Actividad 4 Leyendo con los cinco sentidos 1 35 Lee detenidamente los textos que siguen Texto nº 1: Con la Punta de la Lengua A pesar de los cúmulos de libros de cocina publicados anualmente, existe muy poco escrito sobre el sentido del gusto, porque es casi tan difícil definir un sabor como un olor. Ambos son espíritus con vida propia, fantasmas que aparecen sin ser invocados para abrir una ventana de la memoria y conducirnos a través del tiempo a un suceso olvidado. Otras veces los llamamos ansiosamente buscando un efecto erótico del pasado y ellos nos enfrentan, en cambio, a nuestra desnuda inocencia. Somos omnívoros, podemos comer cualquier cosa, nos complace la variedad y pasamos la vida experimentando con diversos sabores, casi todos adquiridos, porque en la infancia sólo toleramos lo neutro y lo dulce. Ningún bebé aprecia la mostaza, aunque son adictos a la coca-cola, y conozco muchos adultos que no han aprendido a comer caviar. Menos mal, así alcanza para el resto de nosotros. Según la ciencia sólo podemos diferenciar cuatro sabores: dulce, salado, amargo y ácido; todos lo demás son mezcla de ellos con miles de olores diversos. Me asaltan algunas dudas... ¿cómo se clasifican el sabor metálico del miedo, el arenoso de la envidia o el espumante del primer beso? Pero, en fin, respetaré las opiniones de los sabios, en vista de que las mías carecen de respaldo autorizado. El placer de un sabor se centra en la lengua y el paladar, aunque a menudo no comienza por allí, sino en el recuerdo. Y parte esencial de ese placer reside en los otros sentidos, la vista, el olfato, el tacto, incluso el oído. En la ceremonia del té en Japón el gusto del brebaje es lo menos importante - en realidad el té es amargo - pero la serena intimidad de las paredes desnudas, las formas depuradas de los utensilios, la elegancia del ritual, la concentrada armonía de los gestos de quien ofrece el té, el quieto agradecimiento de quien lo recibe, el olor tenue de la madera y el carbón, el sonido del cucharón al verter el agua en el silencio de la estancia, todo constituye una celebración para el alma y los sentidos. El sabor se asocia con la sexualidad mucho más de lo que los puritanos desearían. La piel, los pliegues del cuerpo y las secreciones tienen sabores fuertes y definidos, tan personales como el olor. Poco sabemos de ellos, porque hemos perdido el hábito de lamernos y olisquearnos unos a otros. Aún recuerdo el sabor a goma de mascar, tabaco y cerveza de mi primer beso, hace exactamente cuarenta años, aunque he olvidado por completo la cara del marinero americano que me besó. El sentido del gusto se cultiva, tal como se cultiva el oído para el jazz: libre de prejuicios, con ánimo curioso y sin tomarlo en serio. Una vez, en la época de mi juventud en que andaba buscando sabiduría embotellada, asistí a la charla de un célebre gurú. El hombre provenía de una familia judía en pleno Nueva York, pero su larga estadía en la India y sus años de estudios y meditación no sólo lo habían convertido en guía espiritual, sino que también le habían otorgado acento de Calcuta y aspecto de encantador de serpientes. En el transcurso de la conferencia cada neófito recibió del maestro una uva grande y rosada con instrucción de comerla en no menos de veinte minutos, mucho más de lo que mi tío faquir empleaba en masticar sesenta veces cada bocado en la mesa de mi abuelo. Durante esos interminables veinte minutos toqué, miré, olí, di vueltas en la boca con una lentitud atroz, sudando, y finalmente me tragué la famosa uva. Diez años después todavía puedo describir su forma, textura, temperatura, sabor y olor; aprendí a comer uvas con un inmenso respeto, que he tratado de aplicar a otros ali- 36 mentos, aunque, la verdad sea dicha, sin el ojo vigilante del gurú me resulta imposible mantener algo en la boca por más de unos segundos. Me refiero a alimentos, por supuesto. Para otras cosas tengo más paciencia. Pero volvamos a la comida. Según Panchita, al planear un menú debemos considerar los diferentes sabores para que se complementen y se distingan unos de otros sin competir. El orden en que se sirven los platos influye en la apreciación de los mismos; conviene no entrar de lleno con el guisado más suculento, porque si se sirve primero, todo lo demás resulta insulso. Un magistral ossobuco es siempre el único protagonista, porque anula cualquier plato que se atreva a hacerle frente. Debe servirse precedido por una discreta ensalada verde y, como final ligero, un helado. Una cena bien pensada es un crescendo que empieza con las notas suaves de la sopa, pasa por los arpegios delicados de la entrada, culmina con Texto nº 2: Tarde del trópico Es la tarde gris y triste la fanfarria del plato principal, al que siguen finalmente los dulces acordes del postre. El proceso es comparable al de hacer el amor con estilo, comenzando por las insinuaciones, saboreando los juegos eróticos, llegando al clímax con el estruendo habitual y por fin sumiéndose en un afable y merecido reposo. La prisa en el amor deja un escozor de ira en el alma y la prisa en la comida altera los humores fundamentales de la digestión. Las papilas gustativas, como los órganos mayores y otros no tan mayores, también se fatigan. En los banquetes y restaurantes de lujo suele servirse, entre dos platos contundentes, una pequeña porción de sorbete helado agridulce para borrar todo rastro del primero antes de probar el segundo. La temperatura tiene tanta importancia como la textura y el color, todo influye en la sensual experiencia de una comida. Isabel Allende. Afrodita. Cuentos, Recetas y Otros Afrodisíacos. pp. 69-72. Texto nº 3: A Dafne ya los brazos le crecían Viste el mar de terciopelo y el cielo profundo viste de duelo. A Dafne ya los brazos le crecían y en luengos ramos vueltos se mostraban; en verdes hojas vi que se tornaban los cabellos qu’el oro escurecían; Del abismo se levanta la queja amarga y sonora. La onda, cuando el viento canta, llora. de áspera corteza se cubrían los tiernos miembros que aun bullendo ‘staban; los blancos pies en tierra se hincaban y en torcidas raíces se volvían. Los violines de la bruma saludan al sol que muere. Salmodia la blanca espuma: miserere. Aquel que fue la causa de tal daño, a fuerza de llorar, crecer hacía este árbol, que con lágrimas regaba. La armonía del cielo inunda, y la brisa va a llevar la canción triste y profunda del mar. Del clarín del horizonte brota sinfonía rara, como si la voz del monte vibrara. Cual si fuese lo invisible... cual si fuese el rudo son que diese al viento un terrible león. Rubén Darío ¡Oh miserable estado, oh mal tamaño, que con llorarla crezca cada día la causa y la razón por que lloraba! Garcilaso de la Vega. v. 1: Motivo mitológico de Dafne y Apolo. Dafne era una ninfa griega hija del díos-río Penteo. Para escapar de la persecución de Apolo, dios griego de la música y la poesía, suplicó a su padre que la convirtiera en un árbol de laurel. v. 2: “luengos” significa “largos”. v. 4: “los cabellos que oscurecían (superan brillando) el oro”. v. 6: “que aun bullendo ‘staban”, es decir, que todavía se movían antes de la metamorfosis. v. 9: se refiere a Apolo. v.12: “tamaño” significa “tan grande”. v. 14: “lloraba”: se puede interpretar como tercera persona (Apolo lloraba) o como primera persona (yo lloraba). 2 37 Una vez leídos detenidamente los textos coloca las palabras y expresiones que te transmitan cualquier sensación en la tabla y clasifica y define de qué sensación se trata. Elementos del 1º texto Ej: “mostaza” Texto: “Con la Punta de la Lengua”, de Isabel Allende SENSACIONES Ópticas Acústicas color mostaza, anaranja do oscuro Olfativas Gustativas Térmicas Ponderales Táctiles fuerte, espaciado fuerte, picante Cenestésicas Esterognósicas Texto: “Tarde del Trópico”, de Rubén Darío Elementos del 2º texto Ej: “tarde gris” Ej: “terciopelo” SENSACIONES Ópticas oscuridad Gustativas Térmicas Ponderales Táctiles Cenestésicas Esterognósicas frío oscuridad suavidad planicie Texto "A Dafne ya los brazos le crecían" Garcilaso de la Vega SENSACIONES Elementos del 3º texto Ópticas Ej: “luengos ramos” tamaño, longitud 3 Acústicas Olfativas Acústicas Olfativas Gustativas Térmicas Ponderales Táctiles Cenestésicas Esterognósicas En grupos pequeños, pon en común los resultados de las tablas con tus compañeros y compañeras. Nombrad una persona representante que recoja las distintas aportaciones que luego expondrá al resto de la clase.