través de una comprensión desde la construcción social y el diálogo, ya que es
por medio de las narrativas que son construidas socialmente nuestras
experiencias de vida.
De igual manera, Tom Andersen (1991), que si bien para muchos es
considerado como constructivista, resaltamos de él su cercanía a ciertos
postulados construccionistas sociales. Andersen plantea que si se da relevancia
a las interpretaciones y a los significados en la comunicación terapeuta,
entonces, la posición del terapeuta en relación a la familia no es la de una
postura con soberbia, de sentir que tiene el conocimiento suficiente para curar
la disfuncionalidad familiar. Por tanto, cuando se presenta el terapeuta como
ignorante de la experiencia de vida del cliente o grupo relacional cercano, éste
último pasa a ser experto de su propia vida y el terapeuta familiar será un
colaborador que apuntará a la heterarquía, que consiste en crear una
colaboración democrática e igualitaria y no jerárquica donde el gobierno estaba
en manos del terapeuta como lo presentaba la postura tradicional. El terapeuta
se colocara en la posición del que no sabe ya que no tiene paso a cierta
información privilegiada y que nunca como tal entenderá al otro u otros de
manera completa y total.
Es importante considerar que no se está afirmando que el terapeuta no
tenga habilidades dentro de su campo formativo o académico ya que sus
conocimientos son un valor agregado para la terapia, pero, es necesario pensar
en el cómo, que no, en lo que pueda saber (Gergen,1996). El terapeuta no es
un agente manipulador donde él dice y el paciente hace, como si fuera un
monólogo. La idea es que sea un experto colaborativo y un especialista en la
diversidad de diálogos. Como plantea Bebchuk, (2000), en su investigación
publicada en la revista sistemas familiares, denominada la posición de no saber,
el rol de ignorante no es negar los conocimientos académicos:
Desde la posición de no saber no niego todo lo que estudié, aprendí
y experimenté. Simplemente trato de ser modesto con respecto de lo
que creo que sé. Aquello que leí, escuché y asimilé es un saber para
ensayarlo en el diálogo, o sea, conocimiento tentativo que pongo a
prueba en la conversación (p.71).
Pero, en la posición de no saber, se nos permite desaprender lo
aprendido, para aprender del otro y convertirnos en terapeutas aprendices. Por
tanto, ser ignorante no es ser una tabula rasa, ya que lo académico está con
nosotros, pero mis expectativas, certezas y valores se vuelven oportunidades
para indagar el mundo de expectativas, certezas y valores de mis interlocutores.
(Bebchuk, 2000, p.71).
Diagnosticar, identificar el trastorno de personalidad, planear las
intervenciones son anestesias para la familia, es como si se preocupara por el
diagnóstico y no por el cliente, es preocuparse por la estructura de personalidad
y no por la familia (Bebchuk, 2000).
Retomando la investigación de Lax (1996), él plantea desde su trabajo
clínico en el Brattleboro Family Institute y nos parece relevante en la práctica
terapéutica con familias, que la función del terapeuta es permitir que el
suplemento emerja desde la experiencia relacional. La familia lo que hace es
contar su historia de vida junto con alguien que escucha - aprendiendo y que en
este caso es el terapeuta, por lo tanto, este último se convierte en un co-autor
de la narración suplementaria contada y la familia el otro co-autor, por lo que lo
construido en terapia es de ambos. Pero si el terapeuta es co-autor, entonces
facilita generar suplementos o nuevas historias. Esto es posible en la medida
que el discurso en el que el cliente está comprometido en ese momento, se
pueda llevar a otro discurso en el que el problema no existe (Lax, 1996, p. 99),
lo que nos permite analizar que muchas veces las familias se limitan en la
medida en que se estancan en su propia narración sin la elaboración de nuevas
narraciones que posibilitan suplementos.
Por lo anterior, el terapeuta no se hace de lado de ninguno de los
miembros de la familia, su rol es la de ser facilitador- cocrear – coescribir (Lax,
1996, p. 99) de una nueva historia narrativa sin imponer comentarios o historias.
Se parte siempre desde la narración del cliente y su visión de la realidad, por lo
que el diálogo del psicólogo no estará por encima de la narración de la familia,
siendo éste un ignorante de la significación que hace el otro de su vida, pero un
experto en el arte de conversar. José Bebchuk (2000), valora dicha actitud de
parte del terapeuta ya que posibilita que la familia pueda estar en un escenario
más amplio de probabilidades conversacionales, valorar y reconocer aún más
su narración.
Si se valora la narración en la terapia, es relevante tener en cuenta que
cuando estamos enlazados con otros dentro de una comunicación coordinada,
el terapeuta dará importancia a cada persona que narra desde su propia
velocidad y ritmo, lo que significa que la forma como contamos nuestras
historias o hablamos con metáforas se verán expresadas también por nuestra
respiración, de ahí la aparición de suspiros y quiebres respiratorios dentro de
nuestras conversaciones terapéuticas que enriquecen nuestra coordinación
colaborativa dentro de la comunicación y que a su vez el suplemento puede
presentarse a través de estos signos no verbales pero que expresan novedad.
Adicionalmente, la posición de no saber de parte del terapeuta de familia,
le permite presentarse dentro de un proceso de recibir constante información,
con el deseo de enterarse, abriendo la posibilidad de significados, explicaciones
y comprensiones en la familia, por lo tanto Bebchuk, (2000), desde su
experiencia clínica manifiesta que dicha postura abre la comprensión de quien
sufre ya que es más fácil expresar dolor a alguien sensible, receptivo y abierto
al aprendizaje.
Los discursos o narraciones se construyen o de-construyen en una
relación conjunta entre familia y terapeuta. Como afirma Lax (1996), los
discursos no son fijos, pero se desarrollan al unísono entre la familia y el
terapeuta, siempre en un trabajo en conjunto.
Este trabajo en conjunto dentro de la comunidad terapéutica es relevante
en el Brattleboro Family Institute. Lax y sus colaboradores tiene en cuenta que
no se presenten conversación secretas o a espaldas de la familia, todas las
conversaciones ocurren con ellos y cuando hay un equipo tras el espejo, este
grupo sale y participa junto con el terapeuta y la familia, dando a conocer sus
ideas o también sus suplementos para conversarlos. La prioridad es involucrar
a todos en el desarrollo del proceso comunicacional y narrativo. El énfasis está
es en el proceso y no en los objetivos si es que los hay (Lax, 1996), por lo que
las sesiones no son predeterminadas o programadas con anterioridad. La
familia y el terapeuta se embarcan en un recorrido conjunto.
El no saber es el escuchar atento, es la inocencia de parte del terapeuta
que los llevará tanto a éste como a la familia a toda una acción de aprendizaje
dialógico (Bebchuk, 2000).
5.3.3. Emergencia del suplemento en la Terapia Familiar. Si los clientes son
los expertos y el terapeuta está en un rol humilde, para Anderson y Goolishian
(1996) el terapeuta también debe de permitir un espacio donde de manera libre
y cómoda se den los diálogos y conversaciones siendo un facilitador. Pero para
cumplir con dicha función facilitadora, se hace necesario la entrevista o las
preguntas que permiten la conversación dentro de la terapia, siendo éste el
mejor medio para que la comunicación se desarrolle y se dé el proceso
dialógico, lo que colocará nuevamente al terapeuta en el papel de ignorante, ya
que los problemas son significados desde el grupo familiar especifico de donde
surgen, y desde este nuevo rol planteará los interrogantes pertinentes evitando
respuestas esperadas o especificas recordando que no se trata de la búsqueda
de la objetividad.
En el Brattleboro Family Institute, (Lax, 1996), se realiza un trabajo
clínico con familias, donde se enlaza con el artículo de Anderson y Goolishian
(1996) y con nuestra investigación en la medida en que las preguntas que
surgen dentro de la comunicación coordinada colaborativa son relevantes ya
que en algunos casos producen cierta tensión que permiten la aparición del
suplemento. Tensión que debe de ser realizada con precaución ya que dicha
situación podría llevar a que la familia abandone el proceso terapéutico, pero
tampoco con mano suave ya que es importante la fuerza comunicacional,
comprendida desde las narrativas de la familia. Como afirma Bebchuk, (2000),
Querer saber me conduce a preguntar. Después de preguntar empiezo a saber
y al escuchar la narración quiero saber más, motivo por el cual vuelvo a
preguntar. (p.70). Lo que se presenta es considerar de manera significativa el
dialogo intersubjetivo.
A través de la entrevista clínica se espera que el estilo comunicativo del
terapeuta en el momento de indagar no sea diferente en relación al de la
familia, estilo en relación al ritmo y al vocabulario ya que la diferencia podría
llevar a la interrupción de la narración de parte de la familia en consulta o a la
incomprensión de la misma, es decir, cuando es poco claro el estilo discursivo
del terapeuta haciendo énfasis en términos técnico, posiblemente la familia no
comprenderá y no se presentaría una coordinación dentro de la comunicación,
por tanto, las preguntas en la entrevista no deben de presentarse en un orden
jerárquico. Lax (1996) expone algún tipo de preguntas no jerárquicas: ¿Cómo
surgió la idea de venir a terapia?, ¿Quién estuvo más de acuerdo con la idea?,
¿Creen ustedes que sería conveniente incluir a alguien en esta conversación?
(p.104). La intención con este ejemplo, no es la de llegar a la verdad del
problema, o mucho menos la de proponer preguntas rigurosas que otros
terapeutas deberán utilizar, la finalidad es dar valor tanto al contexto como a su
contenido de parte de la familia, ya que las preguntas son de utilidad para los
consultantes y no para corroborar el diagnóstico del terapeuta. Lo que se
espera es que las preguntas permitan la aparición del suplemento desde las
mismas familias.
Adicionalmente, Hoffman L, (2001), en su artículo de la sabiduría
sistémica a la responsabilidad relacional: una perspectiva comunal resalta
aquellas preguntas relacionales que permitirán afirmar no la dificultades o el
problema que emerge dentro de la familia, sino lo relevante que puede ser el
suplemento cuando aparece como una reafirmación de lo positivo dentro de los
vínculos afectivos cercanos, lo que llama él como indagación apreciativa y que
nosotros podríamos llamar como suplemento valorativo. Está indagación abre
espacios de confianza dentro de la comunicación coordinada colaborativa,
posibilitando dentro de la comunidad terapéutica la valoración y el desarrollo de
la creatividad. Lo que se pretende es favorecer el talento de los que hacen parte
de las relaciones comunicacionales y por tanto permitir la multiplicidad de voces
dentro de la comunicación, aunque estas voces sean opuestas, como afirma
Hoffman: la finalidad es lograr que la gente se escuche mutuamente, en lugar
de que cada cual procure convertir al otro o al mundo entero. (p.23)
La pretensión es que el terapeuta como la familia se sientan con libertad
de expresión y el clínico pueda recurrir a lo que necesite, pero no es caer en un
nihilismo o a la indiferencia ya que el terapeuta lleva consigo su propia
experiencia relación. El construccionismo social no nos propone una única
forma de intervención o a una única forma de preguntar, ya que esto limitaría
las expresiones culturales y no es esta la pretensión. Lo importante es que todo
conocimiento se entienda como una construcción y que ésta esté inmiscuida en
la cultura con diversidad de voces. (Gergen, 1996) y es allí desde las preguntas
donde emerge ésta diversidad conversacional.
Para Anderson y Goolishian (1996), este nuevo rol terapéutico favorecerá
siempre a la familia dentro del proceso de terapia, ya que podrán moverse
libremente dentro de las narraciones y conversaciones y no desgastarse por
hacer comprender al terapeuta de su significación respecto de sus ideas.
La terapia familiar es entonces una participación conjunta (...) donde
cada persona habla CON el otro y no le habla AL otro (Anderson y Goolishian,
1996, p.49). El terapeuta se esforzará por colaborar en la comunicación,
facilitando el proceso de diálogos constantes a través de las preguntas
centradas en la familia y por lo tanto permitir el surgimiento del suplemento,
pero es de aclarar que el énfasis estaría tanto en los cambios, como también en
posibilitar espacios de diálogo y comunicación.
Entonces, no solamente se debe de replantear la entrevista clínica dentro
de la práctica terapéutica, sino que el rol del terapeuta cambia por uno situado
desde la ignorancia, siendo la familia los expertos. Esto implica que el terapeuta
debe de presentar una constante actitud de escucha reflexiva.
5.3.4. El terapeuta en atención a las narraciones familiares.
Como
puntualizábamos anteriormente, los postulados modernos, ubicaban a los
clientes lejos del terapeuta, no solo físicamente ya que éste último se colocaba
detrás de un escritorio, sino que la comunicación era distante, por lo que la
actitud de escucha era escasa. El terapeuta dirigía e imponía su teoría según su
padecer. Para Maida, A.; Molina, M. y Del Rio, M, (2003), en el taller “la persona
del terapeuta”: Una experiencia de formación que promueve el aprendizaje,
resaltan la relevancia de las habilidades de escucha que debe presentar el
terapeuta de familia y la forma comprensiva de acercarse al llamado problema
familiar que conlleva a un esfuerzo constante dentro del diálogo terapeutico.
El terapeuta considerará que el problema no está en el interior de la
persona o en su mente, sino en lo complejo de las relaciones (Maida, A.;
Molina, M. y Del Rio, M, 2003), por lo que si llevamos esta idea a la práctica
terapéutica, se piensa que tanto el proceso de acompañamiento de la familia,
como los resultados de la práctica relacional en la terapia se derivan de las
relaciones, por lo que el terapeuta es un generador de procesos sociales,
mediados por la comunicación, el lenguaje y el suplemento como la
significación nueva dentro de la comunicación.
Escuchar nos posibilita nuevas ideas y éstas nos llevan a una acción que
se expresa por medio del lenguaje y a su vez, dichas ideas están contenidas en
las narraciones, pero cuando aparece el suplemento dentro de los discursos y
narraciones, éste entra con tal fuerza que permite que las personas
reconstruyan su experiencia de vida permitiendo la transformación de su mundo
y de su historia (Maida, A.; Molina, M. y Del Rio, M, 2003, p.113). Además, al
surgir el suplemento, éste a su vez permite nuevas conversaciones.
El rol del terapeuta implica la actitud de escucha de manera constante y
reiterada hacia la familia en terapia. El psicólogo clínico se convierte en testigo
de otros relatos, participa en la búsqueda de nuevos significados, permite la
comprensión y el deseo de ampliar las perspectivas, pero a su vez en el
terapeuta que conforma una comunidad, el suplemento podría aparecer
transformando su propia experiencia de vida a partir de la atención como oyente
participante de lo que la familia le está narrando. (Maida, A.; Molina, M. y Del
Rio, M, 2003).
Es por esto que la investigación desde un trabajo de taller formativo
(Maida, A.; Molina, M. y Del Rio, M, 2003) pretende que los terapeutas o los
futuros terapeutas den relevancia a la actitud de escuchar, de atender, de
permitir que las expresiones en terapia afloren sin la necesidad de
interrupciones y por tanto se permita las resignificaciones de las vivencias
constantes con los otros.
Hoffman (2001), comenta un video donde aparece en terapia Harlen
Anderson en 1998. En esta cinta Anderson estaba como terapeuta en una
actitud de escucha permanente por largo tiempo hacia una joven que estaba en
terapia con su familia y su acción era la de escuchar. Para quienes puedan
observar esta cinta, puntualiza Hoffman, Anderson podría aparecer como una
terapeuta que no lograba mucho dentro de su sesión, pero luego se observa
que la actitud de escucha de Anderson hacia la joven no estaba centrada tanto
en el mismo acto del habla, sino en su actitud de escuchar y de qué manera la
familia también estaba en esa misma actitud como lo estaba haciendo la
terapeuta, permitiendo a los presentes, en este caso a la familia de la joven,
atender y escuchar, sin estar a la defensiva, sin retarla o intervenir en dicho
diálogo. Un suplemento que puede aparecer de manera sencilla pero relevante
como lo es la necesidad de escucha, lo que posiblemente en la vida cotidiana
dentro de la familia en consulta no ocurría hasta ese momento, pero que era
esencial hacerlo. Escuchar es poder legitimar al otro en relación con el clínico.
Finalmente, Laura Fruggeri, (1996), plantea que el terapeuta, dará paso
al proceso del habla dentro de la terapia, sin posibilidad de interrumpirlo, ya que
el habla y la escucha son la búsqueda del deseo emergente de suplementos
creativos y para que dichos suplementos emerjan se necesita oír al otro como
elemento necesario de comunicación en toda comunidad, sea familiar o
terapéutica.
VI.- CONCLUSIONES
En esta tesis teórica nos hicimos la siguiente pregunta de investigación: ¿Es la
comunicación, tal como Kenneth Gergen la plantea a través de sus conceptos:
comunicación coordinada colaborativa y suplemento, los que permiten dar
cuenta de la transformación y cambio de significado en la experiencia subjetiva,
lo que transforma la relación entre las personas y podemos denominar este acto
como cambio terapéutico?
Para resolver ésta pregunta, tuvimos presente los siguientes objetivos: de
manera general, la exploración de algunos elementos desde la visión de
Kenneth Gergen como construccionista social. De manera particular la
importancia de la comunicación como componente fundamental dentro de la
Terapia Familiar, con el fin de identificar instrumentos teóricos que aportan a la
práctica de la terapia.
Para ello nos apoyamos de los objetivos específicos, los cuales nos
encaminaron a una revisión teórica desde Kenneth Gergen, destacando el
concepto de yo relacional como base epistemológica esencial para el trabajo
terapéutico, para así dar relevancia al lenguaje en las relaciones socioculturales y de qué manera dentro de éste el significado tiene su énfasis dentro
del contexto social.
Además, se analizaron los conceptos teóricos en relación a la
comunicación en la terapia desde el pensamiento de Kenneth Gergen como
construccionista social y se indagó acerca del concepto de suplemento como
elemento relevante que constituye la comunicación y de qué forma se convierte
en agente de cambio dentro de la Terapia Familiar.
Finalmente se identifica el rol del terapeuta construccionista social desde
los postulados de Gergen.
A partir de lo anterior y luego de haber analizado y utilizado temas
propuestos por Kenneth Gergen y de habernos apropiado de sus conceptos,
concluimos que:
El aporte de Kenneth Gergen a la psicología clínica es la visión de
un individuo esencialmente social
A partir de esta investigación consideramos la importancia que ha tenido
Kenneth Gergen desde hace 30 años en la psicología clínica y en la Terapia
Familiar, conceptualizando al individuo como un ser que se apropia de lo social,
dándose aquí su núcleo de identidad, en las relaciones con los otros, en el que
el lenguaje cobra vital importancia en la práctica terapéutica y esto se evidencia
en este análisis teórico.
Este autor es un referente fundamental en el construccionismo social,
relevando la inserción del ser humano en la realidad postmoderna y logra dar
cuenta como los cambios y avances culturales tanto subjetivos como
relacionales, influyen en cada sujeto y en las familias postmodernas. Además,
es considerado por algunos como el padre del construccionismo social, que a
partir de su enfoque pretende enriquecer nuestra manera específica de hablar
relevando las múltiples voces comunicacionales (Gergen, 2006). Considera a su
vez, como todo es producto de las relaciones humanas y es aquí donde se da la
significación de la experiencia y de las cosas.
Su foco de interés no es lo individual y tampoco se refiere a lo
intrapsíquico, donde respetamos su desarrollo y asumimos su postura de evitar
ver a los sujetos como seres individuales, donde es imposible plasmar con
precisión en el cerebro humano la realidad exterior (Gergen, 2006). Resalta la
riqueza comunicacional con el otro en la relación sujeto y mundo y no da cuenta
de temas como es el caso del autodiálogo o dejando abierta su postura en
relación al tema de la subjetividad.
Por lo tanto, el construccionismo social ha venido madurando y
desarrollándose por la atracción, que en este caso particular Kenneth Gergen
tiene por el pensamiento postmoderno, haciéndose necesaria las constantes
críticas hacia los postulados teóricos de la modernidad.
La postmodernidad, planteada desde el construccionismo social en
la propuesta de Kenneth Gergen posibilita una base epistemológica
coherente que se diferencia de las premisas teóricas de la modernidad
como lo concibe este periodo el autor
La propuesta epistemológica en la relación entre el sujeto y el mundo, es que el
primero no es un simple testigo de la realidad, sino que hace parte de la misma.
El significado que le damos a las cosas y a la realidad es fruto de nuestras
constantes relaciones socioculturales.
Las ciencias exactas características de la modernidad, con sus
postulados rígidos y universales, se replantean y flexibilizan la relación entre el
sujeto y el objeto, considerando como éste primero influye subjetivamente en la
experiencia del entorno al cual se acerca. Esto permite generar un cambio
significativo sobre la conceptualización de mundo y surge la posibilidad de
replantear la realidad objetiva en una realidad más coloreada subjetivamente.
Por lo tanto, de la objetividad y la cognición se pasa a la flexibilidad teórica,
donde el observador altera lo observado echando abajo los principios clásicos
modernistas de la realidad y dando paso al valor de la pluralidad y diversidad de
experiencias y diálogos, esencial dentro de la epistemología postmoderna,
específicamente desde el construccionismo social.
Se identifica, el concepto de hombre desde el construccionismo social
desde Kenneth Gergen, considerándolo como un ser social y relacional y no
individual y racional, ya que el ser humano se hace de las relaciones sociales y
es aquí donde da significado a su experiencia de vida y construye su mundo
cognitivo y afectivo.
El concepto de yo relacional como esencia fundamental en la
epistemología construccionista social y la influencia en las familias
postmodernas
Nos apropiamos del concepto de yo relacional desde Kenneth Gergen, como
fruto del concepto de yo saturado donde las diversas formas de comunicación
permiten diversas voces comunicacionales y de yoes que hacen del concepto
de hombre postmoderno un ser de relaciones en constante cambio, debido a la
diversidad de expresiones. El individuo interioriza sus experiencias con los otros
y su psique se regula relacionalmente.
Ahora bien, para comprender la nueva forma de hacer terapia en relación
crítica hacia los postulados terapéuticos modernos y considerando al sujeto
como un ser social y relacional, es esencial evidenciar los cambios significativos
que adquieren las familias con el devenir de la postmodernidad, ya que se
saturan de la misma manera que el yo y por lo tanto sus roles y expresiones
son diferentes. Las distinciones entre el hombre y la mujer han cambiado,
existiendo dificultad de aceptar la igualdad de consideraciones que tienen los
distintos géneros en los vínculos afectivos cercanos y desde esta nueva visión
de familia es que el terapeuta debe de proponer sus diálogos, relevando lo que
pasa no en la cabeza de los individuos, sino lo que pasa entre las relaciones.
La práctica terapéutica desde el construccionismo social basados
en
Kenneth
Gergen,
enfatizan
en
la
comunicación
coordinada
colaborativa, resaltando el valor del lenguaje y las narraciones
Si la relevancia está puesta en las relaciones y desde allí se plantea el
construccionismo social, por lo tanto la comunicación y con ello el lenguaje y los
significados hacen parte de las experiencias significativas con los otros
específicamente con los vínculos afectivos cercanos.
Además la investigación, nos conduce a una propuesta novedosa, ya que
la práctica terapéutica da un giro importante en relación a la terapia tradicional,
desde los conceptos de Kenneth Gergen. El lenguaje dentro de los procesos
terapéuticos se presenta como intercambio de voces, manifestaciones
culturales y expresiones que surgen de la expansión lingüística (Gergen, 2008),
como valor esencial en el surgimiento de los modos diversos de posibilidades
que aparecen en el habla y que el terapeuta reconocerá como un lenguaje con
potencialidades e importante fuente de recursos relacionales, dando cuenta el
lenguaje de la subjetividad relacional.
Otro elemento significativo dentro de la nueva práctica terapéutica desde
Kenneth Gergen son las diversas formas narrativas como fruto de nuestra
experiencia social y se logran por medio del lenguaje. Las narraciones reviven
cada experiencia de vida al ser contadas y siempre al expresarlas nos hacemos
parte de ellas.
Las narraciones, en la terapia serán relevantes ya que permiten acceder
a acciones y emociones, no siendo estáticas, sino más bien, de qué manera las
historias contadas se pueden reelaborar, resignificar, siendo fluctuantes y
teniendo su significancia en el encuentro con el otro.
El suplemento como agente de cambio en la Terapia Familiar, desde
la comunicación coordinada colaborativa
Valoramos de manera significativa en nuestro análisis teórico el concepto de
suplemento, como respuesta significativa ante una acción verbal o gestual que
la antecede. El suplemento se crea en una coordinación lingüística y es la
novedad que aparece como manifestación de cambio en una comunicación
coordinada entre la comunidad terapéutica. El suplemento se expresa en el
lenguaje y si el lenguaje es acción, por tanto también podría serlo el
suplemento. El suplemento carga con estados emocionales que adquieren
sentido en las relaciones sociales, específicamente familiares. Adicionalmente,
tiene siempre una intención que proviene de la familia en consulta y que surge
de nuestra participación social.
La importancia asignada al suplemento en esta investigación, se centra
de manera directa con los cambios narrativos y los cambios de vida familiar que
aparecen en el proceso terapéutico, ya que al emerger el suplemento aparece
una nueva posibilidad de resignificar cada experiencia de vida y por lo tanto las
familias pueden acceder a nuevas narraciones, significaciones y nuevos
diálogos menos problemáticos dentro de los vínculos afectivos cercanos.
En la Terapia Familiar, la aparición del suplemento se da por medio de
los procesos de co-construcciones, interrumpiendo el ciclo a favor del problema
que los agobia y dando así la posibilidad de desencadenamiento de algo nuevo
y distinto a favor de la familia.
Respondiendo a la pregunta de investigación uno podría concluir que
tomando los elementos de Kenneth Gergen de la comunicación coordinada
colaborativa y el suplemento, surge en el intercambio de conversaciones dentro
de la Terapia Clínica la novedad, la cual, puede ser utilizada para producir un
cambio en la significación de las personas. Desde ese punto de vista se puede
pensar que se permite producir cambios por medio del suplemento, porque se
da la posibilidad de resignificar la conducta y los actos relacionales en la familia,
en la relación de pareja y en nuestras constantes relaciones con los demás. Por
lo anterior, en esta investigación consideramos relevante el suplemento como
elemento esencial en el cambio terapéutico.
El rol del terapeuta familiar desde el construccionismo social
basados en la propuesta de Kenneth Gergen, permite el surgimiento del
suplemento
Basándonos en el análisis anterior, identificamos una postura particular del rol
del terapeuta en comparación al papel jerárquico y dominante que presentaba
la modernidad. El terapeuta construccionista social trabajará al unísono con las
familias permitiendo el suplemento también para él mismo. Resaltamos, la
hermenéutica como expresión de interpretación social en las narraciones y en la
comunicación coordinada colaborativa posibilitando la multiplicidad y las libres
expresiones lingüísticas sin impedimentos, ni interrupciones.
El terapeuta no se quedará girando alrededor del problema de la familia
en consulta y se apartará de la terapia instructiva. La importancia es asignada al
ambiente consensual, donde a partir de la igualdad entre la familia y el
terapeuta se permiten los procesos comunicacionales como medios emergentes
del suplemento.
Destacamos desde la propuesta de Kenneth Gergen, el papel del
terapeuta como facilitador en la comunicación y estimulador de nuevas formas
constructivas de vida, sin despojarse de sus relaciones y conocimientos
académicos, solo que se hace igual que los clientes, terminándose la
jerarquización en la terapia. En este sentido, el terapeuta se hace un experto
colaborativo y un maestro en la diversidad de diálogos. Es un aprendiz de la
vida relacional de la familia, siendo un co-constructor de experiencias, su
postura será de ignorante en relación a la familia quienes serán los expertos de
su propia experiencia relacional.
El facilitador, accederá a las preguntas como herramienta relevantes en
la terapia construccionista social para facilitar diálogos centrados en la familia y
permitirán la aparición de suplementos siguiendo la línea humilde de la
experiencia conversacional de los clientes y posibilitando en los diálogos
constantes que emerjan suplementos valorativos, favoreciendo el talento y las
cualidades dentro de los vínculos afectivos cercanos.
Finalmente, también concluimos la importancia en el arte de escuchar de
parte del terapeuta y de quienes conforman la familia en terapia, como una
forma de permitir nuevas ideas, nuevas conversaciones y suplementos
contenidos en las narraciones e historias familiares. El terapeuta es testigo de lo
contado por las familias, comprendiendo y dando paso a diversas perspectivas
que son ocultadas por el problema. El suplemento podría surgir de la escucha
atenta hacia el otro dentro de la Terapia Familiar con énfasis desde el
construccionismo social desde una visión de Kenneth Gergen.
VII.- CONSIDERACIONES ÉTICAS
Teniendo en cuenta la ley que regula el ejercicio de la psicología en Colombia y
el estatuto de propiedad intelectual, se pueden deducir las implicaciones éticas
que comprende este trabajo investigativo. Es importante tener en cuenta que
éste tiene un enfoque de investigación teórica, por esto la población son todas
las fuentes bibliográficas que comprendan el tema de interés.
Al trabajar directamente con fuentes bibliográficas se debe tener en
cuenta el artículo 49 y 56 del capítulo VII de la ley que regula el ejercicio de la
psicología; este capítulo hace referencia a la investigación científica, la
propiedad intelectual y las publicaciones; los artículos explican los elementos
que se deben tener presentes al elaborar un trabajo investigativo de este tipo y
hacen énfasis, por supuesto, en los derechos de propiedad intelectual que tiene
cada persona cuando elabora cualquier tipo de investigación.
Concretamente el artículo 49 plantea que,
Los profesionales de la psicología dedicados a la investigación son
responsables de los temas de estudio, la metodología usada en la
investigación y los materiales empleados en la misma, del análisis de
sus conclusiones y resultados, así como de su divulgación y pautas
para su correcta utilización (Congreso de la República de Colombia,
2006),
Este artículo presenta con claridad, la responsabilidad que tiene cada
investigador de respetar en cada uno de los pasos del trabajo las normas que
rigen las investigaciones, puesto que es importante que se utilice de una
manera adecuada cada una de las fuentes de apoyo que se empleen para
beneficio del proceso investigativo.
En cuanto al artículo 56, este plantea que:
Todo profesional de la psicología tiene derecho a la propiedad
intelectual sobre los trabajos que elabore en forma individual o
colectiva, de acuerdo con los derechos de autor establecidos en
Colombia. Estos trabajos podrán ser divulgados o publicados con la
debida autorización de los autores (Congreso de la República de
Colombia, 2006).
Este artículo se enfoca más al derecho de propiedad intelectual, es decir,
las personas al elaborar un trabajo investigativo tienen derecho a que esa
construcción sea respetada por los que se sirvan de ella para cualquier fin, si en
algún momento alguna parte de la obra se considera útil, es importante que se
haga la referencia a este trabajo, puesto que es de esta manera que se están
respetando los derechos que tiene cada autor.
Adicionalmente, la Universidad Pontificia Bolivariana de la ciudad de
Medellín, nos recuerda que los derechos de autor comprenden las facultades
morales y las patrimoniales; la primera hace referencia a la autoridad que tiene
cada autor sobre su construcción por el hecho de haber creado la obra, así ésta
aún no haya sido publicada, ni registrada ante la Dirección Nacional del
Derecho de Autor; las facultades morales surgen desde el momento en que la
obra se crea. Las facultades patrimoniales se relacionan con el beneficio
económico que tiene el autor cuando la obra sea publicada o divulgada.
A su vez el estatuto de propiedad intelectual presenta el artículo 28, que
se refiere a la producción de los estudiantes:
Pertenecen al estudiante los derechos morales y patrimoniales sobre
la producción intelectual que realicen personalmente o con
orientación de un asesor o director, en desarrollo de las actividades
académicas, tales como trabajos de grado, tesis de maestría o de
doctorado (Congreso de la República de Colombia, 2006).
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