DE HISTORIA NATURAL. 83 nos trasladamos á otro sitio donde se habia preparado un corte en el que aparecian con toda claridad las capas del mioceno, semejantes en u n todo á las descritas por mí en la Memoria de Teruel, al dar cuenta del famoso criadero de huesos fósiles de Concud. Con todos estos antecedentes, la Comisión pudo dar su informe, que siquiera no fué unánime, sin embargo hay que declarar que la mayoría se inclinó en sentido afirmativo, que luego fué aceptado por el Congreso, no sin manifestar algunas dudas losSres. Evans, Virchow, Cazalis deFondouce y el autor de estos mal pergeñados renglones. Como preliminar indispensable á la grave cuestión de la existencia en Portugal del hombre durante los tiempos dichos terciarios, se habia dispuesto muy hábilmente dar cuenta de los hallazgos de plantas fósiles, entre los materiales del mencionado período geológico, con el fin de probar la posibilidad del hecho, según las condiciones climatológicas que la existencia de aquella flora exigía. De esta interesantísima comunicación se encargó el Sr. Conde de Ficalho, joven ilustre por su título nobiliario, y más aún por su vasto saber en Botánica, de cuya cátedra en la Escuela Politécnica está encargado, quien inició las sesiones del Congreso leyendo u n a Memoria del insigne paleontólogo suizo Heer, acerca de las plantas fósiles terciarias de Portugal, remitidas en consulta por el señor Ribeiro, á cuyo escrito sirvieron como de complemento atinadas reflexiones del botánico portugués, en demostración de que el clima de aquella parte de la Península durante el período mioceno debía ser suave y templado, apropósito para poder vivir nuestra especie. A continuación de este primer punto, los Sres. Ribeiro y Delgado, verdaderos campeones de la Arqueología prehistórica portuguesa, dieron á conocer los brillantes resultados de sus diligentes pesquisas encaminadas á trazar la historia de los períodos paleo y neolítico de Portugal, haciendo el segundo de aquellos eminentes geólogos oportunas consideraciones que, en su sentir, demuestran la antropofagia en algunos centros prehistóricos de su país, idea que no fué aceptada por la Comisión que se nombró al efecto, siquiera respetables individuos, como Chaffausen, por ejemplo, opinaron en sentido favorable. Con objeto de que el Congreso apreciara por sí la