Orígenes y evolución del psiquismo según Heinz Kohut

Anuncio
Orígenes y evolución del psiquismo según Heinz Kohut. (I)
Julieta Lagomarsino.(II)
"La penetración psicológica en estados mentales, sobretodo en las experiencias
que marcan los comienzos mismos de una línea específica del desarrollo, siempre
es precaria y no cabe duda que nuestras reconstrucciones están aquí
particularmente expuestas al peligro de distorsión adultomórfica.
Estas consideraciones deberían bastar para hacernos desistir incluso de
emprender ese viaje, de no ser por una serie de circunstancias que nos ofrecen
una ayuda inesperada"
Heinz Kohut.
( "La restauración del sí mismo")
Sentada en el sillón de mi consultorio miró el perfil de una mujer etrusca que se
reproduce
en
la
hoja
de
un
almanaque.
Mujer sin tiempo, hermosa, se mantiene joven como el fresco donde fuera pintada.
De rasgos fuertes, pelirroja, si su mirada se encontrara con la mía, ¿podría
inmiscuirme en su mundo interior? Habitante muda de mi consultorio, comparto
con
ella
los
interrogantes
sobre
los
"Orígenes
del
psiquismo"
¿Existen? ¿Cuán remotos son si pudiéramos darles un momento primordial?
¿Desde el deseo de nuestros padres?
CONSIDERACIONES PRELIMINARES:
Al abordar esta temática, lo primero que querría cuestionarme junto con Uds. es lo
relativo al término "ORIGENES", que según la Real Academia es el principio,
nacimiento, manantial, raíz y causa de una cosa. "Tiene que ver con el lugar
donde se ha nacido, o de donde proviene, motivo o causa de algo, punto de
intersección de los ejes coordenados". "ORIGEN" término sagrado y profano
ligado a la moral y a sectas heréticas que parecen compartir alguna suerte de
creencia...
Desde los orígenes del pensamiento filosófico, los problemas humanos fueron
modelados según modelos y los vínculos humanos y personificado los elementos
de
la
naturaleza,
que
lógicamente
debían
precedido.
Y hoy, ¿seguimos preguntándonos sobre los orígenes del mundo, del
conocimiento, del hombre y su psiquismo, en una búsqueda sin tregua, que
parece sin fin pero que ha servido de alguna manera, para construirnos,
investigando, todo el andamiaje teórico sobre el cual trabajamos?...
Búsqueda, investigación histórica, sustento para sustento de la teoría, todo parece
conducir a cierta forma de creencia y causalidades: elucubrar desde el óvulo
fecundado o antes hasta un idealizado estado de adultez. ¿Será que estamos
buscando en el origen y evolución de nuestro Self la utopía de ser dueños de
nuestro propio destino? ¿Formará parte de este propósito, nuestro encuentro de
hoy?
1
II) EL CONCEPTO DE SELF
"SELF", en inglés deriva del antiguo "seolf" y "silf", proveniente del alemán "Selb",
actualmente, "Selbst". Términos ligados al concepto de identidad también usables
como prefijos, determinantes del sentido de la palabra a la que anteceden, por ej.
Selbstanalyse: autoanálisis.
Las traducciones posibles al castellano: sí mismo, uno, uno mismo, auto. En
castellano y en francés las palabras "Si" ó "soi" precisan de "mismo" ó de "même"
para implicar el sentido de identidad que tiene el término en inglés o en alemán.
Rastreando en la obra de FREUD, encontramos la noción de "sí mismo" (Selbst)
en 1910 cuando, en el contexto de la primera tópica y de la primera teoría de las
pulsiones se refiere a: "... la idea de un organismo que busca preservarse de la
muerte, a la idea global y no determinada del sujeto, individuo y quizá persona".
Con la introducción del narcisismo, el objeto de la libido es el Yo y el Sí Mismo
pertenece al nivel conceptual de la elección de objeto, es el objeto de amor del Yo.
En una segunda acepción el Sí mismo queda definido como "un conjunto
restringido de representaciones que conforman para el sujeto un modelo arcaico
de sí y que funciona como objeto actual del amor del yo". El Sí mismo, adquiere
este sentido en la elección narcisista del objeto. La identificación con el objeto
produce un conjunto de representaciones que el sujeto tiene de sí, este modelo
será buscado en el objeto y revestido de libido narcisista. Lo amado en el objeto
será
el
modelo;
el
Sí
mismo,
lo
que
uno
mismo
fue.
La tercera acepción corresponde a la construcción activa y permanente de un
modelo actual de sí mismo, resultante de una elección que incluiría aspectos del
Yo
y
aspectos
que
no
corresponden
al
Yo
del
individuo.
Las nociones de Sí mismo y de Yo no son superponibles, ya que se refieren a
grupos
de
representaciones
con
distinto
contenido.
Las representaciones con que se construye el modelo incluirán los aspectos de sí
valorados narcisísticamente. El "yo" no engloba rasgos que intervienen en el
modelo, el físico o la edad, por ejemplo que no son estrictamente parte del yo.
La cuarta acepción surge de la introducción del concepto de "ideal del yo" que
forma parte de la noción de "sí mismo" ya que sin ser "yo" está investido del libido
narcisista y "aparece como modelo, una representación o conjunto de
representaciones que, a diferencia de los modelos anteriores, se conforma a partir
de
lo
que
el
sujeto
no
posea
en
el
momento
actual."
Las insuficiencias de la primera tópica, del modelo de "yo como sujeto y objeto"
provocaron que fuera sustituida por la segunda, en esta se conservaran ciertas
denominaciones: "yo", "ideal del yo" pero el concepto de sí mismo se eclipsará
hasta desaparecer.
2
MELANIE KLEIN, intentando aclarar las diferencias entre yo y self, dice: "el yo es
la parte organizada del self, constantemente influida por las pulsiones (instintos)
pero teniéndolos bajo control por medio de la represión; por otra parte, dirige todas
las actividades y establece y mantiene la relación con el mundo exterior. El self
envuelve la totalidad de la personalidad que incluye no solamente el yo sino la
vida
de
los
instintos
que
Freud
ha
llamado
el
ello."
Cuando habla los distintos aspectos del self hace también referencia a los objetos
internos y a entidades como el superyo que se viven como objetos internalizados.
Para ella el yo existe en forma rudimentaria desde el nacimiento pero la noción de
self implica la capacidad de sentirse uno mismo como totalidad animada. Está
ligada entonces a la elaboración de la posición depresiva. Una buena
estructuración del self implica la posibilidad de reconocerse en sus distintas
relaciones de objeto y mecanismos defensivos así como la disminución de la
identificación proyectiva patológica y la tolerancia de ansiedades depresivas y
persecutorias.
PARA LA PSICOLOGIA DEL YO la primera investidura tiene lugar sobre una
representación indiferenciada self-objeto. Las investiduras diferenciadas se
realizan a medida que se discriminan las representaciones del self y los objetos.
En 1950 HARTMANN propone definir el narcisismo, "no como la catexis libidinal
del yo, sino como la del self" y utilizar "representación del self" como opuesto a
"representación de objeto". Entiende por "yo" la instancia psíquica que entra en
oposición con las otras instancias y por "self" la persona o el individuo en
contraposición al objeto, incluyendo su cuerpo, su organización psíquica y sus
partes.
HEINZ KOHUT Y SU CONCEPTO DE SELF
Para aproximarnos a la formulación del modelo teórico de Kohut el concepto de
"self" debe concebirse como una abstracción psicoanalítica, siendo un contenido
del aparato psíquico. Este contenido es, en realidad un conjunto de
representaciones distribuidas en el aparato psíquico, pero no es ninguna de sus
instancias, ni constituyen la introducción de una nueva instancia. Es decir, que a
partir de la segunda tópica freudiana, Kohut ubica el "self" como un conjunto de
representaciones que dan cuenta del si mismo. Por lo tanto, el Self en una
estructura interna de la mente que se conceptualiza a un nivel próximo a la
experiencia, es decir, en la situación analítica surge y se expresa como una
abstracción
psíquica
cercana
a
la
realidad.
Dice Kohut "... el Self, de modo bastante análogo a las representaciones de objeto,
es un contenido del aparato psíquico pero no es ninguno de sus constituyentes, es
decir, ninguna de sus instancias"
El Self tiene una localización psíquica que puede aparecer como
representación conciente, preconciente e inconciente, que incluso puede
aparecer
a
veces
como
contradictorias.
Un aporte personal de Kohut que ha sido ampliamente discutido es el referente a
la postulación de una doble línea libidinal, narcisista y objetal; la primera es
3
aquella que inviste al "self" y a sus objetos. Es importante recalcar que la línea
correspondiente al narcisismo no excluye los objetos sino que por el contrario los
destaca primordialmente ya que de las relaciones del sujeto con los objetos
tempranos derivará el logro o no de la cohesividad del "self."
En cuanto al origen del "self", Kohut plantea que toda persona constaría de un
"self", "virtual" que se consolidará como un "self" nuclear en base a la respuesta
empática de los "self" nucleares de los objetos-self primarios, los cuales pueden
diferenciarse en: objeto-"self" que cumple una función especular y objeto-"self"
omnipotente
idealizado.
La experiencia de un "self" nuclear cohesivo determina el sentimiento de identidad
perdurable. Los dos polos del "self" están determinados por: a) las ambiciones
gestadas en el período de predominio "self" grandioso arcaico y b) los ideales
gestados en el período de la imago parental idealizada. El sentido de identidad
constante a lo largo del tiempo, atributo del "self" sano se establece
tempranamente como resultado del constante gradiente de tensión promotor de
acción, entre los dos elementos constitutivos del "self" nuclear. En términos
económicos entonces, si la tensión entre las ambiciones y los ideales está
adecuadamente equilibrada, habrá suficiente energía disponible para la
producción sana en los diferentes campos de acción de la vida.
La fortaleza cohesiva del "self" dependerá de dos momentos: un primer momento
en el cual hay un proceso de inclusión y exclusión selectivo de estructuras a través
de un mecanismo específico que Kohut denominó "internalización trasmutadora" y
un segundo momento que puede ser compensatorio de las fallas del primero.
OTTO KERNBERG pone el acento en la utilización ambigua que hace Freud del
término alemán "Ich" para denominar a la vez al yo "estructura mental y agencia
psíquica"
y
al
self
"más
personal,
subjetivo
y
experiencial".
Propone sustituir "self" en cuanto "persona o entidad psicosocial, conductual e
interaccional" por "carácter " y emplear el término "self" para referirse a "la suma
total de representaciones del self en íntimo contacto con la suma total de
representaciones objetales... una estructura intrapsíquica que se origina en el yo y
está claramente enclavada en el yo." Self y yo quedan indisolublemente unidos y
las investiduras libidinales de los objetos externos, de sus representaciones y del
self en continuidad y reforzándose mutuamente.
A partir de estas concepciones el autor puede relacionar las distintas situaciones
psicopatológicas por un lado y "el fracaso para alcanzar niveles normales de
integración de las relaciones objetales internalizadas y del self por otro."
Las ideas de WINNICOTT en relación al origen y desarrollo del self son aspectos
centrales de su teoría. Resulta difícil para los estudiosos del autor definir lo que
significa este concepto ya que el sentido cambia según el contexto en que
aparezca.
Winnicott concibe al yo como organización que antecede a la aparición del self,
entendido este como el sentido de identidad que adviene con la percatación de sí.
El yo está para él ligado al desarrollo neurofisiológico, a la memoria, la percepción
y la cognición que permiten una orientación en el mundo exterior. El self, en
4
cambio "es la persona que soy, y que sólo yo soy, que posee una totalidad basada
en los procesos de maduración."
III) DESDE UN SELF TRANSFORMADO Y CONSOLIDADO, EN UNA
REGRESION FICTICIA, CON SUS AVATARES Y CONSECUENCIAS.
Había
una
vez...
Un self humano ideal, maduro creativo, sabio, con sentido del humor, empático y
conciente
de
su
finitud...
Luego de un tratamiento psicoanalítico, había obtenido una serie de logros
complejos y autónomos: su Yo había dominado con éxito las cargas narcisistas y
las había utilizado poniéndolas al servicio de metas elevadas.
Este, su narcisismo equilibrado le había hecho superar las "heridas narcisistas"
que cualquiera sufre. El logro de una genitalidad placentera y la capacidad para un
amor de objeto no ambivalente hacían que se sintiera dueño una vida satisfactoria
y
productiva.
Pero hubo una vez en que esa misma persona estaba cuestionándose su valía
para alcanzar sus metas, no se sentía amado, e, incapaz de responder a las
demandas de los otros; caía ya en la inmovilidad ó pasaba por penosos estados
de malestar físicos. En suma, su sistema del Sí mismo, sufría, dolorosamente
expuesto
y
vulnerable
a
la
enfermedad.
Y... en el "entre tanto"? Su tratamiento se centró en el diagnóstico de "trastorno
narcisista de la personalidad" atendiendo a los avatares de un self que, desde sus
orígenes transita acompañado por el narcisismo, narcisismo que patologiza, o se
adapta, se transforma y tal vez... pueda ayudar a alcanzar la sabiduría de ese ser
humano ideal, utópico, con el que Kohut soñara.
REPASEMOS, ENTONCES
En lo concerniente a la patología narcisista (los trastornos narcisistas de la
personalidad observados), se pueden hacer las siguientes caracterizaciones: por
alguna razón el "Self" nuclear no se consolida normalmente en las etapas
consignadas, sea por faltas en el primer momento cuando necesita que las
apetencias infantiles tempranas de ser admirado, aprobado, o de experimentar la
fusión y ser idealizado por el objeto "self" se ven frustradas y permanecen como
apetencias en la vida adulta. Por no haber podido satisfacer estas necesidades
arcaicas adecuadamente o por haber sido expuesto a frustraciones extremas o
abruptas, el sujeto conservará internamente el deseo y la fantasía de fusión con
un objeto "self" y sus necesidades tempranas permanecerán organizadas (fijadas)
a nivel inconciente en una constelación específica que Kohut llamó "selfgrandioso". El sujeto tenderá a establecer relaciones interpersonales en base a
los designios del "self" grandioso, por lo cual aquellas personas sobre las que
cargue el afecto tendrán a no ser percibidas como "objetos verdaderos" (es decir
independientes y autónomos) sino como objetos-"self". O sea, como objetos
arcaicos, narcisisticamente caracterizados y pre-estructurales. Sobre estos objetos
5
el sujeto esperará ejercer el control que habitualmente ejerce sobre el cuerpo y la
mente propios.
El "self" grandioso puede permanecer totalmente reprimido a nivel conciente y
entonces el sujeto presentar una apariencia totalmente opuesta a sus apetencias
infantiles de grandiosidad. Estos son los casos que Kohut describe como
portadores de una escisión horizontal de la personalidad. En estos el "self"
grandioso totalmente reprimido, emerge solamente a través de la facilitación
operada por el proceso del análisis; habitualmente sus manifestaciones
permanecen inconcientes. El sujeto tiene de si mismo a nivel conciente, un
conjunto de representaciones pobres y desvalorizadas y le acompaña un
sentimiento predominante de vergüenza, resultante de la presión ejercida por los
contenidos del "self" grandioso reprimido, inaceptables para el yo-realidad.
Otra forma de presentación de los trastornos narcisistas de la personalidad es en
cambio, lo que Kohut llama una "escisión vertical de la personalidad" de modo
que si, bien el grueso del "self" grandioso permanece inconciente, hay,
paralelamente, a nivel conciente, representaciones grandiosas de si, que permiten
al sujeto ofrecer una apariencia de suficiencia, poder, y una aparente
prescindencia de los objetos.
En la búsqueda de un self integrado
Diagnóstico y tratamiento de los trastornos narcisistas de la personalidad
Kohut enfatiza como forma privilegiada de diagnóstico para estos pacientes, las
características transferenciales que se establecen durante el análisis,
transferencia que va a reeditar en el vinculo con el terapeuta las vicisitudes de la
relación con sus objetos arcaicos.
La no comprensión de las necesidades del paciente narcisista, que se expresan
en formas transferenciales específicas, pueden desencadenar la irrupción de la
cólera narcisista. Es importante destacar que la agresividad, que puede tomar
características violentas en estos pacientes, es entendida por Kohut como reactiva
a las frustraciones y no como expresión de la pulsión de muerte.
De manera similar, las actuaciones perversas, frecuentes en estos pacientes, así
como conductas transgresoras de ciertas normas sociales, son entendidas como
intentos de restaurar el equilibrio narcisista básico que es fácilmente quebrado por
la susceptibilidad a todo lo que sea sentido como falta de empatía,
desconocimiento de sus necesidades, desilusiones, abandono, etcétera.
El proceso de análisis de estos pacientes, nos dice Kohut, implica que el analista
permita que se le ubique en el lugar del objeto-"self", para poder, a partir de allí,
transitar con el paciente el camino de transformación del narcisismo infantil que ha
permanecido inmodificado.
6
El proceso analítico con un terapeuta empático permitirá al paciente hacer
concientes las ambiciones e ideales grandiosos obturados por la represión,
someterse a las frustraciones necesarias para alcanzar una armonía con el yorealidad, y lograr los atributos del "self" sano: capacidad de empatía, sentido del
humor, creatividad y capacidad de goce de las situaciones vitales (felicidad o
pequeñas alegrías limitadas), en la sabia aceptación de la finitud de la vida.
IV) EDIPO, CASTRACION Y FINAL
Puede aparecer como la "gran falta" en este apretado resumen de la teoría de
Kohut, la mención al complejo de Edipo y la castración, puntos importantísimos a
tratar por Kohut si surgen desde la transferencia y la regresión.
Para decirlo con las palabras que emplea en "Como cura el análisis": ..."estoy
batallando en general contra dos ortodoxias: la que decreta que toda cura
descansa en el análisis del Complejo de Edipo y la que legisla que toda cura
descansa en el análisis de las depresiones y furias de la primera infancia."
El niño sano de padres sanos ingresa jubilosamente en la fase edípica. El júbilo
que experimenta no se debe solo a que responde con orgullo a sus realizaciones
evolutivas, vale decir, a su nueva y creciente capacidad para el afecto y la
autoafirmación, sino también a que esas realizaciones suyas suscitan un halo de
orgullo y alegría empáticas en sus objetos/sí-mismo de la fase edípica. A raíz de
este júbilo y de este orgullo por sus realizaciones, la actitud tierna del niño no se
desintegra en hechos sexuales fragmentarios, su autoafirmación no se transforma
en hostilidad destructiva y no siente un intenso temor frente a sus padres.
Unicamente si éstos no funcionan adecuadamente como objetos/sí-mismo
edípicos vivenciará el niño altos grados de angustia.
No nos estamos centrando estrechamente en un aspecto particular de la conducta
parental que pueda caracterizarse en términos de bondad o rigor, sino que
estamos investigando el ambiente emocional que caracteriza, durante la fase
edípica, la matriz de relaciones entre el sí-mismo y el objeto/sí-mismo. Al hacerlo,
debemos guiarnos por la premisa de que, con referencia al examen del papel de
los padres durante ciertas fases decisivas del desarrollo del niño (y la fase edípica
debe ser evaluada, por autonomasia, como una fase de desarrollo), es "menos
importante determinar lo que hacen los padres y más importante determinar lo que
ellos son", como ya lo dije en otra oportunidad. Por cierto, lo que los padres son –
por ejemplo, las formas en que su personalidad realza, restringe o distorsiona sus
funciones como objetos/sí-mismo del niño edípico– tendrá que ser examinado a
través de su conducta; la diferenciación fundamental entre objetos/si-mismo
parentales adecuados e inadecuados no provendrá, en muchos casos (o quizás
en la mayoría), de fallas empáticas groseras, como respuestas sádicas o sexuales
manifiestas, sino de respuestas nocivas expresadas de manera sutil, aunque
repetida.
7
En general, la mejor manera que tenemos para resolver la decisiva cuestión de si
ese comportamiento creará una atmósfera traumática o sana para el desarrollo del
niño –en la esfera del afecto, del amor sexual y de las pulsiones sexuales, tanto
como en la esfera de la autoafirmación, la agresión y la actividad destructiva– es
centrar nuestra atención no en el contenido sino en la forma de la conducta de los
padres.
¿Debemos entonces esperar que los padres sean casi perfectos para no dañar el
desarrollo emocional de sus hijos? Por cierto que no. La salud emocional del niño
edípico no depende de la existencia de progenitores que jamás envidien a las
generaciones más jóvenes o que nunca, en períodos de perturbación temporaria
del sí-mismo, respondan con un cierto grado de sexualidad al afecto del hijo. En la
medida en que estas respuestas imperfectas son sólo disturbios ocasionales de
una actitud básica de afecto y orgullo empáticos apropiados, pueden
considerárselas pertenecientes a las fallas óptimas que, al igual que las fallas
análogas del analista durante la terapia, generan internalizaciones y construyen la
estructura interior. No obstante, si estas fallas de los objetos/sí-mismo
edípicos se vuelven crónicas, si en lugar de provenir del desequilibrio
ocasional de un padre o madre, provienen de una seria patología del símismo, entonces si el niño vivenciará una indebida angustia durante el
período
que
estamos
estudiando.
Esta angustia patológica se presentará en dos formas: como angustia edípica
primaria y secundaria. La angustia primaria del período edípico, que a mi juicio es
la más básica de los dos tipos, surge como reacción a la falta de empatía de los
padres, vale decir, a las imperfecciones de una matriz de objetos/sí-mismo que no
sustenta al niño. La angustia secundaria, que suele tener manifestaciones más
conspicuas pese a su carácter derivado, surge cuando luego de la desintegración
del sí-mismo edípico sano, que se caracteriza por actitudes afectuosas y
autoafirmativas, cobra primacía en el niño el sí-mismo edípico sano, que se
caracteriza por actitudes afectuosas y autoafirmativas, cobra primacía en el niño el
sí-mismo edípico fragmentado, que se caracteriza por fantasías e impulsos
sexuales y destructivos. La evaluación que hace la psicología del sí-mismo acerca
de la posición e importancia de la angustia de castración presenta un neto
contraste con la posición psicoanalítica tradicional: a diferencia de esta última, que
asigna a la angustia de castración un papel causal-motivacional en su esquema
explicativo de la neurosis, se supone que para nosotros la angustia de castración
es simplemente un fenómeno secundario, vale decir, un síntoma. No obstante, la
red de factores causales-motivacionales es más compleja. En otras palabras, no
se describe adecuadamente la relación entre las neurosis edípicas y la angustia
de castración tal como la entiende la psicología del sí-mismo diciendo que
no es esta última la que provoca la neurosis, sino que es un trastorno del símismo el que provoca la angustia de castración.
Quisiera añadir que el axioma según el cual en la niñez la angustia de castración
debe considerarse patológica no implica, per se, que ella sea infrecuente en este
período de la vida. Pero aunque alguien mantuviera que está presente en todos
los casos, yo replicaría que la frecuencia de su aparición nada nos dice respecto
de la salud del individuo.
8
Y
PARA
TERMINAR,
Le leo a la mujercita etrusca que me ayudara a comunicarme hoy con Uds., unas
palabras
de
Oscar
Wilde
sobre
"la
verdadera
sabiduría":
"Todo lo sabes. En vano busco que tierras labrar o cuales sembrar. La tierra está
negra de zarzas y cizaña. Y no quiere ser regada ni por lágrimas ni por lluvias"
Todo lo sabes. Yo me siento y espero, con ojos ciegos y manos ociosas, hasta
que se alce el último velo y se abra por primera vez la puerta.
Todo lo sabes. Yo no puedo ver. Confío que no viviré en vano.
Y sé que nos encontraremos de nuevo en alguna divina eternidad"
__________________________________________
NOTAS
(I) Trabajo presentado en las terceras jornadas del Ateneo de Estudios
Psicoanalíticos. Rosario. Junio 1998.
(II) Psic. Julieta Lagomarsino Giuria. Montevideo, Uruguay.
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
1. FRANCO, GLADYS – LAGOMARSINO JULIETA. Heinz Kohut: Conceptos
fundamentales. Revista de Psicoterapia. Psicoanalítica. T.II.nº 2. Montevideo,
1987
2. FREUD, ANNA. El Yo y los mecanismos de defensa. (1937.) PAIDOS, Bs.As.
1950.
3. FREUD, SIGMUND. Introducción al narcisismo. (1914) T.XIV. Amorrortu
Editores, Bs.As. 1978.
4. FREUD, SIGMUND. Pulsiones y destinos de pulsión (1915) T.XIV. Amorrortu
Editores, Bs.As. 1978.
5. FREUD, SIGMUND. El Yo y el Ello. (1923) T.XIX. Amorrortu Editorial Bs.As.
1978.
6. HARTMANN, H. Comments on the psichoanalytitic theory of the Ego. Essays of
Ego Psichology, N.Y. International Univ. Press. 1964.
9
7. KERNBERG, OTTO. Desórdenes fronterizos y narcisismo patológico. Ed.
Paidós. Bs.As. 1985.
8. KERNBERG, OTTO. La teoría de las relaciones objétales y el psicoanálisis
clínico. Ed. Psidós, Bs.As. 1988.
9. KLEIN, MELANIE. Obras completas. Ed. Paidós. Bs.As. 1976-1977. Bs.As.
1977.
10. KOHUT, HEINZ. Análisis del self. Amorrortu editores. BsAs. 1977.
11. KOHUT, HEINZ. La restauración del si mismo. Editorial Paidós. Bs.As. 1980.
12. KOHUT, HEINZ. ¿Cómo cura el análisis? Editorial Paidós. Bs.As. 1986.
13. KOHUT, HEINZ. The search of the self. Selected writings. 1950-78. Vols. I y II.
Edited by Paul Ornestein. 1980 International Universities Press. Inc. New. York.
14. KOHUT, HEINZ. The psychology of the self. A casebook. International
Universities Press. N.York 1978.
15. KOHUT, HEINZ. Los Seminarios (Compilador: Mirian Elson) Paidós. Bs.As.
1990.
16. LAGOMARSINO, JULIETA. Algunos conceptos de Heinz Kout sobre
Transferencia. Panel en la Asociación Uruguaya de Psicoterapia psicoanalítica.
Montevideo, noviembre de 1991.
17. J. LAPLANCHE, J.B. PONTALIS. Diccionario de psicología. Editorial Labor,
Madrid 1974.
18. RACALBUTO. Agostino.- Tra el fa y el dire. Rafaello Cortina Ed. Milano 1994.
19. WILDE, OSCAR. "La verdadera sabiduría" Obras Completas. Ed Aguilar,
1951.
20. WINNICOTT, D. (1963) – "Communicating and Not Communicating Leading To
a Study of Certain Opposites". En: The maturational Processes and the Facilating
Environment. Londres: Hogart Press, 1965. Citado por Davis, M. Y Wallbridge, D.
En "Límite y espacio", Buenos Aires, Amorrortu editores, 1988.
10
Descargar