Amores Frustrados (I) Apolo y Dafne El poeta romano Ovidio nos cuenta en sus Metamorfosis el mito de la creación del laurel y de su atribución a Apolo como árbol sagrado. Los poetas, y en general todos los que participaban y triunfaban en los Juegos Píticos en honor al dios, eran coronados con ramas de laurel como reconocimiento a su victoria. En el origen del mito está la historia del desamor que Dafne sentía por Apolo y del amor intenso que Apolo profesaba a Dafne. Todo ello fruto de una venganza del poderoso Eros-Cupido, molesto por la vanidad del flechador Apolo que, después de matar a la Serpiente Pitón, presumía de ser el mejor con el arco entre los dioses. Cupido actuó y lanzó sendas flechas a la pareja, pero de un efecto muy diferente: para Apolo fue de oro y le causó el amor intenso. En cambio para Dafne fue de plomo y le provocó un desprecio absoluto por el dios hasta el punto de solicitar a su padre, el río Peneo, que la librase por el medio que fuera de los brazos del hijo de Leto y Zeus. Transmitida la súplica a Zeus, éste optó por convertirla en árbol aromático, muy utilizado en la antigüedad y en nuestros días como condimento en la cocina. El mito de Apolo y Dafne fue muy conocido en la antigüedad y Ovidio con sus Metamorfosis sirvió de puente hasta el Renacimiento, época en la que los artistas, tanto poetas como escultores, dieron rienda suelta a su imaginación. Soneto XIII A Dafne ya los brazos le crecían, y en luengos ramos vueltos se mostraba; en verdes hojas vi que se tornaban los cabellos que el oro escurecían. De áspera corteza se cubrían los tiernos miembros, que aún bullendo estaban: los blancos pies en tierra se hincaban, y en torcidas raíces se volvían. Aquel que fue la causa de tal daño, a fuerza de llorar, crecer hacía este árbol que con lágrimas regaba. ¡Oh miserable estado! ¡Oh mal tamaño! ¡Que con llorarla crezca cada día la causa y la razón porque lloraba! Garcilaso de la Vega (1498-1536) Dafne y Apolo de Bernini